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El Papa arriba a un país sumido en una crisis económica y social, con más de 27 mil desaparecidos y una crítica situación en derechos humanos que ha golpeado fundamentalmente a la población joven. La agenda de su viaje estará marcada por la migración, la condición de los pueblos indígenas, la pobreza y la juventud. Los preparativos de los locales antes de su llegada.

ALONSO URRUTIA /Con una agenda que pondrá acento en la migración, la condición de los pueblos indígenas, la pobreza y la juventud, el papa Francisco iniciará esta noche su visita pastoral a México, la séptima que realiza un pontífice. Arriba a un país en el que el discurso oficial que reivindica las políticas de seguridad ha sido rebasado por una violencia inocultable, con más de 27 mil desaparecidos y una crítica situación en derechos humanos que ha golpeado fundamentalmente a la población joven.

Será también una visita en la que por primera vez se abrirán las puertas de Palacio Nacional a un pontífice, deferencia que estará aparejada con la presencia de Enrique Peña Nieto, por la tarde, en la Basílica de Guadalupe. Son los nuevos tiempos de la relación con el Vaticano.Serán el preámbulo de un conjunto de actividades que llevarán a Francisco a San Cristóbal de Las Casas, en su momento lugar neurálgico donde estalló la inconformidad indígena contra las formas de dominación; a Michoacán, convulsionado por la violencia del narcotráfico y la incapacidad gubernamental para garantizar seguridad, y a Ecatepec, como municipio emblemático de la marginación y la pobreza urbana.

Y como punto culminante, Ciudad Juárez, metrópoli que si bien goza de una drástica reducción de la inseguridad en estos años, su historia reciente sintetiza los niveles de crueldad y descomposición social que se han alcanzado en México: la añeja herencia de los feminicidios, cuya herida no termina de cerrar; las ejecuciones y violencia, que alcanzaron niveles históricos en los tiempos de la ‘‘guerra’’ contra el narco, y la compleja realidad de los migrantes.

Sin embargo, dos incógnitas se tejen en torno a la visita. La primera, si Francisco abordará en México el tema de la pederastia de la Iglesia, donde el poder y la influencia de Marcial Maciel y el silencio de la jerarquía católica ocultaron por años los abusos sexuales de quien fuera cabeza visible de los Legionarios de Cristo. La otra interrogante son los posibles encuentros privados con familiares de las víctimas de desapariciones (en especial con los padres de los normalistas de Ayotzinapa).

” Con una agenda que pondrá acento en la migración, la condición de los pueblos indígenas, la pobreza y la juventud, el papa Francisco iniciará esta noche su visita pastoral a México, la séptima que realiza un pontífice. Arriba a un país en el que el discurso oficial que reivindica las políticas de seguridad ha sido rebasado por una violencia inocultable “

Tal es la ruta delineada por el Papa para su viaje, que incluirá la casi obligatoria presencia en los dos principales recintos religiosos del país: la Basílica de Guadalupe y la Catedral Metropolitana. Será la etapa pastoral en México, país que ha patentizado su devoción papal en las seis visitas anteriores, pero que también ha visto descender su población católica (de 96 por ciento en los tiempos en que Juan Pablo II inauguró los viajes a México, a 84 por ciento actualmente), al tiempo que el fervor religioso se diversifica en nuevas sectas y en otras religiones, incluidas vertientes como la Santa Muerte.

La inminencia de la visita se vislumbraba en la Plaza de la Constitución, laberinto de rejas que cercan todo acceso al Zócalo. La imagen de Francisco está multiplicada en todas partes debido a la desbordada promoción que se hace del jefe de la Iglesia católica por cortesía del Gobierno capitalino.

Lo anterior complementado por la devoción empresarial plasmada en carteles: ‘‘Papa Francisco. Misionero de la misericordia. Telmex está contigo’’. La Catedral tenía ya clausurado el acceso, mientras los trabajadores del gobierno local erigían un estrado a las puertas del templo donde, presumiblemente, Miguel Ángel Mancera acudirá a entregar las llaves de la ciudad al visitante distinguido.

Pese a las rejas que dificultaban la movilidad en el Zócalo, la policía capitalina ha desplegado una importante cantidad de elementos. Era la avanzada de la seguridad que al atardecer comenzó a tomar el Ejército.

Con sólo revisar los horarios sugeridos por el Episcopado, se anticipa que los feligreses deberán atravesar un viacrucis para poder mirar, aunque en lontananza, a Francisco. Quienes pretendan verlo oficiar en la Basílica de Guadalupe, cuya misa está prevista para las 17:30 horas, deberán prever su ingreso desde las 6 de la mañana.


” Dos incógnitas se tejen en torno a su visita. La primera, si Francisco abordará en México el tema de la pederastia de la Iglesia (…) La otra interrogante son los posibles encuentros privados con familiares de las víctimas de desapariciones (en especial con los padres de los normalistas de Ayotzinapa) “

Para quienes tienen el privilegio de contar con los boletos para ingresar a la homilía en Ecatepec, deberán abstenerse de dormir para ingresar al lugar desde las 2 de la mañana.

Hacia el norte de la Ciudad de México, al pie del Cerro del Tepeyac, el Ejército comenzó a cerrar calles. Un interminable enrejado anticipaba ya los niveles de seguridad por las calzadas de Guadalupe y Misterios. En la Plaza Mariana, los preparativos logísticos se aceleraban en medio de una confluencia de autoridades federales, capitalinas, delegacionales, y cómo no, religiosas.

‘‘Se vende más Juan Pablo II’’

En la Basílica ya están las sillas para los 32 mil asistentes al más importante de los actos de Francisco. Cerca, las tiendas de artículos religiosos han comenzado a desplegar la imagen papal en forma de cuadros, llaveros o rosarios. Hay Franciscos de 10 pesos para arriba. En calles aledañas también se venden papas, aunque una comerciante reconoce: ‘‘No sale mucho… se vende más Juan Pablo II’’.

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