La zona del Sur del Tolima se ha convertido en un escenario central del conflicto social y armado que se vive en Colombia.
Hemos visto intensificarse los enfrentamientos entre el Ejército, particularmente la Sexta Brigada, y el Frente 21 de las Farc-EP que opera en la zona del Cañón de las Hermosas.
También escuchamos constantemente de ejecuciones extrajudiciales en la
zona, de bombardeos indiscriminados, así como de movilizaciones
campesinas exigiendo la desmilitarización y el fin a la persecución y a
los asesinatos de dirigentes agrarios.
El Sur de Tolima es una zona
donde la insurgencia tiene hondas raíces en las comunidades.
De hecho,
sus orígenes se encuentran en gran medida en esta región, donde desde la
década de los ‘30 se vive un conflicto prácticamente ininterrumpido,
primero, de carácter agrario y luego, desde el período de “la Violencia”
(1948-1953), cuando la violencia del Estado y los latifundistas obligó
al campesinado y a los indígenas a formar grupos de autodefensas
armadas, de carácter armado.
De esta región provienen míticos líderes
que darían orígen a las Farc-EP: el dirigente campesino trocado en
comandante guerrillero, Isauro Yosa (“Mayor Líster”); los liberales que se pasarían al comunismo como Jacobo Prías Alape, Ciro Trujillo y Jaime Guaracas; y Manuel Marulanda, que aunque originario de Caldas, huyó a esta región con su familia para salvar la vida a finales de los ‘40.
Específicamente en el corregimiento de La Marina,
ya en 1949 se formó uno de los primeros grupos guerrilleros de
autodefensa campesinos de inspiración comunista.
Los principales
dirigentes de las Farc-EP por décadas salieron de esta región y se
movieron por sus montañas y quebradas.
Debido a esta historia y a las
hondas raíces del movimiento guerrillero en esta región, la lucha
contrainsurgente y los programas de consolidación del Ejército
colombiano han sido particularmente cruentos.
Las recientes operaciones
militares, el bloqueo militar, los bombardeos, han producido un éxodo
masivo de campesinos que se han visto despojados de todo cuanto tienen,
igual que como ocurrió hace más de medio siglo durante “la Violencia”.
El Ejército, para ganar terreno en la guerra, debe previamente vaciarlo
de campesinos.
Los periodistas colombianos no van a estas
regiones, sea por miedo o por comodidad. La cobertura periodística se
limita a reproducir partes del Ejército y declaraciones del Ministerio de Defensa.
Así se reproduce la “verdad” oficial sin ninguna clase de
cuestionamiento, una verdad oficial donde las víctimas civiles ni
siquiera figuran como “daños colaterales”, una verdad oficial aséptica
donde se nos habla de “operaciones militares quirúrgicas”, “bombardeos
selectivos”, y se ocultan los cuerpos desgarrados, los desplazados, las
ejecuciones extrajudiciales, el enorme sufrimiento humano de la guerra
sucia.
A comienzos de marzo, la Comisión Asturiana de Verificación de los Derechos Humanos en Colombia, visitó la zona de Chaparral en
el Sur del Tolima, para constatar en el terreno los efectos de las
operaciones militares adelantadas por el Ejército en el curso del cerco
militar tendido sobre el principal dirigente de las Farc-EP, Alfonso Cano,
que finalmente llevó a su asesinato el 4 de noviembre.
Llegaron a La
Marina el 8 de marzo, poco después de duros enfrentamientos entre el
Ejército y la insurgencia[1], y mientras se intensificaba la persecución
y los atentados contra dirigentes campesinos[2].
Pudieron constatar, en
toda su crudeza, el drama de la guerra que se desarrolla en las zonas
rurales de Colombia, el cual sigue siendo un drama desconocido para
muchos colombianos.
De ahí la gran importancia de este testimonio que
nos concedió en entrevista Javier Orozco, refugiado colombiano, coordinador del Programa de Acogida Temporal para Víctimas de Violaciones a los Derechos Humanos en Colombia del Principado de Asturias
y uno de los coordinadores de la visita anual de la Comisión Asturiana a
Colombia.
Orozco conoce la realidad colombiana como la palma de su
mano: trabajó en el Instituto Colombiano de la Reforma Agraria
(Incora), con lo cual pudo conocer la geografía colombiana del conflicto
por las tierras y familiarizarse con las comunidades donde éste se
desarrolla, entiendiendo como pocos la dinámica del conflicto
colombiano.
Además, fue parte de la Junta Directiva Nacional de la Central Unitaria de Trabajadores
(CUT) de Colombia, hasta que tuvo que abandonar el país a comienzos del
2001 cuando el año anterior fueron asesinados 205 sindicalistas de la CUT. Dejamos este testimonio profundamente humano que esperamos ayude a dar a conocer esa tragedia desconocida.
-La
Comisión Asturiana estuvo de visita en las zonas del sur de Tolima en
marzo de este año, en momentos en que se intensificaba el cerco sobre el
abatido comandante de las Farc-EP Alfonso Cano. En el terreno,
¿pudieron constatar la manera en que estas operaciones afectaron a la
población civil?
-En ese momento estaban en curso operaciones militares de gran escala para cercar a Cano. La comisión fue invitada por la Asociación Sindical de Trabajadores Campesinos de Tolima (Astracatol), afiliada a Fensuagro[3],
quienes pidieron al gobierno asturiano verificar la situación de
bloqueo militar y las violaciones al derecho internacional humanitario
que estaba cometiendo la tropa.
Salimos hasta Ibagué, se hizo un
foro departamental de derechos humanos para mirar la situación en todo
el departamento y después de eso nos desplazamos al sur de Tolima,
Jurisdicción de Chaparral, por un camino intransitable, una trocha en
muy malas condiciones, cordillera arriba.
Llegamos a un corregimiento
llamado La Marina. Las personas del área que iban con la comisión
comentaban que esa carretera estaba siempre llena de tropas y retenes
militares; pero ante la llegada de la comisión no quedó un solo soldado,
retiraron todos los controles, toda la tropa de manera que la comisión
pudo constatar la flexibilidad con la que actúan los militares cuando
hay misiones de verificación… levantan el retén y se esconden.
Algunas
personas decían que el Ejército tenía 6.000 hombres desplegados en la
zona pero no se veía ninguno.
Es una orientación del alto mando porque
esas decisiones no las toman las unidades de ahí. Lo hacen para dar la
impresión de normalidad a pesar del conflicto.
Los campesinos a lo
largo del camino nos van diciendo que acá mataron a tal, que allá
desaparecieron a otro, que acá hubo un combate, toda la vía es una
historia de la guerra contra los campesinos, ellos mismos dicen que es
una guerra contra los campesinos.
Cuando llegamos a La Marina la
impresión fue tremenda: vimos un escenario terrible porque meses antes
el Ejército había ocupado el salón comunal, el salón de reuniones que, a
su vez, funcionaba como escuela de primaria, violando todas las normas
del derecho internacional humanitario y tomando así a la población como
escudo.
Unas semanas antes de que llegáramos, el Ejército bombardeó unas
fincas de campesinos y unas áreas de selva en esa región, dejando un
saldo de varios farianos[4] muertos, y la tropa se negó a recoger los
restos de los muertos, dejando tras de sí un escenario más que dantesco.
Los campesinos tuvieron que ir con bolsas y con ollas a recoger muertos
en un área de muchos metros cuadrados, donde el poder de las bombas
descuajó varios árboles de muchos metros de ancho, deforestaron a punta
de bombas una buena parte de la selva. Dañaron también el ganado, las
fincas.
Y quedó material de guerra esparcido en toda el área: minas,
granadas de mortero, munición para fusil, bombas de la aviación que
quedaron sin explotar… los campesinos no se atreven a entrar o desminar
porque es muy peligroso, sólo hicieron el acto humanitario de recoger
los cuerpos de los guerrilleros muertos.
Cuando le pidieron al Ejército
desminar y recoger los cuerpos, la respuesta del oficial fue “que a esos
hijueputas perros que se los coman las bestias”. Los campesinos son muy
creyentes y tomaron la tarea de dar cristiana sepultura a los
guerrilleros caídos.
Los campesinos cuantificaron el valor de los daños,
son gente muy pobre y los daños son millonarios y eso no los asume
nadie.
Los campesinos se tomaron el trabajo de tomar fotos de lo
que estoy diciendo, de los cuerpos mutilados, de ellos mismos recogiendo
los cadáveres, de la destrucción, del material explosivo sin explotar.
Incluso hicieron videos de la depredación de la selva.
Nosotros somos
una comisión bastante curtida en temas de guerra, y hubo gente que no
tuvo los hígados para acabar de ver el video y las fotografías. Esto te
lo digo para que te hagas una idea de la magnitud de estos ataques.
Dos
días antes de que llegáramos, por la noche, unidades de las Farc-EP
reptaron por el río y treparon las paredes de ese salón comunal que da a
un barranco y colocaron cargas explosivas en los muros y en el techo,
que hicieron detonación[5] y, según nos contaban los campesinos, después
de que explotaran las cargas, la guerrilla empezó un ataque con
granadas y con fuego de arma larga que destruyó una parte de ese salón
comunal, especialmente la parte del techo, dejando un saldo de varios
soldados muertos.
En el propio bombazo murieron dos o tres, pero hubo
varios heridos que después murieron, no sé cuantos. También hubo civiles
heridos, fueron destruidos negocios, fueron afectadas algunas casas. El
hostigamiento duró varias horas, la guerrilla se replegó y los
campesinos consideraron esa acción de las Farc-EP como una suerte de
venganza contra los militares, por el bombardeo anterior.
Cuando
llegamos a La Marina, mucha gente se había ido, quedaron solamente
algunas personas para contar la historia, pero muchos se fueron. Nos
narraron con detalles el bloqueo militar al que sometieron a sus
comunidades y los asaltos permanentes de la tropa en los caminos donde
no hay testigos, porque esas son soledades selváticas… ahí asaltan a las
familias o personas de la región cargando alimentos para la familia o
para el mercado.
Denunciaron el asesinato de varios dirigentes de las
juntas de acción comunal por el Ejército y amenazas y asesinatos de la
tropa a dirigentes de Fensuagro.
Denunciaron robo de propiedades,
plantas eléctricas, animales, dinero, motosierras, maquinaria, actos de
pillaje propios de un ejército de ocupación. Esas cosas eran hechas por
soldados de origen campesinos de otras zonas del país, traídos a la
guerra en el sur de Tolima para que en un territorio que les es ajeno,
no tuvieran compasión ni miramientos… decían los campesinos “esto está
lleno de costeños[6], que llegan amargados a darle patadas a los perros,
bofeteándolo a uno, robándose las cosas”.
Denunciaron presiones sobre
los niños para que informaran quién habían visto pasar, forzándolos a
ser informantes, lo que es una violación gravísimo del derecho
internacional humanitario, sobre todo con menores de edad.
Denunciaron
que muchas veces pidieron a los mandos que sacaran al Ejército de la
escuela y nunca tuvieron respuesta positiva. Puede decirse que el ataque
dio mucha rabia a los campesinos porque eso estaba cantado.
Los policías y militares se escondieron de la comisión en La Marina así que no hubo uno solo para preguntarle por todo esto.
La
Comisión Asturiana para comprobar la envergadura del combate, quiso
mirar el impacto sobre ese lugar y nos encontramos con algo terrible:
las bombas puestas por los guerrilleros en el techo destrozaron también a
algunos soldados.
La Comisión pudo ver jirones de traje camuflado
ensangrentados, colgando de los árboles, pedazos de botas, pañoletas de
las que usan los soldados en la cabeza para el sudor, charcos de sangre
ennegrecida, junto con huecos de metralla y disparos de fusil en paredes
de ladrillo.
Me impresionó mucho ver que un disparo atravesó varias
casas de tabla de los campesinos, como un queso. O sea que no murió más
gente de suerte, porque el ataque fue de noche.
Los campesinos decían
“nos toca recoger pedazos de las ropas y de los soldados, porque el
Ejército ya no se molestó en terminar de recoger todos los pedacitos que
quedaron regados”.
A la reunión en La Marina también vinieron
campesinos de otras zonas retiradas para contar su historia. Algunos de
ellos, cuando la comisión se iba a retirar, nos pidieron salir en los
carros de la comision internacional porque ellos tenían miedo de
quedarse después de contar la historia.
Los campesinos atribuyen
la presencia de tantísima tropa tan agresiva no tanto a un cerco a
Alfonso Cano, que en parte lo era, sino que sobre todo como un método
para desesperar y aburrir a los campesinos para que se fueran de la zona
y que empresas como Unión Fenosa pudieran tener campo abierto
para hacer represas, ya que quieren limpiar territorio para represar los
ríos que bajan de la cordillera.
Los campesinos decían, para reafirmar
esta idea, que después de ese ataque en La Marina la guerrilla se había
retirado del área, y que si la tropa todavía estaba ahí era porque la
cosa era con ellos, con los campesinos.
Una persona que trabaja
para medios alternativos nos acompañó y los campesinos dijeron que este
era el único periodista que había venido, porque los periodistas en
Colombia cogen los partes del Ejército y los toman como verdades
absolutas.
Los campesinos decían que cómo era posible que viniera gente
de tan lejos, de Asturias, y que no se aparecieran los periodistas
colombianos por allá. Esa desinformación es una constante en la guerra
colombiana.
Los partes de guerra esconden lo que realmente ocurrió, y
los periodistas los reproducen. Sobre el enfrentamiento, la prensa dijo
otra cosa de lo que pudimos ver y escuchar. La prensa no dijo que el
Ejército ocupó la escuela y se apropió de bienes campesinos, la prensa
lo que dijo fue que la guerrilla bajó a matar soldados y campesinos,
pero no dicen cómo el Ejército hostiga y maltrata a la población.
Nosotros estuvimos ahí y constatamos la realidad de los hechos.
El
área de operaciones contra Cano y también contra los campesinos, al
final es lo mismo, es un área muy grande, y nosotros visitamos solamente
un sector.
Las acciones del Ejército persiguiendo a Cano han logrado
destruir o aplazar los planes de desarrollo de los campesinos para
dignificar la vida de su región, porque se destruye el tejido social,
las juntas de accion se descabezan, a la gente le da miedo, a veces se
necesita colaboración del Estado pero el Estado solamente manda bombas,
entonces digamos que esta confrontación generó muchos problemas.
Por
parte del Ejército por su violencia, su cerco militar y por tomar a la
población como escudo, pero también la guerrilla atacó a los soldados en
medio de la población civil. Después de estas acciones la gente quedó
con mucho miedo, con mucha inseguridad. Gente que tenía cafetales no
podían recoger el café porque si se encontraban con la tropa los
interrogaban, les quitaban la comida, les destruían las herramientas.
A
eso de las 4 ó 3 de la tarde, los campesinos nos empezaron a urgir para
salir del área porque era peligroso estar ahí, nos dijeron se iba a
obscurecer, que la tropa está escondida y puede pasar algo en el camino
de vuelta, que no nos coja la noche. Nos dijeron que nos podía atacar el
Ejército y después echar la culpa a la guerrilla.
Nos tocó recoger todo
rápidamente, y fue muy dramático despedirse porque los campesinos nos
pedían que no los abandonaramos, los campesinos nos pedían bajarlos con
la comisión, tenían miedo de bajar solos.
Eso fue un viaje de cuatro
horas por una trocha muy mala y no vimos ni un solo soldado, donde hay
miles controlando todo lo que sube y baja.
Bajamos a Chaparral ya
de noche. Literalmente estaba ocupado por el Ejército, había muchísima
tropa, y policía en el casco urbano, y los campesinos denunciaron que
esos soldados patrullaban junto con grupos paramilitares.
-Tuvimos
denuncias entre julio y agosto de fuertes bombardeos indiscrimados
precisamente en Chaparral. ¿Cómo estaban las cosas unos meses antes?
-Los
bombardeos en esa zona son cotidianos, no en el casco urbano, pero sí
en la zona rural del municipio. Hay tiros todo el rato, pero los
bombardeos son en las zonas rurales. El Ejército identifica lo que
llaman un objetivo y bombardean sin importar si hay civiles o no.
Pero
en esos días no había bombardeos indiscriminados, eso fue después. Sí
denunciaron los pobladores lo de La Marina, y la persecución a
sindicalistas y a los miembros del Partido Comunista, que en esa
zona es un partido muy fuerte y los persiguen mucho, muy duro, y resulta
que es un partido legal como cualquier otro. Tienen en esa zona mucho
preso político y las persecuciones son pan de cada día.
En Ibagué,
en la capital del departamento, se quejaron mucho las personas con que
nos reunimos contra los ataques del Ejército a los campesinos de Tolima,
particularmente contra el resguardo de Planadas y otros resguardos del pueblo Pijao.
Señalaron una persecución, un hostigamiento, un maltrato permanente en
contra de los resguardos del sur de Tolima, los resguardos en Chaparral
también fueron mencionados, protestan los indígenas que han convertido
su territorio ancestral en un teatro de operaciones militares.
-El
sur de Tolima es una zona histórica, de una larga tradición de luchas
agrarias y donde el movimiento guerrillero también tiene sus raíces…
-Sí,
claro, uno de los objetivos incofesables de las operaciones militares
en esa zona es destruir la resistencia de los pueblos indígenas que no
han permitido que el latifundio se apodere de sus territorios, y también
destruir la potente organización campesina de esa región que exige
reforma agraria.
Recuerda que en zonas del Tolima hubo una reforma
agraria en tierras que fueron acondicionadas por el Estado, con sistemas
de riego, para procesos parciales de reforma agraria, y luego con la
violencia y la guerra, los latifundistas se las re-apropiaron.
La idea
original de esa limitada reforma agraria era que los campesinos tuvieran
fuente de ingresos y no se fueran para el monte, pero si les quitan las
tierras ¿qué van a hacer?
Hay un proceso de contrarreforma agraria
ligado a las operaciones contrainsurgentes, eso está claro.
-¿No
le parece entonces que llegamos a un problema circular, porqué estos
territorios son consolidados para sofocar al movimiento insurgente, pero
luego los efectos de la sonsolidación (contrarreforma agraria,
violencia y abusos contra la población) empujan a muchas personas
precisamente a las filas insurgentes?
-Bueno, yo no sé para
donde coge la gente. Habrá quien se va a tumbar monte[7] por otro lado
donde no haya guerra, hay quien sale buscando familiares con los cuales
irse, otros llegan como indigentes a vender cosas en las calles de las
ciudades y a rebuscarse la vida, pero seguro que la gente joven toma
otras decisiones.
Hay mucha indignación de que los saquen de lo que les
ha costado tanto, sus casas, sus fincas, sus fuentes de ingresos, en una
pelea que se supone que no es con ellos o que eso dice por lo menos el
Estado.
Los campesinos se ríen con sorna cuando ven estos enormes
carteles que el Estado pone en todos los caminos y carreteras que dice
“Viaje seguro, viaje tranquilo, su Ejército está en la vía”. La gente
bromea, dice “hombre qué tranquilidad, estábamos mejor solos”.
-¿Hubo riesgos en llegar a esta zona?
-La
Comisión aparentemente no tuvo riesgo alguno porque la tropa se retiró
cuando llegamos, pero hubo gente incluso del servicio exterior del
gobierno español que nos dijeron que al sur del Tolima no fuéramos. Nos
dijeron que no lo consideraban prudente y que en todo caso era mejor
hacer un convoy con otras instituciones pero no había tiempo de armar un
convoy, nos llamaron por una situación muy dramática y entramos solos
al final.
-La Comisión también visitó al Cauca, que sufría una situación semejante a la de Tolima en algunas regiones, ¿verdad?
-Cuando fuimos el año pasado al Cauca,
ese cerco ya estaba, duró mucho tiempo, porque buscaron hambrear y
cansar a la insurgencia durante un período prolongado de tiempo.
En la
visita, pudimos apreciar la presencia de tanques de guerra desplegados
estratégicamente a lo largo de toda la carretera panamericana entre Cali y Popayán,
había muchísima tropa de contraguerrilla debidamente identificada, no
era nada irregular, pero era muchísima tropa haciendo operaciones de
presencia y control como lo llaman.
En el suelo se veían las marcas de
carros incendiados, de acciones de guerra… incluso, la gente de la
región que iba viajando con nosotros decían lo mismo que en Tolima, acá
mataron a fulano acá desaparecieron a otro.
Denunciaron, también,
muchos bombardeos en las zonas indígenas donde el Ejército estimaba que
estaban las Farc. Hacen trabajo de identificar objetivos desde el aire,
desde mucha altura, con tecnología de punta de los EEUU y luego bombardean. Se hizo la visita a Caloto y
los campesinos denunciaron horrores como el asesinato de civiles
presentados como guerrilleros dados de baja en combate, los que llaman falsos positivos;
hay noticias de nuevas denuncias de falsos positivos, o sea, que la
práctica no ha terminado. Quizás ya no sea en el volúmen de antes, pero
es una práctica que sigue ocurriendo.
Denunciaban también que la tropa
entraba disparando sobre algunas casas donde presumían que había
guerrilleros o milicianos de civil, y eso ha ocasionado muchos
campesinos e indígenas muertos.
El asunto dramático es que salimos
a las 4 de la tarde del casco urbano del municipio de Caloto camino a
Popayán, para nuevas reuniones, y luego nos llamaron por radio para que
nos devolviéramos porque la Fuerza Aérea estaba bombardeando las
zonas rurales, muy cerca de Caloto, y la gente que habíamos entrevistado
estaban ahí en esas zonas, o no podían pasar por ahí. Logramos
comunicarnos con uno de esos testigos y nos dijo “yo no puedo seguir
subiendo para llegar a la casa, estoy debajo de un puente porque eso
para arriba hay un tiroteo muy grande y hay aviones, no puedo ni subir
ni bajar”. Otros suponemos que estaban igual.
Después, al día siguiente,
supimos que los campesinos fueron albergados por otros campesinos
mientras pasaban los hostigamientos.
-Con todo este hostigamiento y con la fuerza del cerco militar, ¿la muerte de Cano se veía venir en su opinión?
-Yo
siempre tuve la esperanza de que tuviera las siete vidas del gato como
el viejo Marulanda, y que escapara del cerco militar porque eso es un
asunto constante, algo que lo viven los mandos guerrilleros a cada rato.
Los cercan y escapan, y así es un juego del gato y del ratón que lleva
medio siglo. Cano había escapado muchos cercos, yo tenía esperanza de
que se preservara la vida de un guerrillero con mucha formación y visión
política, y con talante negociador.
Esto lo pudieron constatar hasta funcionarios de la UE
que fueron a la zona de despeje[8]. Él siempre pensó en formas de que
la guerra terminara y los combatientes de la guerrilla, al parecer, lo
respetaban mucho porque era un hombre de buen trato.
Y un hombre que
tenía fama de que cumplía su palabra y lo que pactaba. Además, era un
hombre que consitó mucha simpatía entre los campesinos y sectores de la
intelectualidad colombiana porque daba argumentos más políticos, no era
un hombre de guerra, de tanto tiro.
Este no era un tropero, era un
pensador político con mucha esperanza en la paz, su asesinato fue
asesinar la esperanza de paz en esta etapa. El Gobierno despreció y asesinó a un negociador.
-Después
de los dramáticos testimonios de la guerra que hemos escuchados, ¿cree
que para las comunidades de Tolima va a cambiar la vida con la muerte de
Cano?
-Sí, en lo inmediato; ahora estarán totalmente bajo el
control de los paramilitares y del Ejército que abusan de ellos. Ahora
sí que se los va a comer el putas[9] como dicen ellos mismos. Ellos, los
campesinos, decían que el día en que acaben con la guerrilla la cosa sí
que se iba a poner muy malita. La guerrilla funciona como un contrapeso
porque los latifundistas, que utilizan paramilitares para quitar la
tierra a los campesinos, no tenían las manos libres, pero ahora sí las
van a tener. Ojalá me equivoque.
Pero también es cierto que la
guerrilla está acostumbrada a hacer cambios de mandos, y que hay
condiciones objetivas que no han cambiado y que antes bien se han
agravado.
Lo que puede ocurrir es que la guerrilla se vaya de ahí por un
tiempo, con miras a volver.
Por cuanto tiempo, no sé, porque ellos no
tienen sede, van de un lado a otro.
En las zonas donde se retiran y el
Estado impone sus planes de consolidación, ahí los campesinos han
perdido la tierra y han sido convertidos en indigentes o en peones del
latifundismo.
Pierden la tierra, el control político queda en manos de
la mafia, que son nuevos terratenientes con ejércitos propios, y de los
corruptos… entonces es un escenario preocupante que alimenta el
conflicto.
La guerrilla no lleva alimentos a la gente, no resuelve
esa clase de problemas, no son hermanitas de la caridad, no son el
Estado, pero me decían algunos campesinos que su presencia no les deja
las manos libres a quienes practican el despojo violento.
Por José Antonio Gutiérrez D.
18 de noviembre, 2011
NOTAS
[1] Ver la aséptica versión de los eventos de la revista Semana
[2] Ver las siguientes declaraciones que dan testimonio de lo que se vivió en momentos inmediatamente posteriores a la visita de la Comisión, desde el punto de vista de las comunidades y sus procesos organizativos.
[3] Federación Nacional Sindical Unitaria Agropecuaria,
es una asociación campesina nacional colombiana, fundada en 1976. Es
una de las organizaciones populares más golpeadas en las últimas
décadas, principalmente por el paramilitarismo y el Ejército. Tienen,
además, varios dirigentes y asociados en la cárcel.
[4] Guerrillero de las Farc-EP.
[5]
Esta acción, según la descripción, habría sido realizada por las
fuerzas élite de las Farc-EP, los llamados “pisa suaves”. El último
informe de la Corporación Nuevo Arco Iris las describe de la
siguiente manera: “Estas compañías se componen de entre 25 y 35
personas, operan en grupos de no más de cinco personas.
Actualmente, la
mayoría de sus acciones se caracterizan por penetrar las líneas de
guardia de diferentes estructuras militares y operan embardunados de
aceite quemado, caminan descalzos y se les llama ‘pisa suaves’ porque no
se sienten sus pasos”.
El Comandante Edgar Cely las describe así
“(…) la guerra de guerrillas vuelve a jugar otra vez con dos o tres
grupos que se mueven, buscan la manera de golpear y ya. Cuando están
uniformados lo hacen con unos grupos que los llaman los ‘pisa suaves’.
Van descalzos y llevan solamente las granadas con que van a golpear.”
Ambas citas se encuentran en este documento. Se puede encontrar en Youtube algunos videos sobre los pisa suaves: PISA SUAVES.avi y Fuerzas Especiales de las Farc.
[6] Alguien originario de la costa Caribe de Colombia.
[7] “tumbar Monte”, expresión que quiere decir irse a colonizar una zona virgen.
[8] Referencia a la zona de despeje en San Vicente del Caguán durante el fallido proceso de paz de las Farc-EP con el gobierno de Andrés Pastrana (1998-2002).
[9] Estar en graves dificultades.