En un apresurado artículo, elaborado por Casto Ocando y Gerardo Reyes, Univisión trató de vender una historieta fabricada por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) norteamericana.
Para ambos periodistas, el estadounidense capturado en la frontera colombo-venezolana era, simplemente, un ex marine de Estados Unidos, prófugo de la justicia colombiana, según documentos obtenidos por Univisión, que ni son verificados, ni tienen credibilidad alguna.
Eduardo Acosta Mejía, según la leyenda elaborada, luego de que este sujeto fuera capturado con la intención de entrar ilegalmente a Venezuela, es un dominicano americano, de alrededor de 30 años de edad, y quien, supuestamente, purgaba prisión en la cárcel La Ceja, en el departamento de Antioquia, Colombia. Según los periodistas, Eduardo cumplía una pena menor por narcotráfico, consistente en cinco años y nueve meses de prisión.
Para sazonar la historia de este mercenario residente en Michigan, Estados Unidos, buscaron a una supuesta esposa, la que corroboró que el mismo sirvió como marine, pero desconocía las características de su paso por la vida militar. ¿Top Secret?
Una serie de dudas saltan a cualquiera al conocer esta breve y dudosa historia.
¿Merecen validez alguna los supuestos documentos del Instituto Nacional y Penitenciario (INPEC) de Colombia? ¿No es acaso este organismo un vínculo directo entre los servicios de inteligencia de Colombia con la CIA y el Mossad?
¿Por qué un individuo capturado, supuestamente in fraganti como comisor de los delitos de “tráfico, fabricación o porte de estupefacientes”, mientras trataba de transportar esa droga dentro de su cuerpo, el 8 de noviembre de 2010, en el aeropuerto José María Córdoba, de Medellín, cuando se disponía a tomar un vuelo hacia Nueva York, es favorecido con un permiso de 72 horas para salir de prisión?
Eduardo Acosta Mejía, según la leyenda elaborada, luego de que este sujeto fuera capturado con la intención de entrar ilegalmente a Venezuela, es un dominicano americano, de alrededor de 30 años de edad, y quien, supuestamente, purgaba prisión en la cárcel La Ceja, en el departamento de Antioquia, Colombia. Según los periodistas, Eduardo cumplía una pena menor por narcotráfico, consistente en cinco años y nueve meses de prisión.
Para sazonar la historia de este mercenario residente en Michigan, Estados Unidos, buscaron a una supuesta esposa, la que corroboró que el mismo sirvió como marine, pero desconocía las características de su paso por la vida militar. ¿Top Secret?
Una serie de dudas saltan a cualquiera al conocer esta breve y dudosa historia.
¿Merecen validez alguna los supuestos documentos del Instituto Nacional y Penitenciario (INPEC) de Colombia? ¿No es acaso este organismo un vínculo directo entre los servicios de inteligencia de Colombia con la CIA y el Mossad?
¿Por qué un individuo capturado, supuestamente in fraganti como comisor de los delitos de “tráfico, fabricación o porte de estupefacientes”, mientras trataba de transportar esa droga dentro de su cuerpo, el 8 de noviembre de 2010, en el aeropuerto José María Córdoba, de Medellín, cuando se disponía a tomar un vuelo hacia Nueva York, es favorecido con un permiso de 72 horas para salir de prisión?
¿No se imaginaron que escaparía? ¿Quién, de ser cierto que estaba detenido, dio la orden para que saliera del centro penitenciario?
¿Por qué el gobierno norteamericano ha hecho mutis sobre la pertenencia de Acosta al US Army, ni ha ofrecido información pública sobre sus actividades en Irak, Afganistán, Jordania y Libia?
¿Por qué la irritada reacción del coronel Julio Rodríguez, ex comandante del Ejército Venezolano y residente en Miami, ante la captura de Acosta?
¿Por qué el gobierno norteamericano ha hecho mutis sobre la pertenencia de Acosta al US Army, ni ha ofrecido información pública sobre sus actividades en Irak, Afganistán, Jordania y Libia?
¿Por qué la irritada reacción del coronel Julio Rodríguez, ex comandante del Ejército Venezolano y residente en Miami, ante la captura de Acosta?
Este conspirador declaró. iracundo: “Esto forma parte de una estrategia electoral y un libreto desgastado del presidente Chávez para hacer ver una conspiración por parte del gobierno de Estados Unidos o de un ciudadano americano en su contra”.
Lo cierto es que Eduardo Acosta Mejía no convence como perfil y tiene ese tufillo a leyenda apresurada, elaborada por un servicio de inteligencia.
Lo cierto es que Eduardo Acosta Mejía no convence como perfil y tiene ese tufillo a leyenda apresurada, elaborada por un servicio de inteligencia.
Para quienes nos hemos dedicado mucho tiempo a las labores de contraespionaje, conociendo de antemano los diversos planes de la CIA contra Venezuela, esta historia es un completo absurdo por las brechas que presenta.
Una búsqueda profunda en internet no permite encontrar referencia ni sobre la detención, juicio u otra información relacionada con Eduardo Acosta Mejía, entre noviembre de 2010 y diciembre de 2011. ¿Sospechoso, no?
¿Qué venía realmente a hacer en Venezuela? La respuesta puede tomar varias direcciones. En primer lugar comprometer las relaciones entre ambas naciones, al escapar y ocultarse en la nación bolivariana, de ser cierta la versión ofrecida por Univisión.
Una búsqueda profunda en internet no permite encontrar referencia ni sobre la detención, juicio u otra información relacionada con Eduardo Acosta Mejía, entre noviembre de 2010 y diciembre de 2011. ¿Sospechoso, no?
¿Qué venía realmente a hacer en Venezuela? La respuesta puede tomar varias direcciones. En primer lugar comprometer las relaciones entre ambas naciones, al escapar y ocultarse en la nación bolivariana, de ser cierta la versión ofrecida por Univisión.
En segundo lugar, podría haber sido capturado como parte de un plan de introducción de mercenarios con amplia experiencia militar, versión por la que me inclino, sabiendo que ya denuncié el reclutamiento de este tipo de individuos para ser usados contra la patria de Chávez en las próximas semanas.
Lo sospechoso de todo es el silencio oficial de Washington, haciendo valer el refrán de que "el que calla, otorga".
Lo sospechoso de todo es el silencio oficial de Washington, haciendo valer el refrán de que "el que calla, otorga".