Declaraciones del Ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, Bruno Rodríguez Parrilla, en conferencia de prensa este jueves en el Hotel Habana Libre.
El 15 de marzo, los Departamentos del Tesoro y Comercio emitieron nuevas regulaciones que modifican la aplicación de algunos aspectos del bloqueo de los Estados Unidos a Cuba.
Este es el cuarto anuncio de este tipo que realiza el gobierno de los EE.UU. después del 17 de diciembre de 2014, cuando los presidentes de ambos países dieron a conocer la decisión de restablecer relaciones diplomáticas.
Estamos estudiando su alcance y efectos prácticos para comprobar su viabilidad.
Preliminarmente, se puede afirmar que las medidas son positivas.
Algunas de ellas amplían el alcance de las que se habían adoptado antes, como es el caso de la que autoriza ahora los viajes individuales para intercambios educacionales “pueblo a pueblo”.
A pesar de ello, hay que recordar que se mantiene la prohibición legal para que los ciudadanos estadounidenses puedan viajar libremente a Cuba, la cual debe ser eliminada por el Congreso.
La autorización al uso del dólar en las transacciones internacionales de Cuba, que se incluyó en este nuevo grupo de medidas, atañe un aspecto importante del bloqueo.
Para que esta medida sea viable, se requiere una declaración política e instrucciones claras y precisas del Gobierno de EE.UU., que den seguridad jurídica y política a los bancos, de modo que se ponga fin a la persecución financiera y se puedan revertir los efectos intimidatorios generados por las sanciones impuestas a lo largo de los años a instituciones financieras estadounidenses y de terceros países por relacionarse de manera legítima con Cuba.
En los próximos días intentaremos realizar transferencias en dólares para verificar si estas pueden concretarse y si los bancos han recibido indicaciones de que pueden tener operaciones con Cuba sin temor a ser penalizados.
Además, esperamos que en lo adelante no se repitan sanciones como las aplicadas a importantes bancos, como el Commerzbank y el Credit Agricole, por solo mencionar los casos más recientes, y que instituciones financieras extranjeras no rechacen vincularse con nuestro país.
La medida sobre el uso del dólar no implica que se hayan normalizado las relaciones bancarias entre Cuba y EE.UU.
Aún no se permite que bancos cubanos tengan cuentas de corresponsalía en bancos estadounidenses, por lo que necesariamente nuestras operaciones tendrán que seguir haciéndose a través de terceros, lo cual incrementa los costos operacionales y los trámites asociados.
El resto de las medidas puestas en vigor no modifican la aplicación de elementos medulares del bloqueo. Por ejemplo:
• No se permiten las inversiones en nuestro país, más allá de las ya aprobadas en el sector de las telecomunicaciones.
• Se mantiene la prohibición a las importaciones de productos cubanos en EE.UU., incluyendo medicamentos y productos biotecnológicos, por lo que el limitado comercio bilateral autorizado sigue siendo esencialmente unidireccional. Solo se modificó la absurda prohibición de que los ciudadanos estadounidenses puedan consumir productos y recibir servicios cubanos en terceros países.
• No cambian las restricciones existentes para las exportaciones de EE.UU. a Cuba, las que son limitadas y excluyen a sectores claves de la economía cubana.
• Se mantiene la prohibición a barcos que hayan transportado mercancías a Cuba de entrar a puertos de EE.UU. en un plazo de 180 días, lo cual encarece los costos por concepto de fletes. La única medida tomada en esta esfera no fue para beneficiar a Cuba, sino para hacerle rentable las operaciones a las navieras estadounidenses.
• Ciudadanos y empresas cubanas y de otros países continúan incluidos en una lista arbitraria, conocida como “nacionales especialmente designados”, que les impide realizar transacciones con entidades de EE.UU y sus subsidiarias.
Todas estas restricciones pueden ser eliminadas mediante decisiones ejecutivas.
La realidad es que el bloqueo sigue en vigor. El propio secretario del Tesoro, Jack Lew, reconoció hace dos días que el bloqueo aún limita “muy, muy significativamente” el volumen de transacciones entre Cuba y EE.UU.
El bloqueo también tiene componentes disuasivos y punitivos. Algunos ejemplos:
• Empresas de EE.UU. y extranjeras han sido multadas en fecha reciente por ofrecer servicios y equipamiento de origen estadounidense a Cuba.
• A empresas extranjeras que comercializan níquel y ron cubano se le han cancelado líneas de crédito y rechazado transferencias, incluso en monedas distintas al dólar estadounidense.
• Bancos extranjeros han cerrado las cuentas bancarias en otras monedas a personal de la salud cubano que brindan su colaboración en países de África.
• Subsidiarias de empresas estadounidenses en terceros países niegan sus servicios a misiones diplomáticas y entidades cubanas radicadas en el extranjero.
El bloqueo es el obstáculo más importante para el desarrollo económico de Cuba y causa privaciones al pueblo cubano.
Por eso, su eliminación será esencial para normalizar las relaciones entre nuestros países.
Altos funcionarios estadounidenses han afirmado que el objetivo de las medidas aprobadas es “empoderar” al pueblo cubano. Si al Gobierno de EE.UU. le interesa realmente ayudar al pueblo cubano, el bloqueo debe ser levantado.
Reconocemos la posición del presidente Obama contra el bloqueo y los llamados reiterados que ha hecho al Congreso para levantarlo.
Esperamos que el Congreso de EE.UU. actúe en consecuencia, ante el reclamo casi unánime de la comunidad internacional y de cada vez más amplios sectores de la sociedad y la opinión pública estadounidenses.
Cuba se ha involucrado en la construcción de una nueva relación con EE.UU. en pleno ejercicio de su soberanía y apegada a sus ideales de justicia social y solidaridad.
Nadie puede pretender que para ello, Cuba tenga que renunciar a uno solo de sus principios, ni a su política exterior comprometida con las causas justas del mundo y la defensa de la autodeterminación de los pueblos.
En los próximos días, recibiremos al Presidente de Estados Unidos con la hospitalidad que nos distingue, y con el respeto y consideración que merece en su condición de Jefe de Estado.
Será una oportunidad para que conozca nuestra realidad y a un pueblo noble, digno y patriota, que lucha por un futuro mejor a pesar de las adversidades que ha tenido que enfrentar.
El mandatario estadounidense apreciará una nación enfrascada en su desarrollo económico y social, y en el mejoramiento del bienestar de sus ciudadanos, que disfruta derechos y puede exhibir logros que constituyen una quimera para muchos países del mundo, a pesar de ser un país bloqueado y subdesarrollado.
También será una ocasión importante para identificar nuevos pasos que pudieran darse en los próximos meses como contribución al proceso de mejoría de las relaciones, sobre bases de respeto y de igualdad, en beneficio de ambos países y pueblos.