¿Cuántas veces hay que volver a contar esta historia? Es bien conocida
en EE.UU., en Europa, en el mundo árabe, por cierto en todo el mundo.
La
prensa internacional ha estado informando al respecto desde finales de
los años sesenta.
Los detalles históricos también son bien conocidos. En
1955, el presidente Dwight Eisenhower dio a Israel su primer pequeño
reactor nuclear en Nahal Sorek; en 1964, los franceses construyeron para
Israel su reactor nuclear mucho mayor, Dimona en el desierto Naqag
(Néguev); en 1965, Israel robó 90 kilos de uranio enriquecido de EE.UU. a
través de sus espías en la compañía Nuclear Materials and Equipment
Corporation en Pennsylvania; en 1968, Israel secuestró un barco
liberiano en aguas internacionales y robó su embarque de 200 toneladas
de óxido de uranio.
Israel tiene bombas nucleares desde principios de
los años setenta. A pesar de los entidos oficiales de EE.UU., se informa
de Golda Meir, la cuarta primera ministra de Israel, se preparó a
lanzar 13 bombas nucleares contra Siria y Egipto en 1973 y fue detenida
antes de cometer ese acto genocida cuando Henry Kissinger emprendió el
mayor puente aéreo de armas de la historia, a tiempo para invertir el
curso de la guerra de 1973 (como informó al respecto la revista Time).
Israel mantuvo durante décadas una continua colaboración en el área de
armas nucleares con el régimen sudafricano del apartheid, que solo
terminó con el colapso de ese régimen en 1994.
Desde entonces,
expertos han calculado que Israel tiene más de 400 artefactos nucleares,
incluidas armas termonucleares en el área de megatones, así como bombas
de neutrones, armas nucleares tácticas, y bombas atómicas portables en
maletas.
También tiene el sistema de misiles para lanzarlas con un
alcance de 11.500 km (que llega más allá de Irán). Israel tiene también
submarinos capaces de realizar ataques nucleares así como
cazabombarderos jet que pueden lanzar la carga nuclear israelí.
Israel
incluso ha impedido diligentemente que sus vecinos lleguen a adquirir
reactores nucleares para usos pacíficos.
Violó el derecho internacional
al bombardear el reactor Osirak iraquí, que estaban construyendo los
franceses en 1981, en una incursión no provocada a pesar de que el
reactor se iba a utilizar, según los gobiernos de Francia e Iraq, con
fines pacíficos.
Israel también bombardeó lo que los informes de
inteligencia afirmaron era un reactor nuclear norcoreano en construcción
en Siria en 2007.
El Mossad israelí también se ha vinculado al
asesinato de numerosos científicos nucleares egipcios, iraquíes e
iraníes durante décadas.
Israel se sigue negandose a firmar el Tratado
de No Proliferación Nuclear y se niega a permitir que los miembros del
Organismo Internacional de Energía Atómica inspeccionen su reactor de
Dimona.
Israel, un país depredador y agresivo que desde su
creación ha lanzado constantemente ataques a todos sus vecinos, expulsó a
cientos de miles de personas, causó millones de refugiados palestinos,
libaneses y egipcios, asesinó a decenas de miles de civiles y utilizó
armas prohibidas en todo el mundo (desde napalm a bombas de fósforo,
para nombrar los casos más notorios), sigue ocupando los territorios
palestinos y al pueblo palestino en violación del derecho internacional,
está gobernado por una ideología estatal racista fundacional antiárabe y
antimusulmana a la cual se adhieren sus dirigentes, estructuras e
instituciones gubernamentales, así como su cultura popular y política y
una serie de leyes.
Por cierto, Israel no solo lanza permanentemente
guerras contra sus vecinos sino que también insta a las potencias
mundiales a invadir a esos vecinos, mientras auspicia campañas racistas
de odio antiárabes y antimusulmanas en EE.UU. y en toda Europa, aparte
de integrar un racismo semejante en los planes de estudios de sus
escuelas y universidades y en gran parte de su producción cultural.
Políticas racistas
El
protector de Israel, EE.UU., el único país del mundo que ha utilizado
deliberadamente bombas nucleares contra poblaciones civiles, sigue
defendiendo aquella decisión 66 años después del acto genocida, e
inculca a su población en sus planes de estudio en las escuelas y en los
medios para que lo defienda. EE.UU. también se ha asegurado de que el
arsenal nuclear de Israel no se discuta jamás en el Consejo de Seguridad
de la ONU a pesar de las persistentes propuestas que se han hecho
durante décadas para que se discuta.
Por cierto, la insistencia de
EE.UU. de mantener la capacidad nuclear de Israel como un “secreto” a
voces se ha pensado, entre otras cosas, para mantener el flujo de la
ayuda de EE.UU. a Israel, en especial porque una condición legal clave
para la recepción de una ayuda semejante es que los países receptores
sean firmantes del Tratado de No Proliferación Nuclear, que Israel se
niega a firmar.
No obstante, EE.UU. e Israel, las mayores
amenazas de la paz mundial y por cierto los peores belicistas desde la
Segunda Guerra Mundial, insisten en decir al mundo que Irán, cuyo actual
régimen nunca invadió ningún país (pero que sí fue invadido por el Iraq
de Sadam en 1981 a pedido de las ricas familias petroleras gobernantes
del Golfo y sus patrocinadores estadounidenses y franceses), sería una
amenaza para la paz mundial si llegara a poseer un artefacto nuclear.
Ante
las políticas racistas de EE.UU. en cuanto a quién puede o no puede
llegar a poseer armas nucleares (según criterios raciales de si son
europeos o de extracción europea), hay que dejar en claro que la medida
en la cual hay una carrera nuclear en Medio Oriente, es la fomentada por
el belicismo de Israel y su posesión de semejantes armas de destrucción
masiva.
Si Medio Oriente ha de llegar a ser una zona libre de armas
nucleares, el esfuerzo internacional por liberarlo de semejantes armas
tiene que comenzar por Israel, que es el único país de la región que las
posee, y no por Irán que puede o no estarlas desarrollando.
Es
obvio que el racismo del gobierno de Obama contra árabes y musulmanes no
conoce límites, pero para la gente de Medio Oriente (árabes, turcos, e
iraníes), los criterios racistas de Obama no son convincentes.
Tener o
no tener armas nucleares tiene que ver con la seguridad en lo que
respecta a la gente de la región, y no con privilegios raciales
europeos.
Aunque EE.UU. no tiene por qué temer a las armas nucleares
israelíes, los países vecinos de Israel y sus poblaciones civiles han
estado aterrorizados por ellas durante décadas (y lo siguen estando); y
con razón. Una vez que Obama aprenda esta lección, la gente de la región
reconsiderará la credibilidad de EE.UU. respecto a su supuesta
preocupación por la proliferación nuclear.
Joseph Massad es profesor asociado de Política e Historia Intelectual Árabe Moderna en la Universidad Columbia en Nueva York.
© Copyright Joseph Massad, Al Jazeera, 2011