Pablo Gonzalez

Catedral Argentina, cerraba las puertas a las madres que imploraban justicia por desaparición de sus hijos


La Iglesia argentina dio la espalda a la mayoría de los crímenes de la dictadura

Argentina.Las aguas del río de la Plata bajaban manchadas con la sangre de los secuestrados que arrojaban desde los aviones militares y la mayoría de los jerarcas de la Iglesia católica argentina parecían dormidos.
 
 El sueño se prolongó desde 1976 hasta 1983, los años de la dictadura.
 
 Luis Zamora, un abogado que para entonces tenía 28 años y que se unía a las protestas de las madres dijo:
 
 “Cuando corríamos delante de la policía, hacia la catedral que está en la plaza de mayo, y nos estábamos acercando cerraron la puerta. 
 
Eran las madres de los desaparecidos y les cerraron las puertas. 
 
Aquello me pareció un símbolo muy directo de la complicidad entre la Iglesia y la dictadura”.

En una reunión de más de 60 obispos “Todos convinieron en que en sus obispados había secuestros, desapariciones, despidos por actividades gremiales, sin embargo optaron por no pronunciarse públicamente y afrontar el problema con gestiones reservadas, lo que significó aprobar públicamente la dictadura. 
 
En todos los actos públicos, en las fiestas patrias… siempre había un obispo o un cardenal al lado de los dictadores. 
 
La Iglesia católica bendijo el golpe”.

Luis Zamora cuenta que acudió en 1979 junto a otros abogados a las oficinas en Buenos Aires del nuncio apostólico Pio Laghi.
 
 “Llevábamos muchos informes de gente que había desaparecido en esos tres años de dictadura. 
 
Y el nuncio no nos atendió. Su secretario nos dijo:
 
 ‘Está muy bien la información que traen, pero ya la tenemos’. 
 
Nos fuimos diciendo ‘¡Qué ingenuos somos!’.
 
 ¿Cómo podíamos pensar que la Iglesia no sabía todo esto desde el comienzo?”. 
 
La iglesia conformó un episcopado cómplice o silencioso, callado y temeroso.
 
 No hicieron denuncias claras, no levantaron la voz, no se atrevieron a excomulgar —por ejemplo— a los torturadores. Bergoglio no fue Victorio Bonamín, pero tampoco fue Jorge Novak.

En ninguno de los innumerables crímenes del catolicismo ha existido ni el más mínimo interés en atender o apoyar las víctimas. 
 
Son los verdaderos autores intelectuales y materiales de los más grandes crímenes. 
 
Nunca dan la cara, evaden su responsabilidad y se esconden. 
 
Son unos viles cobardes.

Fuente: http://internacional.elpais.com/internacional/2013/03/23/actualidad/1364057234_327032.html

Editorial Para Protege A Tus Hijos

Milciades Linares

colombia@protegeatushijos.org

Bogotá, Colombia

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