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Se avecina el fin del estado laico en México


La Cámara de Diputados ha aprobado aprobó por mayoría modificar al artículo 24 de la Constitución mexicana, acabando con el estado laico.

Durante casi cuatro horas, el pleno tuvo una confrontación de posiciones en la que los partidos Revolucionario Institucional (PRI) y Acción Nacional (PAN), defendieron los cambios, mientras que el Partido del Trabajo (PT) y parte del de la Revolución Democrática (PRD) advirtieron el cambio favorecía a la jerarquía católica.

La reforma, propuesta por el diputado José Ricardo López Pescador (PRI) fue aprobada por mayoría calificada de 199 votos a favor, contra 58 en contra y tres abstenciones.

El tema pasa al Senado.

¿En qué cambia el panorama?

Con el cambio introducido será posible que los obispos y pastores intervengan en política y en campaña política, que regrese la religión como asignatura a las escuelas públicas, y a poseer medios electrónicos de comunicación.

Roberto Blancarte lo argumentó así en el diario Milenio:

¿Por qué la jerarquía católica querría cambiar el artículo 24 constitucional? Después de todo éste, que ya se cambió hace 20 años, parecería garantizar de manera cabal la libertad de cada quien para creer lo que quiera creer y para practicar su culto respectivo, con sólo algunas restricciones mínimas provenientes de la necesidad de mantener el orden público. 

El artículo en cuestión sostiene:

“Todo hombre es libre para profesar la creencia religiosa que más le agrade y para practicar las ceremonias, devociones o actos de culto respectivo, siempre que no constituyan un delito o falta penados por la ley”. 

Se agrega que “el Congreso no puede dictar leyes que establezcan o prohíban religión alguna” y que “los actos religiosos de culto público se celebrarán ordinariamente en los templos” y que “los que extraordinariamente se celebren fuera de éstos se sujetarán a la ley reglamentaria”. 

En suma, el artículo en su actual redacción reconoce que cada quien puede creer lo que quiera creer y practicar su religión como quiera.

¿Por qué entonces el Episcopado católico se ha propuesto cambiarlo? 

La respuesta es simple: porque, a pesar de negarlo, en el fondo su objetivo es la educación religiosa en la escuela pública, la posesión de medios de comunicación electrónicos, la libertad para participar abiertamente en cuestiones no sólo políticas sino electorales y porque esa noción lo que sostiene básicamente es que ningún gobierno le puede poner trabas legales a las agrupaciones religiosas para su actuación. 

Los obispos apenas pueden ocultar —con un doble discurso— su proyecto a mediano y largo plazo.

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