Pablo Gonzalez

Alexandra Kollontai


“La unión a través del afecto y la camaradería, la unión de dos miembros iguales de la sociedad comunista, ambos libres, ambos independientes y ambos trabajadores. Basta de someter a la mujer en el hogar, basta de la falta de igualdad dentro de la familia.” A. K.

Alexandra Kollontai fue una revolucionaria de primer orden. Fue la primera mujer que participó en un gobierno y la primera en ejercer la función de representante de su país en el extranjero. 

Pero destaca, sobre todo, por haber sido una de las figuras más importantes de la revolución rusa y por su aportación teórica y práctica a la lucha inseparable por el socialismo y la igualdad de la mujer.

(Alexandra Domontovic; San Petersburgo, 1872 - Moscú, 1952) Política soviética. Hija de un general ayudante del Zar, al terminar sus estudios en Suiza se adhirió al movimiento socialista e ingresó en el Partido Obrero Socialdemócrata Ruso, dentro del cual militó, en primer lugar, en la corriente bolchevique, para pasar en seguida a la tendencia menchevique.

Al estallar la Primera Guerra Mundial se hizo colaboradora de la revista de Trotski, Nase Slovo: fueron los años de la teorización sobre una alianza con los bolcheviques. 

En 1915 abrazó de nuevo la ideología de estos últimos y, dos años más tarde, después de la revolución de febrero, expresó su coincidencia con las "tesis de abril" de Lenin, y formó parte del grupo de dirigentes de la insurrección armada.

Tras el VIII Congreso del Partido, se alineó con la izquierda de Bujarin, que se negaba a aceptar las condiciones de paz impuestas por Alemania. 

A partir de los años veinte, se convirtió en uno de los representantes más convencidos de la llamada "oposición obrera", una corriente muy destacada de la izquierda obrerista, que expresaba claras discrepancias ante la dirección del Partido, al que acusaba de excesivo centralismo y de limitar la libertad de discusión. 

En el programa y en la línea que inspiraba la tendencia obrerista se encontraba el nuevo papel que iba a asumir el sindicato: el control y la gestión de la industria.

En 1921, las diferentes tendencias que caracterizaban el debate interno del Partido fueron disueltas. Kollontai se adhirió a la "Declaración del 22", que retomaba algunas ideas de la "oposición obrera". 

Fue acusada de sectarismo y amenazada con la expulsión del partido. Kollontai, que criticaba explícitamente la línea política de Stalin, fue alejada del país y enviada en misión diplomática a Noruega, México y Suecia. Fue la primera mujer que ocupó el cargo de embajadora.

La contribución teórica más original de Kollontai, y que iba a suscitar un amplio debate en la historia de la emancipación femenina, incluso fuera de Europa, tiene que ver con la idea de la libertad sexual. 

En la línea tradicional de Marx y Engels, la de Orígenes de la familia, Kollontai afirmaba que en la sociedad comunista, la igualdad, el reconocimiento recíproco de los derechos y la comprensión fraternal debían constituirse en principios rectores de las relaciones entre hombres y mujeres. 

Sostuvo, pues, el derecho de la mujer a una total paridad con el hombre en la vida social, familiar y sexual.

El conjunto de su obra, sus numerosos artículos y discursos, con su lucidez y coherencia, representa aún hoy en día un manifiesto original para una historia de la liberación femenina.

La nueva mujer y la moral sexual

Kollontai dedicó muchos esfuerzos a la lucha por la liberación de las mujeres trabajadoras rusas. 

Ella creía que la nueva sociedad y la igualdad entre los sexos se conseguiría no sólo con la transformación de las bases económicas que producen las desigualdades, sino también con un cambio en las relaciones sexuales entre las personas. 

Alejándose políticamente de sus compañeros de partido, llamó a una revolución cultural que transformase las relaciones interpersonales.

Con el fin de acabar con los males de la antigua sociedad (soledad, incomunicación, desigualdad, instinto de propiedad y doble moralidad sexual) Kollontai propuso una nueva forma de vida basada en el amor y el compañerismo. 

En ese sentido formuló la teoría llamada del ‘vaso de agua’, invitando a las mujeres a consumir la sexualidad como un vaso de agua, rompiendo así con las viejas relaciones sexuales que perpetuaban la opresión de la mujer. 

Admitió todo tipo de unión por amor, a excepción de existir peligro para la salud y a excepción de la prostitución en todas sus variantes.

Entre sus trabajos destacan: La mujer ante el desarrollo social (1909); Sociedad y maternidad, de 1916; La nueva moral y la clase obrera, de 1918; y Autobiografía de una comunista sexualmente emancipada (1926).

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