La oposición de Rusia, Venezuela e Irán a la política imperial de EE.UU y la ausencia de miedo a expresar su punto de vista independiente no dan tregua a EE.UU. y hacen que recurra a varias opciones para socavar la estabilidad económica de esos tres países.
Y esta conspiración no está falta de fundamento. En mi publicación anterior escribí sobre el complot petrolero contra Rusia. Pero Rusia no es el único país que provoca la 'indignación' de EE.UU.
Más de la mitad de los presupuestos estatales de Venezuela e Irán también provienen de las exportaciones de petróleo, y sus planes de gasto dependen de los altos precios: unos 120 dólares por barril para Venezuela y 140 dólares para Irán, según los datos de 'The Economist'.
La semana pasada, el crudo Brent se vendía por solo 85 dólares el barril. De lo que se puede deducir que estos dos países, con su postura antioccidental, también están en el punto de mira de EE.UU.
Factores que evidencian un complot entre EE.UU. y Arabia Saudita
Y hay una serie de factores que evidencian que realmente existe un complot entre EE.UU. y Arabia Saudita. En el proceso de la caída de los precios del petróleo, Arabia Saudita demuestra claramente el deseo de reducir el costo, lo que sugiere que el precio actual aún no ha alcanzado su punto más bajo.
Rusia, Venezuela e Irán se perciben como enemigos, por lo que los países occidentales y la OPEP optan por actuar juntos y apoderarse del mercado de petróleo crudo.
Como resultado la caída de los precios del petróleo tiene un triple efecto: estimular su recuperación económica, el ataque contra las economías de Rusia, Venezuela e Irán y la mitigación de la sobrepresión entre la oferta y la demanda.
Por lo que es explícito que los 85 dólares por barril no es el fin y los precios pueden alcanzar hasta 50-60 dólares por barril.
Además, Riad rechazó categóricamente la petición de Venezuela de convocar una reunión de emergencia de la OPEP, por lo que ahora la cuestión de la posible reducción de la producción de petróleo de la OPEP será considerada solo en una reunión ordinaria programada para el 27 de noviembre.
Pero pese a todos los esfuerzos por derrumbar las economías de estos países, Rusia, Venezuela e Irán tienen recursos para contrarrestar el complot. Así, el presidente de Rusia, Vladímir Putin, declaró que los bajos precios de petróleo no suponen una tragedia para Rusia.
"Nuestra economía goza del factor de la seguridad, no habrá recortes en el gasto social", aseguró el mandatario.
"En cuanto a las teorías de la conspiración, los complots siempre son posibles. Pero en este caso golpean a los propios conspiradores", dijo Putin.
Los complots también pueden fracasarAdemás, los países están preparando escenarios de estrés. Por ejemplo, el Gobierno venezolano presentó la semana pasada el proyecto de presupuesto para 2015, estimado en cerca de 114.108 millones de dólares, sobre la base de un precio promedio anual de 60 dólares por barril de petróleo en un escenario de desplome del precio internacional del crudo.
"Les puedo decir, como dijo el comandante [Hugo] Chávez en 2009: hasta donde bajen los precios del petróleo nosotros siempre garantizaremos la salud, la educación, la alimentación, la vida de Venezuela, los derechos sociales de nuestro pueblo. Nada ni nadie hará retroceder los derechos sociales de Venezuela", afirmó Nicolás Maduro.
Además, el país sudamericano "mantiene y mantendrá un récord impecable en los pagos de sus compromisos de deuda, honrando siempre sus compromisos adquiridos a nivel nacional e internacional", indicó el ministro de Economía, Finanzas y Banca Pública, Rodolfo Marco Torres.
Sin embargo, los conspiradores no deben olvidar ciertos factores importantes que puedan jugar contra ellos mismos.
Por ejemplo, a EE.UU. le puede parecer que actuando así Arabia Saudita rompe la coalición que lucha contra el Estado Islámico. O, por ejemplo, sus propios presupuestos estatales podrían calcularse sobre un precio promedio del petróleo de 95 dólares por barril.
Y los recursos de sus "reservas de emergencias" también pueden agotarse y no pueden permitirse el lujo de vivir con ellas eternamente teniendo en cuenta el nivel actual de gastos.