Recuerdos de algunas anécdotas históricas con el colega periodista y jefe insurreccional en Managua y del Repliegue Táctico de Managua a Masaya
William Ramírez Solórzano subió al escalón más alto de la lucha rebelde y revolucionaria sandinista, al convertirse, en la década del 70, en uno de los pocos dirigentes guerrilleros que con las armas en la mano se entrenaron ellos y con la sabiduría dejada por Sandino, convertida en Escuela Guerrillera y Programa Político-Militar Histórico, formaron un Ejército Guerrillero decidido a tumbar a la dictadura somocista, hasta lograrlo con alboradas de cañonazos, de balazos, de emboscadas, con ataques relámpagos a cuarteles, y una avalancha insurreccional, el 19 de julio de 1979.
William Ramírez Solórzano, Comandante Guerrillero, se forjó él con entrenamientos clandestinos y armas en la mano junto a Carlos Fonseca Amador, Tomás Borge Martínez, Bayardo Arce Castaño, Ricardo Morales Avilés, Julio Buitrago Urroz, Germán Pomares Ordóñez, José Benito Escobar Pérez, Daniel Ortega Saavedra, David Tejada Peralta, Oscar Turcios Chavarría, entre otros, quienes siguiendo las huellas patrióticas y antiimperialistas de Sandino y del Ejército Defensor de la Soberanía Nacional tenían un propósito patriótico fundamental: derrocar al régimen sanguinario genocida somocista de 45 años de existencia, impuesto por el gobierno criminal de Estados Unidos, después de mandar a matar al General de Hombres Libres.
William Ramírez Solórzano, colega periodista, mi compañero de labores periodísticas y de Redacción en el Diario LA PRENSA, aquel periódico antisomocista de Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, fue o es uno de los forjadores de la Revolución Popular Sandinista.
Tuve el privilegio de ser compañero de trabajo de William Ramírez Solórzano cuando ambos laborábamos, como periodistas, en el Diario LA PRENSA, donde también laboraba como reportero el Comandante de la Revolución, Bayardo Arce Castaño.
Y más extraordinario fue mi privilegio cuando la marcha materialista histórica de la lucha revolucionaria armada nos juntó a varios miles de combatientes sandinistas (hombres y mujeres), al Comandante Carlos Núñez Téllez, Marcos Somarriba, Walter Ferrety, Joaquín Cuadra Lacayo, Rolando “Cara Mancha” Orozco, Ramón “Nacho” Cabrales, Walter Mendoza, a William Ramírez Solórzano y a mí, entre otros, en las calles de Managua, al hacer estallar el Frente Sandinista guerrillero, la Insurrección Sandinista armada, aquel glorioso nueve de junio de 1979.
Repito: Bayardo Arce Castaño, William Ramírez Solórzano y yo, trabajábamos con periodistas en el Diario LA PRENSA.
Cuando ya corría el año 1975, año de feroces represiones callejeras, asesinatos en masa, torturas y desapariciones forzadas ocasionadas por la dictadura somocista genocida, era casi “voz populi” interna o sospechas de que Arce y Ramírez eran dirigentes guerrilleros del Frente Sandinista.
Ambos desaparecieron de la Redacción de LA PRENSA.
Unos días antes de la Insurrección de Septiembre de 1978, en la que centenares de managuas, participamos incendiando fogatas, haciendo estallar bombas propagandísticas y en la quemas de buses en la Pista de la Resistencia Sandinista o “Bay Pass”, quedé sorprendido al descubrir que William Ramírez Solórzano se desplazaba sigilosamente, pegado a muros vecinales, observando cuidadosamente hacia todo lados, en un callejón que divide al Barrio San Cristóbal y al Reparto El Dorado, con un arma corta en las manos.
Al verme, me hizo señas de que cerrara la boca y siguió su camino hacia un sitio clandestino en el Reparto El Dorado, donde después, en junio-julio de 1979, fue el Cuartel General del Estado Mayor del Frente Interno, jefeado por Carlos Núñez Téllez, William Ramírez Solórzano y Joaquín Cuadra Lacayo.
Al estallar la Insurrección Sandinista u Ofensiva Final en Managua, el nueve de junio de 1979, en la noche, por información que me suministró Francisco “Chico Garand” Guzmán Fonseca, uno de los jefes guerrilleros, al llegar este a Bello Horizonte, supe que precisamente los guerrilleros experimentados a cargo de la Insurrección en Managua, eran un poco más de 100.
“Entre los miembros del Estado Mayor General y del Frente Interno, están a cargo los Comandantes Carlos Núñez Téllez, William Ramírez Solórzano y Joaquín Cuadra Lacayo”, me dijo “Chico Garand” Guzmán Fonseca, al llegar las columnas guerrillera a Bello Horizonte, el nueve de junio en la noche.
Mediante un libro titulado “Insurrección Sandinista Victoriosa, Repliegue Táctico de Managua Masaya”, relato casi detalladamente cómo fueron estos enfrentamientos a tiros entre varios miles de combatientes populares y guerrilleros, con guardias o sicarios genocidas, guiados por estos tres jefes guerrilleros: Núñez, Ramírez y Cuadra, quienes representaban a las tres tendencias en que estaba organizado en ese momento el Frente Sandinista guerrillero.
Carlos Núñez Téllez, Comandante de la Revolución, representaba la tendencia proletaria, William Ramírez Solórzano era representante de la Guerra Popular Prolongada y Joaquín Cuadra Lacayo al Grupo de los tercerista, el mismo de los Comandantes de la Revolución Daniel Ortega Saavedra, Humberto Ortega Saavedra y Víctor Tirado López.
Concluida la Insurrección en Managua, donde hubo casi 20,000 muertos por los bombardeos aéreos somocistas genocidas, el 27 de junio de 1979, en la noche, me tocó nuevamente el privilegio de caminar junto a William Ramírez Solórzano, durante el Repliegue Táctico de Managua a Masaya, en el cual íbamos entre 6,000 y 7,000 ciudadanos combatientes populares, jefes guerrilleros, Colaboradores Históricos, seres humanos comunes y corrientes, ancianos, mujeres y niños.
Los ciudadanos que no eran combatientes se iban con nosotros porque tenían temor de que los guardias genocidas somocistas los asesinaran.
El relato casi pormenorizado del Repliegue Táctico de Managua a Masaya también está en mi libro ya mencionado.
En el Repliegue Táctico de Managua a Masaya se formaron tres grandes columnas. La número uno, o de vanguardia, era jefeada por “Nacho” Cabrales y salió de los semáforos de Villa Progreso-Bello Horizonte, hacia el lado de Sabana Grande; la segunda, la número dos, la que iba en medio, era jefeada por William Ramírez Solórzano y Joaquín Cuadra Lacayo.
Salió de la Calle Don Bosco y por Rubenia hacia el Camino Viejo a Sabana Grande; y la tercera, o de retaguardia, era jefeada por el Comandante Carlos Núñez Téllez. Salió de la Iglesia Sagrada Familia, e iba detrás de la columna número dos.
Cuando llegamos al Cruce de Veracruz pude ver cómo William Ramírez Solórzano personalmente, disparando ráfagas con un fusil M-16, dirigía las operaciones para aniquilar a una patrulla de la guardia genocida, entre matorrales, árboles y “chagüitales”, cuyos integrantes finalmente huyeron, pero nos mataron a dos compañeros combatientes populares y en su huida nos dejaron una ametralladora calibre 50, instalada en un camión, y con más de 20 mil tiros.
En este sector de Veracruz fue donde hice la foto famosa en que aparece William Ramírez Solórzano con un fusil cruzado, a la cabeza del Repliegue Táctico de Managua a Masaya.
Vi a William Ramírez Solórzano disparando ráfagas con la ametralladora calibre 50 contra los aviones Push And Pull y helicópteros que nos bombardearon entre las once de la mañana y la una de la tarde en Piedra Quemada, antes de llegar a Nindirí y Masaya, donde Carlos Núñez Téllez y él (Ramírez) me pusieron a trabajar con el famoso periodista Roberto González Rocha, en “recupere de armas”.
La estadía de los replegados en Masaya también se relata en mi libro mencionado. Cuando regresamos triunfantes el 19 de julio de 1979, en la tardecita, recuerdo como si fuera ayer, llegamos a instalarnos, jefeados por Carlos Núñez Téllez y William Ramírez Solórzano, en la llamada Explanada de Tiscapa.
William Ramírez Solórzano tenía alma de patriota y a la vez era incansable.
Allí en la explanada, recuerdo también, seleccionó a un grupo de los mejores combatientes guerrilleros, encabezados por Walter Ferrety y Marcos Somarriba, para que fueran a eliminar y capturar a los últimos reductos de somocistas genocidas que todavía resistían en la Loma de Tiscapa y en las cárceles o mazmorras de la Oficina de Seguridad.
Todos hedíamos a un sudor pegado en la piel como alquitrán, pues teníamos semanas o meses de no bañarnos ni cambiarnos ropa, porque no había tiempo, no andábamos vestimentas y debido a que los guardias somocistas genocidas nos podían asesinar, por ejemplo al bajar a la Laguna de Masaya.
Esa noche del 19 de julio de 1979, ya cuando eran más o menos las doce de la noche, los tiros fueron cesando, se fue quedando calmo el ambiente tenso que vivíamos todos los que habíamos participado en la Insurrección para derrocar al somocismo genocida.
Recuerdo que nos acostamos en el suelo, sobre la grama, en el costado Norte del Hotel Intercontinental. William Ramírez Solórzano se acostó a la par mía, con el fusil sobre el pecho, y me preguntó: “¿Te vas a integrar al nuevo Ejército Popular Sandinista? O podrías ser uno de los jefes de la nueva Policía Sandinista”.
Reflexioné un ratito, y le respondí: “No. Seguiré trabajando en el mundo del periodismo. El Comandante Núñez Téllez me dijo en Masaya que vamos a fundar un Diario que tal vez se llamará Diario BARRICADA”.
El 20 de julio, al siguiente día, fuimos William Ramírez Solórzano, todos los replegados de Managua a Masaya y yo, a la Plaza de la Revolución, a participar en aquel acto político electrizante, de Triunfo, de pechos ardientes, de presencia de 50 mil Héroes y Mártires y otros 50,000 combatientes populares que habían hecho el milagro político y militar de derrotar a un ejército interventor, somocista genocida, muy bien armado, cuyos jefes, como Nicolás Valle Salinas, se daban el lujo de decir: “Tenemos armas y municiones para combatir 100 años, si queremos”.
Los abrazos entre Comandantes de la Revolución, Comandantes Guerrilleros, jefes guerrilleros, Combatientes populares, Combatientes Históricos y ciudadanos comunes y corrientes, fueron por miles. El perfume vibrante y contagiante del Triunfo de la Revolución Sandinista, mataba todos los tufos que andábamos, tanto del Comandante Núñez Téllez, los demás jefes guerrilleros, el Comandante Ramírez Solórzano y yo.
William Ramírez Solórzano, Comandante Guerrillero ya legendario por su genialidad militar y su arrojo o valentía indiscutible, lo tenían convertido en uno de los jefes de la Revolución Popular Sandinista.
En el tumulto victorioso de ese 20 de julio de 1979, se mezcló con el resto de jefes, con la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional… y ahí quedó, enrumbó o se deslizó sutilmente hacia donde comenzaba el nuevo poder revolucionario, que abría las puertas por siempre a las libertades públicas por las que había sido también sacrificado, un año antes, Pedro Joaquín Chamorro Cardenal.
Yo, en cambio, enrumbé a pie, solo, hacia Bello Horizonte, a mi casa, que había sido saqueada y semidestruida por la guardia genocida somocista.
Al día siguiente, en cadena de radioemisoras, escuché a William Ramírez Solórzano anunciando la disolución de la Guardia Nacional y la formación del Ejército Popular Sandinista y de la Policía Sandinista.
En mi vecindario, en mi Zona Nueve de la Carretera Norte, otros compañeros y yo nos encargamos de organizar los Comités de Defensa Sandinistas, la Vigilancia Revolucionaria y las Milicias Populares Sandinista.
William Ramírez Solórzano, Comandante Guerrillero, pronto apareció nombrado en cargos ministeriales del gobierno revolucionario sandinista.
Yo cerré filas en la fundación del Diario BARRICADA, Órgano Oficial del Frente Sandinista, el 26 de julio de 1979.
Ramírez Solórzano era de los funcionarios en dar un paso al frente para asumir tareas difíciles como cuando ocurrieron los huracanes Alletta y Juana, y a él se le envió a hacerse cargo de la emergencia en la Costa Atlántica, particularmente en Bluefields.
Al fallecer en marzo del 2003, era uno de los diputados del Frente Sandinista de Liberación Nacional.
En este marzo del 2011 se cumplen ocho años de su partida. William (“Aureliano”) vive y vivirá con nosotros, con los humildes, para siempre, pues por ellos tomó el fusil en las manos y se entrenó en la maestría de combates guerrilleros, para liberar del somocismo genocida a la Patria de Sandino y de Rubén Darío.
He querido recordar unas cuantas anécdotas históricas de mi relación de orden histórico con Wiliam Ramírez Solórzano, aquel hombre profundamente humano, cariñoso, siempre dispuesto a oír y dar un consejo oportuno.
Pablo E. Barreto Pérez: periodista, investigador histórico, fotógrafo, Cronista de la Capital, Orden Independencia cultural Rubén Darío, Hijo Dilecto de Managua, Orden Servidor de la Comunidad del Movimiento Comunal Nicaragüense, Orden José Benito Escobar Pérez de la Central Sandinista de Trabajadores (CST nacional) y Orden Juan Ramón Avilés de la Alcaldía de Managua.
Residente en la Colonia del Periodista No. 97, frente al portón del parque, en Managua.
Teléfonos: 88466187, 88418126 y 22703077.