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En el desarrollo de la situación en torno a Ucrania, Turquía comienza a desempeñar un papel cada vez más activo. Los intereses de Ankara están dirigidos en primer lugar a Crimea donde, según el censo de 2001, más del 10 %, o unas 250 000 personas son tártaros de Crimea.
Los llamados a una solución política de la crisis ucraniana y al mantenimiento de la paz y estabilidad en Crimea siguen siendo la postura oficial del Gobierno turco.
Pero, esta es, llamémosla, la dimensión oficial superior de la política turca con respecto a Crimea. Sin embargo, en el nivel siguiente más bajo, podemos hablar ya de los intereses de Ankara de hacer su juego.
Durante una breve visita a Crimea, el arquitecto de la política exterior turca, el ministro de Exteriores Ahmet Davutoglu, se reunió con líderes de tártaros de Crimea, a quienes expresó, en nombre de su país, el apoyo total a tal comunidad étnica de Crimea.
El diplomático declaró que su país “hará todo lo posible” para que Crimea se mantenga dentro de las fronteras de Ucrania. Davutoglu definió al mismo tiempo a Crimea como “las puertas” para Ucrania y prometió a sus interlocutores el apoyo político y financiero de Ankara.
Stanislav Tarasov, director del centro de investigaciones Oriente Próximo-Cáucaso, del Instituto de Estados Contemporáneos en Moscú, comentaba así la situación para nuestra emisora:
–Turquía ha edificado en casa desde un comienzo un modelo de economía nacional orientado a las exportaciones. Además, en la estructura del ejercicio comercial exterior, el primer lugar lo ocupan los países europeos.
Sin embargo, la crisis económica y financiera en la UE llevó a restringir ese mercado. Y Turquía necesita entonces salvar tanto la economía nacional como la geopolítica vinculada a ella.
En Crimea mismo siguen con cautela la incorporación cada vez más activa de Turquía en los asuntos de la península.
Y la cuestión aquí no está solo en que Ahmet Davutoglu enviara en los hechos una señal a una parte considerable de la sociedad de Crimea, con respecto a cómo tiene que votar en el referendo próximo sobre el estatus de la península.
El titular Ahmet Davutoglu es un neootomanista confeso. Esto lo hace partidario de la intromisión fáctica de Ankara en todo el perímetro de las fronteras del antiguo imperio otomano, el que a propósito llegaba, por el oeste, poco menos que hasta Viena.
De acuerdo con tal concepción, es propio de Turquía, como heredera de la historia y de la geografía del Imperio otomano, una “profundidad” histórica y geográfica enorme.
Además, Turquía puede jactarse de su postura geopolítica y geoeconómica en el cruce de los continentes, de culturas y civilizaciones, así como de la cercanía relativa de los yacimientos más importantes de recursos energéticos.
En otras palabras, está situado “en el corazón de Eurasia”, ese “enorme tablero de ajedrez” en el que se juegan y van a jugarse partidas decisivas para el futuro de todo el mundo.
Por ideas similares está animado también el primer ministro Erdoğan, quien a fines de 2013 “se cubrió de gloria” con su declaración de que “Kosovo es Turquía y Turquía es Kosovo”, debido a que ellos comparten una misma historia y civilización.
Por otra parte, no cabe tampoco exagerar la autonomía de Turquía y de su política exterior, indicaba a nuestra emisora Irina Zviaguelskaya, experta del Instituto de Estudios Orientales de la Academia de Ciencias de Rusia:
–Son bien comprensibles los factores que inducen a Ankara a la realización de una política más activa en general en la región de Oriente Próximo y del espacio postsoviético.
Son el deseo de desempeñar un papel geopolítico cada vez más activo, y subrayar su papel especial en el mundo islámico. Pero, la política turca tiene sus limitaciones.
Está en primer lugar la circunstancia de que el Estado es el flanco meridional de la OTAN y que mantiene además relaciones especiales con EEUU.
Sabido es que un elemento de los más importantes del Imperio otomano fueron las guerras ruso-turcas.
Los historiadores contemporáneos cuentan diez, y todas esas guerras fueron libradas por la parte otomana con las mismas consignas de la civilización en el centro, que hoy son ampliamente manoseadas por los ideólogos del “neootomanismo”.
No se quisiera que en Ankara se impongan los ánimos belicosos.
Y ello porque, tal desarrollo de los hechos propinaría un golpe demoledor sobre aspectos de veras importantes de la cooperación de Turquía y de Rusia en las esferas energética, del transporte, comercial, económica y de otra índole.