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La desmoralización de las fuerzas armadas


Por:Gabriel Ortiz

De un tiempo para acá, se ha venido jugando con el término “desmoralización”, para cuestionar cualquier opinión que “toque” a las Fuerzas Armadas. Según los twitter del ubérrimo, todo las golpea. 

Tal vez por ello no hemos visto los agrios pronunciamientos que llenaban las redes, sobre las chuzadas, el auxilio a los protagonistas de los falsos positivos y los negociados dentro del Ejército.

Vivir para ver. El caso Petro y la situación en Venezuela, han servido de campana neumática para ocultar el escándalo que envuelve a algunos de nuestros militares, que soezmente se refieren a la justicia que se ocupa de los falsos positivos, gordamente vistos por el anterior gobierno, que fue el que llevó a muchos a buscar premios y prerrogativas a cambio de viles asesinatos.

Queda sí, un amargo sabor sobre las chuzadas que a la luz pública permiten colegir, salieron de esas “fachadas”, al igual que las coordinadas que, irresponsablemente hizo públicas a través de su twitter, el espíritu burlón.

 Sabrá Dios, cuántas fugas de “información reservada” y violaciones de la privacidad se registran sin que nadie, por temor a la famosa “desmoralización” de las Fuerzas Armadas, denuncie. Por fortuna, nada queda oculto bajo el sol e impedirá que estos sofismas, se utilicen políticamente, en esta época electoral.

La nueva cúpula, entra con pulso firme para moralizar las cosas y dar al ejército la fortaleza necesaria para defender nuestra sociedad y los procesos de paz, reconciliación y posconflicto en que nos encontramos.

Otro caso es el que nos ocupa ahora con Venezuela. Con toda diplomacia y entereza, el Presidente Santos se refirió a ese conflicto. Llamó al diálogo y se ofreció como mediador, para encontrar una salida racional. Su deseo es defender la democracia y la paz de nuestros vecinos, pero infortunadamente opositores y áulicos, le dieron a su propuesta, una lectura idéntica a la de Maduro y sus secuaces. 

Los guerreros de aquí, quieren un enfrentamiento, como el que se trató de armar con el pendenciero temperamento anterior. Ahora estamos todos, casi todos, por la Paz.

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