La presidenta brasileña, Dilma Rousseff, fue torturada con largas sesiones de electrochoques durante los tres años que pasó detenida en la última dictadura brasileña, informó hoy la prensa.
Rousseff también sufrió azotes, fue golpeada hasta que le arrancaron un diente y técnicas de tortura psicológica como una simulación de fusilamiento, según divulgan hoy los diarios "Correio Braziliense" y "O Estado de Minas".
Ambos periódicos reproducen una entrevista de Rousseff con el Consejo de Derechos Humanos de Minas Gerais concedida en 2001, en la que narra las torturas que sufrió entre 1970 y 1973, cuando fue detenida y condenada por un tribunal castrense como militante de un grupo de izquierdas que luchaban contra el régimen militar (1964-1985).
En la declaración, la jefa de Estado dijo que a veces no sabía si los interrogatorios "de larga duración" tenían lugar de día o de noche.
Los torturadores "experimentados" solían atarla cabeza abajo en un palo para después aplicarle cargas eléctricas, un método de tortura que "no deja rastro, solo te mina", según las palabras de Rousseff recogidas por los diarios.
"Estuve presa tres años. El estrés es feroz, inimaginable. Descubrí, por primera vez, que estaba sola. Encaré la muerte y la soledad. Me acuerdo del miedo cuando mi piel tembló. Hay un lado que nos marca el resto de la vida", afirmó Rousseff.
La actual mandataria dijo que las marcas de la tortura "hacen parte" de ella misma y consideró que cambia a las personas para siempre.
Rousseff relató que frecuentemente le amenazaban diciéndole que la iban a desfigurar golpeándola en el rostro y, en una ocasión, un diente se le "pudrió" por un puñetazo, que le fue arrancado en otra sesión de tortura.
Las sesiones de torturas fueron realizadas en el Destacamento de Operaciones de Informaciones-Centro de Operaciones de Defensa Interna (DOI-CODI) de Sao Paulo, el principal órgano de represión y tortura a opositores políticos, y también en una cárcel de la ciudad de Juiz de Fora, en el estado de Minas Gerais (sureste).