Así es la vida en Panamá. El testaferro César
Segura, el vendedor de flores que prestó su nombre para que unos
gamonales, en combinación con los directivos de ANATI, se apoderaran de
un terreno en Punta Paitilla valorado en más de 40 millones de dólares,
ha sido detenido y esposado.
Vestirse con un
sombrero a la pedrada fue su error. En Panamá sólo la gente de pueblo,
los pobres y humildes, van a la cárcel.
Los ladrones de cuello blanco
siguen gozando de impunidad. Quizás acudir ensacado y con un maletín
lleno de dinero le hubiera servido. Pero no lo tenía. Quién sabe que
le habrán prometido por su silencio.
La mano de
la justicia nunca alcanzarán a Gabriel Btesh y sus socios, los
verdaderos beneficiarios de la entrega gratuita de este terreno.
Tampoco los directivos de ANATI, Alejandro Castillero y Anabelle
Villamonte, a ellos sólo se les pidió la renuncia. Esta última salió de
la Procuraduría de forma distinta a la de Segura.
Como tampoco ocurrirá
con Jimmy Papadimitriu y sus familiares, quienes están detrás del
negociado de tierras en Juan Hombrón.
Ni con Mulino en el caso de los
radares, ni los funcionarios y ministros que se apoderaron de otras
tierras, ni los beneficiarios de los sobrecostos en los llamados
megaproyectos y contrataciones directas, ni los responsables de los
robos y corrupción en la Caja de Seguro Social -CSS-, IDAAN, MEDUCA,
Autoridad de Turismo, Aseo, Policía Nacional, Asamblea de Diputados,
PAN, etc., etc.
Ese es Panamá, perdón, el Dubai de las Américas.
Mientras
tanto se informa que Noriega regresa a Panamá y Martinelli ya anuncia
casa por cárcel para que el dictador sanguinario disfrute de unas
navidades junto a sus familiares.