Ahora hay que abrir una nueva fase de la revolución chavista con profundos cambios políticos y con una decidida diversificación productiva que derrote a la guerra económica y psicológica, actualizando una planificación socialista real.
-Profesor Vasapollo, antes de nada, le pido que nos diga cuál es en su opinión la causa de este resultado en Venezuela y cómo podemos enmarcarlo en el conjunto del proceso revolucionario venezolano que se viene realizando en estos últimos 16 años.
-LV: Para un marxista, un intelectual militante como yo, muy comprometido con el gobierno revolucionario venezolano, siendo también colaborador en cuestiones de planificación económica, es obviamente muy desagradable y, políticamente, me preocupa muchísimo.
La reacción emotiva es la del sufrimiento político y humano, por la sincera amistad revolucionaria con un gobierno de transición socialista, honesto, que en 16 años ha dado todo al pueblo venezolano: educación, sanidad, servicios públicos, y que ha invertido decididamente el curso de la historia de Venezuela y la región.
Ha habido sucesos positivos y negativos en este largo lapso de tiempo y hay que analizarlos.
Hay que estudiar los errores, los límites, las contradicciones del gobierno que han llevado a este resultado. Cualquier proceso revolucionario, incluso el más sano, correcto y con visión de futuro como el chavista, que ha sido creativo y un punto de referencia no sólo para Venezuela y Sudamérica sino para toda la humanidad, porque ha cambiado el aspecto de la región y las perspectivas, es llevado adelante por hombres y, por tanto, con todas sus contradicciones y límites. En esta entrevista quiero poner en evidencia también este aspecto, diciendo las cosas honestamente.
Hay que empezar, por tanto, por el principio. Recuerdo el momento de la muerte del comandante Chávez, sobre la cual todavía se investiga; hay todavía abiertas vías de investigación sobre la posibilidad de que la muerte no la produjese una enfermedad accidental, sino que fuese una muerte inducida a través de un envenenamiento durante un largo tiempo. Estamos acostumbrados al hecho de que el imperialismo actúe de formas determinadas y convergentes; sólo a título de suposición a investigar, en los años precedentes fueron seis los presidentes revolucionarios, progresistas y demócratas en América Latina que padecieron un tumor. Es por tanto una verificación al margen pero que se está haciendo.
Volvamos al 13 de abril de 2013, estabas allí, como siempre, por las elecciones, como acompañante. Venció Maduro por pocos votos, 250.000 votos de diferencia, con menos del 51%. ¿Cuál puede haber sido el efecto?
LV: En Venezuela, como en todos los países latinoamericanos, en la política de masas tiene mucho peso la dirección personal, como punto de referencia en el compañero, en el representante del pueblo. Cada uno tiene su cultura, nosotros no podemos escandalizarnos y decir: ¿Pero cómo? ¿Están ligados de esta manera a una especie de populismo? No, en América Latina se cree de manera carismática en el gran líder, ha sucedido con tantos líderes revolucionarios y no solamente.
La muerte de Chávez produjo malestar, una parte de los chavista no fue a votar, o anularon la papeleta, hay una perspectiva revolucionaria pero también desenamoramiento, por eso se produce esta victoria ajustada.
Dicho esto, en los días siguientes a la votación, o sea del lunes al jueves, hubo un intento de golpe de Estado por parte de la contrarevolución; ahora ya es historia, inmediatamente la oposición filo-EEUU, fascista, oligárquica, bajó a las calles armada por el imperialismo. 11 muertos, que después llegaron a 43 en 3 días, más de 80 heridos, tiroteos, enmascarados incendiando casas, talleres, con las pistolas y las metralletas que disparaban a los policlínicos cubanos y sobre el gentío.
No era una oposición democrática, era un grupo consistente formado por mercenarios, paramilitares, con infiltraciones fascista europeas, que se prestaba a los juegos de la CIA con continuos intentos de golpe.
Esta estrategia continuó durante al menos un año, con muertos y atentados, hasta que el imperialismo, la oposición fascista contrarevolucionaria se dieron cuenta de que el camino de las armas no es posible; mientras que el Gobierno de Venezuela, con sentido de la responsabilidad, no cayó en la respuesta represiva. La revolución de Venezuela obtuvo una gran solidaridad, y de parte de UNASUR y CELAC se decidió unánimemente un apoyo unánime a favor del legítimo gobierno chavista y contra los proyectos fascistas de desestabilización.
En este punto el imperialismo escogió otro camino, y en vez de la guerra militar optó por la guerra económica. ¿En qué consiste? En crear las condiciones para el hambre y culpar después, obviamente, al gobierno.
¿Cómo se concretó? Por ejemplo, con el contrabando de bienes de primera necesidad. O sea, la producción nacional que se vendía en Venezuela a precios en bolívares (accesibles a todo el pueblo), empezó a ser exportada a Colombia, por los grandes distribuidores, en manos de la oligarquía, de manera clandestina e ilegal con la ayuda de los narcotraficantes de la frontera. Hace más de una año que funciona esto, y hablamos de bienes de primera necesidad, de modo que la gente tiene que convivir con la penuria, en el mercado, de lo que necesita más, desde el papel higiénico al queso, el dentífrico, bienes fundamentales.
Los productos entran en Colombia, son comercializados por los narcotraficantes y mercenarios, primero en bolívares en la frontera, con un cambio de 40/50 veces su precio, o son reexportados; se convierten en bienes de producción venezolana que devienen importaciones y vuelven al país pero dolarizados (y sólo se pueden comprar con moneda de los EEUU). Con esto aumentó enormemente la demanda de dólares y subió el precio. Hoy todavía el cambio oficial bolívar-dólar es un cambio a 1-6,5, pero en un año y medio ha llegado a 750 en el mercado negro.
Duplica y triplica, por tanto, la inflación especulativa e inducida, mientras que el poder de compra de los trabajadores se viene abajo, pues tienen un sueldo medio de alrededor de 10 dólares al mes, en el mercado negro.
Así, guerra económica significa ausencia de productos inducida por un ataque imperialista y, paralelamente, inflación, especulación comercial, económica y monetaria.
Obviamente, así empieza también la guerra psicológica. La mayor parte de la población, también la chavista o simpatizante, viendo falta tan grande de algunos bienes de primera necesidad, empieza a pensar que la culpa tal vez sea del gobierno. Interesa poco el discurso de los narcotraficantes, de las oligarquías o de la guerra económica, porque es a la gente a quien le falta el arroz, la harina y quiere vivir mejor.
Al gobierno se le responsabiliza, por tanto, de culpas que no son suyas.
Esto se suma claramente a la guerra masmediática; hay que tener en cuenta que en 15 años de gobierno revolucionario la oligarquía se ha mantenido fuerte en el control de los centros de poder. La parte de la burguesía petrolera, se encuentra totalmente descolocada por el hecho de que con Chávez y con el gobierno de Maduro la renta petrolera se ha redistribuido socialmente hacia abajo: el 80% de ésta se ha utilizado para las inversiones sociales; o sea, ha ido a parar a la economía pública, a las calles, los hospitales, educación, casas, alcantarillado, electricidad, etc. De todas formas, los oligarcas tienen cogida la gran estructura financiera, productiva y de distribución, y también la información; el 90% de los periódicos de Venezuela están en manos de la oposición, solamente 3 o 4 periódicos de ámbito nacional son filogobernativos o próximos al PSUV o a Chávez. La información está muy controlada también con la televisión, hay muchísima televisiones en Venezuela, pero en la práctica sólo una da información objetiva y sincera sobre el hacer del gobierno de Maduro, es la gran TeleSur.
Pero hay una disparidad informativa grandísima y la guerra psicológica se impulsa con la guerra mediática.
Así pues, se puede ver cómo se ha llegado a estas elecciones. No quiero olvidar tampoco la onda ligada a la victoria de Macri en Argentina, un centroderecha muy filoimperialista. Macri, apenas elegido juró fidelidad a los EEUU, y llamó inmediatamente a la venganza y la guerra contra el ALBA, pidiendo la expulsión de Venezuela del Mercosur.
Todo esto ha influido, sin dudas, en muchos electores indecisos. Ha votado el pueblo venezolano, sin dudas, en sentido amplio, el 75%. Maduro ha admitió el resultado inmediatamente en su discurso a la Nación, reconociendo la derrota durísima. Pero, también anunciando en la práctica el retorno decidido a la “calle”, con la gente, para revigorizar el proceso revolucionario, llamando a volver a la discusión y el trabajo.
Esta nueva ola contra los gobiernos progresistas, democráticos, revolucionarios, se siento mucho…
Como se siente también la crisis económica internacional que afecta a Venezuela y al ALBA. Está la guerra del petróleo, entre las otras. El precio viene cayendo, del 60% al 70%, en poco tiempo. ¿Por qué? Es un efecto especulativo y tiene como objetivo la Rusia de Putin y la Venezuela de Maduro, porque están entre los mayores productores de petróleo no controlados por los EEUU. Venezuela es el quinto productor de petróleo en el mundo, pero el primero en reservas.
Queda claro que se está realizando, por parte de Occidente, un ataque contra estos dos países. Siendo exportadores de petróleo, la reducción del precio obviamente les crea grandes daños económicos. Para poder aguantar el precio bajo se necesita una oferta alta. ¿Quién se presta a esta operación de poner en el mercado esas grandes cuantidades de petróleo? Las petromonarquías árabes, que son las mismas que financian, protegen y tienen grandes inversiones y lazos militares con el ISIS y el terrorismo. Arabia Saudita pone en el mercado una cantidad tal de petróleo que incluso Irán se ve obligado a pagar el precio del acuerdo nuclear.
El escenario internacional de la crisis sistémica lleva a parte del mundo occidental a intentar salidas a través de la guerra militar, social, y el clima cada vez más militarizado. Los malditos parámetros de Maastricht, la falta de inversión social; se niegan exenciones al gasto social pero se ajustan los parámetros solamente para aumentar inversiones públicas pero no sociales, o sea las militares, en guerra, armamentos, etc.
Este clima no puede más que recaer sobre los países del ALBA, la crisis se siente a nivel de América Latina entera y el país más atacado por el poder capitalista y las multinacionales es Venezuela, porque sin duda es la fuerza económica del ALBA, que sabe distribuir socialmente la riqueza que surge de los yacimientos de petróleo permitiendo el suministro a Cuba y otros países a un precio político, y recibiendo a cambio otros bienes mediante los mercados internos del ALBA, que son compensatorios, de complementariedad y solidaridad; donde cada país pone a disposición lo que puede: Cuba consigue petróleo a precio político y pone a disposición talento humano, o sea miles de médicos, profesores o favoreciendo el intercambio complementario con otros productos de Nicaragua o de Bolivia.
Claro que no se pueden negar los errores…
Cada proceso revolucionario comete errores; por ejemplo, en mi opinión, por lo que hace a la economía se ha aplazado demasiado el discurso sobre la diversidad productiva.
Es verdad que el ataque especulativo y la guerra económica lo habrían dificultado igualmente. Pero se tendría que haber prestado una atención mayor a la diversificación productiva, que es lenta, pero dependen menos del petróleo, y a las industrias no sólo petroleras, a la pequeña empresa; haber dando un papel central a la agricultura, reduciendo las propensiones a la importación por lo menos de los productos de primera necesidad. En torno a esto se ha trabajado en estos años, con la empresa socialista y estatal, las cooperativas, para darle un mayor papel al poder popular a través de las comunas, las estructuras político-económicas dentro del país; pero hace falta autodeterminación, no sólo política sino también popular. Se ha hecho mucho, pero sobre estos puntos, y en particular sobre la diversificación productiva y la socialización se ha caminado poco.
En los primeros años, Chávez, encontrándose con un pueblo analfabeto, sin trabajo, sin servicios de primera necesidad, con la sanidad privada, sin casa, obviamente nacionalizó las empresas del petróleo y socializó la renta, en vez de dársela a las multinacionales, y así se queda en el país y todo va a las inversiones sociales.
Se desarrollaron las Misiones, con gran inversión en casas populares, en un trabajo para todos, eliminación del analfabetismo, creación de la universidad bolivariana, educación y sanidad gratuitas y públicas, acceso gratuito a la medicina preventiva.
Pero, después, en un segundo momento, había que dar más impulso a la diversificación económica, en algunos sectores especialmente, creo, dando más fuerza a la socialización o al menos una nacionalización más decidida, como en el caso del control del sistema bancario. Un país que quiere ser independiente de las políticas capitalistas e imperialistas tiene que controlar absolutamente todo el sistema financiero y todo el sistema bancario; porque esto permite nacionalizar más otros sectores y permite también que aquellos sectores o industrias nacionalizados tengan normalidad en el flujo de créditos. Si nacionalizas y después el sistema bancario internacional te cierra los flujos de crédito, ¿con qué desarrollas la empresa pública estatal?
En otro ámbito, se instituyeron en estos años las comunas, o sea una estructura de poder popular de barrio, en las que paralelamente a la educación, a la habitación, la sanidad, hay formas de cooperativa y de producción autodeterminada dentro de la comuna misma.
Este recorrido, que se basa paralelamente en la empresa socialista y la empresa social, probablemente hubiese tenido que empezar antes y con más determinación.
El impulso ahora, debería ser mayormente el de socializar. Haría falta una toma de posición clara y neta sobre los distritos socialistas, sobre la producción distrital. Y también la diversificación de la planificación; o sea, la planificación socialista tiene que ser centralizada, pero hay que conyugarla con una serie de métodos alternativos de planificación descentralizada. Esto significa dar fuerza y oxígeno a las economías locales, no sólo a nivel sectorial sino también a nivel espacial. Se tendría que cualificar y optimizar los recursos locales; es obvio que continúa siendo referencia el plan central económico, pero necesita diversificar la estructura económica con formas de planificación económica socialista y con formes que tengan en cuenta la cultura, los recursos y las estructuras del territorio, locales. Hay que trabajar también en estas cuestiones.
Ha sido, pues, una derrota dura pero no definitiva. El gobierno sigue en manos de Maduro; pero se trata de una gran contradicción porque habrá un gobierno revolucionario y, en frente, un parlamento con una amplia representación de la oposición contrarevolucionaria
¿Cuál será el último objetivo desestabilizador de las políticas de la oposición?
LV: Boicotear todas las leyes, especialmente las de carácter social, de manera que se incremente el descontento; la guerra económica, esta vez, tiene el control institucional de manera que intentará hacer caer encima de Maduro todos los problemas políticos, económicos y sociales que el boicot del parlamento realizará contra las iniciativas de gobierno y, además, cabe la posibilidad de un referéndum revocatorio. Se crea de esta manera una situación de inestabilidad por unos pocos meses, para poder decir después que la economía está en ruinas, que toda la sociedad está en el extremo político de decisión y pedir el referéndum revocatorio de la dirección central del presidente Maduro. Los contrarevolucionarios, la oligarquía se juegan las cartas que tienen en las manos, hoy el parlamento, y el poder de hacer elecciones anticipadas para el gobierno y entregar el país a manos de las multinacionales y los imperialistas.
Traducción del italiano: Pep Valenzuela. Barcelona, 10/12/2015