Pablo Gonzalez

Sobre mi casco de astronauta


Las religiones terrestres actuales más difundidas le asignan a un dios personal el rol de creador del universo, así que la naturaleza de ese supuesto creador es un tema de interés universal, es decir, uno que atañe no sólo a los seres humanos del planeta Tierra, sino a los de cualquier otra especie de seres conscientes e inteligentes que pueda existir en el universo.

Sólo hay dos posibilidades: somos los únicos, o existen otras especies inteligentes.

Si somos la única especie inteligente no tiene sentido atribuirle a un ser superior la creación del universo con la intención de proporcionarnos un hábitat, ya que:

El universo es cien mil veces más antiguo que la especie humana
 
En otras palabras, durante el 99.999% de su existencia el universo no incluyó seres humanos. 
 
Este hecho debiera ser sorprendente para un creyente, ya que si Dios hubiera deseado crearnos a su imagen y semejanza lo podría haber hecho en un instante.

El universo contiene más estrellas que granos de arena en todas las playas de la Tierra, pero nosotros sólo necesitamos una. 
 
Nadie le compraría un rancho tejano a su hámster, y se supone que Dios es bastante más listo que nosotros. 
 
Dios, como creador de un universo tan enorme y tan antiguo destinado a alojar a sólo una especie de seres inteligentes no tiene sentido: cualquier artesano o ingeniero humano sería mucho más eficiente que él.

La explicación natural, en cambio, sí tiene sentido. 
 
Dada la existencia de trillones de estrellas, planetas y lunas deshabitadas, no es para nada sorprendente que un planeta rocoso haya quedado por azar orbitando a la distancia ideal de su estrella como para sostener agua en estado líquido, y que casualmente haya recibido un impacto con las características precisas para que se formara un satélite de gran tamaño capaz de estabilizar su eje de rotación, regularizando de esa forma el clima, condición necesaria para permitir la lenta evolución de millones de especies de seres vivos.
 
 La probabilidad de tal evento en sólo un sistema solar es bajísima, pero en trillones de ellos no lo es.


Galaxias lejanas

Por lo tanto, que un eventual creador haya puesto en marcha este inmenso y antiquísimo universo pensando en nosotros es algo que no tiene sentido a la luz de la evidencia, y si no pensaba en nosotros cuando lo creó tampoco tiene sentido que se preocupe de nosotros, quedando descartado como dios personal.

Alternativamente, si el universo estuviera habitado por más de una especie de seres inteligentes (posiblemente por millones de ellas, dada la inmensa cantidad de estrellas que contiene) todas esas especies se enfrentarían al mismo misterio, al del origen del universo, y la solución correcta debiera ser la misma para todas, ya que sólo puede existir una.

No parece lógico entonces buscar la solución del misterio en las religiones de este planeta. 
 
Han existido miles de creencias religiosas diferentes en la historia reciente de la Tierra, y es por lo tanto razonable suponer que con otras especies de seres inteligentes haya ocurrido algo similar, pero no es lógico asumir que hayan sido las mismas creencias.

Mahoma y Jesús seguramente no existieron en el remoto planeta K15C que orbita la galaxia de Andrómeda
 
Tampoco deben existir en ese planeta copias de la Biblia, del Corán o del Bhagavad-guitá, ya que esos libros están estrechamente relacionados con la historia de la región terrícola donde fueron escritos. 
 
Si en Japón y en la India no leen mucho la Biblia, menos aún la leerán en K15C.
 


Galaxia de Andrómeda

¿Qué antecedentes podríamos tener en común con los habitantes inteligentes de K15C? 
 
Sólo los que extraemos de la observación desapasionada de la naturaleza, es decir, aquellos que nos proporciona el método científico, ya que las leyes físicas que rigen la evolución cósmica son las mismas en todo el universo. 
 
Así que la respuesta no debiera ser buscada en "libros sagrados" antiguos escritos por humanos que ignoraban la ciencia actual, sino extraída directamente de la evidencia que nos proporciona el método científico, el único método verdaderamente universal para aproximarse a la realidad.

Todos los eventuales seres inteligentes que se pregunten acerca de la existencia de un dios personal creador debieran observar la inmensidad y enorme antigüedad del universo y llegar a conclusiones similares a las de muchos ateos terrestres, ya que:

Nuestros cuerpos están compuestos por átomos que se formaron en el interior de las primeras generaciones de estrellas, después de miles de millones de años de evolución cósmica. 
 
¿Por qué un ser todopoderoso como Dios no creó esos átomos de inmediato?

La enorme mayoría de los planetas y lunas del universo no reúne las condiciones necesarias para alojar vida inteligente.
 
 ¿Para qué existen entonces?

Los escasos cuerpos celestes capaces de albergar vida inteligente están tan alejados unos de otros que la comunicación entre ellos resulta virtualmente imposible, dada la limitación impuesta por la velocidad de la luz.
 
 ¿Por qué razón un dios personal interesado en el bienestar de sus creaturas las habría aislado totalmente impidiéndoles compartir sus conocimientos?

La formación de los sistemas solares deja millones de residuos en la forma de asteroides y cometas que inicialmente contribuyen a la evolución de la vida pero que posteriormente se estrellan contra planetas y lunas durante miles de millones de años extinguiendo buena parte de la vida que pudiera haberse desarrollado en ellos.
 
 ¿Por qué no eliminarlos?

La estrella que proporciona energía al sistema tiene un tiempo de vida limitado (nuestro Sol está ya en la mitad de la suya) y el destino final de los habitantes del sistema es la muerte por calcinamiento, cuando la estrella agota su provisión de hidrógeno y se convierte en una gigante roja.
 
 ¿Es esa la idea del creador, cocinar a fuego lento a sus amadas creaturas?

El universo evoluciona obedeciendo leyes cuyas predicciones se cumplen con precisión asombrosa, lo que es otra evidencia de la no intervención de agentes.

Las consideraciones anteriores surgen naturalmente cuando nos alejamos mentalmente de la Tierra y la observamos desde lejos, como si fuéramos astronautas. 
 
Basta posicionarnos en una órbita de baja altura para que pierdan sentido las posturas nacionalistas, racistas y religiosas que dividen a la humanidad.


Estación Espacial Internacional

De hecho, cuando observo desde mi nave espacial imaginaria a creyentes terrícolas defendiendo la validez de sus respectivas creencias religiosas, algunos de ellos vestidos con atuendos especiales que los diferencian del resto, o que los identifican como intermediarios del "creador del universo", me impactan como mentalmente miopes, parroquiales, provincianos. 
 
A veces quisiera tener el poder para mostrarles el mundo desde mi perspectiva, aunque fuera sólo por un minuto.


Punto Azul Pálido

Verán, desde el inmenso y casi eterno vacío del espacio interestelar, las historias de dioses personales inventadas por humanos recién aparecidos, chovinistas y xenófobos parecen cuentos infantiles.
 
http://jackrational.blogspot.com/2012/08/46-sobre-mi-casco-de-astronauta.html

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