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¿Desde cuándo a la derecha bananera le importó el CIRA?


Nicaragua,//Edwin Sánchez...

Hasta en el Año del Señor que está por concluir, a los medios del pensamiento bananero les importaba lo que hacía el Centro para la Investigación en Recursos Acuáticos de Nicaragua, CIRA, de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua, UNAN-Managua.

La razón de esa inmerecida falta de celebridad se debía al pecado de dedicarse a la ciencia, no a otra cosa. La ciencia, salvo el esmero de algún periodista, no es tema de portada de los empresarios de la desinformación, y solo se tratará de acudir a ella para los titulares de escándalo, si y solo sí se puede sacar provecho.

Por estar sumidos en el quehacer investigativo, el CIRA pasaba tan desapercibido como para brindarle el adecuado espacio. 

Debido al mismo subdesarrollo, muy marcado en cierta prensa, la institución ni siquiera figuraba entre las fuentes periodísticas permanentes como la Policía, COSEP, organismos de derechos humanos, juzgados, Parlamento…

Todo fue que su director, Salvador Montenegro, empezara a pintar un Apocalipsis tropical sobre el Gran Lago, “por culpa” del Canal -- confundiendo su amor empírico hacia este bello cuerpo con la ciencia, que no es tan sentimental pero desnuda la realidad---, para que tales negocios se enteraran de la existencia del CIRA.

De la noche a la mañana, Montenegro amaneció “ungido”, casi a la par de los consagrados de la derecha fundamentalista, y convertido en “fuente de obligada consulta”.

Una rápida hojeada podrá revelar cómo el nivel de apariciones públicas en esos medios pasó de la total ausencia, al tope de la saturación. ¿Por interés “científico? Por favor…

Si la dirección anterior del CIRA se hubiese ajustado a seguir haciendo ciencia y no buscar cinco minutos de envenenada gloria, sus siglas todavía fueran uno de esos acrónimos de perdición para quienes se baten con los crucigramas.

Por supuesto, ahora que Montenegro es exdirector, saldrán las acusaciones de orden político, pero no científicos. Se invoca la autonomía universitaria, pero desde la politiquería. La hoguera mediática no se hace esperar.

La antigua provincia

El profesor Montenegro seguirá con su cátedra de la UNAN, porque perder las elecciones no significa quedar cesante, pues de otra forma habría que inventar muchos institutos especializados como catedráticos hay en el alma mater.

No se duda de las capacidades del profesor Montenegro, pero algo pasó en este tramo de su vida académica y su entusiasmo en reversa, cuando empezaron las primeras informaciones sobre el Canal.

Ciertamente se volvió un “héroe” de la antigua provincia y sus cerrados círculos tradicionales, donde no es relevante que alguien haga ciencia de verdad, sino el nombre, la fama echada a volar por su prensa, y por supuesto, la total e incondicional concomitancia con los adictos al pasado, una alucinante droga tercermundista con la que algunos se “elevan” personalmente, sin importarles hundir a un país entero.

Por muy científico que alguien sea, no puede partir de premisas imposibles como que El Cocibolca quedará destruido por el impacto ambiental del Canal. 

Con esos razonamientos precarios, propios de la derecha bananera, el Eurotúnel ferroviario bajo el Canal de La Mancha, que une Francia con Inglaterra, jamás se hubiera construido.

Cinismo

Todo el mundo sabe que hay una consigna desde la derecha fundamentalista para impedir, por todos los medios, la ejecución del Interoceánico porque el Frente Sandinista, dirigido por el presidente Daniel Ortega y la escritora Rosario Murillo, gobierna Nicaragua. 

De ahí que prefabriquen estados de opinión negativos y magnificando algunas protestas; acudiendo a la falacia y aireando la sucia movida política con las banderas limpias del ambientalismo.

El menú es tan primitivo y atroz como difícil de digerir: en otros momentos, estimulan la xenofobia, luego el “¡uyuyuy el comunismo!”.

A los cínicos “defensores” de la Constitución les vale un comino que esta proclame a Nicaragua Estado independiente, libre, soberano, unitario e indivisible. 

No, para la derecha bananera no hay Patria, sino “patio trasero” de Estados Unidos. 

Mientras Costa Rica puede darse el lujo de abrirle las puertas a la “terrible” China “comunista”, la derecha hace una alharaca porque una empresa privada de Hong Kong es el “gran dragón” que nos va a “devorar” en el “juego geopolítico de las grandes potencias”.

Sería atentatorio contra el espíritu de la principal Alma Mater de la República, la UNAN, ser un triste apéndice de lo más retrógrado que hasta ahora se ha visto en nuestro país, y que exhibe, sin vergüenza alguna, la derecha ortodoxa.

Es obvio que las universidades y sus instituciones científicas están para el desarrollo de la nación, no al servicio del atraso que dirigen los mínimos líderes de la derecha y su formato oenegista.

Hoy, pues, han hecho un culebrón de unas elecciones donde no le fue bien al profesor Montenegro. 

Sin embargo, bajo el mandato neoliberal de la derecha conservadora no solo la cabeza del referido académico estuvo en un hilo, sino el de toda la comunidad y su autonomía universitaria.

Desde 1990 hasta 2006, la extrema derecha ensayó todo tipo de hostilidades, especialmente contra la UNAN. ¿El motivo? Desaparecerla por ser puerta de entrada de los pobres a la sociedad del conocimiento

. Querían eliminar su 6% del Presupuesto General de la República.

¿Es que ya no se acuerdan por qué los estudiantes debían ir a las calles a defender el derecho constitucional de existir en su propio país?

 Hasta un joven, Roberto González, ofrendó su valiosa vida por la noble causa.

Gracias a Dios, pasaron esos tiempos. 

No hay vulneración a la autonomía universitaria, ni cabe la ristra de infundios que los mismos de siempre lanzan contra la Universidad que tanto les mortifica.

A la derecha conservadora nunca le interesó lo que pensara el exdirector, ni su cátedra era lo suficientemente “importante” como para mover un equipo a la Universidad, ni siquiera los trabajos del CIRA, antes del tema del Canal.

Si hoy han derramado lágrimas de tinta por el profesor Montenegro, él sabe muy bien, por sus viajes al Río San Juan, cómo se comportan los cocodrilos…

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