por Mo'ámmer al-Muháyir.
En el nombre de Dios, El Clemente, El Misericordioso.
Ante todo, quiero pedirles disculpas a mis lectores.
Tengo este artículo escrito hace mucho tiempo, aproximadamente desde el 2007, y soy consciente de que la temática que trata es desde hace muchos años de una necesidad imperiosa para todos nosotros.
Afortunadamente hoy en día hay muchos artículos similares sobre este tópico, probablemente mejores y más completos que éste, así que lo publico como un aporte tardío, aunque todavía necesario.
A menudo he reflexionado en mis escritos sobre la incidencia fundamental que tienen las palabras sobre el desarrollo del pensamiento y nuestra comprensión de la realidad.
La mente resume la experiencia vivida mediante el recuerdo y la reflexión, y las palabras, al expresar la mente y darle forma tangible, nos ayudan a su vez a pensar, proveyéndonos la retroalimentación necesaria e imprescindible para comprender la realidad que nos rodea.
Una mera confusión semántica o terminológica puede acarrear prejuicios morales o sesgos cognitivos, y por consiguiente una apreciación errada de la realidad que termina traduciéndose en la más evidente confusión, cuando no en una actitud de odio irracional.
De más está aclarar entonces que este es a la vez, un artículo sobre un importante tópico lingüístico, y a la vez político.
O mejor dicho, es una exposición lingüística del significado de los términos basada en su etimología, de la cual puede extraerse, sin temor a equivocarnos, una importantísima conclusión política.
Y qué mejor enfoque que el racional y científico a la hora de abordar y comprender temáticas políticas.
He sostenido siempre que la verdad no está sometida a votación popular porque la única verdad es la realidad; que el conocimiento de la realidad es el dominio de quien la investiga, y que la única opinión política válida y objetiva es la síntesis o conclusión de un análisis histórico, completa y radicalmente libre de nacionalismos o prejuicios raciales, como de cualquier defensa irracional e incondicional por lo propio.
Para hablar entonces con justicia de los judíos y evitar el racismo y los prejuicios, hay que asimilar la diferencia entre estas cinco definiciones lingüísticas fundamentales:
1 - Judío: (Del latín Iudaeus, y éste del hebreo yĕhūdī). Adjetivo.
El judío o judía es la persona que practica la religión conocida como Judaísmo.
El Judaísmo es una religión que tuvo su origen con la revelación divina de la Toráh sobre el monte Sinaí a un grupo de tribus hebreas. Judío es quien profesa esta religión sin importar de qué raza sea.
El compromiso único y fundamental del judío es sólo con Dios, y ese pacto entre el judío y Dios está contenido en la Toráh o Pentateuco. Según la Toráh y otras escrituras sagradas del Judaísmo, los judíos fueron exiliados de Palestina (antes Canaán) hace más de mil años por voluntad divina, en castigo por el abandono de sus deberes religiosos para con Dios.
Los judíos tienen desde entonces mortalmente prohibído acercarse a la zona del Monte del Templo, donde antiguamente estaba el Sanedrín o Templo en el tiempo de los Macabeos, y tanto la Toráh como el Talmud prohíben al pueblo judío formar un Estado o un país propio o forzar el fin del exilio.
Ellos creen que su exilio terminará pacíficamente con la venida del Mesías (P y B), en una época ideal en que todos los pueblos del mundo se unirán en paz al servicio del Creador.
Éstas son las auténticas creencias históricas del pueblo judío, como bien lo explican las pocas comunidades que lo representan hoy en día a lo largo y ancho del mundo, y quien las niegue, NO ES JUDÍO.
Esto fue explicado y aclarado por algunas de las organizaciones que verdaderamente representan la posición del Judaísmo histórico en el mundo actual, como Satmar Hassidic y Neturei Karta (Ver: www.nkusa.org).
Algunos años después de la composición de este artículo, encontré una aclaración muy interesante hecha sobre este tópico publicada por el Centro Virtual Cervantes de la Lengua Española, que confirma el punto de vista expuesto en este artículo: http://cvc.cervantes.es/alhabla/museo_horrores/museo_044.htm
2 - Israelita: Adjetivo. Término proveniente de la Biblia con el que se ha designado históricamente al pueblo judío.
3 - Hebreo: Del latín Hebraeus, y éste del hebreo ‘ibrī, y éste quizás proveniente del acadio ẖapiru[m], paria, vagabundo, trashumante. Adjetivo. Gentilicio con el que se designa históricamente a un pueblo nómade del desierto oriundo de Oriente Medio.
Los hebreos son una etnia, raza o pueblo, con patrones genéticos y rasgos físicos propios y distintivos del resto de los pueblos.
Se asume generalmente que la mayoría de los hebreos son de religión judía, pero la verdad es que una gran parte no lo son, quizás hoy en día la mayoría. Y así como hoy en día el grueso de los musulmanes no son árabes, de la misma manera muchos judíos no son hebreos, como también muchos hebreos no son judíos sino que son ateos, cristianos, sionistas, comunistas, o musulmanes.
Se puede ser hebreo perfectamente sin ser judío, no practicando el Judaísmo; y se puede naturalmente ser judío sin ser hebreo, convirtiéndose al Judaísmo y siendo de cualquier otra raza, como en el caso de las comunidades negras de judíos en Etiopía.
4 - Sionista: Adjetivo. Es la persona que adhiere al movimiento político del Sionismo, un movimiento nacional socialista hebreo originado por descendientes de judíos europeos (ashkenazíes), que se volcaron al laicismo o apostataron del Judaísmo, cuyo objetivo fundamental tras la caída del Tercer Reich en el siglo XX fue la colonización forzada de Palestina para fundar allí un Estado hebreo, lo cual se llevó a cabo mediante la represión y el asesinato, ya que Palestina nunca estuvo deshabitada.
En sus comienzos este movimiento fue seriamente resistido en el mundo judío y los rabinos ortodoxos lo declararon "un partido o secta hereje, apóstata, y anti-judío". Actualmente lo acusan de racista por profesar una ideología de odio hacia los árabes, y de practicar el genocidio y la limpieza étnica en Palestina.
Los kibuts "socialistas" que tanto se promocionaban en los años '60, '70 y '80 fueron una forma de engañar a la población, proponiendo en sus inicios una convivencia idealista que los palestinos lamentablemente aceptaron de buen grado, pues sintieron que realmente iba a mejorar sus condiciones de vida.
El Sionismo fue racista y supremacista desde sus inicios.
Su plataforma política implica el exterminio o desplazamiento de los no israelíes, sean judíos o no, para lograr la creación del "Gran Israel", que abarcaría parte de Siria y otras naciones limítrofes, como puede advertirse en las declaraciones de sus principales líderes e ideólogos, como Ben Gurión y Golda Meir.
El Sionismo comenzó entonces una fuerte propaganda política entre las comunidades judías del mundo entero, agitando el fantasma del antisemitismo y asegurando que ningún judío está seguro fuera de Israel. Así el movimiento fue ganando adeptos entre los hebreos y algunas comunidades judías, que fueron abandonando paulatinamente los principios del Judaísmo y reemplazando su lealtad a Dios y a su religión histórica por la lealtad política a un Estado.
5 - Israelí: Adjetivo. Ciudadano habitante y leal al Estado de Israel. No debe confundirse con el gentilicio "israelita", que suele utilizarse todavía hoy en día para designar a los judíos.
Conclusión: Una persona puede ser hebrea, sionista e israelí. Se puede ser incluso cristiano, chino, y sionista. Una persona puede ser israelí, cristiana y de origen ario.
Pero jamás puede ser judía y sionista a la vez, porque los fundamentos del Judaísmo y del Sionismo se contradicen unos a otros, como han aclarado las organizaciones judías ortodoxas antes mencionadas, que se han dado a la misión de esclarecer la diferencia fundamental entre Sionismo y Judaísmo: (http://www.nkusa.org/foreign_language/spanish/UASR.cfm).
La idea de que "judío" y "sionista" son sinónimos es una falacia que inventó el movimiento sionista para arriar a las comunidades judías dispersas por el mundo hacia Palestina, invitando al pueblo judío a desconocer la prohibición de Dios y sus sabios, diciéndoles que el Judaísmo no es en realidad una religión sino una cultura y un conjunto de tradiciones, lo cual es absolutamente falso.
Engaño éste que el mundo parece creer a pie juntillas, incluso árabes y musulmanes, llamando judíos a los sionistas y viceversa.
Por ende, a la luz de lo expuesto, Israel no puede ser denominado lingüísticamente como un "Estado Judío".
La mayoría de los hebreos y judíos por lo general tienen muchas dudas sobre todo lo relativo a Israel; algunos están en contra y otros están a favor de su existencia como Estado, pero son pocos los que defienden a Israel sin reservas y justifican sus crímenes.
En el caso de los sionistas, la mayoría de ellos no son ni judíos ni de origen hebreo. Incluso como es sabido las iglesias evangélicas de América Latina son abiertamente sionistas.
Mo'ámmer al-Muháyir.
Nota: el grueso de los verdaderos judíos ortodoxos que he consultado celebraron la aclaración de estas definiciones y sus implicancias políticas. Aún así, es posible que algunos judíos tengan objeciones sobre estas definiciones.
Esto podrá ser debatido en el panel de mensajes, pero básicamente, estas definiciones son lingüísticamente correctas, tal como podrían figurar en un diccionario cuyo propósito sea aclarar las diferencias entre estas terminologías.
Para más información, les recomiendo ver el video de mi Disertación sobre los Antecedentes Históricos de la Creación del Estado de Israel: