“Si bien el cristianismo está hoy al borde de la bancarrota espiritual, sigue impregnando aún decisivamente nuestra moral sexual, y las limitaciones formales de nuestra vida erótica siguen siendo básicamente las mismas que en los siglos XV o V, en época de Lutero o San Agustín.
Y eso nos afecta a todos en el mundo occidental, incluso a los no cristianos o a los anticristianos.
Pues lo que algunos pastores nómadas de cabras pensaron hace dos mil quinientos años, sigue determinando los códigos oficiales desde Europa hasta América; subsiste una conexión tangible entre las ideas sobre la sexualidad de los profetas veterotestamentarios o de Pablo y los procesos penales por conducta deshonesta en Roma, París o Nueva York.”
Una breve biografía del autor
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