Hernán Cortés y otros hechos desconocidos sobre el canal de Panamá

Hernán Cortés y otros hechos desconocidos sobre el canal de Panamá

Lavrenti Beria y los factores de la victoria


Nos habituamos muy rápido a las cosas buenas. En el último medio siglo nos hemos acostumbrado demasiado al milagro llamado “Victoria”. 

Nos hemos acostumbrado hasta a la insolencia más deplorable; ¿pero por qué fue tan difícil de conseguir la Victoria? 

El número de víctimas debería haber sido menor; lo ideal era que el enemigo hubiese sido rechazado fuera de nuestras fronteras.

Nos hemos acostumbrado a la apatía total, incluso llegamos a repetir la conocida afirmación de Ernst Henri(1), miembro de la Unión de Escritores de la URSS, de que supuestamente el pueblo ganó la guerra a pesar de Stalin (por cierto, Henri es conocido únicamente por haber hecho esta declaración).

Pero, ¿quién dijo que teníamos las de ganar? La Wehrmacht derrotó a Polonia en menos de tres semanas, el ejército francés, que era el más fuerte de Europa, fue derrotado en 40 días, mientras que nosotros nos demoramos tres meses y medio en dar cuenta de la diminuta Finlandia, por no hablar de las vergüenzas que pasamos.

Entonces, ¿cómo es que vencimos? La Victoria tuvo muchos factores. 

Además del principal, el heroísmo de los soldados y de los oficiales vergonzosamente olvidados por los creadores del proyecto de la “Pequeña cinta de San Jorge”(2), aquí se incluyen las distancias, los caminos, la lluvia y el frío. Pero hay otro factor principal de la Victoria, sin el cual ni el heroísmo nos habría salvado: el admirable funcionamiento de todo el complejo industrial-militar.

Por cierto, ¿quién fue el responsable en el gobierno soviético del complejo industrial-militar? ¡Stalin era el comandante supremo, no podía encargarse de todo!

La historia no dice nada, sus testigos susurran…

¿Pero quién dirigía el armamento?

Por casualidad, llegó a mis manos la primera edición de la novela “El acero y la escoria“, dedicada a la metalurgia de los tiempos de la guerra.

 En la literatura soviética de la época (y en el cine también) había la siguiente costumbre: el clímax de la narración era señalado con la entrada en escena del dirigente de turno.

Podía ser el secretario del Comité Regional del Partido, o podía ser el propio Stalin, pero era obligatoria la aparición en escena del dirigente. ¿Quién, desde las alturas trascendentales del Kremlin, telefoneó a la fábrica metalúrgica en el momento culminante de la narrativa? ¿Stalin? No. 

Stalin comandaba el ejército. Fue Beria(3) el que llamó, el Comisario del Pueblo para Asuntos Internos.

 Algunos verán en esto una demostración clara de la naturaleza sanguinaria del régimen de Stalin. Pero hay una explicación más simple: la mencionada fábrica estaba bajo la alta responsabilidad de Beria, y fue por eso que telefoneó allí.

En las ediciones posteriores de la novela, naturalmente, este episodio fue eliminado: el nuevo poder necesitaba que Beria permaneciese en la memoria del pueblo como un monstruo sediento de sangre. Sin embargo, los vientos de la historia han barrido la basura arrojada sobre las tumbas y los pocos fragmentos de la biografía de este hombre comenzaron a ver a la luz, provocando una creciente confusión.

Los primeros diez años de la biografía profesional de Beria transcurrieron, de hecho, en la OGPU(4), pero luego, en 1931, se convirtió en el primer secretario del Comité del Partido del Krai de Transcaucasia. 

En esa época era más un cargo económico que político. Los secretarios del partido raramente eran censurados por las insuficiencias del trabajo del partido, pero lo eran constantemente por el incumplimiento de los planes económicos. 

En este cargo, Beria transformó, en pocos años, un territorio pobre situado en los confines del imperio ruso en una región rica y próspera. Entre otras, esta era la principal región petrolera de la Unión Soviética (en 1934 se iniciaron las perforaciones en el Mar Caspio en plataformas de metal).

En un país que crecía impetuosamente, los buenos dirigentes económicos valían más que el oro. Por eso no sorprende que un dirigente como Beria no haya estado mucho tiempo en la periferia. En 1938 es trasladado a Moscú para el cargo de Comisario del Pueblo para Asuntos Internos. 

Este extraño nombramiento tenía sus razones: era necesario neutralizar con habilidad y sin problemas al anterior comisario del pueblo(5), que en esa época, sin ningún tipo de escrúpulo, estaba preparando un golpe de Estado. Pero, ¿quién dijo que el nuevo dirigente georgiano en Moscú apenas se ocupaba de los asuntos de seguridad?

Se puede determinar una parte del conjunto de responsabilidades de Beria por el nuevo cargo que asumió. El 21 de marzo de 1941 se convierte en vicepresidente del Consejo de Comisarios del Pueblo con una serie de competencias bastante impresionantes.

 Más allá de su propio comisionado, es responsable de las industrias forestales, de las minerias de carbón y petroleras, supervisando el Comisionado de la Metalurgía de Metales No Ferrosos, es decir, las ramas más importante del área de defensa. Hay un aforismo que dice: “El petróleo es la sangre de la guerra“. 

Si seguimos la misma analogía, entonces los metales no ferrosos son el fermento del organismo militar: había cientos de artículos, producidos en su abrumadora mayoría en la URSS, cuya falta de cualquiera de ellos podría detener la máquina de guerra. 

Sin carbón no hay metalurgia, sin madera no sólo no se hacen cajas, sino que no funcionan otras industrias como la química, por ejemplo. Por cierto, la industria militar y el ejército de la URSS nunca se quejaron de la falta de “sangre” y de “fermento”.

De las ramas esenciales para la defensa, sólo se mantuvieron fuera de la esfera de influencia de Beria la industria siderúrgica y la producción de armamento, esta última estaba bajo responsabilidad directa de Stalin.

 Pero apenas comenzó la guerra, Beria también se hizo con la industria siderúrgica. Al convertirse en comandante supremo, Stalin se vio obligado a liberarse de otras cargas, las cuales pasaban constantemente de uno a otro miembro del Comité Estatal de Defensa.

 Sin embargo, las más importantes siempre los acumulaba Beria. Por ejemplo, en la primavera de 1942 recibió la producción de tanques de Molotov, que no estaba llevando a cabo lo acordado.

No está muy claro cuando se llevaron a cabo estos nombramientos. Se considera que Beria se hizo responsable de la producción de armamento el 4 de febrero de 1942. Sin embargo, V. N. Novikov, vicecomisionado del armamento (el comisario durante la guerra fue D.F. Ustinov), comenzó en junio de 1941 a informar a Beria de la situación en el sector.

Y según los recuerdos de funcionarios del transporte ferroviario, en ese mismo mes de junio, Beria, como miembro del Comité Estatal de Defensa, puso en orden las comunicaciones militares. De hecho, hay razones para pensar que (más allá de las esferas bajo su responsabilidad permanente) Beria era utilizado, a menudo, como un “gestor de crisis”. Corrijo: como un gestor de crisis de éxito, al menos a juzgar por los resultados.

Es en los números donde mejor podemos ver los resultados del trabajo de Beria en el cargo de miembro del Comité Estatal de Defensa. Si el 22 de junio los alemanes disponían de 47.000 cañones y morteros contra nuestros 36.000, más tarde, el 1 de noviembre de 1942, los números se igualaban, y el 1 de enero de 1944, ya teníamos 89.000 contra los 54.500 de los alemanes. 

Los armeros de Izhevsk(6), que al inicio de la guerra regateaban a Beria la producción de cinco mil fusiles, en 1943 produjeron 12.000 al día. Entre 1942 y 1944, la URSS produjo alrededor de 2.000 tanques al mes, superando con mucho la producción de Alemania. 

A finales de 1944, Beria también fue encargado de supervisar los experimentos con uranio. 

Las pruebas de la bomba atómica soviética, que tuvieron lugar en 1949, superando todos las expectativas, fueron una sorpresa total para los antiguos aliados.

El “Comisario del terror” que nadie temía

A los fabuladores de nuestros días les encanta decir que el heroísmo mostrado por los soviéticos se basaba en el terror. 

En cualquier caso, la mayoría de sus construcciones psicológicas conducen precisamente a esta idea. 

Pero ¿cómo se podría intimidar a los capitanes de la industria de Stalin, los “directores rojos”, la capa más privilegiada de la sociedad soviética? 

Es cierto que podrían temer ser apartados de su cargo (esto era la peor de las vergüenzas), y ¿qué más? 

¿El fusilamiento por incumplir el plan? Entonces, ¿fueron fusilados muchos?


Novikov recuerda el siguiente episodio que ocurrió en el período más arduo de la guerra, cuando el destino del país estaba colgando de un hilo:

“Recuerdo que Beria organizó una conferencia a finales de junio de 1941. Yo y D.F. Ustinov fuimos citados en relación a la necesidad de aumentar bruscamente la producción de fusiles. Nos sentamos a siete u ocho pasos de Beria. Daba la impresión de ser un hombre decidido. Su rostro era largo, bien afeitado, con la piel suave de un tono pálido y con unos quevedos. Tenía el pelo oscuro y una pequeña calva, anillos en los dedos. Por el aspecto era difícil conocer la nacionalidad.

Nos preguntó:

– Camarada Ustinov, ¿cuando comienza a producir cinco mil fusiles al día en Izhevsk?

Dmitri Fiodorovitch pidió que sobre esta cuestión se pronunciase Novikov, su ayudante, ya que hasta hace poco había sido director de esa fábrica y había sido trasladado a Moscú hacía menos de un mes.

Me levanté y dije que para alcanzar ese nivel se necesitaban al menos siete u ocho meses, ya que ahora la producción andaba en el orden de dos mil fusiles al día.

Beria frunció el ceño:

– Usted, camarada Novikov, sabe bien que en el frente, cuando unos mueren o son heridos, hay otros que esperan sus fusiles, y usted me dice que se necesitan siete meses… No puede ser, tiene que lograrlo en tres meses. Usted conoce la fábrica, ¿quién más nos puede ayudar?

Respondí que era imposible lograrlo en el plazo estipulado, cualesquiera que fuesen las condiciones (…)“.

¿Y qué hizo el “malvado Beria”? Amenazó al saboteador con llevarlo a un campo de concentración? Nada de eso.

“Fue creado un comité compuesto por mí y por dos ayudantes del presidente del Gosplan, V.V. Kuznetsov y P.I. Kirpitchnikov. Plazo: dos días. Presentar las propuestas para aumentar la producción de cinco mil fusiles al día dentro de tres meses.

Estuvimos reunidos dos días sin ir prácticamente a casa. Hablamos con las fábricas, con el comandante en jefe, etc., pero no conseguimos encontrar una solución. Kuznetsov y Kirpitchnikov estaban dispuestos a aceptar los tres meses. Me negué a firmar el documento, considerando que tal decisión no era realista. El documento fue enviado con la anotación: “El camarada Novikov se negó a firmar”.

Una vez más, fuimos llamados para informar a Beria. El gabinete estaba nuevamente lleno de gente, incluyendo comisarios del pueblo, no sólo de las ramas de la defensa, sino también de otras.

Estuvimos en la cola hasta ser llamados. Beria leía un papel. Dirigiéndose a Kuznetsov, preguntó por qué no estaba la firma de Novikov.

Vasily Vassilievitch respondió que Novikov consideraba que el plazo no era realista.

Entonces Beria se giró hacia mí y me dijo muy enojado:

– ¿Cuál es el plazo que nos propusimos, camarada Novikov?

Reafirmé una vez más que el plazo mínimo era de siete meses con reservas. Beria escupió a un lado, juró y dijo:

– Que se apruebe la propuesta de Novikov.

El incidente terminó aquí“.

También es cierto que Novikov añade una explicación a este episodio.

“Comenté con algunos camaradas por qué razón Beria había aprobado mi propuesta contra la opinión autorizada de otros miembros del comité. Me explicaron que tenía un miedo mortal de engañar a Stalin, que este perdonaba muchas cosas, pero nunca ser engañado“.

La verdad es que Stalin se comportaba exactamente de la misma en maneria situaciones similares. Interesante, ¿a quién temía él?

En realidad, Beria se comportó como cualquier buen dirigente económico, consciente de que los plazos “irrealistas”, con frecuencia, se revelan posibles después de ser analizados, y que también conoce el límite más allá del cual ya no tiene sentido presionar al subordinado. Lo que sorprende es otra cosa. 

En primer lugar, la total ausencia de miedo por parte de Novikov. Estábamos en julio de 1941, en una situación en la que todo el mundo tenía los nervios a flor de piel y a la menor señal alguien podría ser acusado de sabotaje y fusilado. 

Es, pues, sorprendente, que Novikov no haya revelado ningún temor ante el todopoderoso “Comisario del terror”. Nos da la impresión de que Novikov sabía perfectamente que estaba lidiando con una persona competente, capaz de distinguir el sabotaje o la ineptitud de la imposibilidad técnica.

 Pero, ¿qué significa “nos da la impresión”? Es obvio que Novikov lo sabía y por eso no tenía miedo. 

El “puntapié habitual” en Beria era simplemente una condición para la publicación de las memorias, tuvo que ser…

Además, Novikov también escribe que cuando las fábricas pasaron a estar al mando de Beria, cesaron, prácticamente, las prisiones de funcionarios. Lo que indirectamente revela que Beria prestaba más atención a la industria que al respectivo Comisario del Pueblo, preocupándose más en defender a los trabajadores de las fábricas que a sus propios funcionarios de los servicios de seguridad. 

Los defendió hasta de la Comisión de Control del partido y de otros órganos del partido. En una visita a Izhevsk, Novikov estuvo en contacto con miembros de la dirección de la fábrica y acabó recibiendo una amonestación de la Comisión de Control del partido por “embriaguez en tiempos de guerra“. Beria intentó inmediatamente verificar la historia y consiguió que la amonestación fuese retirada.

Hablando de injurias, a mediados de los años 20, el conocido bolchevique Miasnikov dijo que Beria era un “intelectual”. Sin embargo, al inicio de la guerra, de tanto relacionarse con representantes de la industria, Beria perdió el refinamiento de intelectual y usaba un lenguaje que no chocaba con cualquier jefe de oficina. Dime con quién andas y te diré quién eres…

Anastas Mikoyan, que nunca simpatizó con Beria, pero no daba alas a la imaginación, describe en sus memorias como Beria fue el responsable de la producción de tanques. Malichev, comisario del sector de la construcción de tanques, no conseguía aumentar la producción y se quejó de que el Comité Estatal de Defensa le prestaba poca atención. 

Según las memorias de Mikoyan, en un momento dado se discutió con Stalin el problema de la producción de tanques. Stalin preguntó a Beria de qué forma Molotov dirigía específicamente la producción del sector.

“No tiene vínculos con las fábricas, su dirección no está funcionando, no entra en las cuestiones de la producción, y cuando Malichev u otros plantean problemas, Molotov convoca una gran conferencia en la que se debate durante horas una cuestión y se toma cualquier decisión.

 Estas decisiones son de poca utilidad, en la práctica sólo hacer perder el tiempo a aquellos que tienen la obligación de resolver los problemas, por lo tanto, en vez de ser útiles, son perjudiciales“. Dijo Beria.

La iniciativa tuvo una obligación. Beria tuvo que añadir, a sus muchas responsabilidades, también la producción de tanques (más adelante “predicaría el mismo punto de partida” a Molotov en los asuntos atómicos). 

Lo sorprendente es que la situación en el Comisionado se alteró radicalmente. “Beria usó su poder para prestar toda la ayuda necesaria a Malichev, lo hizo a costa de otros comisarios. A su éxito también contribuyó el arranque en ese período de las fábricas que habían sido evacuadas a los Urales. La producción de tanques dió un salto y superó la producción de Alemania y de los países por ella ocupados“.

En realidad, el secreto de la eficiencia del trabajo era simple. Cuando alguno de los dirigentes de los subdepartamentos se mostraba incapaz de lidiar con un asunto, Beria no se ponía a gritar por el teléfono, sino que preguntaba: “¿Qué se necesita hacer?“. Y lo hacía. ¿Cómo? Eso es otra cuestión.

El secreto del Comité Estatal de Defensa

Stalin nunca hacía nada sin una razón, pero no siempre las razones de esta o aquella decisión son fáciles de comprender. Por ejemplo: ¿por qué el Comité Estatal de Defensa fue constituido con aquellas personas? A saber: Stalin Molotov, Malenkov, Voroshilov y Beria(7). 

Con los cargos, respectivamente: Jefe de Estado, Presidente del Consejo de Comisarios del Pueblo y Comandante Supremo; vicepresidente del Consejo de Comisarios del Pueblo y Comisario del Pueblo de Negocios Extranjeros; Jefe de la Dirección de Cuadros del CC del PCUS(b); vicepresidente del Consejo de Comisarios del Pueblo y Presidente del Comité de Defensa adjunto del Consejo de Comisarios; vicepresidente del Consejo de Comisarios del Pueblo y Comisario de Asuntos Internos. 

Los dos primeros, Stalin y Molotov, son indiscutibles. Pero los otros,¿por qué razón fueron elegidos? Sería lógico que hubiesen entrado, por ejemplo, todos los vicepresidentes del Consejo de Comisarios del Pueblo, pero eso no sucedió…

Todo concuerda si nos preguntarnos: ¿cuál es el principio que siguió la Constitución del Comité Estatal de Defensa? Stalin tomó muchas decisiones de Estado y de cuadros inusuales e ingeniosas. El principio sobre el cual se asentó la constitución del Comité Estatal de Defensa también es inusual e ingenioso. 

No fue constituido por comisionados o sectores, sino por ramas del poder. En la URSS había tres estructuras de poder: la estructura del Estado, la estructura del Partido y la estructura militar. Molotov, durante muchos años Presidente del Consejo de Comisarios, tenía en sus manos el poder del Estado, Malenkov, “segundo de Stalin en el Partido”, tenía el poder del Partido, Voroshilov tenía la retaguardia militar y Stalin, el frente militar. ¿Y Beria?

Como siempre, Beria estaba rodeado de misterio. Sin embargo, ciertos documentos penetraron en algunos misterios de su Comisionado. Sergei Kremlev, por ejemplo, relata la historia poco conocida de las aventuras de la prensa de Uralmach(8). Sucedió que la prensa principal de la fábrica se averió, y la segunda prensa se había extraviado en la confusión de la evacuación, no habiendo llegado a su destino.


Muzrukov, director de la fábrica (y futuro director del “Arzamas-16” (9)) telefonea a Beria a través del dispositivo de onda corta. (Por cierto, la prensa se averió por culpa de Muzrukov que dio la orden de que fuese utilizada para fines impropios). Pasó lo siguiente:

“Comuniqué lo sucedido, escucho, silencio, respira profundamente y de repente pregunta: “Y dónde está la segunda prensa?”, Respondo que no tengo ni idea de dónde está la segunda prensa. “¡Pero qué tipo de director es usted si no sabe dónde está la prensa que le fue enviada!”, gritó Beria y colgó. 

Cual fue mi sorpresa cuando a la mañana siguiente vinieron a hablar conmigo varios chequistas(10) de Sverdlov, anunciándome que las piezas de la prensa estaban en una determinada composición. Increíble. 

¿Cómo era posible que en tan sólo unas pocas horas, durante la noche, en medio del enorme caos de la evacuación, entre cientos de composiciones, encontrasen lo que necesitábamos… La composición de la prensa recibió vía libre y llegó pasada una semana“.

Es una historia muy curiosa. Para conseguir hacer semejante cosa en una noche, los chequistas tenía que poseer el plan completo de los transportes de evacuación en todo el país. Sólo así podían obtener la información que buscaban y transmitirla en pocas horas a los servicios locales del NKVD (Comisariado de Asuntos Internos) de Sverdlov. No es de extrañar que el “jefe” del complejo de Defensa dispusiese de toda esta información. Pero su capacidad de ejecución no deja de ser interesante.

Más curioso aún es el hecho de que el NKVD estuviese oficialmente dispuesta a ayudar a los administradores económicos para resolver problemas que estaban fuera de sus posibilidades. En la directiva del Comisariado sobre la organización del trabajo de la secciones económicas de asistencia operativa a la industria de Defensa se afirmaba:

“Las secciones económicas deben detectar las deficiencias en el trabajo de las empresas que impiden el cumplimiento de las tareas del Estado (…) y, a través de los CC de los Partidos de las repúblicas, de los comités de Krai y de Oblast del PCUS (b), tomar medidas a nivel local para la eliminación de las deficiencias“.

No sólo era así en la producción. Los chequistas aparecían en los casos difíciles, en los momentos peligrosos, cuando los responsables no estaban en condiciones de resolver los problemas. Cumplían su misión y desaparecían. 

Sus funciones eran de una diversidad extraordinaria. Por ejemplo, garantizar el funcionamiento de las comunicaciones era uno de los deberes de los destacamentos de presa(11). Las secciones especiales (Contrainteligencia militar) se ocupaban prácticamente de todo, incluyendo la organización del poder en zonas liberadas o la presentación de propuestas para acciones militares.

Desde su creación, los servicios de seguridad del Estado tenían como misión recopilar información (no sobre la voluntad de los ciudadanos, sino de todo lo que ocurría en el territorio de cada delegación). Con el inicio de la guerra, a juzgar por los hechos, la información se convirtió en plena acción, y no sólo en los sectores en los que las tres estructuras de poder de la Unión Soviética se revelaban ineficaces.

En la práctica, el NKVD se convirtió en el cuarto poder de crisis de la URSS, y fue precisamente en calidad de dirigente de esta red, y no como “general de Defensa”, que Beria se unió al Comité Estatal de Defensa. Había muchos generales además de él, incluso Voznesensky (presidente del Gosplan), pero en junio de 1941 este no fue incluido en el Comité Estatal de Defensa.

Y todavía hay otro aspecto a considerar. 

En todos los países, los gobiernos buscaron fragmentar los servicios de informaciones por la sencilla razón de que es el medio ideal donde se alimentan los golpes de Estado. Ahora, para dejar semejante monstruo en manos de un sólo hombre, y poco después de que dos comisarios de Asuntos Internos hayan sido fusilados por conspiración, el jefe de Estado necesitaba tener una confianza ilimitada en esa persona. 

El exceso de confianza era, en general, una característica de Stalin (el caso de Yezhov es un testimonio de ello), ¡pero nunca hasta tal punto! En realidad, Beria podría apoderarse del país con un simple movimiento de mano.

Un poder tan extraordinario, semejante conjunto de competencias, sólo podía ser confiado por el jefe de Estado (en plena posesión de sus facultades, naturalmente) a una persona: a su sucesor.

En abril de 1943, después de la Batalla de Stalingrado, cuando la victoria en la guerra ya no planteaba dudas, el colosal Comisionado fue reestructurado.

 En su lugar surgieron tres estructuras: el NKVD, la NKGB y el SMERCH(12), la contrainteligencia militar, cuya responsabilidad fue dividida entre Stalin y Beria. Pero esta ya es otra historia.

En mayo de 1944, Beria fue nombrado vicepresidente del Comité Estatal de Defensa y jefe de su Buró de Operaciones, convirtiéndose finalmente, y oficialmente también, en la segunda figura de la Unión Soviética. Había buenas razones para ello, al fin de cuentas “la guerra de los recursos” fue ganada precisamente por él.

Notas:

(1) Ernst Henri (o Ernst Guenri en ruso), nombre real Simione Nikolaevich Rostovski, (1904-1990), nació en la ciudad de Vitebsk, en Ucrania, hijo de una familia judía de comerciantes. Fue agente de los servicios de inteligencia soviéticos, escritor y periodista. En los años 20 estuvo en Alemania, donde se unió al Partido Comunista. Después trabajó en el Komintern en Moscú. A partir de 1933 reside en Inglaterra, donde tiene funciones de oficial de enlace con agentes locales de los servicios soviéticos. A su regreso, en 1951, es detenido por razones no conocidas. Liberado en 1956, es una de las caras de la campaña antistalinista, suscribiendo, en 1966, junto con otros 25 intelectuales, una carta contra la supuesta rehabilitación de Stalin. Su obras más conocida es el libro “Hitler contra la URSS“, publicado en Londres (1936) y en Moscú (1937), presentado entonces como de la autoría de un periodista británico progresista. (N. Ed.)

(2) La “Cinta de San Jorge” es un símbolo militar ruso que tiene origen en la Orden Imperial de San Jorge. Está compuesta de tres bandas negras y dos amarillas y fue creada en 1769, bajo el reinado de Catalina II, para distinguir el mérito y el coraje de los soldados en la guerra ruso-turca (1768-1774). En 2005, a propósito de la celebración del 60º aniversario de la victoria sobre el nazi-fascismo, varios medios de comunicación de Rusia comenzaron a distribuir gratuitamente “cintas de San Jorge”, bajo el lema “Me acuerdo y me enorgullezco“, iniciativa que tuvo gran repercusión. (N. Ed.)

(3) Lavrenti Pavlovich Beria (1899-1953), miembro del partido desde 1917, del CC desde 1934, del Politburó desde 1946 (candidato desde 1939). Nacido en Georgia, trabaja entre 1921 y 1931 en los órganos de contrainteligencia de Azerbaiyán, Georgia y Transcaucasia. En 1931 se convierte en el primer secretario del partido en Georgia. Entre 1938 y 1948 y entre marzo y junio de 1953 es comisario/ministro de Asuntos Internos de la URSS. Responsable de la producción de armamento y municiones, la construcción de aviones y de motores para la aviación, es nombrado Mariscal de la Unión Soviética en 1945. Después de la guerra dirige y participa directamente en el desarrollo de la bomba atómica soviética. El 26 de junio de 1953 es exonerado de todos los cargos y detenido. El pleno de julio del CC lo expulsa del partido como enemigo de la URSS. El 23 de diciembre, acusado de espionaje al servicio de Gran Bretaña e de intentar la liquidación del régimen soviético y la restauración del capitalismo, el Tribunal Supremo de la URSS lo condena a ser fusilado. (N. Ed.)

(4) La OGPU – Obedinennoi Gossudartsvenoi Politítcheskoi Upravlenie (Dirección Política Estatal Unificada), fue creada el 15 de noviembre de 1923, como órgano subordinado directamente al gobierno de la URSS, que centralizó las funciones de seguridad de todo el Estado Soviético, de lucha contra las actividades contrarrevolucionarias, espionaje, etc. Fue precedida por la Dirección Política Estatal (GPU), creada el 6 de febrero de 1922, y la Cheka (Comité extraordinario de toda Rusia para luchar contra la contrarrevolución y el sabotaje), constituída en diciembre de 1917. (N. Ed.)

(5) Se trata de Nikolai Ivanovich Yezhov (1895-1940), miembro del partido desde 1917, del CC (1934-1939), candidato del Politburó (1937-1939), dirigió el NKVD (1936-1938) y el Comisionado de los Transportes Fluviales (1937-1939). En 1939 es detenido y juzgado por el Colegio Militar del Tribunal Supremo de la URSS, acusado de traición al Estado, de espionaje y de integrar una organización militar clandestina en el interior del Ejército Rojo, que se propnía derrocar el gobierno soviético. Es ejecutado el 4 de febrero 1940 (N. Ed.)

(6) Izhevsk es la ciudad más grande de Udmurtia, al Este de la parte europea de Rusia. En 1807, ante la amenaza de guerra de los ejércitos de Napoleón, el emperador Alejandro I decide fundar la fábrica de armamento de Izhevsk. Con el tiempo, la ciudad se convierte en uno de los mayores centros de producción de armamento, al igual que la ciudad de Tula, al sur de Moscú, siendo especialmente conocida por la fabricación del famoso Kalashnikov AK. (N. Ed.)

(7) El Comité Estatal de Defensa fue creado el 30 de junio de 1941, por decreto conjunto del Presidium del Soviet Supremo de la URSS, del Consejo de Comisarios del Pueblo y del CC del PCUS(b), con la siguiente composición: Presidente, I. V. Stalin; Vicepresidente, V. M. Molotov; miembros, K. E. Voroshilov, G. M. Malenkov, L. P. Beria. Más tarde entra en esta composición N. A. Voznesenski y A. I. Mikoian (3 de febrero de 1942); L. M. Kaganovich (20 de febrero de 1942); L. P. Beria es nombrado vicepresidente el 16 de mayo de 1944; y K. E. Voroshilov es sustituido por N. A. Bulganin el 22 de noviembre 1944 (N. Ed.)

(8) Uralmash es una zona de la ciudad de Ekaterimburgo, en los Urales. (N. Ed.)

(9) “Arzamas-16” fue el nombre oficial de las instalaciones en las que fue desarrollada la primera bomba atómica soviética. El equipo se encontraba en la ciudad de Sarov, en el centro de la parte europea de Rusia. (N. Ed.)

(10) Chequistas es el nombre popular dado a los funcionarios de los órganos de seguridad del Estado. La palabra tiene origen en el primer servicio de seguridad del Estado socialista, la Checa, (Comité extraordinario de toda Rusia para luchar contra la contrarrevolución y el sabotaje), constituída en diciembre de 1917. (N. Ed.)

(11) Los destacamentos de presa (zagradotriad) eran fuerzas militares que se posicionaban detrás de las tropas principales, con el fin de mantener la disciplina, evitar retiradas provocadas por el pánico, capturar espías, saboteadores y desertores. Este tipo de unidades existían en varios países y épocas de la historia, desde las legiones romanas a las guerras napoleónicas. En la Rusia revolucionaria, estos destacamentos comenzaron a ser utilizados en 1918, durante la guerra civil, a petición del general Mijaíl Tujachevski, con la autorización del comisario de Guerra, Lev Trotsky. (N. Ed.)

(12) NKGB – Comisionado del Pueblo de la Seguridad del Estado; SMERCH es el acrónimo ruso de smert chpionam (muerte a los espias), designación general de los servicios de contrainteligencia militar. (N. Ed.)


Por Elena Prudnikova (Escritora e historiadora rusa).

El blog, obviamente, no suscribe ciertas declaraciones del autor.



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