El Gobierno ruso ya no considera oficial la excusa que se refiere a la caída de un objeto incandescente, proveniente del espacio exterior, y lo equipara ya con la posibilidad de signos de decencia en el Vaticano o con el amago de dimisión de un político español.
Dejar de asistir a una comida con una suegra y tres cuñadas porque te ha caído encima un meteorito en llamas ya es prácticamente imposible en toda la zona de los Urales.
Ante la angustia y las constantes manifestaciones de los ciudadanos exigiendo la caída de más objetos estelares sobre sus cabezas, aunque no sean incandescentes, las autoridades rusas han recomendado que se vuelva a utilizar el clásico atasco de toda la vida, aconsejando incluso que se alargue la cola de coches hasta los treinta y cinco kilómetros y se le añada niebla, nieve y otros fenómenos atmosféricos a elegir libremente.
Mientras tanto, Moscú, a través de su embajada en Madrid, ha pedido la ayuda de Carlos Floriano, vicesecretario general del Partido Popular de España, para que asesore al Kremlin en la búsqueda de una nueva excusa oficial, “que si bien no podrá estar a la altura de la del meteorito en llamas, al menos será divertida”, ha dicho Viktor Zubkov, vicepresidente primero del Gobierno ruso.