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Enroque de programas contra la pobreza en Nicaragua

Si decisiones de gobierno pudieran verse como jugadas de ajedrez, el Ejecutivo en Nicaragua optó en las últimas horas por el enroque de programas en difícil partida para derrotar la pobreza estructural.

La orientación del presidente Daniel Ortega fue salir a defender con planes sociales de probada aceptación ciudadana el ejercicio de derechos humanos en salud y educación que deben aminorar asimetrías e incentivar cultura.

Según corroboró la coordinadora del Consejo de Comunicación y Ciudadanía, Rosario Murillo, a partir de ahora conjugarán el acceso a distintos proyectos asistenciales y socio-productivos con la actitud de las familias ante la educación de niños y jóvenes y los cuidados a la salud de sus integrantes.

Se trata de complementar los esfuerzos institucionales y el papel de los ciudadanos en el empeño por eliminar la miseria y sus bases de sustento, "de manera que en Nicaragua se cumpla el deber ciudadano de preocuparnos por crear un futuro mejor para todos", expuso Murillo.

A partir de 2007, con la administración de Ortega, familias en situaciones precarias comenzaron a recibir de manera regular insumos para producir alimentos y créditos en condiciones ventajosas, mientras ampliaron su espectro las ayudas alimentarias a madres, adultos mayores, discapacitados y núcleos en emergencia social crítica.

También cobró auge el otorgamiento de títulos de propiedad a personas pobres, la distribución de materiales para reparar viviendas e inversiones en energía eléctrica, agua potable y saneamiento a fin de beneficiar a zonas históricamente preteridas.

En lo adelante para ser protagonistas de estos programas, los posibles beneficiarios presentarán "el registro del centro de salud que confirme que están llevando a los niños, que están yendo las mujeres embarazadas de ese núcleo familiar a ser atendidas y que llevan al día las vacunas", ilustró Murillo.

También deberán mostrar constancia sobre la matrícula y la asistencia a clases de menores y adolescentes, pues todavía hoy carencias materiales y patrones culturales colocan en segundo plano la instrucción de los infantes ante la necesidad buscar trabajo para subsistir.

"Hay una orientación clara, todos tenemos que complementarnos, trabajar juntos para luchar, para erradicar más rápidamente la pobreza", expuso Murillo.

Cuando se encuentre una familia sin sus registros de salud y educación como corresponde, los jefes o las jefas de los hogares recibirán el acompañamiento necesario para que matriculen a sus niños en las escuelas y asistan a los centros de salud, explicó la también integrante del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN).

"Esto va a marcar la diferencia en Nicaragua, estamos seguros, y es que estamos hablando de hacer realidad nuestro modelo de protagonismo solidario y complementario" a escala social, argumentó.

La pobreza, dijo, "es algo que debemos dejar atrás y para empezar a acelerar el paso en esa dirección, busquemos, cuidémonos, promovamos salud, promovamos alegría", con una naturaleza que recupere paulatinamente su armonía.

Recientes encuestas aplicadas por las firmas CID-Gallup y M&R Consultores confirmaron que en el país existe un clima favorable para convertir en realidad las proyecciones sociales y económicas del Ejecutivo.

De acuerdo con CID-Gallup, el FSLN como partido de gobierno consigue el 56 por ciento de opinión favorable o preferencia de la ciudadanía, mientras M&R señaló que un 97,7 por ciento aprueba la gestión del Frente; es decir, incluso quienes admiten no ser simpatizantes de esa organización política.

Para el 78,6 por ciento de los consultados, agregó el sondeo de M&R, el gobierno del FSLN responde a los intereses y necesidades de la población y entre las gestiones mejor evaluadas figuran los programas sociales, con índices de apoyo superiores a 79 puntos porcentuales.

Si la iniciativa expuesta por el Ejecutivo en las últimas horas no se malogra por el camino de las formalidades y la burocracia, puede resultar un acertado movimiento sobre el tablero en busca del jaque mate a la pobreza. 
María Julia Mayoral (Prensa Latina)

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