Cuba no solo ha brillado por lo alcanzado en materia de derechos humanos dentro de sus fronteras.
Históricamente el tema de los derechos humanos ha sido utilizado por las distintas administraciones estadounidenses para atacar a la Revolución Cubana; aunque no solo Cuba ha sido blanco de esas embestidas, cualquier nación que se aparte de los requerimientos mínimos de lo que la clase dominante de Estados Unidos hace pasar eufemísticamente como “seguridad nacional”, puede calificar como transgresora de los derechos humanos.
Si desde 1829 Bolívar alertaba que Estados Unidos parecía destinado por la providencia a “plagar la América de miserias a nombre de la libertad”, hoy podríamos decir que, a nombre de los “derechos humanos”
y la “democracia”, Estados Unidos ha condenado a numerosos países a la exclusión, la subversión, el intervencionismo, los golpes de Estado y los bloqueos genocidas, incluso más allá de nuestro hemisferio.
Ya desde la época de Carter el tema fue utilizado como punta de lanza contra Cuba, alcanzando niveles de virulencia durante la administración de Ronald Reagan.
Ello fue así, al tiempo que poco importaron a estas administraciones la violación real de los derechos humanos por dictaduras sangrientas en diversos rincones del mundo mientras los gobiernos de esos países fueran fieles a los intereses de Estados Unidos, en especial en la “lucha contra el comunismo”.
Así lo tuvo que reconocer recientemente —aunque de manera muy laxa— la ex secretaria de Estado Hillary Clinton: “La defensa de la democracia y los derechos humanos ha sido el corazón de nuestro liderazgo global durante más de medio siglo, aunque ocasionalmente hayamos transigido respecto a esos valores en beneficio de intereses estratégicos y de seguridad, e incluso apoyado a dictadores anticomunistas moralmente objetables durante la Guerra Fría, con diversos resultados”.[i]
Habría que señalar que esa situación no ha cambiado mucho en la actualidad,los dobles estándares en la manera en que Estados Unidos juzga a otras naciones por el tratamiento de los derechos humanos continúa teniendo las mismas lógicas de la Guerra Fría.
Solo así es posible explicarse por qué Estados Unidos ataca a Cuba y Venezuela y sin embargo calla sobre la situación de los derechos humanos en países en los que con mucha frecuencia se asesina a periodistas, aparecen fosas comunes con cientos de cadáveres, se practica el crimen político o jamás se ha producido una elección a los distintos órganos de poder.
Ello lleva solo a una conclusión: la preocupación fundamental de Estados Unidos no son los derechos humanos, sino su hegemonía.
Lo cierto es que Cuba, a pesar de no constituir un sol perfecto y amén del bloqueo y las agresiones de la potencia más poderosa del orbe, ha sido uno de los países que más ha trabajado por satisfacer y defender los derechos humanos.
Y no podía ser de otra manera, cuando la esencia fundamental de la revolución ha descansado siempre en el humanismo y cuando este país ha estado guiado por uno de los grandes humanistas del siglo XX y lo que va del XXI: Fidel Castro.
El derecho humano más protegido en Cuba, es el derecho a la vida.
Pocos países en el mundo logran una protección de sus ciudadanos como lo hace Cuba cuando se producen fenómenos naturales, como ciclones y huracanes. Pocos países en el mundo hacen lo que Cuba por acceder a un medicamento al precio que sea necesario por salvar la vida de un niño.
Pocos países en el mundo hacen lo que Cuba en la atención a los discapacitados.
Pese haber tenido que navegar a contracorriente de los poderes hegemónicos globales,Cuba ha logrado estándares de países del primer mundo en cuanto esperanza de vida, disminución de la mortalidad y desnutrición infantil.
La democratización del acceso a la cultura es también una de las grandes conquistas de la Revolución.
Como lo han reconocido numerosos organismos internacionales, Cuba es uno de los países que proporcionalmente más presupuesto del Estado dedica en las esferas de salud, educación, cultura, ciencia y deporte.
El Papa Francisco durante su visita a la ciudad de Santiago de Cuba expresó el verdadero significado de esta conducta: “Un pueblo que cuida a sus abuelos y a sus chicos y jóvenes tiene el futuro asegurado”.
Pero Cuba no solo ha brillado por lo alcanzado en materia de derechos humanos dentro de sus fronteras, sino en la expansión solidaria de esos derechos humanos fundamentales a otros países que lo han necesitado.
Los cientos de médicos cubanos que partieron a África a enfrentar la epidemia de Ebola son una bella expresión de esa solidaridad y de las reservas morales que tiene este país.
En cuanto a los derechos civiles y políticos, hay que decir que nunca en Cuba existió un gobierno que avanzara tanto en estos derechos como el que llegó al poder en enero de 1959. Para Cuba el desafío siempre ha estado, como dijo en una ocasión Cintio Vitier, en construir un parlamento en una trinchera, eso no puede perderse nunca de vista.
Jamás los modelos de comparación podrán estar para los cubanos en la llamada democracia representativa burguesa. Ese modelo ya existió en Cuba y fue un rotundo fracaso. A diferencia de esos sistemas hacia los que se pretende empujar a Cuba, la palanca fundamental que mueve el sistema político cubano nunca ha estado en el dinero y los lobbies de interés, ni termina una vez que concluyen las elecciones.
Lo ocurrido con la discusión popular de los lineamientos de la política económica y social de la revolución aprobados en el más reciente Congreso del Partido Comunista de Cuba demuestra las fortalezas con las que cuenta nuestra democracia.
Ya se habla de una revisión de nuestra ley electoral y de nuestra constitución y estoy seguro que nuestro sistema político continuará perfeccionándose en función de aumentar los niveles de participación del pueblo en el proceso de toma de decisiones y en la ejecución y control de esas decisiones.
Es cierto que en Cuba se violan sistemáticamente los derechos humanos, pero no precisamente por el Gobierno de la Isla, sino por el Gobierno de Estados Unidos que practica un genocidio contra el pueblo cubano desde 1962, cuando fue decretado el bloqueo económico, comercial y financiero con el propósito de crear hambre, desesperación y el derrocamiento del Gobierno Revolucionario.
Las cifras de los daños económicos son astronómicas, pero los daños humanos causados son incalculables e imposible de resarcir.
¿Acaso el gobierno de Estados Unidos no está violando el más elemental derecho humano a la vida cuando impide a través del bloqueo que Cuba compre los medicamentos que salvarían o aliviarían el sufrimiento de niños cubanos con distintos padecimientos?
El presidente Obama se ha manifestado contra el bloqueo y ha pedido al Congreso de Estados Unidos que inicie una discusión que logre su eliminación, pero mientras el bloqueo exista, hasta el último minuto, el Gobierno de Estados Unidos estará violando los derechos humanos en Cuba.
No obstante, considero positivo que, por primera vez en la historia, Cuba y Estados Unidos estén discutiendo de igual a igual en la mesa de conversaciones sobre este tema. Aunque ciertamente en este aspecto veo que la mayor parte de los acuerdos están sobre todo en los desacuerdos.
Elier Ramírez Cañedo
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