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Mentiras piadosas y la cultura del miedo de Arizona


Cuando era niño existía lo que llamábamos mentiras piadosas. Las distinguíamos de las mentiras propiamente dichas. 
 
Se usaban mentiras piadosas cuando no se quería revelar un secreto o dañar los sentimientos de alguien. 
 
Era fácil atrapar a los niños que decían mentiras, no lo hacíamos bien. Sin embargo, mejoramos a medida que llegábamos a la adultez y a menudo creíamos nuestras propias mentiras.

Supongo que nunca crecí: una mentira siguió siendo una mentira. Cuando comencé a escribir comentarios en los años ochenta me causó problemas con muchos de mis amigos políticos.
 
 Me dijeron que lo que decían no eran mentiras sino juicios políticos. La primera regla en política, dijeron, es conseguir que te reelijan.

En los Ángeles, comencé a perder amigos no solo porque decir las cosas tal como las veía, sino porque como escritor e historiador si me atrapaban en una mentira mi autoridad moral sufría y eso dañaba al propósito de escribir.
 
 Primero fue fácil porque me concentré en la denuncia de las injusticias del sistema. Pero a medida que los mexicanos-estadounidenses y latinos se convertían en parte del sistema comencé a criticar a mis amigos.

Los temas que me angustiaban más eran la brutalidad policial, la educación y los políticos latinos que recibían grandes sumas de dinero para la campaña electoral de gente como el abogado de Downtown Real Estate, Richard Riordan, y del urbanizador Eli Broad. 
 
Cuando los criticaba, amigos mutuos decían que estaban haciendo “juicios políticos” y que para tener éxito y seguir siendo protagonistas tenían que hacer ese tipo de compromisos.

No podía vivir con las contradicciones por lo tanto me distancié, reacio a hacer una ruptura total porque había temas en los que tenían razón y beneficiaban a la comunidad.

Fui literalmente absorbido por las controversias en Arizona. Había estado interesado en el abuso de inmigrantes en ese Estado desde los años setenta con el Caso Hanigan, en el cual un ranchero con buenas conexiones y dueño de un Dairy Queen y sus dos hijos torturaron a tres trabajadores mexicanos indocumentados. Me enfureció que el tribunal del Estado no los condenara.

Mi interés llegó al máximo en los años ochenta con el “movimiento santuario” y el juicio de mi amiga y poeta Demetria Martínez por transportar a dos trabajadores salvadoreños indocumentados. Demetria fue absuelta pero la amenazaba una condena de 25 años y eso me preocupaba.

La persecución a los trabajadores indocumentados se aceleró a finales de los años noventa cuando el gobierno cerró los corredores por los que transportaban drogas y latinoamericanos pobres a EE.UU. desde Baja California y puntos del sur. 
 
La táctica era inhumana, obligaban a los inmigrantes a transitar por las “Tierras Malas” del sur de Arizona, que estaban dominadas por rancheros derechistas que daban caza a los trabajadores mexicanos y a sus familias.

A los que no podían atrapar en sus “redadas”, los mataba el ardiente sol. Hasta la fecha más de mil mexicanos y latinoamericanos han muerto en las cálidas arenas del sur de Arizona, mil más de los que murieron tratando de atravesar el Muro de Berlín.

La ley SB 1070 fue aprobada en 2010. Produjo una reacción inmediata dentro y fuera de Arizona. Se llamó a un boicot, que se disipó rápidamente. Por un cierto tiempo, sindicatos y gente progresista fuera de Arizona realizaron mítines en Phoenix. Sin embargo, la campaña antirracista de Arizona fue rápidamente eclipsada a medida que las luchas en Wisconsin y Ohio pasaban al primer plano.
 
 Debido a que no quería ofender a los donantes locales, el Partido Demócrata giró hacia el lado contrario y permitió que la coalición de los Blue Dogs [grupo de parlamentarios que se califican de moderados, N. del T.] y otros hicieran sus componendas ya que los juicios políticos dictaban sus decisiones.

Unos pocos escritores progresistas sacaron a la luz las motivaciones tras SB 1070 por la cual muchos se atribuyen el mérito. 
 
El fiscal general de Kansas, Kris Kobach, quien considera su cruzada antiinmigrantes un sustituto del servicio militar, fue uno de los autores encapuchados. La mayoría afirma que el senador recusado Russell Pearce fue el autor de 1070, que fue promulgada por la gobernadora de Arizona Jean Brewer (republicana) en abril de 2010.

Mientras tanto, fuera de la estrategia legal –desde mi perspectiva– gran parte de la indignación debida a la ley se filtró del globo reventado. Aparecieron más y más juicios políticos. Políticos de todos los colores apenas mencionaron que Pearce fue solo un mensajero. 
 
Los medios dominantes olvidaron que los autores de la ley fueron la Corrections Corporation of America (CCA) y el American Legislative Exchange Council (ALEC), que redactaron SB 1070 “para proteger la rentabilidad de las prisiones privadas financiadas con dólares del contribuyente”.

Los intereses especiales hicieron una fortuna con la campaña de odio contra los mexicanos. El odio fue y es lucrativo.

Como comentó uno de los primeros blogueros, “SB 1070 no puede separarse de sus redactores, cuya única misión es producir legislación rentable. El propósito de una designación criminal por parte del Estado de gente indocumentada es el desvío de inmigrantes hacia prisiones destinadas a producir beneficios y un período de retención subvencionado por los impuestos antes de que los procedimientos federales de inmigración puedan tener lugar. La ley nunca tuvo que ver con Arizona, ni siquiera la escribieron los arizonianos.

Hay que recordar que ALEC controla por lo menos a 50 republicanos en la Legislatura Estatal de Arizona y que tiene vínculos con elites en todo el país y el Estado incluido el Southern Arizona Leadership Council. Su impulso de privatizar Arizona fue posibilitado por una cultura del miedo.

La ley HB 2281 se aprobó poco después de la SB 1070; desde el principio ha sido eclipsada por esta última. Por desgracia la mayoría si no todos los políticos hacen juicios políticos que no se basan necesariamente en la mejora de la sociedad. En el caso de la educación ciertamente no se basan en consideraciones pedagógicas sanas.

He sido educador durante casi sesenta años y mi pregunta es, ¿cómo mejora algo semejante la educación de mexicanos-estadounidenses, latinos y otros estudiantes? La educación es mi vocación.

Si Arizona hubiera hecho un esfuerzo de buena fe para educar a los estudiantes mexicanos-estadounidenses y otros, les hubiera dado el beneficio de la duda. 
 
Sin embargo, Arizona estáa en el puesto número 50 en el gasto per cápita relativo a los niños en la nación. Sobre el Estado pesa una orden judicial de abolir la segregación racial desde hace 35 años. 
 
El altamente respetado Tucson Unified School District Mexican American Studies Program se creó en 1997 y fue financiado por una orden de Abolición de la Segregación Racial y el producto de décadas de lucha.

A pesar de esto y del cierre de las escuelas secundarias de Rincón y Palo Verde, el despido de más de 100 maestros y una baja tasa de aprobación, el Consejo de Educación de TUSD renovó el pasado mes el contrato del superintendente de Escuelas John Pedicone hasta el 30 de junio de 2014, lo que significa que se le pagarán 211.000 dólares al año más prestaciones y asignaciones, más una bonificación de 35.000 dólares. Esto en una ciudad donde el coste de la vida es muy bajo.

Es el mismo Pedicone que desmanteló el programa MAS que los políticos latinos han sacrificado en el altar de los juicios políticos. Las vidas de varios maestros del MAS han sido destruidas, lo que hace que sea tanto más trágico porque los que hacen los juicios políticos son supuestamente amigos de los maestros despedidos que habían trabajado en sus campañas.

Ese mendaz juicio político era predecible. El Consejo se amañó justo después del fallecimiento de la demócrata Judy Burns, miembro del consejo pro MAS, que fue reemplazada por el republicano anti-MAS Alexandre Borges Sugiyama. Hay rumores de fraude: Sugiyama no había mostrado un interés previo en la educación, no estaba calificado.

Un comité de cinco miembros, compuesto enteramente de blancos republicanos, recomendó su nombramiento. Su única calificación era que fue instructor a tiempo parcial en el mismo Departamento como el presidente del Consejo, Mark Stegeman, y fue aprobado por Pedicone. 
 
Los dos últimos tienen vínculos con el Southern Arizona Leadership Council. El superintendente Pima, que forma parte del Tucson Ring, hizo el nombramiento.

Como si no fuera suficiente, Pedicone ha ordenado el uso de fuerza excesiva contra los activistas comunitarios. La profesora Guadalupe Castillo, vieja amiga de muchos de los políticos latinos, que se acercaba a los 70 años, fue lanzada al suelo por la policía y arrestada. 
 
Creo que fue un juicio político porque ciertamente no fue pedagógico.

Este abuso de poder ha desilusionado a algunos de los mejores estudiantes que ahora tienen una actitud crítica respecto al gobierno. Les cuesta distinguir un juicio político de una mentira.

Al hablar con estudiantes y padres se nota que están desalentados ante los numerosos casos de abuso de poder. Por ejemplo, en enero hubo una cumbre en la Casa Blanca sobre la educación de los latinos. Sean Arce, coordinador de MAS, asistió y testificó. 
 
Normalmente esta conducta es protegida por el estatuto del denunciante. Sin embargo, Arce fue amonestado por sus superiores y poco después despedido por criticar el sistema.

Estudiantes y padres también criticaron la infame censura de libros por parte del TUSD. En la vanguardia de esos abusos estuvieron Stegeman y Pedicone quienes fueron autorizados por las elites estatales y locales. 
 
Stegeman, como Tom Horne y John Huppenthal ven más bien el MAS como una conspiración para reconquistar Arizona. Stegeman hizo la estrafalaria afirmación de que supo que el MAS era culto cuando oyó que los granjeros le aplaudían.

Me pregunto qué significado otorga al hecho de que los estudiantes blancos batan palmas al ritmo de “We Will Rock You!” en un partido de fútbol en la Universidad de Arizona.

Sin embargo, dicho esto, los preocupados por HB 2291 tienen que aceptar parte de la culpa por los juicios políticos. Como he dicho antes Arizona lidera en una nueva era. Para tratar con la nueva realidad debemos adoptar nuevas estrategias:

Sabíamos desde hacía algún tiempo lo que iba a pasar en Arizona y deberíamos habernos preparado. Sitios como Tucson están aislados y no tienen la estructura interna que tiene Los Ángeles, por ejemplo. 
 
Si no va a ayudar una organización nacional, por lo menos debería realizar talleres para posibles demandantes. Habiendo pasado por un gran juicio de discriminación, una regla es que los demandantes controlan el caso, no los abogados.

No se gana nada con calificar a un político de vendido. Eso corta la comunicación. El objetivo importante es ganar o presentar su caso. Palo dado ni dios lo quita. La gente recuerda lo que percibe como insultos.

Siempre debemos recordar que el caso no es personal sino que representa los intereses de la comunidad.

Al trabajar con grupos de salvadoreños en los años ochenta descubrí que están mucho más centrados en su objetivo que las organizaciones mexicanas-estadounidenses.
 
 Dirigidos sobre todo por mujeres insistían en que las reuniones comenzaran a tiempo. No se permitía ni beber ni fumar y se podía hablar solo si se daba la palabra. Tenían un objetivo que era la liberación de El Salvador.

Tenemos que aprender y revisar constantemente nuestras tácticas.

Como he mencionado frecuentemente, mi madre no completó el primer grado, era legalmente ciega y anémica. Gracias a la Revolución Mexicana mi padre completó el cuarto grado. Cuando partí me dijeron que nunca ensuciara el nombre de la familia, era lo único que poseíamos.

La gente puede cometer errores cuando se trata de educación, yo me reservo un estándar superior.
 
 Mi opinión personal es que los chicos están siendo afectados por Pedicone, Stegeman y compañía. 
 
Sin embargo, tengo que mantenerme concentrado en el objetivo y preguntarme constantemente por qué estoy luchando.

Arizona debería avergonzarse de sí misma y los profesionales como yo que no han aprendido del pasado, deberían hacer lo mismo.

Rodolfo Acuña es profesor emérito de la Universidad del Estado de California Northridge. Ha publicado 20 libros y más de 200 artículos públicos y académicos. 
 
Es presidente fundador del primer Chicano Studies Dept que actualmente ofrece 166 secciones por semestre en Estudios Chicanos. Su libro de historia Occupied America [EE.UU. ocupado] se ha prohibido en Arizona. 
 
En solidaridad con los mexicanos-estadounidenses de Tucson, ha organizado una recolección de fondos y grupos de apoyo y ha escrito más de dos docenas de artículos denunciando los esfuerzos para invalidar la Constitución de EE.UU.

Fuente: http://www.counterpunch.org/2012/09/14/white-lies-and-arizonas-culture-of-fear/

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