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Los medios de comunicación de EE UU y Henrique Capriles


El candidato presidencial de los partidos de coalición de la oposición, Henrique Capriles, llevó a cabo un acto el 10 de junio para inscribir formalmente su candidatura en contra del presidente Hugo Chávez. 
 
 “Cientos de miles” de venezolanos – según Reuters, the Associated Press (AP) y The Miami Herald – desbordaron las calles del centro de Caracas en apoyo a su candidatura.

El “candidato y soltero bien parecido” ayudó a atraer a una inmensa multitud de personas al evento, en el cual Capriles caminó y trotó 10 kilómetros para inscribirse ante las autoridades electorales, “enfatizando su imagen de hombre con buen estado físico”, según Reuters. Capriles “exhibió juventud y energía”, indicó AP y fue admirado por ser un “líder dedicado y energético” cuando fue Gobernador del estado Miranda, según The Miami Herald.

Estos tres medios de comunicación contrastaron el vigor de Capriles con la fragilidad de Chávez (quién se está recuperando de un cáncer no revelado), al tiempo que transmitían la idea que los venezolanos se encuentran desencantados.
 
 Incluso algunos de los simpatizantes de Chávez “se han cansado de una tasa de homicidios que se comparan a las de zonas con conflictos bélicos, servicios públicos inconstantes como la energía eléctrica y la escasez de productos de la cesta básica”, aseveró Reuters. Resultaba entonces obvio que había que citar a un asistente a la marcha que enfatizó “es hora de un cambio”.

Por su parte, AP citó a una ama de casa que votaría por Capriles “por su reputación como administrador eficiente y por miedo a que Chávez arruine la economía y empuje a millones de venezolanos a emigrar en caso de ser reelecto”.
 
 AP empleó la lúgubre predicción de la ama de casa como frase final de la nota: “Si Chávez resulta ganador en octubre va a destruir este país”.

La aversión a Chávez habría permeado tanto a la política venezolana que aparentemente incluso los comunistas son opositores: “Chávez fue la gran esperanza de nuestra causa, pero desistimos de él pues le ha dado la espalda al pueblo incluso cuando ha aseverado ser la voz del pueblo”, citó The Miami Herald al Secretario General del partido Bandera Roja.

Entonces no causó sorpresa que solo un día después, los medios estadounidenses informaran que el acto de Chávez para postular formalmente su candidatura presidencial captara a una multitud muchísimo más pequeña que la de Capriles.
 
 El titular de AP, “Chávez atrae a miles en intento por reelegirse” – cifra que también empleó NPR y Los Angeles Times – dejó entrever que el número de participantes a favor de Chávez pudo haber sido entre 20 a 500 veces inferior al número presente el día anterior en el mitin a favor de Capriles. 
 
Fabiola Sánchez, de AP, citó un estimado mayor de “decenas de miles” dentro de su nota, pero incluso esa cifra (la cual también empleó The Miami Herald) equivale a una fracción de los “cientos de miles” de simpatizantes que obtuvo Capriles.

Reuters minimizó aún más el apoyo a Chávez.
 
 El corresponsal Brian Elsworth elaboró una siniestra explicación a las observaciones efectuadas por una simpatizante de Chávez de 66 años y jubilada mientras bailaba en el centro de la capital durante el mitin. “mire este mar de gente; mire la felicidad”, instó la señora. 
 
 “Por cada persona que vino ayer, nosotros trajimos 10, 20, 30 ó más. 
 
 Y esto se va a ver reflejado en las elecciones”. 
 
Pero Elsworth contrastó eso con evidencia circunstancial de que el evento no habría sido más que un espejismo:

“Cientos de autobuses que transportaron seguidores a Caracas estaba estacionados en las calles aledañas….
 
Algunos críticos han acusado a los aliados de Chávez de emplear recursos estatales para aumentar el número de manifestantes y obligar a empleados del gobierno a participar. 
 
 El líder opositor Leopoldo López dijo que el PSUV le había ordenado a los Ministerios a ayudar a traer 120.000 personas a la marcha, citando lo que calificó como un documento interno del partido”.

Reuters no verificó las acusaciones de los críticos anónimos, ni verificó la existencia del documento interno del partido que citó Leopoldo López. 
 
 Este lapso en ética periodística es aún más sorprendente si se considera que para sustentarse los chismes de López relacionados con la movilización del presidente Chávez, Reuters demostró exactamente el mismo defecto que demostrara la cobertura de Fox News sobre Venezuela en 2005. (López, a quién mencionaré un poco más adelante, lleva mucho tiempo siendo colaborador de Capriles y jugó un papel crucial en el corto golpe de Estado que derrocó al presidente Chávez en 2002).

La nota de Elsworth tampoco incluyó ningún estimado acerca del número de participantes en la marcha de Chávez, a pesar de una nota en españolampliamentedifundida por la misma Reuters, en cual su primer párrafo indicaba que a Chávez “lo acompañaron cientos de miles de simpatizantes”. 
 
 Aunque la página Web española Público.es y The Guardian de Gran Bretaña corroboraron dicho estimado, ningún medio de comunicación basado en EE UU lo empleó para describir el número de participantes en la concentración de Chávez.

Aún más preocupante que el reportaje partidario sobre la popularidad de ambos candidatos es la caracterización superficial en medios de EEUU de que Capriles es simplemente un “político educado que le huye a la confrontación” y estría por encima de los insultos y la negatividad de Chávez.
 
 “Quiero ser el presidente de todos, no quiero ser el presidente de un solo grupo”, citó AP a Capriles. “No soy enemigo de nadie”, prosiguió. “Soy enemigo de los problemas”.

Hay momentos en los cuales Capriles se desvía de esa fachada, como cuando se refirió a los resultados de las encuestas –muchas de los cuales han demostrado que el presidente Chávez encabeza la intención de voto con márgenes de más de dos dígitos – como el trabajo de “mafiosos inmorales” , según Reuters
 
 Más importante aún, su récord político contiene tendencias de extrema derecha que contradicen su imagen conciliatoria e incluyente.
 
 Tal como indicara la BBC, Capriles “estaba involucrado con un grupo de jóvenes políticos al formar Primero Justicia, un nuevo partido de oposición en el año 2000”. 
 
 En los meses anteriores al golpe de Estado en contra del presidente Chávez en 2002, el cual resultó en el asesinato de decenas de personas, Primero justicia había recibido indirectamente cientos de miles de dólares y entrenamiento de un gobierno extranjero – en este caso, de EE UU – a través de la Fundación Nacional para la Democracia (NED, por sus siglas en inglés), organismo financiado en gran parte por el Congreso de ese país. 
 
Leopoldo López y Leopoldo Martínez, dos altos dirigentes de Primero Justicia, jugaron papeles claves en el gobierno golpista de 2002 del empresario venezolano Pedro Carmona. López, quién Reuters estimó digno para que comentara acerca de la naturaleza presuntamente autoritaria de la marcha de la semana pasada, firmó el decreto de Carmona en 2002 donde se abolió a la Asamblea Nacional, el Tribunal Supremo de Justicia y la Constitución.

Durante el golpe de estado de dos días apoyado por EE UU, cientos de manifestantes anti Chávez destruyeron vehículos en las afueras de la Embajada de Cuba en el municipio de Baruta. También cortaron el agua y la energía eléctrica a la sede. Capriles, entonces Alcalde de Baruta, fue filmado acercándose al Embajador cubano exigiendo pruebas de que no habían autoridades del gobierno de Chávez refugiadas dentro de la Embajada. 
 
 La Embajada cubana luego publicó un comunicado que condenaba el comportamiento de Capriles: “La inmediata responsabilidad de Capriles Radonski y otras autoridades estatales venezolanas demostró que no actuaron diligentemente en la prevención de un aumento de la agresión a la cual fue sujeta nuestra Embajada, lo cual causó graves daños y puso en peligro las vidas de funcionarios y sus familias en una clara violación del derecho nacional e internacional”.

Es bajo esta luz que los ataques públicos de Chávez en contra de Capriles se entienden mejor. The Miami Herald citó a Chávez en su marcha del 11 de junio al publicar: 
 
“Hemos tomado la decisión estratégica vital que cada vez que haya una agresión por parte de los imperialistas y la burguesía…responderemos profundizando la revolución socialista”. 
 
Pero The Miami Herald omitió toda información relacionada con el golpe de Estado de 2002, en el cual las Fuerzas Armadas supuestamente amenazaron con bombardear el Palacio Presidencial. Solo en este contexto tiene sentido la cita de Chávez en el diario.
 
 “’Su plan es el proyecto imperialista de Washington’, indicó. “Son marionetas del imperialismo…y ahora esperan engañar al pueblo para volver a tomar (el Palacio de) Miraflores. Pero nunca lo lograrán”.

El aspecto verdaderamente resaltable de la candidatura de Capriles es que luego de más de una década de grandes reducciones en los niveles de pobreza y un gasto social que ha creado un clima político estable ha obligado a la oposición – normalmente reaccionaria – a respaldar totalmente los programas sociales de Chávez para poder tener algo de viabilidad con el pueblo venezolano. 
 
Diez años después del fiasco de la embajada cubana, Capriles ha dicho que estaría “loco” si terminara con la misión Barrio Adentro de Chávez, la cual ha enviado a médicos cubanos a las zonas pobres en Venezuela para proporcionarle servicios de salud gratuitos a los residentes. Capriles ha intentado decirle a los venezolanos que “las misiones le pertenecen al pueblo” y en otra ocasión indicó
 
“Quiero expandirlas”. En una sorprendente transformación, la oposición – en lugar de tramar golpes de Estado y organizar paros petroleros – se ha unido en torno a Capriles, quién ha copiado públicamente su plataforma a la del ex presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, quién según AP “financió crecientes programas sociales…lo cual lo hizo popular entre los pobres”.

Tal como indica dicha cobertura mediática, Capriles tiene una batalla cuesta arriba frente de sí con encuestas que no le son favorables. No es difícil darse cuenta el porqué.
 
 Tal como la periodista Stephanie Kennedy escribiera en The Huffington Post, Venezuela fue catalogada como el país más “feliz” de América del Sur en una investigación de la Universidad de Columbia, atribuida en gran medida a grandes avances en las condiciones materiales de los venezolanos bajo el gobierno de Chávez:

“El país actualmente cuenta con el salario mínimo más alto de América Latina y la recién aprobada Ley del Trabajo atraerá una nueva era de protección legal y seguridad social a gran parte de la población que no hace mucho había estado laborando en sectores informales y vulnerables. 
 
Los trabajadores domésticos, las personas que cuidan de familiares y amas de casa ahora cuentan con los mismos derechos y pensiones, mientras que campesinos, pescadores y otras personas que ejercen labores más tradicionales y quienes siempre habían sido excluidas de los registros oficiales ahora disfrutarán de los mismos derechos que sus contrapartes urbanas. 
 
 Hay módulos médicos en lugares donde las personas nunca habían gozado de atención médica, se están construyendo viviendas formales para personas que habían estado viviendo en ranchos de cartón y existe una red de alimentos y medicinas con subsidios estatales”.

Un líder que busca la reelección y que posee un récord de implementación de las políticas anteriormente descritas puede darse el lujo de jactarse de ello durante la campaña.

Keane Bhatt es activista residenciado en Washington, DC. Ha trabajado en EE UU y América Latina en varias campañas relacionadas con del desarrollo comunitario y la justicia social. 
 
Sus análisis y opiniones han sido publicadas en una amplia gama de medios que incluyen a NPR, The Nation, The St. Petersburg Times, CNN en Español, Amauta y Upside Down World. 
 
 Es autor del nuevo blog de la NACLA titulado “Manufacturing Contempt” (La fabricación del desprecio), el cual ofrece una mirada crítica a los medios de Estados Unidos y su manera de presentar al hemisferio.

Artículo publicado originalmente en inglés en NACLA

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