Todo lo que se dice acerca de qué se puede hacer para poner fin al derramamiento de sangre en Ucrania y continuar el diálogo político son simples tentativas de dar por real lo deseado.
El país eslavo se balancea entre transformarse en la Libia europea o en la nueva Yugoslavia.
De momento, el guion libio, lamentablemente, parece ser el más probable.
La Cancillería rusa caracterizó la situación en Ucrania de tentativa de golpe de Estado.
En caso de un golpe de Estado cualquier país que quiere conservar como mínimo su vida y como máximo la vida del país, no sostiene negociaciones con los golpistas y da orden de disparar a matar.
Yanukóvich, presidente débil y arrinconado por el fallido “proyecto Ucrania”, con sus intentos de solucionar el conflicto por la vía pacífica le hace el juego a los extremistas y neonazis, ante quienes sus protectores occidentales les plantearon la tarea de tomar el poder en todo el territorio del país.
Cualquier tregua será aprovechada para intensificar la presión política sobre el Gobierno de Kiev y para la toma del poder en las regiones.
En la presente situación se vislumbran dos aspectos positivos.
El Departamento de Estado de EEUU manifiesta su preocupación por la imposibilidad de comunicarse con los jefes de las fuerzas de seguridad ucranianas.
La cólera por la imposibilidad de dirigir a los efectivos de los cuerpos de seguridad se patentiza en cada declaración del Departamento de Estado.
Más aún, los diplomáticos norteamericanos manifiestan su seria preocupación por la remoción de cuadros en los cuerpos de seguridad.
O sea que existe la posibilidad de que las fuerzas de seguridad ucranianas próximamente se pongan al mando de los verdaderos patriotas y no de los traidores de los intereses nacionales.
El segundo aspecto positivo es que en el sureste de Ucrania grupos de resistencia empiezan a actuar activamente.
Los activistas de Járkov, Odesa, Dnepropetrovsk pueden mostrar a los forasteros, partidarios de la pacificación de Ucrania, que ellos también saben hacer uso de la fuerza para defender a la población pacífica, incluida la rusohablantes.
Ucrania se está sumiendo en la vorágine de la guerra civil.
Es imprescindible, a la mayor brevedad, arrancar de las garras de los golpistas aunque sea las regiones del sur y este del país.
Y después se podrá pensar en cómo hacer perder a los norteamericanos la costumbre de patrocinar las revueltas armadas