Hernán Cortés y otros hechos desconocidos sobre el canal de Panamá

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Intolerables planes de intervención militar contra Cataluña



La publicación el pasado 27 de Enero por el diario digital en catalán Nació Digital de un artículo i en el que alerta sobre la preparación de una operación militar para intervenir en Cataluña causa una enorme perplejidad y preocupación entre la sufrida y maltratada ciudadanía.

En el artículo se cita una carta de Amadeo Martínez Inglés, coronel apartado del servicio en 1990, a la que ha tenido acceso ese medio. En su carta, Martínez Inglés da cuenta de una supuesta operación militar, a la que él denomina “Estela”, para terminar por la fuerza con el independentismo catalán.

Citando “fuentes castrenses de toda solvencia”, la carta detalla objetivos, unidades que intervendrían y hasta fecha límite para su ejecución, en el caso de que el independentismo catalán no hubiera dado marcha atrás en sus propuestas de separarse de España y siguieran con su idea de celebrar un referéndum a primeros de Noviembre. Unidades de paracaidistas y de la Legión ocuparían todos los centros de poder y mediáticos de Barcelona y de las capitales de las provincias catalanas, suspendiendo el Estatuto de Autonomía y decretando el estado de excepción. La operación sería inmediatamente avalada por el Congreso de los Diputados, que designaría un gobierno títere para Cataluña en tanto se recuperase la “normalidad democrática”.

El planeamiento de la operación habría sido impulsada por los sectores más reaccionarios de la cúpula militar, que desde hace un tiempo vienen enviando mensajes al presidente del Gobierno para recordarle el papel de las Fuerzas Armadas en la defensa de la unidad de la patria que fija la Constitución. Además, sería visto con simpatía por la monarquía, buena parte de la burguesía catalana y el ala más conservadora y nacionalista españolista del Partido Popular.

El colectivo militar Anemoi quiere recordar que el derecho a decidir sobre su organización política ha sido pacífica y democráticamente reclamado por una parte muy considerable de la población catalana, incluyendo una cadena humana en la que participaron 700.000 personas. Guste o no guste, es un hecho que una parte muy importante del pueblo catalán desea plantear su relación con España de otra manera. Las reiteradas muestras de desdén hacia estos sentimientos por parte de los gobernantes y del ultranacionalista partido que lo sustenta, así como sus políticas de corte recentralizador y cada vez más reaccionario en lo social no han hecho más que alimentar el deseo de los catalanes de alejarse de una vez de tan siniestro panorama.

Es imperativo afrontar un nuevo marco de convivencia entre Cataluña y el resto del Estado. Pero las demandas democráticamente expresadas han de ser democráticamente respondidas. Cualquier salida ha de pasar por una negociación. Pretender que las apelaciones al Tribunal Constitucional primero y ahora el respaldo último de las Fuerzas Armadas, pueden solucionar el problema, revela la verdadera naturaleza antidemocrática de nuestros gobernantes. Pero además, es suicida.

El Partido Popular, que no ha sabido o querido depurar sus más rancias esencias autoritarias en su seno y que ve con creciente preocupación que sus votantes le vuelven la espalda, encuentra ahora en la cuestión catalana una oportunidad para cohesionar a su electorado alrededor de una de sus seculares ideas-fuerza: la sacrosanta unidad de la patria. Y lo hace, a la manera de Rajoy, dejándose arrastrar por los más radicales de entre los suyos.

El Colectivo Anemoi ha sostenido siempre que las Fuerzas Armadas españolas, bajo el mando del Rey y con la complicidad del actual Gobierno, podrían buscar los procedimientos "legales", aunque de ninguna manera legítimos, para realizar una intervención en Cataluña en apoyo a resoluciones institucionales "legales", aunque también manifiesta y escandalosamente ilegítimas. La Constitución de 1978, redactada bajo presión militar, otorgó a las Fuerzas Armadas un papel y un protagonismo que de ninguna manera le corresponden.

De manera que el Gobierno del Sr. Rajoy tendrá que desautorizar con rotundidad la más mínima invocación a la posibilidad de una intervención militar en Cataluña, en tanto no se den las condiciones políticas, jurídicas y morales de real enfrentamiento armado que lo justifique. De confirmarse la existencia de los planes aquí denunciados, tendrá que explicar hasta dónde llega su personal intervención, y en el caso de que se haya hecho a sus espaldas, tomar rigurosas medidas de depuración en la cúpula militar. El Gobierno ha de mandar un mensaje muy claro de que no tolerará el más mínimo movimiento militar en una cuestión que es meramente política y que debe ser resuelta a través de la negociación y el diálogo.

Seguramente, el Sr. Rajoy piensa que el dejar que “el lobo asome la patita por debajo de la puerta”favorece su plan de dominación ideológica, aún sin necesidad de un recurso último a la fuerza.

 Pero hay que recordarle que, como la historia ha demostrado, este tipo de chantaje se volverá en su contra si no es capaz de atajarlo a tiempo: siempre hay en la reserva siniestros personajes más lanzados que él, dispuestos a desbancarle por blando. Su inhibición en este caso abriría las puertas al desencadenamiento de un golpe de estado antihistórico y que, lejos de solucionar problema alguno, solo conseguiría llevar al extremo el sufrimiento de nuestro pueblo.

Colectivo militar Anemoi, “todos los vientos”
Vientos del pueblo me llevan,
vientos del pueblo me arrastran,
me esparcen el corazón
y me aventan la garganta.
Miguel Hernández, “Vientos del pueblo me llevan”

Nota:


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