En los 20 años después de la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio con EEUU, México “se ha convertido en el primer laboratorio norteamericano para remodelar un Estado y acomodarlo a sus intereses”, opina la columnista Vicky Peláez en su artículo “El Tratado de Libre Comercio que destruyó México”.
Actualmente, México es un buen ejemplo de cómo los tratados internacionales pueden afectar la economía, la política y la sociedad de una nación, opina la columnista Vicky Peláez en su artículo publicado por Sputnik. La autora hace referencia al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN en inglés) con EEUU y Canadá, que fue firmado en 1992 y entró en vigor en 1994.
A pesar de las supuestas ventajas económicas que dicho tratado le brindaría a México a mediano y largo plazo, en realidad “el país se empobrecía cada vez más”, aumentando, como consecuencia, la violencia y el crimen organizado, denuncia Peláez. La periodista agrega que hoy en día, el número de desaparecidos en México supera las 25 mil personas.
En el sector de la economía, mientras que en 1994 México era casi autosuficiente en la alimentación, “para 2014 se convirtió en importador neto de alimentos básicos en América Latina”, escribe la columnista en su artículo “El Tratado de Libre Comercio que destruyó México”. Como ejemplo, en el año de la entrada en vigor del tratado, el país importó alimentos por 1.800 millones de dólares, pero en 2014 la cifra alcanzó 25.000 millones de dólares.
“Todo esto explica por qué el 60 por ciento de los 112 millones de habitantes de México son pobres y sin acceso a la seguridad social”, concluye Peláez, añadiendo que casi 30 millones de personas trabajan en situación de informalidad con un sueldo mínimo. Al mismo tiempo, las grandes fortunas de México han visto crecer sus arcas de modo que en estos 20 años, en total, la riqueza de los multimillonarios en este país aumentó de 44.100 a 129.300 millones de dólares.
Entre las ventajas de dicho tratado para EEUU, Peláez menciona el acceso que han obtenido sus corporaciones energéticas al petróleo mexicano, así como el hecho de que la banca estadounidense “tomó control del sector financiero nacional”.
“México en realidad se ha convertido en el primer laboratorio norteamericano para remodelar un Estado y acomodarlo a sus intereses y a los intereses de sus corporaciones”, concluye la columnista, añadiendo que México, junto con Canadá, América Central y el Caribe “constituyen una pequeña parte del proyecto norteamericano del imperialismo globalizado”.
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