Su voz se desgarraba de tanto repetir la misma consigna “¿dónde esta mi hijo?”, pero ni sus gritos y sollozos hicieron que desde la misa que simultáneamente celebraba la iglesia católica se alzara una oración para pedir por las madres de los desaparecidos. Ajenos a su dolor, la feligresía continuaba la homilía afuera en el atrio de la catedral.
“Mírelos, están indiferentes, aunque las madres están aquí ni siquiera se han acercado siguen con su misa; yo creo en dios pero dios fue humilde”, dijo reclamando al arzobispo por su preferencia de atender asuntos políticos que defender su causa.
Al llegar a la Plaza Lerdo la marcha por el día de las madres de los desaparecidos, la mujer de gafas y cara deslavada detonó su llanto; sus manos se alzaban pidiendo atención de los que indiferentes celebraban el 10 de mayo; su voluntad prendía del filo de la esperanza. Aunque afónica, entre los cantos de la rondalla y el sonido del claxon, seguía erguida, “incansables en la lucha de pie hasta el final, porque una madre nunca dice ‘ya me cansé de buscar’”.
Sus expresiones de suspicacia hacia la ciudadanía que cantaba alabanzas en la misma plaza –pensaban, quizás para atajar su reclamo– evidencian la propagación de desconfianza no sólo para con las instituciones, sino también entre todos los veracruzanos, devenida de un tejido social muy lesionado.
María Antonieta Muñoz Roa se encontraba fuera del país cuando a su hijo Guillermo Muñoz lo levantaron junto con un amigo para pedir rescate a sus familiares. Su amigo regresó pero de Guillermo nada se sabe, pues desde el día que desapareció en 2011 la investigación sigue en el mismo punto.
Con fuerza sostenía el retrato de su hijo que rebasaba los 34 años cuando se lo robaron, un simple abrazo la empujaba a caminar en la ciudad de Xalapa. Hace unos años Guillermo la estaría celebrando, ahora esta fecha trascurre húmeda y triste con sólo un fin: seguir buscando hasta encontrarlo.
María Antonieta prefirió manifestarse acompañada de más un centenar de madres y familiares en la capital, antes que acudir a la megamarcha en la ciudad de México, pues no quiso que en la localidad quedara un espacio vacío y que el gobierno de Veracruz dijera “no pasa nada”.
Ante el proceso electoral, pidió que los candidatos se quiten su camiseta del partido y se pongan la de la causa de los desaparecidos, pues si bien “las mamás no festejaron el 10 de mayo, tampoco habrá elecciones”.
Además de la solidaridad de los legisladores, exigió atender sus expedientes y revisar la Ley General de Víctimas en caso de desaparición forzada que hasta el momento es letra muerta en el país. Por un momento, María Antonieta interrumpió a la vocera, quien nombraba a cada uno de los hijos de los más de 60 casos que integran el Colectivo por la Paz; “faltó mi hijo”, le recordó.
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