El gobierno nacional apuntó contra los Estados Unidos e Israel, a los que acusó de involucrar a la Argentina en “operaciones políticas y de Inteligencia” vinculadas con “enfrentamientos históricos” que resultan ajenos este país.
A través de dos cartas idénticas, destinadas a los responsables de las Relaciones Exteriores de Washington y Tel Aviv, y en la misma línea que ya había desarrollado recientemente la presidenta Cristina Kirchner en sus discursos, el canciller Héctor Timerman expresó la preocupación oficial porque la Argentina sea un “escenario en los que otros Estados intervienen para definir disputas en función de sus propios intereses geopolíticos”.
En términos inusualmente duros para los canales diplomáticos, el canciller solicitó a los gobiernos de esos dos países que “el personal diplomático acreditado observe las normas y conductas estipuladas por la Convención de Viena o el Derecho local”.
“El pueblo argentino no tiene que tolerar, y mucho menos sufrir, que su país sea un teatro de operaciones políticas, de Inteligencia, o peor aún, de hechos y acciones más graves, por conflictos que le son completamente ajenos a su historia, a su idiosincrasia y a sus costumbres”, dice el pasaje más fuerte de la nota entregada ayer a los embajadores de los Estados Unidos e Israel en la Argentina para ser remitida al secretario de Estado, John Kerry, y al ministro de Relaciones Exteriores, Avigdor Lieberman, respectivamente.
La causa de estas operaciones, explica la carta, serían las divergencias surgida entre Estados Unidos e Israel para cerrar el acuerdo sobre temas nucleares entre los miembros del Consejo de Seguridad más Alemania y la República Islámica de Irán.
La carta reitera el pedido para que el tema de la AMIA sea incluido por estos países en sus negociaciones con Irán, algo que la Argentina solicitó en su momento y fue desoído.
En forma indirecta, la misiva responde las críticas que desde Estados Unidos hacen al Gobierno por la falta de resultados en la investigación del ataque que, recuerda, es responsabilidad de la Justicia y no del Ejecutivo.
“En cuanto al terrible atentado a la AMIA, ocurrido hace ya 21 años y que costara la vida a 85 personas, en su gran mayoría argentinos, seguiremos confiando en que el Poder Judicial de Argentina, responsable de su esclarecimiento en virtud de la división de poderes, aplicará la ley sobre los perpretadores de tan horrendo acto criminal, sin embargo el Poder Judicial aún no ha logrado detener, juzgar ni condenar a los perpetradores de tan aterrador hecho”, subraya.
De paso, recuerda que el expediente por el ataque a la Embajada de Israel está en manos de la Corte Suprema, “la cual hace años que no informa sobre ninguna actuación o avance en la investigación”.
Otra preocupación central del mensaje, explicaban en la Cancillería, es la actuación de agentes de Inteligencia extranjeros en el país, a los que notan activos en episodios como la denuncia presentada por el fiscal Alberto Nisman –de quien eran conocidos sus fluidos contactos con la CIA y el Mossad– contra la presidenta Cristina Kirchner y en “operaciones de prensa” que ven en notas posteriores a la muerte del fiscal.
“La Argentina –dice la carta– observa con suma preocupación la creciente frecuencia con que muchos países son utilizados como escenarios en los que otros Estados intervienen para definir disputas en función a sus propios intereses geopolíticos.”
Además manifiesta la preocupación por “ver cómo se utilizan mecanismos de propaganda abierta o encubierta para tales fines”, algo que este país “rechaza” y “pretende que no sucedan en su territorio”.
De esta forma, el Gobierno le dio mayor precisión a los mensajes en este sentido que ya había dado la Presidenta en sus últimos discursos. “No traigan conflictos de afuera, que no son nuestros –había dicho CFK a fines de enero, luego de la denuncia y la muerte de Nisman–. Por favor, no traigamos el drama de otras regiones remotas del mundo, donde se mata, donde se tortura, donde se tiran bombas y misiles, donde se amenazan con el exterminio entre los unos y los otros. Eso no tiene nada que ver con nuestra historia.”
En el mismo sentido, la carta enviada ayer destaca que “la Argentina no tiene ningún interés estratégico ni militar, ni de Inteligencia y menos de espionaje en la zona de Medio Oriente” y que se opone “por principios políticos y morales a cualquier acto que promueva la violencia o la violación de la soberanía tanto en forma abierta como en forma encubierta”.
La referencia a los episodios de las últimas semanas es evidente, como queda claro cuando Timerman enfatiza: “Argentina se ve en la necesidad de reiterar que nuestro territorio no sea utilizado para fines de intereses geopolíticos y militares de terceros países”.
La carta critica la política de Washington y Tel Aviv en la lucha contra el terrorismo. “El pueblo argentino sufrió el terrorismo de Estado” en el que “miles de argentinos fueron perseguidos, torturados, asesinados y desaparecidos” pero “no hubo un solo caso de venganza” en la persecución de los responsables de esos crímenes, recuerda Timerman, comparando esa política con las herramientas que utilizan norteamericanos e israelíes en Medio Oriente.
“Ningún represor murió en Argentina ni en otro país porque explotó una bomba debajo de su automóvil, o por un misil dirigido a su domicilio o por la intervención militar, decididas cualquiera de estas acciones por el Estado. Tampoco el Estado argentino secuestra gente y las traslada a cárceles clandestinas. Simplemente nos atuvimos a cumplir con las leyes de nuestro país y con el derecho internacional en materia de derechos humanos”, agrega el texto.
Finalmente, el canciller asegura que “la Argentina ha sido, y seguirá siendo, una tierra de redención para millones de personas que fueron perseguidas en sus países de origen” y que “quienes llegaron, recibieron, durante todos los gobiernos democráticos, la oportunidad de vivir en libertad sin ser perseguidos por su origen, etnia o religión” sin que “los enfrentamientos históricos en sus países de origen sean dirimidos” aquí.
Por Nicolás Lantos
Página 12
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