Rebelión//
El martes 19 de agosto, la bancada de diputados de la ultraderechista Unión Demócrata Independiente (UDI) dispuso en los escritorios de cada parlamentario un cartel, todos con la misma leyenda.
“Libertad a Leopoldo López”. Más abajo, con grandes números rojos, rezaba “183”, en referencia a los días que el dirigente opositor venezolano permanece detenido por subvertir el orden y convocar a violentas manifestaciones contra el Gobierno del Presidente de ese país, Nicolás Maduro.
El diputado y ex presidente de la UDI, José Antonio Kast, era el encargado de invitar a sus correligionarios a colocar hacia la sala de la Cámara de Diputados, pegados a la parte de atrás de las pantallas de sus computadores, el mencionado cartelito.
De esa forma, la UDI se suma a la campaña contra Venezuela.
Viaje a tierras llaneras
Los primeros días de agosto, Felipe Cuevas inicia su travesía por Caracas. Reunido con concejales y la destituida diputada María Corina Machado, el joven Cuevas se presenta como un líder político chileno, aunque en su país nadie lo conocía. Pero como reza el refrán popular, “nadie es profeta en su tierra”.
Aun así, de ser un ciudadano X, rápidamente saltó a las principales portadas de los periódicos chilenos al ser detenido cuando fotografiaba las dependencias del servicio de inteligencia venezolano en Caracas.
En Santiago los dirigentes de la UDI montaron un movimiento comunicacional para conseguir la libertad “inmediata” de quien es el presidente del ala juvenil de este partido. Con frases amenazantes, el líder de la tienda, el diputado Ernesto Silva, emplazaba a las autoridades chilenas a ordenar al Gobierno de Maduro que terminara con el arresto de Cuevas. Al mismo tiempo, lanzaba una frase para el bronce al advertir que si no lo liberaban, ellos mismos viajarían a Venezuela para ponerlo en libertad.
El hecho se convirtió en un amplio revuelo, mientras se argumentaba que el viaje de Cuevas a tierras llaneras era un compromiso con la libertad y la democracia de un pueblo hermano.
El sustento político de una dictadura
La UDI tiene entre sus más importantes dirigentes a conspicuos representantes de la dictadura que encabezó en Chile Augusto Pinochet. El propio fundador de la organización, Jaime Guzmán, fue el principal articulador de la Constitución Política de esta nación suramericana de 1980 que es cuestionada por los movimientos sociales por su carácter neoliberal que tanto ha perjudicado a trabajadores, estudiantes y a la economía chilena, beneficiando a un pequeño puñado de empresarios.
Hace tan sólo unos días, el diputado chileno Hugo Gutiérrez, respaldó la denuncia contra uno de los representantes históricos de la UDI, el ex ministro del Interior de Pinochet, Sergio Fernández. En esa calidad, Fernández firmó todas las órdenes que legalizaban las detenciones sumarias que realizaba la policía política de la dictadura, la CNI, organismo que torturó y asesinó a miles de chilenos.
A él se suman otros importantes políticos chilenos, como el ex ministro del Interior del empresario Sebastián Piñera, Andrés Chadwick, quien también ofició como asesor ministerial durante la era de Pinochet. Otros dirigentes como Patricio Melero, Pablo Longueira, Juan Antonio Coloma, Carlos Bombal, Joaquín Lavín, Cristián Larroulet y Manfredo Mayol, asumieron un compromiso con Pinochet en el denominado acto de Chacarillas, un encuentro a media noche con un escenario similar a los montados en la Alemania nazi, donde en su calidad de jóvenes (corría el año 1977), los convocó a “salvar la patria”.
Con billetes verdes
La campaña que lleva adelante la UDI en Chile sólo se puede entender como parte de un movimiento más grande y coordinado.
La semana recién pasada, un correo electrónico dado a conocer públicamente, desnuda el trabajo del Instituto Nacional Demócrata (NDI por sus siglas en inglés), entidad dependiente de los fondos de la USAID (la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo), para organizar la subversión y a la oposición de Venezuela.
En el mensaje firmado por Luis Ernesto Nunez Bertoldo, asesor y ex director internacional de la NDI para América Latina, evidencia la estrategia para seguir en la labor de desestabilizar a Venezuela.
Nunez escribe el correo a Wendy Ramírez, directora de programas para Venezuela, y sostiene que “para talleres de capacitación sobre las herramientas de empleo en las redes sociales se destinó 69.340 dólares; para las conferencias de políticas electorales y dirección de acuerdos políticos fue consignado 20.600 dólares; para el abastecimiento a los jóvenes opositores venezolanos a través de la UCAB Estudiante se destinó 470.287 dólares; mientras que 700.232 dólares se reservaron para los proyectos directos de la oposición venezolana, específicamente: OEV; CEP; UCAB, Vente Venezuela, Voluntad Popular, Proyecto Venezuela y la MUD”. Esta última organización cuenta en Chile con un capítulo cuyo vocero es José Noguera.
El mensaje de Nunez agrega:
“Nosotros necesitamos todas las ayudas posibles para lograr lo que anhelamos. Si todos los programas salen como se espera, proyectos similares pudieran incrementarse en el 2015 cuando están previstas elecciones legislativas, facilitando el camino hacia el revocatorio.
Mis mejores deseos.
L.N.Bertoldo”
Resulta interesante constatar que en 2010 los organismos de la USAID invirtieron 6.4 millones de dólares en grupos que buscan la desestabilización de Cuba, Bolivia, Nicaragua, Ecuador y Venezuela, afectando así su área de influencia y de propagación de las ideas más progresistas en el continente. Los principales receptores de esos fondos son ONG, institutos y partidos políticos, los que están interesados en el entrenamiento en dos áreas: una en la del sabotaje directo como manifestaciones violentas, cortes de rutas y llenando los medios de comunicación con denuncias de violaciones a los derechos humanos por parte de los organismos estatales para generar confusión y aislamiento internacional.
Por otra parte, la inversión busca la capacitación de jóvenes en liderazgo político, utilización de redes sociales y en algo que el propio Nunez sostiene en su mensaje a Wendy Ramírez: la búsqueda de un líder que represente a una dividida oposición de cara a las elecciones de 2015 en Venezuela.
Resulta evidente, entonces, que el viaje de Cuevas, el dirigente juvenil chileno de la UDI, estaba dentro de ese propósito.
Martín San Francisco, periodista chileno