Pablo Gonzalez

Benedicto XVI miente al no aceptar encubrimiento a sacerdotes pederastas


Vaticano (Roma), Italia. Tiempo atrás, dos científicos británicos, Richard Dawkins y Christopher Hitchens, fueron noticia mundial debido a su campaña por la captura y detención del entonces papa Benedicto XVI por los escándalos de pederastia en el clero. 
 
Era acusado de complicidad y silencio ante los múltiples casos de violación de niños por un considerable número de sacerdotes católicos a nivel mundial.

Por informaciones de su abogado, Mark Stephens, “todo indicaba a que el papa dio prioridad a la reputación de la Iglesia por delante del bienestar de los niños” y, por ello, podía ser acusado de crímenes contra la humanidad. 
 
Manifestó al respecto el letrado, que acudiría a la Corte PenalInternacional “para solicitar que emita orden de arresto contra el Sumo Pontífice”, ya que debe ser castigado por su omisión y en base a que no posee inmunidad como Jefe de Estado, puesto que el Vaticano fue declarado ilegalmente como Estado por el dictador fascista Benito Mussolini y en consecuencia el papa no es ni puede hacer uso de las prerrogativas de un Jefe de Estado.

El asunto tiene ya una comprometedora trayectoria informática. En el 2013, el acreditado periódico londinense The Observer acusó en sus páginas a la Iglesia católica y al Vaticano de ordenar a los obispos, a nivel mundial, guardar silencio y mantener en secreto los casos de abuso sexual a menores mediante el documento oficial conocido por su nombre en latín como Crimen Sollicitationis.

El citado documento, emitido por el papa Benedicto XVI, permaneció por cuarenta años resguardado en secreto y clasificado como “Extremadamente Confidencial” en los archivos secretos de la Santa Sede. Daniel Shea, abogado norteamericano y ex seminarista fue quien lo desveló y dio a conocer al público estadounidense.

Fue escrito y redactado en 1962 por la Congregación para la Doctrina de la Fe –conocida antiguamente como el Santo Oficio y de la cual Joseph Ratzinger, conocido como Benedicto XVI, fue su director espiritual durante dos décadas- y contiene una serie de instrucciones para los vicarios de Cristo sobre cómo manejar los casos de pedofilia y de “el peor crimen”, aquellos en que los clérigos se hallen envueltos en relaciones sexuales con animales, personas adultas o niños.

Así mismo, da instrucciones sobre el manejo de las confesiones para obtener favores sexuales de los fieles. El documento, Crimen Sollicitationis, “llama a manejar en secreto dichos casos y el secreto se extiende al mismo documento”. La violación del secreto conlleva la excomunión, la que sólo puede ser retirada por el mismo papa. Ello explica la negación de su existencia por parte de algunos obispos.

A modo de paréntesis, da cuenta la noticia de que el diario alemán Suddeutsche Zeitung, informó, años atrás, que el entonces arzobispo Joseph Ratzinger recibió en su jurisdicción eclesiástica en el año 1980, a un sacerdote denunciado por abusos sexuales a menores. El religioso, encubierto con el seudónimo de “abad H”, fue reasignado, poco tiempo después, a una parroquia donde cometió nuevos crímenes de pederastia hasta que en 1986 un tribunal de la Alta Baviera lo condeno a 18 meses de cárcel y a una multa económica.

Volviendo al tema, la opinión pública mundial se mostró indignada por la aparición del citado documento, Crimen Sollicitationis, que revelaba la intención de la Iglesia católica de mantener en secreto los abusos de cientos de sacerdotes en múltiples y diferentes jurisdicciones eclesiásticas del orbe.

Cita la nota, que en su artículo “Semana Santa” publicado en el diario El País de España, el periodista y pensador Joseph Ramoneda escribe: “la reacción del papa –pidiendo comprensión con los pederastas y alentando a la Iglesia contra las murmuraciones- confirma que el único criterio que guía la política del Vaticano es la razón de Estado y que puede, incluso, negar lo evidente y amparar a los criminales…”.

De otro lado, y a modo de referencia, informa la noticia que generó sarcasmo entre los mismos católicos las afirmaciones del obispo de Tenerife, Bernardo Álvares: “Puede haber menores que sí lo consientan -refiriéndose a los abusos- y, de hecho, los hay. Hay adolescentes de 13 años que son menores y están perfectamente de acuerdo y, además, deseándolo. Incluso si te descuidas te provocan”.

De igual forma, las declaraciones del obispo de Cancún, Chetumal, Pedro Elizondo: “Los curas pederastas merecen perdón porque no sabían lo que hacían (…). 
 
Hasta ahora nos damos cuenta por la ciencia y los estudios de las consecuencias de esos actos, que pueden afectar y dañar, pero antes no se sabía”. Y cínicamente añadió: “lo hicieron por ignorancia, a lo mejor no sabían. En tal medida puede aplicárseles el precepto de Jesucristo “perdónalos, porque no saben lo que hacen”.

Agrega el informe las absurdas apreciaciones del obispo mexicano y Secretario general de la Conferencia del Episcopado R. González: “Los casos de pederastia humanizan a los sacerdotes y los acerca más a la feligresía”.

Al respecto, y a la letra, comenta muy acertadamente la nota: Tal desfachatez y cinismo únicamente la demostraron los altos mandos nazis cuando los tribunales juzgaban su conducta genocida contra el pueblo judío, pues no entendían la naturaleza de su delito: “no era contravención proteger los intereses del Estado”.

Adiciona otro informe el dossier: Aiden Doyle, una de las víctimas de violación, quien después de cuarenta años decidió contar públicamente el abuso del que fue víctima por un sacerdote, expresó:“Sencillamente me dijeron que nunca hablara de ello. ¡Se acabó! ¡Lo superarás! Irá desvaneciéndose con el tiempo. ¡Lo olvidarás! No tienes de qué preocuparte. Todo se centra en el perdón, perdonar al que te ha ofendido y que él me perdone a mí. En ningún momento me dieron su comprensión, no me dieron ningún consuelo… No sabía lo que significaba, sólo que no debía volver a hablar de ello…”.

Se finaliza esta crónica con el comentario que emite la misma: Si el papa y la Iglesia son hallados culpables, pues que los condenen y los sentencien, ya bastantes crímenes se le han perdonado a lo largo de la historia. La Inquisición, el Santo Oficio y la Congregación para la Doctrina de la Fe son horrores imperdonables de la historia universal.

Y ya como personal epílogo, se añade: La solución a toda esta infamia tiene un nombre, un nombre que es sobre todo nombre: ¡Jesucristo Hombre!

Fuente:http://www.soyperiodista.com/cronicasemigrantes/nota-22771-a-proposito-de-pederastia-la-iglesia-catolica

Editorial Para Protegeatushijos.org

lima-peru@protegeatushijos.org

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