Los artistas italianos Antonio Garullo y Mario Ottocento oficiaron, hace un par de meses, de portavoces populares al crear la merecidamente irreverente obra "El sueño de los italianos".
En ella podemos ver a un Silvio Berlusconi de silicona metido dentro de un féretro de cristal, tendido informalmente, como después de una borrachera o un escarceo sexual con una menor, con una mano sobre su bragueta y la otra sobre un folleto hagiográfico, con una sonrisa de placer y pantuflas de Mickey Mouse...
Los artistas explicaron su obra con una cita del libro Il corpo del capo: "En una era en la que, en palabras de Andy Warhol, todo el mundo tiene el derecho a sus 15 minutos de fama, Silvio Berlusconi parece ser el político más warholiano, el perfecto sujeto para un retrato: la eternidad del momento presente", porque la humanidad de Il Cavaliere es "un cuerpo que se ha convertido en un icono de la extensión del poder a lo largo de 20 años de la historia de Italia (...). Un icono que rápidamente traspasó las fronteras nacionales para constituirse en una idea de lo que significa para el mundo ser italiano, a menudo confirmando ciertos estereotipos del carácter cómico italiano".
Garullo y Ottocento aclaran que el título hace alusión a las palabras de Il Cavaliere cuando se convirtió en primer ministro por primera vez, en 1994: "Yo también, como muchos otros antes, tuve un sueño".
El sueño alude también al ego del líder, sin ningún contacto con el mundo real.
Il Cavaliere se presenta en esta escultura con su sempiterna sonrisa -"como el enigma de las máscaras de los faraones", según los artistas-, un traje de marca Desiree -unos sastres napolitanos, pero también un vocablo que recuerda demasiado a "deseo"- y unas pantuflas de Mickey Mouse, en honor a las payasadas que acostumbraba a protagonizar en las cumbres internacionales.
Su mano derecha, la "institucional", se apoya sobre Una storia italiana -en folleto biográfico que envió a millones de familias italianas-, mientras la izquierda reposa sobre su bragueta abierta -su "talón de Aquiles"- y "cuenta una historia oculta, una desenfrenada obsesión con el sexo que lleva al punto en el que la mercancía es la única forma de las relaciones eróticas", explican.
Los artistas decidieron exhibir este cuerpo en un féretro de cristal que "en la tradición cristiana está reservado a la conservación de los cuerpos de santos, pero también desde un punto de vista secular para preservar los cuerpos de líderes y héroes (desde la momia de Mazzini a Mao y Lenin), para subrayar el culto a la personalidad del que era protagonista y probablemente siga siendo en los años venideros".
