A la “superpotencia de vigilancia” se le escapó Crimea. EEUU, que merced a los programas de seguimiento de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) que controla a los líderes mundiales, no logró comprender que Vladímir Putin hará todo para no perder la península.
¿Qué error cometieron los servicios secretos norteamericanos? Esta pregunta se hace expertos y medios occidentales. Politólogos y especialistas rusos en materia de espionaje procuraron explicar a La Voz de Rusia la distracción de Washington.
El Consejo Supremo de Crimea aprobó hoy, martes, la Declaración de la Independencia y sus intenciones de ingresar en el seno de Rusia.
Ahora solo queda esperar el referéndum del próximo día 16: si la mayoría de los crimeos se pronuncian por tal desarrollo de los hechos Simferópol enviará los documentos necesarios a Moscú. Prometen formalizar todo sin demora.
Sobre la reacción de las nuevas “autoridades” en Kiev no hay necesidad de decir nada. Lo importante es la reacción de EEUU. El presidente norteamericano, Barack Obama, todos los días hace declaraciones tipo “no lo permitiremos, no lo perdonaremos, los asfixiaremos con sanciones”.
No todos, ni mucho menos, están de acuerdo con el inquilino de la Casa Blanca, incluso los socios europeos menores, más aún que muchos se preguntan: ¿Y dónde estuvo antes Ud. señor presidente con su todopoderosa NSA? EEUU, el país con el sistema de seguimiento y observación más perfecto, no sabe qué pasa en el resto del mundo, escribe, en particular, Michele Zurleni en el periódico italiano Panorama.
El articulista explica el desarrollo de los sucesos de la siguiente manera: El 27 de febrero, horas después de la formación en Kíev del Gobierno provisional, Vladímir Putin anuncia maniobras imprevistas de las tropas. Ciento cincuenta mil efectivos participan en los ejercicios en las proximidades de las fronteras occidentales rusas. Ese mismo día en Washington, el republicano Michael Rogers, presidente del Comité de Seguridad de la Cámara de Representantes, recibe un informe de la cancillería del director de la NSA.
En breve su esencia consiste en que el accionar de Putin es un engaño. Al día siguiente, en Crimea surge un nuevo poder prorruso, formaciones paramilitares controlan los aeropuertos, cercan las bases militares ucranianas. Putin actúa con antelación. Y a la Casa Blanca no le queda más que agarrarse de la cabeza por el proceder impetuoso del líder del Kremlin, sostiene el articulista.
Cinco días después EEUU comenzó a hacerse una pregunta: ¿por qué el Gobierno de EEUU fue tomado por sorpresa? Se habla de la política floja de Obama con respecto a Putin, se acusa a toda la comunidad de inteligencia norteamericana, a la jefatura de las agencias, a funcionarios y expertos. Y pocos ya recuerdan que no se trata de la primera metedura de pata garrafal de la NSA, señala el director del Centro de Estudios socio-políticos Vladímir Evséiev:
–Por lo visto, se pensaba que se trataba de un bluf. El hecho de que Rusia no es acogida como un socio de igual a igual, se hizo sentir fuertemente en los esfuerzos de la comunidad de inteligencia de EEUU. Exagerando sus propias posibilidades en relación a los servicios de inteligencia, EEUU se vio ante semejante desconcierto. En relación a Rusia se subestimaban visiblemente las posibilidades de Moscú, se calculaba incorrectamente el desarrollo de la situación.
Los servicios de inteligencia rusos mostraron que saben trabajar en medio de la guerra informativa y en las condiciones de la observación global por parte de EEUU.
Los avances tecnológicos de los últimos años, el equipamiento de los servicios secretos con los aparatos más modernos tuvo también un efecto colateral. Los analistas estadounidenses, por lo visto, empezaron a olvidarse de los fundamentos del trabajo de inteligencia, basándose total y completamente en la electrónica, afirma el presidente del consorcio Inforus, Andréi Masalóvich:
–En la práctica de los servicios de inteligencia durante muchos años el principal obstáculo era el acceso a la información primaria: escucha de las conversaciones telefónicas, intercepción de los mensajes electrónicos, acceso a la base de datos, a la observación encubierta.
Y cuando surgieron las posibilidades técnicas para resolver estas tareas se desató la euforia. Apareció una cantidad tan enorme de datos, que omitieron el segundo componente: el trabajo con las bases grandes.
O sea se omitió el nivel del procesamiento analítico. Y la misión del agente de inteligencia no es solo decir que fulano habló tal cosa y dar un análisis general: qué pasa, hacia donde se dirige y cómo puede influir sobre nuestro accionar. Pues esta labor analítica se descuidó en muchas direcciones.
Vladímir Putin no discute su estrategia por teléfono móvil, no lo hace en Facebook y hasta en Twitter, dice el exagente de la CIA y autor de libros y artículos sobre Robert Baer. La vieja CIA habría intentado encontrar al informador en la dirección del aparato militar del Kremlin. Pero eran otros tiempos.
Es evidente que el programa digital de seguimiento resultó ser inútil en este caso, afirma Baer. Occidente, al iniciar la operación de sustitución del poder ucraniano, de repente se percató de que Putin tiene un plan de respuesta.
Y no tenía la menor noción del contenido del plan. Se trata de un fracaso del ala analítica: tras obtener acceso ilimitado a las informaciones los servicios de inteligencia de EEUU no se volvieron todopoderosos.