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El drama de los migrantes que esperan saltar la valla de Europa


Miles de migrantes de países del África subsahariana viven en una colina en Marruecos. Europa está tan cerca que casi se puede tocar.

La valla que rodea Melilla, un enclave español en el Norte de África, es todo lo que los separa de la Unión Europea.

En las últimas semanas, cientos de migrantes intentaron escalar las vallas fortificadas en lo que las autoridades de ese territorio describieron como una “avalancha humana”.

Dei Doboy, un joven de 19 años y voz suave, dice que “daría su vida” por entrar a Europa.

Durante 14 meses, cuenta, vivió “como un animal” en el bosque del Monte Gurugú, en el lado marroquí de la frontera, donde dormía en una tienda de campaña rudimentaria hecha de piedras, palos y sábanas.

Félix, de 25 años y también originario de Camerún, afirma que quiere terminar sus estudios en Londres. Ya intentó cruzar la valla de la frontera con Melilla siete veces.

A Ogee, de 22 años, le llevó cuatro meses llegar desde su país de origen, Sierra Leona, hasta las montañas marroquíes próximas a la ciudad española.
Hambre


Lleva viviendo en el bosque cuatro años. “No puedo bajar a las calles porque la policía podría detenerme”, dice. “No tengo libertad. Por eso me vine a vivir al monte”.

Algunos migrantes mendigan en las calles de Nador, la principal ciudad marroquí cercana y su dieta consiste principalmente en pan. Un hombre nos cuenta que a veces llegan a matar perros y gatos para comer su carne.

Muchos de los migrantes dicen estar cualificados: uno de ellos tiene un diploma en cocina y otro es mecánico. Muchos de ellos hablan al menos dos idiomas.

En el Monte Gurugú, hay varios campamentos organizados por nacionalidades. Un poco más arriba del Campo de Camerún, en la ladera, está el Campo de Mali y más allá otro con miembros de varios países africanos.
Una valla de 11,5 km


Pero todos aquí, tanto los hombres como las pocas mujeres que habitan el monte, están preocupados por una cuestión común: cómo saltar la valla fronteriza metálica de unos 8 metros de altura.

Los campamentos están a apenas 5 minutos de la aduana en auto. Este es un paso fronterizo con mucho tránsito. Cada día se producen unos 40.000 pasos legales de la frontera entre Marruecos y Melilla.

Algunos de los vehículos que la atraviesan son adaptados para que migrantes clandestinos puedan esconderse en reducidos espacios habilitados en el chasis.

Pero es la frontera de 11,5 kilómetros de largo, compuesta de tres vallas coronadas de alambre de espinos y dotada de cámaras de seguridad la que está, según el representante del gobierno español en Melilla, Abdelmalik El Barkani, bajo una “enorme presión”.
Frontera reforzada

Madrid está reforzando la frontera y envió más policías al enclave.

A primera hora de la mañana hay una fuerte presencia policial a lo largo de la valla. Es el momento en el que cientos de migrantes intentaron saltar de forma simultánea, algunos con éxito, en las últimas semanas.

El Barkani señala que la Unión Europea debería dar más ayuda a España para controlar una de los límites más meridionales de su territorio.

Apunta a que las mafias, que trafican con personas hasta lugares como Melilla, hay que combatirlas a través de la educación en la región del África subsahariana para evitar que se emprenda el viaje hacia Europa.

Del otro lado

Algunos de los inmigrantes que consiguen saltar permanecen temporalmente en el centro de inmigración de Melilla, ahora saturado.

Normalmente, este lugar alberga a 500 personas, pero en estos momentos hay más de 1.900 viviendo allí, algunos alojados en carpas verdes de tipo militar.

Musa, de 25 años, viene de la República Democrática del Congo y lleva tres meses en Melilla. Piensa en una vida en Europa: “Tengo esperanza de que algún día mis sueños se hagan realidad”.

En un tono más áspero, Funwi Ebenezer, de Gabón, cree que su nueva vida en Europa será “dura”.

Quiere vivir en Alemania, pero por el momento, como los otros migrantes en este lugar, se encuentra en un limbo a la espera de que su caso sea procesado.
Más allá de lavar carros aparcados en las calles de Melilla, no hay muchos empleos.

Las autoridades españolas dicen que aunque la mayoría de los migrantes serán trasladados a la península en primera instancia, muchos de ellos serán devueltos eventualmente a los países donde comenzó su viaje.

Tom Burridge / BBC

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