Proceso de Praga de 1952, en el centro de la imagen Rudolf Slánský
«¿Que demuestran estas purgas de los años 40 y 50 en los partidos comunistas en el poder, como fueron los casos de Albania, Checoslovaquia, Polonia o Hungría?
Que desde luego no eran ni «procesos preparados con fines políticos propagandísticos», ni «para desviar la atención de otros asuntos mayores», ni a causa de las «paranoias de las dirigencias indígenas o exteriores», ya que los procesados que se libraron de la pena de muerte serían a la postre los principales cuadros utilizados por la contrarrevolución desatada por el revisionismo soviético, siendo los sustitutos de los marxista-leninistas en los puestos de poder y en los cargos del partido en los países donde logró afianzarse el jruschovismo –en todos los países de democracia popular menos Albania–.
Y también se corroboró cuando los condenados y ejecutados por sus graves crímenes fueron rehabilitados y condecorados póstumamente por los viejos o nuevos contrarrevolucionarios.
¿Cómo se explica todos estos sucesos de actividad enemiga en el interior de los partidos comunistas? Para empezar, porque como hemos visto con una de las citas anteriores de Stalin, este es el lenguaje y metodología que entienden los burgueses en las relaciones con otros Estados, tanto con Estados capitalistas como socialistas, por lo que buscan crear núcleos favorables a su política en los partidos comunistas gobernantes, e intentando restaurar el viejo orden político, el orden capitalista que ellos salvaguardan en sus países.
Quién no entienda esto no comprende el desarrollo dialéctico de las revoluciones socialistas frente al cerco imperialista:
«Permanecer incrédulo ante la presencia de espías, traidores y agentes en el movimiento comunista viene a ser como lavar la ropa sucia de la burguesía y sus crímenes, creer que la burguesía lleva un justo intercambio de ideas contra el socialismo, al nivel de los juegos electorales de salón que la televisión nos ofrece de vez en cuando. Alojarse en esta incredulidad testifica en última instancia, un completo desconocimiento de lo que es el socialismo y el trastorno que introduce en el mundo plurimilenario de opresión y explotación». (L'Emancipation; Manos fuera de Albania, 1982)
Este es un fenómeno que sucede incluso cuando los partidos comunistas no están en el poder, pero se intensifica aún más en el contexto de la construcción económica del socialismo en las democracias populares y la consecuente eliminación política paulatina de los partidos burgueses y pequeño burgueses. Esto lo explica muy bien el checoslovaco Alexej Čepička en un texto de 1953 haciendo referencia al caso concreto de la Checoslovaquia de los años 40 y 50:
«Después de la liberación de los países del sudeste de Europa central por el heroico Ejército Soviético, las clases explotadoras, confiando en sus partidos políticos, trataron de impedir el establecimiento del nuevo sistema socialista en estos países.
Ellos calcularon frustrar los cambios democráticos y preservar el capitalismo a través de estos partidos. Los representantes de los partidos burgueses buscaban, por medio de discursos demagógicos en el parlamento, sembrar la desconfianza en la fuerza de la clase obrera, la desconfianza en los partidos comunistas y la Unión Soviética.
La burguesía se concentró en los partidos no comunistas, en los parásitos del capitalismo y el fascismo, los traidores del pueblo que se salvaron de un castigo justo, y el clero reaccionario.
Para la organización de la resistencia al nuevo sistema, la burguesía se basó en todos los países de democracia popular en los derechistas socialdemócratas, sirvientes del capitalismo y traidores a los intereses de la clase trabajadora. (...) Los resultados de los intentos de la burguesía de organizar putschs antipopulares y tomar el poder son bien conocidos por todos.
En todos los países de democracia popular la burguesía, en sus análisis finales cosechó una derrota: los partidos no comunistas fueron purgados de traidores y la clase obrera, bajo el liderazgo de sus partidos comunistas y obreros, contando con la ayuda desinteresada de la Unión Soviética, tomó el camino de la construcción socialista.
Como resultado de esa lucha fortaleció y desarrollo el Estado democrático-popular como una forma de la dictadura del proletariado y una arma para la lucha contra las insidiosas maquinaciones del enemigo extranjero imperialista». (Alexej Čepička; Sobre la lucha de clases en los países de democracia popular, 1953)
¿Cuál sería la nueva táctica a tomar por las clases explotadoras derrotadas del interior, y de las clases explotadoras internacionales?:
«Después de esta derrota, la burguesía actuaría bajo las órdenes de los imperialistas estadounidenses, lanzando sus reservas al frente de la lucha de clases. Los imperialistas comenzaron a formar estas reservar mucho antes de la Segunda Guerra Mundial, en el curso de la guerra y en el periodo de la posguerra. Mucho antes de la guerra los jefes del campo imperialista discernían el peligro que constituía para el orden capitalista el continuo fortalecimiento de los partidos comunistas que se volvían más fuerte cada año.
Es precisamente esto lo que explica por qué la reacción imperialista, utilizaría todos los medios, enviando sus agentes, espías y traidores a los partidos comunistas con la asignación de destruirlo desde dentro, de minar su fuerza. De esta manera los imperialistas tuvieron éxito en crear dentro de los partidos comunistas agencias que promovían la restauración del capitalismo en los países de democracia popular.
Pero solo una de estas quinta-columnas al servicio de los imperialistas estadounidenses y británicos; la pandilla de espías y asesinos de Tito, tuvo éxito en la realización de este oscuro acto y traición a los intereses del pueblo. La exposición de la pandilla de Tito que hunde cada vez más a los pueblos de Yugoslavia en la esclavitud capitalista fue un golpe demoledor a las maquinaciones de los enemigos de los países de democracia popular.
La vigilancia de los partidos comunistas y obreros ayudó a frustrar a tiempo diseños criminales similares de las bandas de espionaje y conspiración de László Rajk en Hungría, Traycho Kostov en Bulgaria, Koçi Xoxe en Albania, Rudolf Slánský en Checoslovaquia y Gomułka-Spychalski en Polonia». (Alexej Čepička; Sobre la lucha de clases en los países de democracia popular, 1953)
¿Que demostraba pues el Proceso de Praga de 1952 para la democracia popular checoslovaca, y para la lucha de clases internacional de entonces?:
«La exposición de la quinta columna que Rudolf Slánský organizó por orden de los imperialistas estadounidenses muestra las más sorprendente técnicas peligrosas de lucha que las estaciones de los enemigos de clase usan con el fin de frustrar la construcción socialista.
El sendero de largo alcance del centro de conspiración contra el Estado, encabezado por Slánský, reveló que la actividad subversiva y la demolición de los conspiradores era un eslabón vital en los planes de guerra del imperialismo estadounidense en la preparación de un asalto en contra de la Unión Soviética y los países de democracia popular.
En este ensayo también se expuso el papel del sionismo internacional como una agencia del imperialismo estadounidense, una agencia utilizada por el enemigo con el fin de infiltrarse en los partidos comunistas». (Alexej Čepička; Sobre la lucha de clases en los países de democracia popular, 1953)
Las purgas en el Partido Comunista de Checoslovaquia de los años 50, 4 de octubre de 2015)