¿Quién era Fernando Gordillo?
No todos los miembros de la comunidad universitaria de la UNAN-Managua sabemos ¿quién era Fernando Gordillo?, cuyo nombre lleva el histórico Auditorio 12 del Recinto Universitario Rubén Darío.
Para saberlo consultamos los escritos de los jóvenes de su tiempo, Jorge Eduardo Arellano, Sergio Ramírez Mercado, Lenin Fisher y otros.
Fernando Alberto Gordillo Cervantes, nació en la ciudad de Managua el 2 de febrero de 1941, Se bachilleró en el Colegio Pedagógico, cursó hasta el tercer año de Derecho en la sede de la UNAN en León (1958-1960), interrumpiendo sus estudios por una penosa enfermedad que lo hizo trasladarse a la Universidad Centroamericana en Managua (1965-1966), no logrando concluir porque muere el 25 de julio de 1967.
Fundador, en 1960, y codirector de la Revista "Ventana", junto con Sergio Ramírez y miembro del grupo literario del mismo nombre. Ganó varios concursos de Oratoria en Nicaragua, México y Guatemala.
Fue miembro del Comité Ejecutivo de la Unión de Estudiantes de Nicaragua, profesor de Sociología en la Escuela de Ciencias de la Educación e Historia de América en la Escuela de Periodismo de la Facultad de Humanidades de la UNAN. Miembro de la llamada "Generación de la Autonomía".
Escribió ensayos, cuentos y poemas que publicó en periódicos y revistas, algunos de los cuales fueron traducidos al inglés y alemán varios años después de su muerte. Dejó un libro de cuentos Son otros los que miran las estrellas.
De él nos dice el Dr. Sergio Ramírez, en entrevista concedida al IHNCA "Creo que Fernando Gordillo es el paradigma del intelectual de izquierda de Nicaragua.
A pesar de su juventud, fue el más serio de los intelectuales revolucionarios, de los que se comprometieron con un proyecto de lucha armada, en desprecio de las paralelas históricas y de la complicidad de la izquierda tradicional con el sistema político somocista… fue de los pocos intelectuales orgánicos que entonces pudo elaborar un pensamiento de izquierda. Gordillo es ejemplo del intelectual revolucionario, comprometido con su pueblo.
Jorge Eduardo Arellano compiló la obra de Fernando Gordillo, logrando reunir: I. El precio de una patria (poemas); II. Son otros los que miran las estrellas (cuentos); III. Actitudes poéticas y narrativas (crítica literaria); IV. Orden y liberación (ensayos); V. Al pie de la letra (reseñas) y VI. La tarde del 23: su crónica sobre la masacre estudiantil del 23 de julio de 1959, prueba de fuego de su generación.
En el ensayo “¿Orden o desorden?” abordó la reacción superficial generada por los disturbios estudiantiles en las elecciones universitarias por la presidencia del CUUN (Centro Universitario de la Universidad Nacional), en las cuales hubo acusaciones de fraude.
El líder estudiantil, de la generación de la autonomía universitaria -que marchó envuelto con la bandera de la Universidad, según su propio relato, aunque para Sergio Ramírez Mercado fue la bandera de Nicaragua-, hacia el pelotón de la Guardia Nacional que minutos antes había masacrado a los estudiantes aquella tarde del 23 de julio; lector de Erich Fromm, cofundador de Ventana y admirador del boom literario latinoamericano; para quien la literatura debía tener un compromiso político (a diferencia de la Generación Traicionada que consideraba de mal gusto y sin calidad literaria tal cosa, ya que la literatura no tenía por qué contaminarse con política); el autor de anti-editoriales agudos; ése fue Fernando Gordillo.
Gordillo pronunció en 1965 el discurso “Sobre Mariano Fiallos Gil”, fundador de la Universidad Contemporánea de Nicaragua, cuya dirección inclinó a Gordillo y a sus compañeros a comprometer el pensamiento y la acción, a preparar el cambio de las estructuras sociopolíticas, ubicándose en la vanguardia intelectual. Y por algo, la llamada “Generación de la Autonomía” incidió como organización en el nacimiento del FSLN, hecho reconocido en varias oportunidades por sus conductores.
Gordillo estuvo siempre abierto al diálogo. Por tanto, no condenaba la tradición adversaria ni despreciaba a sus expositores. Al contrario: los comprendía y se acercaba a ellos con respetuosa distancia para confrontar sus ideas, lo que le llevaría a la necesaria síntesis… nunca fue cegado por la exaltación fanática ni llegó a encerrarse en el sectarismo provinciano.
Cuando a mediados de los años sesenta un sector de la izquierda local negaba la existencia de la ideología revolucionaria de Sandino, Gordillo le salió al frente con un par de lúcidos artículos, demostrando lo que ya era: un consumado teórico del recién nacido FSLN.
Tampoco promovía el activismo superfluo o la agitación descontrolada y demagógica. Así lo dio a entender cuando sostuvo en relación a la filosofía universitaria trazada por el doctor Fiallos Gil que la Universidad tenía dos peligros: “refugiarse en sí misma, ser claustro, dar las espaldas a todo lo que sea inquietud… o ser simplemente lugar de agitación donde el pensamiento se deja de lado y se trata de hacer por hacer, de realizar por realizar”.
Fernando Gordillo no perdía vigencia, porque en sus páginas vibraba el proyecto que culminó con la creación, el desarrollo y el triunfo, de la vanguardia gobernante a partir del 19 de julio de 1979. Forjador de la misma, el joven enérgico que siempre fue se comprometió de lleno a ese proyecto que compartieron, los miembros de la “Generación de la Autonomía”, como también –naturalmente-- Silvio Mayorga y Carlos Fonseca, fundador del FSLN, quien le dedicó en León, el 9 de septiembre de 1958, su recién editado folleto
Un nicaragüense en Moscú con la siguiente dedicatoria: “Quiero decirle a mi compañero Fernando Gordillo que en este librito intento relatar que en la Unión Soviética pude observar con alegría los resultados de un pueblo que lucha con abnegación y fe”.
Prefirió construir enseñando a buscar honestamente la verdad a ser intelectual y militante revolucionario (a no pocos ayudó a formarse en la clandestinidad y él mismo como tesorero del FSLN, colaboró para establecer la infraestructura de Pancasán). En síntesis: a dar su vida. Y todo ello sustentando una posición ética.
Porque Gordillo… fue un ejemplo práctico de idealismo entendiendo por tal el gesto humano hacia el progreso y la perfección, la viviente afirmación de la persona, una lección de dignidad contra el servilismo y una reacción hostil hacia todo dogma. Se identificaba con un inmenso amor hacia los demás, alentado por nobles sentimientos. No en vano dos años antes de fallecer, recomendaba a sus amigos la lectura
El hombre mediocre (1921) y Las fuerzas morales (1926), las dos clásicas obras del argentino José Ingenieros.
Murió de una enfermedad incurable que lo obligó a permanecer inmóvil sobre el lecho, o en una silla de ruedas, desde mediados de 1961 hasta el 25 de julio 1967, cuando murió de 26 años y 5 meses de edad; un mes antes de la gesta guerrillera de Pancasán, la cual ayudó a preparar clandestinamente, ocurrida en agosto del mismo año; acción heroica ejecutada por un puñado de combatientes del FSLN, alrededor de 45 días antes de la caída del Che Guevara en Bolivia.
Veamos dos de sus poemas que expresan el amor a su patria. “Lanza la piedra.
En Dos muertos, habla claramente quien vivirá eternamente en el corazón del pueblo: Rigoberto López Pérez.
ANDRÉS
Andrés
Tu piedra es mi esperanza.
Ha pasado un siglo y ya lo ves,
todo lo mismo.
Pudo más el oro que la sangre.
Toda tu tierra, Andrés.
Desde los lagos al Coco,
desde el Cabo hasta el San Juan.
Es una sola lágrima donde la Patria llora
Lanza la piedra.
¡Lánzala!
A un siglo de distancia, el enemigo,
es el mismo.
DOS MUERTOS
Dos muertos:
Uno a la vista de todos,
en el corazón de nadie;
otro a la vista de nadie
en el corazón de todos.