Nicaragua: “Oenegé” de Javier Meléndez Quiñónez facturó C$88 millones anuales

El bloqueo de Cuba: crimen y fracaso

Documento inédito : De la MUERTE del CHE*


Mario Terán, antiguo suboficial jubilado tristemente famoso por haber ejecutado al legendario guerrillero Ernesto Che Guevara el 9 de octubre de 1967 en la escuelita de La Higuera en Bolivia, vivía en el más completo anonimato en Santa Cruz. 

Hundido totalmente en la indigencia, subsistía sólo con su miserable pensión de antiguo soldado y había perdido la vista, víctima de una catarata que no había podido curar, por falta de recursos (1).

      En 2004 el presidente cubano Fidel Castro lanzó una amplia campaña humanitaria continental que lleva el nombre de Operación Milagro, apoyada por Venezuela, que consiste en operar gratuitamente a los latinoamericanos pobres que sufren de cataratas y otras enfermedades oculares. 

En 30 meses, cerca de 600.000 personas de 28 países, incluso ciudadanos estadounidenses, recobraron la vista gracias al altruismo de los médicos cubanos. El objetivo anunciado es operar a 6 millones de personas para 2016 (2).

      La elección de Evo Morales como presidente de la República de Bolivia en diciembre de 2005 y su voluntad de emprender una política social destinada a mejorar el bienestar de una de las poblaciones más pobres del continente, ha permitido que los bolivianos accedieran al programa humanitario que lanzó Cuba. Cerca de 110.000 bolivianos han podido recobrar la vista sin pagar un solo centavo (3).

      Entre éstos se encuentra Mario Terán, quien pudo deshacerse de su grave dolencia gracias a los médicos cubanos. Pablo Ortiz, periodista boliviano que trabaja para el diario El Deber de Santa Cruz, contó la historia: "Terán tenía problemas de cataratas y fue curado en la Operación Milagro, por médicos cubanos, totalmente gratis". Luego dio más detalles: "El tipo es un perfecto desconocido.

Nadie sabe quién es. Está en la ruina y se presentó en el hospital de Operación Milagro, nadie lo reconoció y fue operado. Nos lo contó su propio hijo, que fue al diario para hacer un agradecimiento público [...] Fue en Agosto pasado [2006]" (4).

      A veces la historia reserva algunas sorpresas. Así, el asesino del Che fue curado por médicos enviados por Fidel Castro, el más fiel e íntimo compañero del "guerrillero heroico". Terán debe su vista a los emisarios de la salud que siguen el ejemplo internacionalista del hombre a quien mató.

      Según el antiguo agente de la CIA Félix Rodríguez, que participó en la captura del Che, Terán se presentó voluntario para ejecutar al líder rebelde. Antes había asesinado a sangre fría a todos los demás prisioneros (5). Pero frente al Che le faltó el valor:

      "Cuando llegué al aula el Che estaba sentado en un banco. Al verme dijo:

      -Usted ha venido a matarme.
      Yo me sentí cohibido y bajé la cabeza sin responder. Entonces me preguntó:

      -¿Qué han dicho los otros?

      Le respondí que no habían dicho nada, y él comentó:

      -¡Eran unos valientes!

      Yo no me atrevía a disparar. En ese momento vi al Che grande, muy grande, enorme. 

Sus ojos brillaban intensamente.

Sentí que se me echaba encima y cuando me miró fijamente, me dio un mareo. Pensé que con un movimiento rápido, el Che podría quitarme el arma.

      -Póngase sereno -me dijo- y apunte bien, ¡va usted a matar a un hombre!

      Entonces di un paso hacia atrás, hacia el umbral de la puerta, cerré los ojos y disparé la primera ráfaga [...]. Yo recobré el ánimo y disparé la segunda ráfaga, que lo alcanzó en un brazo, en el hombro y en el corazón. Ya estaba muerto" (6).

      En el cuadragésimotercer aniversario de su desaparición y a pesar de la execrable campaña mediática internacional destinada a empañar la imagen de uno de los más grandes revolucionarios de la historia del siglo XX, el ejemplo del Che permanece "grande, muy grande, enorme" y sigue brillando "intensamente" gracias al sacrificio de decenas de miles de médicos cubanos que, en el anonimato de su acción heroica por los cuatro puntos cardinales, persisten en la creencia de que otro mundo, menos cruel, es posible.


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