Por: Oscar Heck/// Hay gente que nunca hace cola para comprar los productos que mucha otra gente compra haciendo la cola.
Yo soy uno de ellos, y cuando me reúno con otra gente que nunca hace cola, siempre hablamos del extraño y muy misterioso fenómeno de las colas y tratamos de descifrar sus secretos.
A veces nos paramos cerca de alguna cola para observar y escuchar.
Mucha, pero mucha gente, incluso un montón de los escritores en Aporrea, escriben sobre las "eternas" colas como si fuera un síntoma agudo de alguna "tremenda crisis" de tamaño gigantesco, como si fuera el fin del mundo, pero, nosotros los que observamos el fenómeno de las colas desde muy cerca y con mucha atención al detalle, no creemos que eso fuera el caso.
Aquí en Táchira por ejemplo, donde me encuentro hoy, en la frontera con Colombia, y donde la gente hace cola para conseguir casi todos los productos de primera necesidad (en algún momento dado), el fenómeno es algo muy interesante.
No hay secreto aquí, la gran mayoría de la gente conoce exactamente cuál es la razón principal de las colas:
La reventa por ganancia. Un alto porcentaje de la gente de por aquí que hace cola, yo diría alrededor del 50%, hace la cola casi todos los días porque son ellos los que hacen las compras para los revendedores, ganándose así el equivalente de varios salarios mínimos haciendo un mínimo de esfuerzo.
Hacer la cola no requiere mucha energía, y es un ambiente muy propicio para los que les gusta chismosear.
Vemos a esas mismas personas y sus familiares, y aun adolescentes y niños, haciendo esta tipo de negocio todos los días, y de vez en cuando, vemos la misma gente haciendo cola varias veces al día.
Los que hacen cola son a menudo amas de casa que además de revender a los revendedores, acaparan y revenden los productos desde sus hogares.
Los revendedores enseguida revenden los productos a otros revendedores de ambos lados de la frontera, ganándose así fortunas, especialmente cuando están bien organizados, muchas veces entre familiares.
Son como mini-mafias.
Es más, a partir de las colas, un gran número de los compradores que no compraban para revender, se convierten eventualmente en revendedores.
Todo esto crea una gigantesca cadena de sustento financiero para un montón de familias de ambos lados de la frontera.
Aquí en el Táchira conozco a una persona que regularmente manda a sus hijas a otros pueblos, a los Mercales, PDVAL, y a los operativos de venta de productos de la cesta básica subsidiados por el gobierno, para después revenderlos a precios exorbitantes desde su bodega/casa.
Casi todas las personas de esa familia ganan su vida de esta manera.
Como pueden ver, es por eso existen tantas colas aquí en el Táchira, en la frontera, donde también ocurre lo mismo con la gasolina --- colas inmensas para comprar gasolina, para enseguida revenderla de ambos lados de la frontera a precios exorbitantes.
Por ejemplo, aquí del lado venezolano, un vecino mío revende la gasolina a motorizados a alrededor de 100 Bs. la pimpina (no sé cuantos litros).
A él le conviene que hayan colas largas en las bombas porque él revende la gasolina que él compra haciendo la cola, a la gente que no quiere hacer la cola porque la cola es demasiado larga.
Más grande la cola = más clientes = más dinero.
El otro fenómeno que encontramos muy interesante es que cuando la gente que compra para revender está haciendo la cola, se aseguran de quejarse a voz alta de las colas y del gobierno para así camuflar o disimular la verdadera razón por la cual están haciendo la cola.
Son unos vivos.
En Paria, en la frontera marítima con Trinidad donde me mudé hace poco, observé la misma cosa, es más, mi vecino y su esposa también se ganan la vida comprando y revendiendo productos de primera necesidad.
Tienen sus conexiones en varios pueblitos, casi todos familiares, y cuando se enteran de que arriba algún camión con algún producto a tal o tal lugar, salen de la casa a las 5 AM y viajan a ese pueblo, compran, y de allí revenden los productos ese mismo día en diferentes pueblos a diferentes revendedores de su red de contactos de revendedores.
Cada día que mis vecinos hacen este tipo de trabajo se ganan mucho dinero, mucho más que un sueldo mínimo, y ya que son personas que viven de manera muy humilde, y que no buscan a enriquecerse, hacen este tipo de trabajo solamente 2 o 3 veces al mes, y viven de eso.
Otros los hacen varias veces la semana para así ganarse fortunas.
Al igual que en Táchira (frontera con Colombia), en Paria (frontera marítima con Trinidad) hay revendedores que le compran los productos a los que hacen la cola.
Enseguida esos revendedores revenden los productos a otros revendedores en los pueblos montañeros, o a los pescadores que enseguida revenden desde sus lanchas a revendedores que revenden los productos en Trinidad.
También los hacen con el combustible, y se ganan fortunas.
Ahora, si tanta gente está involucrada en este tipo de trabajo de la reventa, ganándose así muchas veces más que el salario mínimo con un mínimo de esfuerzo, y no pagando ni impuestos ni locales, se pueden imaginar que no serviría de nada (en estos lugares por lo menos) montar empresas productivas de agricultura o de fabricación porque esas empresas nunca podrían pagar los salarios suficientemente altos para atraer y conservar sus empleados.
Tendrían que esperar que se termine la "moda" de la reventa de productos para asegurar el éxito de la empresa.
Finalmente, yo diría que en muchísimos casos las colas de las cuales mucha gente se queja sin haber averiguado las razones, forman parte de un mecanismo no burocratizado de autoempleo que genera muchos empleos, y que paga muy bien.
Este tipo de trabajo paga mejor que casi cualquier empleo en cualquier banco o institución gubernamental, es más, para obtener este tipo de empleo uno no necesita tener un título universitario, y no necesita llenar un montón de formularios redundantes y burocráticos con mil copias de su cedula y cartas de referencia para comprobar su existencia, y, si es mujer, no necesita vestirse como una Miss para obtener un puesto de recepcionista que page el sueldo mínimo.
Estos son algunos de los secretos de la "tremenda crisis" de las colas.
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