AL IGUAL QUE LA CGT ARGENTINA, LA COB LANZA A SUS DIRIGENTES TROSKISTAS CONTRA EL ÚNICO GOBIERNO DE PROGRESO QUE HA HABIDO NUNCA EN BOLIVIA |
En general, la Central Obrera Boliviana siempre estuvo confundida de los procesos sociales y políticos en Bolivia, resultado de que sus dirigentes eran mandarines de distintos partidos políticos.
(Por Max Murillo Mendoza)
Utilizaban a la COB en sus distintos intereses y lecturas político partidarias.
Esas faltas de claridad y de lectura de la realidad llevaron a esa institución a la debacle en la que se encuentra.
Sin rumbo posible y sin claridad política, echa golpes de tuerto intentando achuntarle al azar.
A pesar de los temas externos a esta institución, que influyeron considerablemente en su declive: dictaduras, baja de la cotización de los minerales, relocalización y 21060.
Pues el signo de esa decadencia coincide con la decadencia del MNR, partido emblemático de la revolución del 52, y la COB era hija legítima de esa revolución.
Ambas instituciones mueren con sus procesos en decadencia.
Ciclos cerrados y en cierto sentido superados por nuevos acontecimientos políticos e históricos en Bolivia.
En estos tiempos de procesos sociales en avanzada, no sólo en Bolivia, sino en muchos lugares del mundo, la COB representa a la tradición de la izquierda clásica y costumbrista (incluso machista y falocrática), racista y definitivamente anti indígena como característica básica en forma y manera de funcionar.
Ya pasaron los mandarines más inteligentes y clásicos, también los más antirrevolucionarios: Lechín, Filemón Escobar, etc.
POR LA C.O.B. HAN PASADO ANTIRREVOLUCIONARIOS COMO FILEMÓN ESCOBAR |
Hoy quedan aquellos que no pudieron brillar en momentos de oro.
Los ayudantes y aprendices de aquellos; pero mediocres y sin ideas para seguir el proceso, sino con articulaciones absolutamente coyunturales y filo troskistas: sólo ellos tienen la razón, los demás no están a la altura de los acontecimientos.
Los ayudantes y aprendices de aquellos; pero mediocres y sin ideas para seguir el proceso, sino con articulaciones absolutamente coyunturales y filo troskistas: sólo ellos tienen la razón, los demás no están a la altura de los acontecimientos.
Es decir los indios y campesinos no saben de política.
Razonamiento demasiado clásico de esa izquierda tradicional y costumbrista boliviana.
Las razones económicas pueden ser legítimas; no el sentido político e ideológico que coincide con la derecha más recalcitrante y separatista de Bolivia.
Y es definitivamente una pena que la COB coincida con quiénes dicen en sus documentos políticos enemigos de clase: burguesía y oligarquía.
En las decadencias todo es posible, incluso la unión de los imposibles.
Las coordenadas sólo obreristas se han roto hace mucho tiempo en Bolivia.
Nuestras realidades son mucho más complejas y al mismo tiempo más creativas, en los campos teóricos sociales.
Si bien el proletariado boliviano se ha ensanchado más, e incluso cuantitativamente crecido, no así sus complementos teóricos.
No así sus teóricos y fundacionales pensantes.
Eso demuestra la copia, la calca, la lectura acrítica de dichos “pensantes” de nuestras realidades obreras.
Siguen nomás con sus lecturas y biblias de otras realidades.
Sus lentes y visiones teóricas no responden a las nuestras.
Quizás no fácil decir; pero denota una cierta seguridad cuando uno busca información al respecto.
El enorme aporte del marxismo y sus instrumentos de análisis, no han sido aprovechados científicamente por los pensantes obreristas.
Sino buscaban sólo trasplantar modelos, como si de recetas se tratara, a realidades más complejas como la boliviana.
Y más desafiantes desde los puntos de vista intelectuales y científicos.
Hoy mismo no contamos con intelectuales del proceso de cambio.
No contamos con esas luces teóricas y metodológicas, pistas y coraje sí. Sospechas sí; pero todavía no elementos de juicio contundentes y eficaces. Estamos esperando.
La COB tiene que despojarse de esos postulados clásicos; pero fracasados y superados por los acontecimientos sociales.
La COB tiene que realizar un harakiri espiritual e institucional, si quiere seguir siendo el motor de los proletarios y obreros de ciudad.
Lo contrario, es decir lo que siguen repitiendo les llevará a su defunción y crisis terminal.
Quizás ya sea hora de generar otras centrales obreras, que respondan a las reales necesidades actuales.
Y que sean además articuladoras de los procesos sociales de cambio actuales.
Eso dependerá sólo de los proletarios más conscientes.
Hoy me queda la nostalgia del poderoso proletariado minero y fabril.
Sin embargo todo se ha modificado, y demasiadas cosas han cambiado.
Las recetas políticas no existen.
Por: Max Murillo Mendoza