Alojado en el blog Gazzetta del Apocalipsis, el presente artículo podrá ser cabal y familiarmente asimilado para todos aquellos que hemos cruzado la frontera de los cuarenta.
Primero lo escuché, a través de una robótica voz metálica que hacía aún más patente la sensación de estar viviendo en un presente distópico ya presagiado por las novelas de anticipación.
Luego, algo azorado, acudí a su fuente para compartir con vosostros una lectura del presente que si hubiéramos conocido en nuestra infancia y adolescencia nos hubiera helado la espina dorsal...
Hagamos un pequeño ejercicio de imaginación.
Si tienes edad suficiente, podrás realizarlo sin ningún problema, pues solo tendrás que recordar un poco.
Volvamos 35 años atrás, a principios de los 80.
A aquellos tiempos en los que la mayoría de teléfonos aún tenían dial de rueda.
En los que la buena música se escuchaba en discos de vinilo que debías cuidar como oro en paño para que no se rayaran o en cassettes que podías rebobinar con un bolígrafo.
Eran tiempos en los que para verle la cara a un amigo debías ir a su casa y en los que las ventanillas de los coches se bajaban con una manivela.
Tiempos en los que las películas de estreno se tenían que ir a ver al cine por obligación y en los que solo había dos cadenas de TV, que en muchas casas aún se veían en blanco y negro.
Tiempos en los que el videojuego más avanzado consistía en 2 palitos blancos verticales y un punto que se desplazaba de un lado al otro de la pantalla.
Tiempos en los que tener un reloj digital con calculadora te hacía sentir como si fueras un astronauta que llevaba un artefacto atómico en la muñeca.
Una época en la que la palabra “computadora” remitía a artefactos rudimentarios como el Spectrum o el Commodore 64, en los que escribir un simple texto se convertía en una interminable aventura.
Si has llegado a vivirlo seguro que no lo has podido olvidar.
Bien, pues visualiza que vuelves a estar ahí.
Y ahora imagina que se te acerca alguien que, con aspecto enajenado, afirma venir del año 2014 y que ha viajado en el tiempo para advertirte del futuro alucinante que le espera al mundo.
Alguien que te suelta una sarta de disparates increíbles.
Por ejemplo, sostiene que dentro en pocas décadas todos los ciudadanos estarán conectados a una inmensa red de computadoras que controlarán todos los aspectos de sus vidas sin que ellos se den cuenta, ni puedan evitarlo.
Te dice que los vientres de esos cerebros cibernéticos albergarán los datos y mecanismos de los cuales dependerán el funcionamiento de prácticamente todas las cosas del mundo y que sin estar conectado a esas máquinas, apenas podrás vivir en sociedad.
¿Te imaginas que alguien te hubiera dicho algo así cuando lo más parecido a una computadora que tu habías visto, era un cacharro que leía trabajosamente cuatro míseros datos de una cinta de cassette?
Seguro que habrías pensado:
“¿Qué dice este loco? ¿Un futuro en el que los commodore-64 lo harán funcionar todo y controlarán nuestra vida? ¡Menuda tontería! Nunca llegaremos a ese nivel de dependencia. Además, ¿qué pasaría si se fuera la luz? Y en todo caso, nunca llegaríamos a ser tan dependientes de las computadoras, porque seguro que las podríamos desenchufar cuando quisiéramos”
Pero el paranoico no se detiene ahí y continúa con su discurso enloquecido.
Te dice que las computadoras sustituirán al propio ser humano a la hora de ganar dinero, tomando decisiones por ellas mismas. Que todos esos brokers triunfadores, encorbatados y engominados que llenan la bolsa de Wall Street seran irrelevantes y que las computadoras comprarán y venderán millones de acciones en tan solo fracciones de segundo, sin que ninguno de ellos pueda ni tan solo rechistar.
“¿Dejar que sean las máquinas las que hagan los negocios? ¿Con lo que les gusta jugar a comprar y vender a esa gente? ¡Anda ya!” -habrías pensado- “Además, ¿quien ha puesto ahí esas máquinas para que acaben haciendo su trabajo?”
“Pues ellos mismos”- te responde el chalado
Aquí es cuando te habrías reído en su cara: “Jajaja, pero hombre, ¿como se puede soltar semejante disparate?”
Pero el discurso apocalíptico de ese majadero que afirma conocer el futuro, parece no terminar nunca.
Afirma que un par de décadas todas las llamadas telefónicas del mundo serán escuchadas, grabadas y analizadas instantáneamente por esos cerebros computerizados, hasta el punto de que serán capaces de interpretar todo lo que se diga por teléfono, en todos los idiomas y sin supervisión directa de ningún ser humano, con el objetivo de vigilar a todos y cada uno de los habitantes del planeta.
¿Te imaginas la cara que habrías puesto? Seguro que habrías pensado:
“¿Y para qué querría alguien dedicar tanto dinero y esfuerzo en saber lo que digo por teléfono? ¿O para escuchar las tonterías que dice mi tía, que siempre está cotilleando sobre el vecindario? Este tío está chiflado…¿Qué sentido tiene pensar en un futuro así?”
Pero los arrebatos futuristas de ese loco continúan.
Tembloroso te advierte de que dentro de 30 años no podrás caminar por la ciudad ni diez metros sin pasar bajo el ojo escrutador de una cámara de vigilancia conectada a alguna de esas computadoras.
Te dice alarmado que en ciudades como Londres habrá medio millón de cámaras vigilando el centro de la ciudad, controlando los movimientos de todos los ciudadanos.
Si te hubieran dicho eso, la respuesta habría sido automática:
“Vaya, hombre, como Hal-9000, en la película 2001, que te mira con ese ojo rojo, jajaja…pero hombre ¿Para qué querrán vigilarnos por la calle?
¿Tiene algún sentido que pongan cámaras para ver como gente normal como yo vamos de aquí para allá? ¿Para ver como mi madre va a comprar al mercado o como mi hermana sale del cole con la abuela?
¡Qué tontería! Con el dinero que cuesta una cámara ¿tú crees que lo gastarán para hacer cosas como esas?”
Pero ese tipo enajenado continúa con sus disloques.
Ahora te espeta que esas cámaras, con tan solo verte pasar, serán capaces de reconocer tu cara, saber quién eres, cómo te llamas y dónde vives, sin la intervención de ninguna persona.
Y que además analizarán tus expresiones faciales, tus movimientos y tu temperatura corporal, de manera que si tienes una actitud sospechosa, la policía podrá retenerte e interrogarte sin que hayas hecho nada.
Ante tales afirmaciones disparatadas, tu respuesta habría sido visceral:
“¡Deja de leer novelas de ciencia ficción, loco! ¿Cómo va a permitir la gente del futuro que la detengan sólo por la cara que hacen? ¡Nadie permitirá algo así jamás!
¡Toda la gente saldría a manifestarse y montaría un pollo monumental!¡Si alguien llegara a proponer algo así, las calles quemarían por los cuatro costados!”
Entonces, es cuando el chalado, con los ojos fuera de las órbitas, te habla de los robots asesinos.
Aviones-robot que son enviados sin piloto al otro lado del mundo a bombardear aldeas donde solo vive gente pobre.
Robots aéreos capaces de escrutar el terreno con sus ojos infrarrojos, buscar un vehículo en concreto, leer su matrícula y destruirlo con un misil sin que el conductor pueda ni tan solo detectar su presencia.
Te habla de enjambres de esos aviones que están siendo creados para patrullar solos y elegir sus propios objetivos.
Te habla de minúsculos insectos robot que vigilan con cámaras y que son capaces de picarte e inyectarte un veneno mortal.
insectspydrone
Te dice que los mejores ingenieros y científicos del mundo trabajan en el desarrollo de todas esas tecnologías centradas en la destrucción y en el control masivo de la población y entonces es cuando se le saltan las lágrimas y tú crees, definitivamente, que está como una cabra…
“¡Anda ya, hombre! ¿A eso se dedicarán los científicos en el futuro? ¡Pero qué disparate! Si las revistas dicen que para el año 2014 la ciencia ya habrá avanzado tanto que se habrá terminado con el cáncer y con casi todas las enfermedades y que gracias a los avances científicos y tecnológicos ya habrá colonias establecidas en la Luna y en Marte!”
“Pues no” -te dice ese peligroso lunático- “La ciencia y los gobiernos están dedicando sus mayores esfuerzos a todo lo que te he dicho: robots asesinos, computadoras que lo controlan todo, vigilancia masiva, armas de microondas…el cáncer continúa campando a sus anchas, en la Luna no hemos vuelto a poner los pies y a Marte solo enviamos carricoches que envían fotos precarias y confusas. A medida que vamos curando enfermedades, aparecen males nuevos…no solo no hemos erradicado las bacterias nocivas, sino que cada vez son más fuertes. Nadie ha acabado con la Malaria, que sigue matando a 2 millones de pobres al año y a pesar de todas las luchas sociales, en el mundo los ricos son cada vez más ricos y los pobres, cada vez más pobres. Pero tranquilo, en el año 2014 dicen que pronto legalizarán el consumo de cannabis para que nos tranquilicemos todos. Ese es el futuro que te espera”
Sé sincero contigo mismo ¿Te imaginas que alguien te hubiera advertido de algo así hace 35 años?
Le habrías llamado loco y paranoico. Le habrías dicho que ve demasiadas películas y que es un trastornado que cree en enloquecidas teorías de la conspiración.
Bien, pues ahora hagamos la segunda parte del ejercicio: vuelve al presente y imagina que viene alguien del futuro y te habla de cómo será el mundo dentro de 35 años.
¿Te tiemblan ya las rodillas?