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El terror que vivimos durante dos horas es la trágica cotidianidad de este pueblo

Giorgio Trucchi
LINyM

Matones armados secuestran y amenazan a observadores internacionales de derechos humanos, en medio de una lucha de resistencia comunitaria contra proyecto de explotación minera

Orlane y Daniel, de nacionalidad francesa y suiza respectivamente, son observadores internacionales del Proyecto de acompañamiento en Honduras (Proah)¹.

El miércoles pasado, se desplazaron hacia la comunidad de La Nueva Esperanza, departamento de Atlántida, para cumplir con su misión de observadores de derechos humanos, en medio de un grave conflicto que se ha originado a raíz de la implementación de un nuevo proyecto de explotación minera².

Aún no habían pasado ni 24 horas desde su llegada, que los dos observadores fueron rodeados por matones armados al servicio del empresario minero. Fueron amenazados, escoltados y montados en un vehículo que los fue a dejar en otra comunidad.

“Estaban nerviosos, con los ojos rojos, apuntándonos con sus fusiles, diciéndonos que nada teníamos que hacer ahí, y preguntándonos si éramos comunistas. Pensé que en cualquier momento nos iban a disparar”, contó Orlane Vidal a la LINyM.

Para ella, lo más preocupante en esta Honduras secuestrada y aterrorizada es que, el horror que les tocó vivir a ellos por más de dos horas, representa la trágica cotidianidad que viven miles y miles de personas, que en este país defienden sus tierras y recursos naturales de las garras sedientas de unos pocos empresarios.

LINyM: ¿Qué ocurrió exactamente el día de ayer, 25 de julio?

Orlane Vidal: Llegamos a la Nueva Esperanza el miércoles por la tarde y pasamos la noche en casa de una señora que se llama Concepción, quien vive como a media hora de camino de la comunidad. Ella acababa de denunciar el acoso y las constantes amenazas de parte de la empresa minera para convencerla a vender su terreno.

La mañana siguiente, la señora salió temprano y regresó como a las 8.30, advirtiéndonos que había hombres armados en la comunidad y que posiblemente eran guardias de seguridad de la empresa Minerales Victoria. Tratamos de tranquilizarla diciéndole que íbamos a hablar con ellos para ver qué querían.

Media hora después llegaron 10 hombres armados con rifles y con el rostro bastante alterado, ojos rojos, como drogados, acompañados por unos 12 o 13 trabajadores de la empresa minera con sus machetes, y rodearon la casa.

Daniel y yo salimos, y los hombres nos apuntaron con los fusiles y comenzaron a decirnos que nada teníamos que hacer ahí, que estábamos obstaculizando el trabajo en la mina. Nos preguntaron varias veces pórque tratábamos de ocultarnos y si éramos comunistas.

Les explicamos nuestra función de observadores en Honduras y en la comunidad Nueva Esperanza, pero los hombres se ponían cada vez más nerviosos, hasta que de repente se escucharon unas ráfagas, y ellos cargaron sus fusiles, siempre apuntándonos.

LINyM: ¿Qué pasó después?

OV: De repente aparecieron otros trabajadores de la empresa quienes, aparentemente, andaban persiguiendo al esposo de la señora Concepción, quien llegó corriendo, asustado, hasta donde estábamos nosotros. En este momento nos dimos cuenta que ya la casa estaba rodeada por más de 40 hombres armados con fusiles y machetes.

Pasamos casi una hora tratando de calmar la situación, sin embargo los supuestos guardias de seguridad se pusieron aún más nerviosos y se acercaron más, diciéndonos que debíamos dejar el lugar y que nos fuéramos con ellos. En este momento tuve miedo por lo que nos podía pasar.

Finalmente, recogimos nuestras cosas y nos hicieron caminar una media hora en un camino de tierra, hasta llegar donde nos estaba esperando un vehículo. Los trabajadores trataron de ser amables con nosotros, mientras que los guardias seguían apuntándonos con sus armas.

LINyM: ¿Quiénes estaban en el vehículo?

OV: Era un vehículo de la empresa. Adentro estaba una persona, que podía ser un ingeniero de la misma empresa, y también se montó Wilfredo Funes, un miembro de la comunidad que siempre ha apoyado el proyecto minero. En la parte de atrás se montaron varios hombres armados.

Arrancaron el vehículo y comenzaron a decirnos que no regresáramos a la comunidad porque nos podía pasar algo malo. Tratamos de hablar con ellos y les preguntamos quién había enviado a estos hombres armados. Ellos, de manera indirecta, nos hicieron entender que fue el empresario Lenir Pérez.

Cuando aún estábamos en la casa hasta llegó una llamada y Wilfredo Funes nos dijo: “El mero jefe quiere hablar con ustedes”. Cuando le contestamos: “¿Quién? ¿Lenir Pérez?” y se dieron cuenta que ya lo conocíamos, la persona colgó.

Finalmente nos fueron a dejar en la comunidad Nueva Florida y ahí, con el apoyo del Cofadeh y del Proah, logramos regresar hasta Tegucigalpa.

LINyN: ¿En algún momento pensaste que tu vida estaba en peligro?

OV: Los hombres armados estaban fuera de control y muy alterados, nerviosos, como si no les importara nada de lo que estaba pasando, ni de nuestras vidas. Después escuchamos las ráfagas. En este momento pensé que nos iban a disparar y que podía haber una matanza en la comunidad.

Sin embargo, lo que más me preocupa es lo que está viviendo la gente de la comunidad. Para nosotros fueron dos horas de terror, pero para la gente de allá es algo que no termina nunca, es su cotidianidad.

En este sentido, hay que aprovechar lo que ha pasado para denunciar nacional e internacionalmente lo que se está viviendo en esta zona. Tengo adentro una gran rabia y esto nos va a dar la fuerza para seguir haciendo nuestro trabajo.

Notas

1 El Proyecto de acompañamiento en Honduras, Proah, es un proyecto de la organización estadounidense Oficina de Amistad de las Américas (Friendship Office of the Americas), que inició inmediatamente después del golpe de Estado de 2009. Está integrado por observadores internacionales quienes brindan un acompañamiento físico a defensores y defensoras de derechos humanos, incluyendo a personas u organizaciones de los movimientos sociales y comunitarios.

2 Minerales Victoria, la empresa de Lenir Pérez, yerno del terrateniente Miguel Facussé, quien opera a través de su compañía Alutech, que forma parte de Inversiones EMCO, obtuvo una concesión de 1000 hectáreas. El terreno concesionado incluye 16 comunidades que, por ser su economía basada en la ganadería, perderían su fuente de sustento a través del agotamiento o de la contaminación de las quebradas y de los manantiales. Por eso, están firmes en manifestar su oposición al ingreso de la empresa en su territorio, lo cual ha generado amenazas y presiones para que vendan sus parcelas (más informaciones aquí)

Fuente: LINyM

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