PL //El presidente electo de Panamá, Juan Carlos Varela, recibe un país lleno de problemas en el orden económico y social, muchos de los cuales tendrá que enfrentar de inmediato como los temas laborales, la deuda pública y las inversiones.
Nacida en medio de una prolongada huelga de constructores y maestros, la nueva administración no podrá soslayar esos conflictos, como tampoco el de los indígenas ngÃñbe buglé y su oposición a la construcción de obras hídricas que afecten sus comarcas, como el sonado caso de Barro Blanco.
Pero más allá de esos temas puntuales, uno de los grandes retos al que se enfrenta es solventar una deuda pública muy abultada que le deja en herencia el gobierno de Ricardo Martinelli, la cual se cifra en más de 20 mil millones de dólares si se toman en cuenta varios proyectos llave en mano.
La administración de Martinelli se caracterizó por un plan de inversiones anárquico y con una cuestionada utilidad para la ciudadanía, como la tercera fase de la Cinta Costera, una avenida por encima de la bahía de miles de millones de dólares que la gente considera una obra faraónica innecesaria.
Otro reto de la mayor envergadura es lograr una redistribución del ingreso más equitativa que le quite a Panamá la etiqueta de estar entre los peores del mundo en ese sentido, y a lo cual se le achaca la enorme pobreza que hay en el país a pesar de disponer de uno de los de mayores ingresos per cápita de la región.
En los cinco años de gobierno, Ricardo Martinelli dispuso de 70 mil millones de dólares para una población de apenas tres millones y medio de habitantes, que poco o nada influyeron para bajar los niveles de pobreza en la nación.
Durante ese quinquenio la economía creció en promedio a más de ocho por ciento anual con un Producto Interno Bruto cercano a los 50 mil millones de dólares, y si bien dejó una línea de Metro y ciertas obras de infraestructura, en el tema esencial, el bienestar del pueblo, apenas tuvo efectos positivos.
Cuando Martinelli asumió la presidencia en 2009 el nivel de pobreza total era de 25,8 por ciento, y al dejarlo cinco años después con esos descomunales ingresos, apenas bajó al 25,3, casi lo mismo, lo que significa que la riqueza generada se quedó en los bolsillos de los millonarios.
Panamá exhibe el triste récord de que 105 familias acumulan cerca de 20 mil millones de dólares, el mismo monto de su deuda pública.
Según las últimas cifras de la comisión Económica de Naciones Unidas para América Latina (Cepal) a marzo 2014 el 36,8 por ciento de todos los panameños vive en pobreza y de ellos 17 por ciento -508.700 ciudadanos- en extrema pobreza.
Entre los pueblos originarios esos dígitos son peores pues el 98,4 de la población es pobre y de ellos el 90 por ciento sobrevive a duras penas en extrema pobreza.
Sin embargo, esos datos se han diluido en estos cinco años de gobierno de Martinelli gracias a una intoxicación mediática permanente que vende al país como el más rico de la región y el de mayor índice de felicidad, lo cual evidentemente carece de todo sentido.
Estos y otros muchos son retos iniciales que deberá enfrentar el nuevo gobierno casi de inmediato a su gestión que comenzará el 1 de julio próximo cuando Martinelli le entregue la banda presidencial.