México. Después de casi 14 meses de luchar contra las lesiones que le produjo en el cráneo un proyectil de la policía, Juan Francisco Kuykendall, actor, promotor cultural y zapatista de corazón, murió.
El 25 de enero de 2014, su cuerpo no resistió más las complicaciones que padeció desde el 1 de diciembre de 2012, cuando un operativo policiaco –comandado por el gobierno federal y auxiliado por el capitalino- comenzó a arrancarle la vida, cuando él se dirigía a protestar de manera pacífica contra la toma de posesión de Enrique Peña Nieto.
La Red contra la Represión y por la Solidaridad acusó que la muerte del artista fue provocada por la impunidad policiaca, y denunció que los responsables siguen libres, “delinquiendo seguramente contra más luchadores sociales”.
Eva Palma, compañera sentimental de Kuy, así como el bufete jurídico Tierra y Libertad –encabezado por la abogada Bárbara Zamora- llevan el caso legal por la agresión. La denuncia interpuesta es contra Miguel Ángel Osorio Chong, secretario de Gobernación; Manuel Mondragón y Kalb, Comisionado Nacional de Seguridad; y contra los policías federales que resulten responsables de haber disparado las armas de fuego en contra de Juan Francisco, que le ocasionaron la lesión grave en el cráneo.
El testigo que grabó la agresión, Teodulfo Torres, sigue desaparecido, y no ha sido citado a comparecer ningún presunto responsable, ya sea material o intelectual.
Eva Palma relató a La Jornada que su estado ya era crítico, por lo que permanecía internado en un hospital del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS): “Ya estaba muy desnutrido, con escaras (costras) muy profundas, y como usaba sonda para orinar y comer, las infecciones lo empezaron a atacar. Apenas el viernes que fui a verlo noté que ya tenía muchas dificultades para respirar”.
“Mi compañero cae en la lucha, pero nos deja su ejemplo, su legado, y lo vamos a reivindicar, como adherentes de la Sexta Declaración de la Selva Lacandona” declaró Palma al diario.
“Los daños que provocó la granada lacrimógena los conocemos. La resistencia de nuestro compañero se sostuvo por más de una año, dolores, fiebres, infecciones, convulsiones, es verdad, pero también sonrisas, apretones de mano y miradas vivaces fueron parte de este último proceso de resistencia de nuestro compañero”, escribió la Red.
Conocido entre sus amigos y compañeros del movimiento zapatista simplemente como Kuy, el activista, actor y dramaturgo deambuló desde el día del atentado entre un hospital y otro. De la Cruz Roja de Polanco lo trasladaron al hospital Siglo XXI, luego a la clínica de traumatología de Magdalena de las Salinas. Posteriormente lo regresaron al Siglo XXI y, súbitamente, “ahí lo dieron de alta”. Finalmente, falleció en el hospital de zona 30 del IMSS.
En un comunicado enviado por el Subcomandante Marcos, vocero y jefe militar del EZLN, se refirió a Juan Francisco Kuykendall de la siguiente manera: “El compa Kuy, de la Sexta, profesor, dramaturgo, director de teatro. Cráneo destrozado el 1 de diciembre del 2012 por un disparo de las “fuerzas del orden”. Planeaba hacer una obra de teatro sobre Enrique Peña Nieto”.
La historia de la agresión
En un comunicado, Eva Palma y su abogada rememoraron los hechos que llevaron a Kuy a su actual situación:
“Durante la toma de posesión de Enrique Peña Nieto, como Presidente Constitucional, se desarrollaron varias protestas ciudadanas, ante las cuales los elementos de la policía federal utilizaron balas de goma, gas lacrimógeno y agua a presión, para disolver las manifestaciones de protesta, lesionando a un número indeterminado de personas que protestaban pacíficamente o que caminaban por las calles donde se encontraban instaladas las vallas metálicas
“… Juan Francisco Kuykendall Leal, el día primero de diciembre de 2012, aproximadamente a las 9:20 de la mañana, iba caminando sobre la avenida Eduardo Molina, pues se dirigía al lugar donde se realizaba una manifestación pacífica en contra de la toma de posesión de Enrique Peña Nieto, manifestación que se estaba realizando a unos 500 metros de distancia.
Al ir caminando hacia dicho lugar, de pronto a la altura de la estatua de Miguel Ramos Arizpe, los policías federales que se encontraban atrás de las vallas metálicas, empezaron a disparar gases lacrimógenos y balas de goma a los transeúntes que se dirigían hacia la manifestación, entre los cuales iba Juan Francisco Kuykendall Leal con otro compañero.
“Los disparos hechos por la policía le causaron una grave lesión en la cabeza, quedando tendido en el suelo inconsciente y ensangrentado, con parte de la masa encefálica expuesta por el impacto de la bala.
“Se ha prohibido en la Unión Europea y en otros países la utilización de las balas de goma para dispersar manifestaciones, toda vez que dichos artefactos son armas mortales, de acuerdo a investigaciones que se han realizado, cuando impactan la parte superior del cuerpo, como en el caso de Juan Francisco”
Kuy, artista
Juan Francisco Kuykendall dedicaba sus días a la más grande de sus pasiones: el teatro. Director, productor y actor de la compañía teatral Mitote, Kuy se esforzaba –a pesar de las grandes dificultades económicas que enfrentaba– por llevar cultura a comunidades marginadas, donde la población tenía pocas o nulas oportunidades de acercarse al arte.
El 1 de diciembre de 2012, la vida de Kuy cambió en un segundo. Al igual que miles de jóvenes, integrantes de diversas organizaciones y gente de la sociedad civil, ese día Juan Francisco salió de su casa para manifestarse pacíficamente frente al Palacio Legislativo de San Lázaro contra la toma de protesta de Enrique Peña Nieto, pero ya no volvió; fue agredido brutal e inesperadamente por las fuerzas policiales que cercaban el recinto es mañana.
Eran cerca de las 9:30 cuando Kuy y Teodulfo Torres, El Tío, su compañero y amigo, llegaron a las inmediaciones del recinto legislativo para participar en el cerco convocado por el movimiento #YoSoy132. Caminaban por la calle Eduardo Molina, cuando de pronto, “algo” impactó contra su cabeza, rompiéndole el cráneo y provocándole exposición de masa encefálica. Inconsciente, fue trasladado casi de inmediato a la Cruz Roja de Polanco, en le fue inducido el estado de coma
Sobre la vida de este hombre comprometido con la difusión cultural, Desinformémonos platicó con Fernanda Kuykendall, su hija, y con Teodulfo Torres, el compañero que se encontraba con él cuando ocurrió el atentado y quien fue desaparecido.
Fue el amor –asegura Fernanda– lo que lo acercó por primera vez al arte, cuando tenía 14 años. Entonces, vivía en su natal Nuevo Laredo, Tamaulipas, su novia asistía a clases de danza y el joven Juan Francisco solía acompañarla. Pronto decidió empezar a tomar clases de teatro, y poco tiempo después consiguió una beca para estudiar Arte Dramático en la Ciudad de México, en la Escuela Nacional de Bellas Artes (ENBA), de donde egresó en 1968.
Apenas había finalizado sus estudios en la ENBA, cuando empezó a dirigir la agrupación teatral Examen 68, que junto con alumnos y actores que se negaron a interrumpir la temporada de Fantoche, de Peter Weiss, tomaron el Foro Isabelino el 21 de enero de 1973. De esa toma surgieron diversos grupos de teatro independiente, como el CLETA y Mitote, la agrupación de arte dramático que Kuy fundó ese mismo año y que dirigió, incansable, hasta el día del atentado.
“A partir de la toma del Foro Isabelino él empezó a hacer teatro independiente y formó la agrupación teatral Mitote, que surgió como una propuesta de teatro para las calles, para poder presentarse no solamente en un foro, en diferentes comunidades. Ése ha sido su trabajo principal: llevar teatro con diferentes temas sociales como ecología, discriminación y política a las comunidades”, explica su hija Fernanda desde la parte trasera de una camioneta estacionada frente a la puerta de Urgencias de la Cruz Roja de Polanco.
El día que su vida cambió para siempre “mi papá se dirigía a San Lázaro; su intención era acudir a la marcha que se había convocado, pero no llegó a la concentración. Bajó del Metrobús, iba caminando por la calle de Eduardo Molina, y recibió un impacto –no sabemos exactamente de qué–, en la parte derecha de la cabeza”.
Teodulfo Torres, El Tío, conoció a Juan Francisco Kuykendall en el 2005, “cuando surgió el llamado de la Sexta Declaración de la Selva Lacandona. Allí nos coincidimos personas de muchos colectivos que simpatizábamos con el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), y con el tiempo comenzamos a trabajar juntos en teatro. Kuy trabajaba haciendo teatro, difundiendo el mensaje de los zapatistas.
“Ese día (el 1 de diciembre) los dos íbamos a la manifestación pacífica en contra de la imposición de Enrique Peña Nieto. Eran como las 9:30 de la mañana y caminábamos por Eduardo Molina, cuando de repente los policías empezaron a aventar bombas de gas.
Yo saqué la cámara y grabé un poco, y la idea era retirarnos de ahí, pues Kuy estaba enfermo de un ojo –tenía una infección y la doctora que lo atendía le pidió que se lo cubriera–, pero en eso, quién sabe qué le pegó.
Yo seguía grabando cuando vi de pronto que estaba tirado en el piso y ya lo único que hice fue dejar de grabar y tratar de auxiliarlo. Varios chavos que estaban alrededor corrieron a donde estábamos nosotros, pero los policías los repelieron con gas para que no se acercaran.
Pero hubo una chavo corrió un montón y sí alcanzó a llegar a donde estábamos, y entre los dos lo cargamos y lo llevamos más adelante hasta la ambulancia”, relató El Tío, desde la camioneta en donde familiares y amigos pasan los días en espera de los partes médicos del personal de la Cruz Roja.
Juan Francisco trabajó para Socicultur, llevando teatro a escuelas, y para diferentes delegaciones, presentando pastorelas y obras sobre el día de muertos y el día de las madres.
Fundó también la feria del hongo en Cuajimalpa, una zona en donde abunda la producción de esta especie y se le considera un fruto y una planta mágica. “Mi papá creía que era muy importante hacerle un homenaje al hongo y fundó una feria en la que se venden sus productos derivados, y también hay performances, como ceremonias. Su objetivo era rescatar la raíz de lo que significa el hongo en México”, explica Fernanda.
Kuy –afirman sus familiares y amigos– se caracterizó por su solidaridad con otras luchas. “Una de las cosas importantes que hizo fue apoyar la huelga de Pascual Boing, a través del teatro. Cuando los trabajadores de esta empresa estaban en huelga, mi papá los apoyaba presentando obras de teatro. Como agradecimiento, Pascual le patrocinó después la producción de una obra infantil que se llamó El último dodo, que trata sobre el primer animal que se extinguió por la mano del hombre, y que se presentó en diferentes lugares, como la Sala Chopin, el teatro Hidalgo, y en diferentes zonas de Ecatepec y Ciudad Nezahualcóyotl.
La principal preocupación de mi padre era llevar la cultura a esas comunidades marginadas en donde no tienen acceso a la cultura, ésa era su lucha”, insiste Fernanda Kuykendall.
Teodulfo Torres coincidió: “Es una persona muy solidaria, comparte todo lo que sabe. A nosotros que no sabíamos nada de teatro nos contrató para trabajar en sus pastorelas. ‘No se preocupen’, nos dijo, y en una semana ya estábamos actuando, él sabe compartir sus conocimientos, nos enseñó a ser disciplinados”.
En la agrupación teatral Mitote siempre tuvo un taller abierto para toda la gente que quisiera integrarse al teatro. La compañía está conformada por actores profesionales, como Eva Palma, compañera de Kuy, y por personas que no sabían de actuación y poco a poco se fueron integrando al grupo. “Trabajaban con muy pocos recursos, siempre tenían problemas de dinero porque tardaban en pagarles, ha sido una batalla continua la de poder sacar recursos y continuar con el teatro, pero para mi papá ésa era su vida”.
“Fueron muchas luchas en las que participamos juntos”, recordó El Tío, “él siempre haciendo teatro o cantando con Eva. Muchas veces entró a presentar pastorelas en el penal de Santiaguito o en el Molino de las Flores, donde estaban presos los compañeros de Atenco, y también se presentó afuera de los penales para que no fuera tan dura la espera a visita de los familiares. Se presentó varias veces en el plantón que mantenían los vecinos de la delegación Magdalena Contreras en contra de la Supervía Poniente”.
“Lo que le hicieron a Kuy es una injusticia, y también lo que le hicieron a todos los muchachos que se llevaron presos ese día. Se supone que estamos en país democrático donde las manifestaciones pacíficas no deberían de ser reprimidas.
Y, por ejemplo, si hay un presidente y tú no simpatizas con sus ideas, deberías de poder decírselo libremente. Todo esto es muy injusto. Hay videos y testimonios que demuestran que ni Kuy ni ellos estaban haciendo nada”, finalizó Teodulfo Torres, de quien tampoco se tienen pistas sobre su paradero.
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