Existen más de 85.000 sustancias químicas y la industria produce aproximadamente 600 nuevas cada mes. No obstante, los efectos negativos que dichos compuestos pueden tener sobre la salud humana han sido estudiados en tan sólo un 10% de todos ellos.
Se prefiere pensar que toda sustancia es inocua, mientras no se demuestre lo contrario.
Sin embargo, esta demostración debería llevarla a cabo todo aquel que pretenda lanzar una nueva sustancia al mercado. Es más, incluso en los casos en que sí ha habido constatación de que determinados componentes son tóxicos y pueden originar diversos trastornos (cáncer, alergias, Sensibilidad Química Múltiple, asma, trastornos hormonales, daños genéticos...), la Administración continúa permitiendo el uso de muchos de ellos en cosmética.
Por otra parte, la idea de que "la toxicidad de una sustancia está en su dosis" ha quedado ampliamente descartada por la evidencia científica, habiéndose podido comprobar que las "pequeñas dosis" acumulan sus efectos.
A las acciones de cada sustancia aislada, cabe añadir los que tienen las distintas combinaciones entre ellas. Éstas, a su vez, pueden dar lugar a nuevos compuestos químicos, produciéndose así un "cóctel" que aumenta aún más los riesgos sobre nuestra salud.
Veamos cuáles son algunos de estos elementos a evitar, qué daños pueden ocasionar en la salud de las personas y cómo reconocerlos dentro del listado internacional de ingredientes que debería estar incluido en el envase del producto (norma INCI). En dicha lista, las sustancias aparecerán con su nombre en latín y estarán enumeradas según su cantidad en orden descendente. Al no ser la norma obligatoria, muchas marcas (incluso prestigiosas), no se someten a ella y no indican los componentes de sus artículos. Aluminio (Aluminum Chlorohy-drate, etc.): Puede provocar mutación de las células, causando cáncer de mama, además de Alzheimer. Se encuentra, por ejemplo, en multitud de desodorantes.
Ftalatos (DIDP, DEHP, BBP, DNOP, DBP, DINP): Disolventes y suavizantes. Tóxicos reproductivos, que además pueden afectar hormonalmente a los niños. Muy comunes en perfumes y aguas de colonia, cremas, lacas para el pelo, desodorantes o esmaltes de uñas.
Parabenes (Butyl/Ethyl/Propyl/ Methyl Parabene): Conservantes. Sustancias fungicidas y bactericidas utilizadas en numerosos preparados. Favorecen el crecimiento de tumores en la mama, entre otros, y producen daños al esperma.
Formaldehído y compuestos que lo liberan (Formaldehyde (en lacas de uñas), Poliximetileno Urea, Diazo-lidinil Urea, Imidazolidinil Urea, Dimetil Oxazolidino, Dm Hidan-toína, Quaternium 15, Armilacetato, Alkifenol): Conservante altamente cancerígeno al ser inhalado. También relacionado con la aparición de alergias, irritación, envejecimiento prematuro, malformaciones en fetos, daño en la membrana celular y dolores articulares, de cabeza o de pecho.
Aceites minerales (Propylene Gly-col, Vaselina, Paraffinum Liquidum, Cera Microcristalina, Mineral Oil, Petrolatum, Ceresin, Metilsilanol, Ozokerite): Derivados del petróleo utilizados como agentes antibacterianos y para mejorar la textura de los productos. Ampliamente utilizados en cremas, champús, geles, after-shaves, desodorantes, aceites para bebés, dentífricos, colutorios, etc.
Muy cancerígenos. Impiden la respiración de las células de la piel, ya que tapan los poros, y obtienen la hidratación de la epidermis a base de extraer la humedad de las capas más profundas, quedando éstas más secas.
Dificultan enormemente las funciones defensivas de la piel. El Propylene Glycol se ha asociado con irritación de piel y ojos, trastornos en hígado y riñón, dermatitis de contacto, cefaleas, trastornos gastrointestinales y alteraciones del Sistema Nervioso Central (SNC).
Fragancias artificiales (Parfum, Fra-grance, Geraniol, Linalool, Limonene, Etanol, Eugenol, Isoeugenol, Citronellol, Cinnamal, Bromocinnamal, Tonalide, Acetil Hexametil): Fragancias de fácil producción y muy económicas, que se usan en lugar de las tradicionalmente naturales, obtenidas a partir de aceites esenciales de plantas.
Éstas últimas, aunque afines a nuestra naturaleza y por ello mucho más saludables, resultan más caras y difíciles de obtener, por lo que han sido en gran medida sustituidas por sustancias derivadas del petróleo.
Los perfumes artificiales son bioacumulativos y sospechosos de producir trastornos en los sistemas endocrino y reproductor, además de provocar irritación de piel y mucosas, alergias, sensibilidades químicas, problemas respiratorios, mareos, trastornos cognitivos, cefaleas e, incluso, cáncer. (Nota: si se especifica que proceden de aceites esenciales naturales, como sucede en numerosos productos ecológicos, entonces son fiables).
Colorantes (Hc (por ejemplo, Hc Orange 3), Acid (Acid Red 73), Pigment (Pigment Green 7). Su nomenclatura a menudo incluye las sílabas anilin o anilid, como el Acetanilide). Aportan color a geles, cremas, tintes, maquillajes, etc. Alteran el ADN, pudiendo resultar altamente carcinogénicos.
PEG -abreviatura de Glicol Polieti-leno- (Sodium Laureth Sulfate, Cetea-reth, Steareth): Emulgentes. Contribuyen a eliminar el factor protector natural de la piel, resultando más vulnerable el sistema inmunológico.
Phenyl y phenol (Chlorophenol, Phenylenediamine Sulfate, Nitropheno, Phenolphthalein): Desinfectantes y conservantes. El phenol puede afectar a la piel, hígado, corazón, riñón y al SNC. Actúa sobre las proteínas celulares, intoxicando las células de manera directa.
Mercurio (Tiosalicilato de Etilmercurio): Conservante en productos de maquillaje y en desmaquillantes. Es un metal pesado bioacumulativo de alta toxicidad.
Sodium Lauryl Sulfate: Detergente muy irritante, utilizado en un altísimo porcentaje de champús y dentífricos. Tras el contacto con la piel, es absorbido y almacenado en los tejidos del hígado, corazón, ojos, pulmones y cerebro. Puede influir sobre el sistema inmunológico y favorecer la aparición de tumores.
Hexaclorofeno: Desinfectante utilizado en numerosos jabones, incluso en productos para el baño infantil. Es absorbido a nivel cutáneo, produciendo trastornos en la piel y el SNC.
Diethanolamine (DEA): Detergente y espesante contenido en infinidad de productos. Asociado con cáncer de riñón e hígado.
Talco: Empleado en maquillajes y polvos higiénicos para bebés. Tapa los poros de la piel, impidiendo sus funciones normales. Usado en la zona genital aumenta notablemente el riesgo de cáncer a largo plazo.
Antioxidantes sintéticos (Bht = Butilhidroxitolueno = E-321; PPDA = Parafenilendiamina): El Bht puede ser causante de cáncer, afectar a la reproducción y producir retrasos en el crecimiento. La PPDA constituye la materia prima de tintes capilares permanentes. Puede originar sensibilizaciones y eccemas alérgicos de contacto.
Neutralizadores del cabello (Bromato potásico, Bromato sódico, Peróxido de hidrógeno, Perborato sódico): Agentes oxidantes utilizados como neutralizantes de la permanente en frío. Sustancias muy tóxicas, irritantes de los tejidos y del SNC, asociadas asimismo con daños renales.
Otros ingredientes peligrosos son: plomo (por ejemplo, en pintalabios), acetona (desmaquillantes de uñas), dióxido de titanio (dentífricos, cremas solares), benzofenonas, benzaldehyde o triclosán.
Como vemos, los componentes químicos capaces de ocasionar problemas de salud se encuentran en innumerables artículos que utilizamos diariamente.
Es, en definitiva, de suma importancia evitar estos ingredientes tóxicos en lo posible, recurriendo a alternativas más naturales, bien preparadas en casa, bien de adquisición en establecimientos especializados. Eso sí, prestando siempre atención a las etiquetas, ya que incluso productos que se venden como naturales, no siempre lo son tanto.
Si en algún caso optamos por utilizar un preparado que contenga alguna sustancia perjudicial, hemos de procurar que ésta se encuentre en los últimos puestos del INCI, dado que los primeros corresponden a los ingredientes más abundantes.
Prestar atención a la composición de los artículos que usamos en nuestra higiene personal nos ayudará a proteger no sólo nuestra propia salud, sino también la de quienes nos rodean, pues ellos también pueden resultar afectados al inhalar las sustancias que utilizamos.
Por último, al emplear productos libres de tóxicos estaremos, asimismo, cuidando de nuestro medio ambiente.
Bibliografía recomendada: Anti-Tóxico. Carlos de Prada. Espasa.
Web para conocer la toxicidad de los ingredientes: www.biodizionario.it