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Colombia: El impacto del cerco militar a Alfonso Cano sobre las comunidades campesinas en el sur del Tolima

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La zona del Sur del Tolima se ha convertido en un escenario central del conflicto social y armado que se vive en Colombia.

Hemos visto intensificarse los enfrentamientos entre el Ejército, particularmente la Sexta Brigada, y el Frente 21 de las Farc-EP que opera en la zona del Cañón de las Hermosas

También escuchamos constantemente de ejecuciones extrajudiciales en la zona, de bombardeos indiscriminados, así como de movilizaciones campesinas exigiendo la desmilitarización y el fin a la persecución y a los asesinatos de dirigentes agrarios.

El Sur de Tolima es una zona donde la insurgencia tiene hondas raíces en las comunidades.

De hecho, sus orígenes se encuentran en gran medida en esta región, donde desde la década de los ‘30 se vive un conflicto prácticamente ininterrumpido, primero, de carácter agrario y luego, desde el período de “la Violencia” (1948-1953), cuando la violencia del Estado y los latifundistas obligó al campesinado y a los indígenas a formar grupos de autodefensas armadas, de carácter armado.

De esta región provienen míticos líderes que darían orígen a las Farc-EP: el dirigente campesino trocado en comandante guerrillero, Isauro Yosa (“Mayor Líster”); los liberales que se pasarían al comunismo como Jacobo Prías Alape, Ciro Trujillo y Jaime Guaracas; y Manuel Marulanda, que aunque originario de Caldas, huyó a esta región con su familia para salvar la vida a finales de los ‘40. 

Específicamente en el corregimiento de La Marina, ya en 1949 se formó uno de los primeros grupos guerrilleros de autodefensa campesinos de inspiración comunista.

Los principales dirigentes de las Farc-EP por décadas salieron de esta región y se movieron por sus montañas y quebradas.

Debido a esta historia y a las hondas raíces del movimiento guerrillero en esta región, la lucha contrainsurgente y los programas de consolidación del Ejército colombiano han sido particularmente cruentos. 

Las recientes operaciones militares, el bloqueo militar, los bombardeos, han producido un éxodo masivo de campesinos que se han visto despojados de todo cuanto tienen, igual que como ocurrió hace más de medio siglo durante “la Violencia”. El Ejército, para ganar terreno en la guerra, debe previamente vaciarlo de campesinos.

Los periodistas colombianos no van a estas regiones, sea por miedo o por comodidad. La cobertura periodística se limita a reproducir partes del Ejército y declaraciones del Ministerio de Defensa

Así se reproduce la “verdad” oficial sin ninguna clase de cuestionamiento, una verdad oficial donde las víctimas civiles ni siquiera figuran como “daños colaterales”, una verdad oficial aséptica donde se nos habla de “operaciones militares quirúrgicas”, “bombardeos selectivos”, y se ocultan los cuerpos desgarrados, los desplazados, las ejecuciones extrajudiciales, el enorme sufrimiento humano de la guerra sucia.


A comienzos de marzo, la Comisión Asturiana de Verificación de los Derechos Humanos en Colombia, visitó la zona de Chaparral en el Sur del Tolima, para constatar en el terreno los efectos de las operaciones militares adelantadas por el Ejército en el curso del cerco militar tendido sobre el principal dirigente de las Farc-EP, Alfonso Cano, que finalmente llevó a su asesinato el 4 de noviembre. 

Llegaron a La Marina el 8 de marzo, poco después de duros enfrentamientos entre el Ejército y la insurgencia[1], y mientras se intensificaba la persecución y los atentados contra dirigentes campesinos[2]. 

Pudieron constatar, en toda su crudeza, el drama de la guerra que se desarrolla en las zonas rurales de Colombia, el cual sigue siendo un drama desconocido para muchos colombianos.

De ahí la gran importancia de este testimonio que nos concedió en entrevista Javier Orozco, refugiado colombiano, coordinador del Programa de Acogida Temporal para Víctimas de Violaciones a los Derechos Humanos en Colombia del Principado de Asturias y uno de los coordinadores de la visita anual de la Comisión Asturiana a Colombia. 

Orozco conoce la realidad colombiana como la palma de su mano: trabajó en el Instituto Colombiano de la Reforma Agraria (Incora), con lo cual pudo conocer la geografía colombiana del conflicto por las tierras y familiarizarse con las comunidades donde éste se desarrolla, entiendiendo como pocos la dinámica del conflicto colombiano. 

Además, fue parte de la Junta Directiva Nacional de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) de Colombia, hasta que tuvo que abandonar el país a comienzos del 2001 cuando el año anterior fueron asesinados 205 sindicalistas de la CUT. Dejamos este testimonio profundamente humano que esperamos ayude a dar a conocer esa tragedia desconocida.

-La Comisión Asturiana estuvo de visita en las zonas del sur de Tolima en marzo de este año, en momentos en que se intensificaba el cerco sobre el abatido comandante de las Farc-EP Alfonso Cano. En el terreno, ¿pudieron constatar la manera en que estas operaciones afectaron a la población civil?

-En ese momento estaban en curso operaciones militares de gran escala para cercar a Cano. La comisión fue invitada por la Asociación Sindical de Trabajadores Campesinos de Tolima (Astracatol), afiliada a Fensuagro[3], quienes pidieron al gobierno asturiano verificar la situación de bloqueo militar y las violaciones al derecho internacional humanitario que estaba cometiendo la tropa. 

Salimos hasta Ibagué, se hizo un foro departamental de derechos humanos para mirar la situación en todo el departamento y después de eso nos desplazamos al sur de Tolima, Jurisdicción de Chaparral, por un camino intransitable, una trocha en muy malas condiciones, cordillera arriba. 

Llegamos a un corregimiento llamado La Marina. Las personas del área que iban con la comisión comentaban que esa carretera estaba siempre llena de tropas y retenes militares; pero ante la llegada de la comisión no quedó un solo soldado, retiraron todos los controles, toda la tropa de manera que la comisión pudo constatar la flexibilidad con la que actúan los militares cuando hay misiones de verificación… levantan el retén y se esconden. 

Algunas personas decían que el Ejército tenía 6.000 hombres desplegados en la zona pero no se veía ninguno.

Es una orientación del alto mando porque esas decisiones no las toman las unidades de ahí. Lo hacen para dar la impresión de normalidad a pesar del conflicto.

Los campesinos a lo largo del camino nos van diciendo que acá mataron a tal, que allá desaparecieron a otro, que acá hubo un combate, toda la vía es una historia de la guerra contra los campesinos, ellos mismos dicen que es una guerra contra los campesinos.

Cuando llegamos a La Marina la impresión fue tremenda: vimos un escenario terrible porque meses antes el Ejército había ocupado el salón comunal, el salón de reuniones que, a su vez, funcionaba como escuela de primaria, violando todas las normas del derecho internacional humanitario y tomando así a la población como escudo. 

Unas semanas antes de que llegáramos, el Ejército bombardeó unas fincas de campesinos y unas áreas de selva en esa región, dejando un saldo de varios farianos[4] muertos, y la tropa se negó a recoger los restos de los muertos, dejando tras de sí un escenario más que dantesco.

Los campesinos tuvieron que ir con bolsas y con ollas a recoger muertos en un área de muchos metros cuadrados, donde el poder de las bombas descuajó varios árboles de muchos metros de ancho, deforestaron a punta de bombas una buena parte de la selva. Dañaron también el ganado, las fincas. 

Y quedó material de guerra esparcido en toda el área: minas, granadas de mortero, munición para fusil, bombas de la aviación que quedaron sin explotar… los campesinos no se atreven a entrar o desminar porque es muy peligroso, sólo hicieron el acto humanitario de recoger los cuerpos de los guerrilleros muertos. 

Cuando le pidieron al Ejército desminar y recoger los cuerpos, la respuesta del oficial fue “que a esos hijueputas perros que se los coman las bestias”. Los campesinos son muy creyentes y tomaron la tarea de dar cristiana sepultura a los guerrilleros caídos. 

Los campesinos cuantificaron el valor de los daños, son gente muy pobre y los daños son millonarios y eso no los asume nadie.

Los campesinos se tomaron el trabajo de tomar fotos de lo que estoy diciendo, de los cuerpos mutilados, de ellos mismos recogiendo los cadáveres, de la destrucción, del material explosivo sin explotar. Incluso hicieron videos de la depredación de la selva. 

Nosotros somos una comisión bastante curtida en temas de guerra, y hubo gente que no tuvo los hígados para acabar de ver el video y las fotografías. Esto te lo digo para que te hagas una idea de la magnitud de estos ataques.

Dos días antes de que llegáramos, por la noche, unidades de las Farc-EP reptaron por el río y treparon las paredes de ese salón comunal que da a un barranco y colocaron cargas explosivas en los muros y en el techo, que hicieron detonación[5] y, según nos contaban los campesinos, después de que explotaran las cargas, la guerrilla empezó un ataque con granadas y con fuego de arma larga que destruyó una parte de ese salón comunal, especialmente la parte del techo, dejando un saldo de varios soldados muertos. 

En el propio bombazo murieron dos o tres, pero hubo varios heridos que después murieron, no sé cuantos. También hubo civiles heridos, fueron destruidos negocios, fueron afectadas algunas casas. El hostigamiento duró varias horas, la guerrilla se replegó y los campesinos consideraron esa acción de las Farc-EP como una suerte de venganza contra los militares, por el bombardeo anterior.

Cuando llegamos a La Marina, mucha gente se había ido, quedaron solamente algunas personas para contar la historia, pero muchos se fueron. Nos narraron con detalles el bloqueo militar al que sometieron a sus comunidades y los asaltos permanentes de la tropa en los caminos donde no hay testigos, porque esas son soledades selváticas… ahí asaltan a las familias o personas de la región cargando alimentos para la familia o para el mercado. 

Denunciaron el asesinato de varios dirigentes de las juntas de acción comunal por el Ejército y amenazas y asesinatos de la tropa a dirigentes de Fensuagro.

Denunciaron robo de propiedades, plantas eléctricas, animales, dinero, motosierras, maquinaria, actos de pillaje propios de un ejército de ocupación. Esas cosas eran hechas por soldados de origen campesinos de otras zonas del país, traídos a la guerra en el sur de Tolima para que en un territorio que les es ajeno, no tuvieran compasión ni miramientos… decían los campesinos “esto está lleno de costeños[6], que llegan amargados a darle patadas a los perros, bofeteándolo a uno, robándose las cosas”. 

Denunciaron presiones sobre los niños para que informaran quién habían visto pasar, forzándolos a ser informantes, lo que es una violación gravísimo del derecho internacional humanitario, sobre todo con menores de edad. 

Denunciaron que muchas veces pidieron a los mandos que sacaran al Ejército de la escuela y nunca tuvieron respuesta positiva. Puede decirse que el ataque dio mucha rabia a los campesinos porque eso estaba cantado.

Los policías y militares se escondieron de la comisión en La Marina así que no hubo uno solo para preguntarle por todo esto.

La Comisión Asturiana para comprobar la envergadura del combate, quiso mirar el impacto sobre ese lugar y nos encontramos con algo terrible: las bombas puestas por los guerrilleros en el techo destrozaron también a algunos soldados. 

La Comisión pudo ver jirones de traje camuflado ensangrentados, colgando de los árboles, pedazos de botas, pañoletas de las que usan los soldados en la cabeza para el sudor, charcos de sangre ennegrecida, junto con huecos de metralla y disparos de fusil en paredes de ladrillo. 

Me impresionó mucho ver que un disparo atravesó varias casas de tabla de los campesinos, como un queso. O sea que no murió más gente de suerte, porque el ataque fue de noche. 

Los campesinos decían “nos toca recoger pedazos de las ropas y de los soldados, porque el Ejército ya no se molestó en terminar de recoger todos los pedacitos que quedaron regados”.

A la reunión en La Marina también vinieron campesinos de otras zonas retiradas para contar su historia. Algunos de ellos, cuando la comisión se iba a retirar, nos pidieron salir en los carros de la comision internacional porque ellos tenían miedo de quedarse después de contar la historia.

Los campesinos atribuyen la presencia de tantísima tropa tan agresiva no tanto a un cerco a Alfonso Cano, que en parte lo era, sino que sobre todo como un método para desesperar y aburrir a los campesinos para que se fueran de la zona y que empresas como Unión Fenosa pudieran tener campo abierto para hacer represas, ya que quieren limpiar territorio para represar los ríos que bajan de la cordillera.

Los campesinos decían, para reafirmar esta idea, que después de ese ataque en La Marina la guerrilla se había retirado del área, y que si la tropa todavía estaba ahí era porque la cosa era con ellos, con los campesinos.

Una persona que trabaja para medios alternativos nos acompañó y los campesinos dijeron que este era el único periodista que había venido, porque los periodistas en Colombia cogen los partes del Ejército y los toman como verdades absolutas. 

Los campesinos decían que cómo era posible que viniera gente de tan lejos, de Asturias, y que no se aparecieran los periodistas colombianos por allá. Esa desinformación es una constante en la guerra colombiana. 

Los partes de guerra esconden lo que realmente ocurrió, y los periodistas los reproducen. Sobre el enfrentamiento, la prensa dijo otra cosa de lo que pudimos ver y escuchar. La prensa no dijo que el Ejército ocupó la escuela y se apropió de bienes campesinos, la prensa lo que dijo fue que la guerrilla bajó a matar soldados y campesinos, pero no dicen cómo el Ejército hostiga y maltrata a la población. Nosotros estuvimos ahí y constatamos la realidad de los hechos.

El área de operaciones contra Cano y también contra los campesinos, al final es lo mismo, es un área muy grande, y nosotros visitamos solamente un sector.

Las acciones del Ejército persiguiendo a Cano han logrado destruir o aplazar los planes de desarrollo de los campesinos para dignificar la vida de su región, porque se destruye el tejido social, las juntas de accion se descabezan, a la gente le da miedo, a veces se necesita colaboración del Estado pero el Estado solamente manda bombas, entonces digamos que esta confrontación generó muchos problemas. 

Por parte del Ejército por su violencia, su cerco militar y por tomar a la población como escudo, pero también la guerrilla atacó a los soldados en medio de la población civil. Después de estas acciones la gente quedó con mucho miedo, con mucha inseguridad. Gente que tenía cafetales no podían recoger el café porque si se encontraban con la tropa los interrogaban, les quitaban la comida, les destruían las herramientas.

A eso de las 4 ó 3 de la tarde, los campesinos nos empezaron a urgir para salir del área porque era peligroso estar ahí, nos dijeron se iba a obscurecer, que la tropa está escondida y puede pasar algo en el camino de vuelta, que no nos coja la noche. Nos dijeron que nos podía atacar el Ejército y después echar la culpa a la guerrilla. 

Nos tocó recoger todo rápidamente, y fue muy dramático despedirse porque los campesinos nos pedían que no los abandonaramos, los campesinos nos pedían bajarlos con la comisión, tenían miedo de bajar solos. 

Eso fue un viaje de cuatro horas por una trocha muy mala y no vimos ni un solo soldado, donde hay miles controlando todo lo que sube y baja.

Bajamos a Chaparral ya de noche. Literalmente estaba ocupado por el Ejército, había muchísima tropa, y policía en el casco urbano, y los campesinos denunciaron que esos soldados patrullaban junto con grupos paramilitares.

-Tuvimos denuncias entre julio y agosto de fuertes bombardeos indiscrimados precisamente en Chaparral. ¿Cómo estaban las cosas unos meses antes?

-Los bombardeos en esa zona son cotidianos, no en el casco urbano, pero sí en la zona rural del municipio. Hay tiros todo el rato, pero los bombardeos son en las zonas rurales. El Ejército identifica lo que llaman un objetivo y bombardean sin importar si hay civiles o no.

Pero en esos días no había bombardeos indiscriminados, eso fue después. Sí denunciaron los pobladores lo de La Marina, y la persecución a sindicalistas y a los miembros del Partido Comunista, que en esa zona es un partido muy fuerte y los persiguen mucho, muy duro, y resulta que es un partido legal como cualquier otro. Tienen en esa zona mucho preso político y las persecuciones son pan de cada día.

En Ibagué, en la capital del departamento, se quejaron mucho las personas con que nos reunimos contra los ataques del Ejército a los campesinos de Tolima, particularmente contra el resguardo de Planadas y otros resguardos del pueblo Pijao. Señalaron una persecución, un hostigamiento, un maltrato permanente en contra de los resguardos del sur de Tolima, los resguardos en Chaparral también fueron mencionados, protestan los indígenas que han convertido su territorio ancestral en un teatro de operaciones militares.

-El sur de Tolima es una zona histórica, de una larga tradición de luchas agrarias y donde el movimiento guerrillero también tiene sus raíces…

-Sí, claro, uno de los objetivos incofesables de las operaciones militares en esa zona es destruir la resistencia de los pueblos indígenas que no han permitido que el latifundio se apodere de sus territorios, y también destruir la potente organización campesina de esa región que exige reforma agraria. 

Recuerda que en zonas del Tolima hubo una reforma agraria en tierras que fueron acondicionadas por el Estado, con sistemas de riego, para procesos parciales de reforma agraria, y luego con la violencia y la guerra, los latifundistas se las re-apropiaron. 

La idea original de esa limitada reforma agraria era que los campesinos tuvieran fuente de ingresos y no se fueran para el monte, pero si les quitan las tierras ¿qué van a hacer?

Hay un proceso de contrarreforma agraria ligado a las operaciones contrainsurgentes, eso está claro.

-¿No le parece entonces que llegamos a un problema circular, porqué estos territorios son consolidados para sofocar al movimiento insurgente, pero luego los efectos de la sonsolidación (contrarreforma agraria, violencia y abusos contra la población) empujan a muchas personas precisamente a las filas insurgentes?

-Bueno, yo no sé para donde coge la gente. Habrá quien se va a tumbar monte[7] por otro lado donde no haya guerra, hay quien sale buscando familiares con los cuales irse, otros llegan como indigentes a vender cosas en las calles de las ciudades y a rebuscarse la vida, pero seguro que la gente joven toma otras decisiones. 

Hay mucha indignación de que los saquen de lo que les ha costado tanto, sus casas, sus fincas, sus fuentes de ingresos, en una pelea que se supone que no es con ellos o que eso dice por lo menos el Estado.

Los campesinos se ríen con sorna cuando ven estos enormes carteles que el Estado pone en todos los caminos y carreteras que dice “Viaje seguro, viaje tranquilo, su Ejército está en la vía”. La gente bromea, dice “hombre qué tranquilidad, estábamos mejor solos”.

-¿Hubo riesgos en llegar a esta zona?

-La Comisión aparentemente no tuvo riesgo alguno porque la tropa se retiró cuando llegamos, pero hubo gente incluso del servicio exterior del gobierno español que nos dijeron que al sur del Tolima no fuéramos. Nos dijeron que no lo consideraban prudente y que en todo caso era mejor hacer un convoy con otras instituciones pero no había tiempo de armar un convoy, nos llamaron por una situación muy dramática y entramos solos al final.

-La Comisión también visitó al Cauca, que sufría una situación semejante a la de Tolima en algunas regiones, ¿verdad?

-Cuando fuimos el año pasado al Cauca, ese cerco ya estaba, duró mucho tiempo, porque buscaron hambrear y cansar a la insurgencia durante un período prolongado de tiempo. 

En la visita, pudimos apreciar la presencia de tanques de guerra desplegados estratégicamente a lo largo de toda la carretera panamericana entre Cali y Popayán, había muchísima tropa de contraguerrilla debidamente identificada, no era nada irregular, pero era muchísima tropa haciendo operaciones de presencia y control como lo llaman. 

En el suelo se veían las marcas de carros incendiados, de acciones de guerra… incluso, la gente de la región que iba viajando con nosotros decían lo mismo que en Tolima, acá mataron a fulano acá desaparecieron a otro.

Denunciaron, también, muchos bombardeos en las zonas indígenas donde el Ejército estimaba que estaban las Farc. Hacen trabajo de identificar objetivos desde el aire, desde mucha altura, con tecnología de punta de los EEUU y luego bombardean. Se hizo la visita a Caloto y los campesinos denunciaron horrores como el asesinato de civiles presentados como guerrilleros dados de baja en combate, los que llaman falsos positivos; hay noticias de nuevas denuncias de falsos positivos, o sea, que la práctica no ha terminado. Quizás ya no sea en el volúmen de antes, pero es una práctica que sigue ocurriendo. 

Denunciaban también que la tropa entraba disparando sobre algunas casas donde presumían que había guerrilleros o milicianos de civil, y eso ha ocasionado muchos campesinos e indígenas muertos.

El asunto dramático es que salimos a las 4 de la tarde del casco urbano del municipio de Caloto camino a Popayán, para nuevas reuniones, y luego nos llamaron por radio para que nos devolviéramos porque la Fuerza Aérea estaba bombardeando las zonas rurales, muy cerca de Caloto, y la gente que habíamos entrevistado estaban ahí en esas zonas, o no podían pasar por ahí. Logramos comunicarnos con uno de esos testigos y nos dijo “yo no puedo seguir subiendo para llegar a la casa, estoy debajo de un puente porque eso para arriba hay un tiroteo muy grande y hay aviones, no puedo ni subir ni bajar”. Otros suponemos que estaban igual. 

Después, al día siguiente, supimos que los campesinos fueron albergados por otros campesinos mientras pasaban los hostigamientos.

-Con todo este hostigamiento y con la fuerza del cerco militar, ¿la muerte de Cano se veía venir en su opinión?

-Yo siempre tuve la esperanza de que tuviera las siete vidas del gato como el viejo Marulanda, y que escapara del cerco militar porque eso es un asunto constante, algo que lo viven los mandos guerrilleros a cada rato. Los cercan y escapan, y así es un juego del gato y del ratón que lleva medio siglo. Cano había escapado muchos cercos, yo tenía esperanza de que se preservara la vida de un guerrillero con mucha formación y visión política, y con talante negociador.

Esto lo pudieron constatar hasta funcionarios de la UE que fueron a la zona de despeje[8]. Él siempre pensó en formas de que la guerra terminara y los combatientes de la guerrilla, al parecer, lo respetaban mucho porque era un hombre de buen trato. 

Y un hombre que tenía fama de que cumplía su palabra y lo que pactaba. Además, era un hombre que consitó mucha simpatía entre los campesinos y sectores de la intelectualidad colombiana porque daba argumentos más políticos, no era un hombre de guerra, de tanto tiro.

Este no era un tropero, era un pensador político con mucha esperanza en la paz, su asesinato fue asesinar la esperanza de paz en esta etapa. El Gobierno despreció y asesinó a un negociador.

-Después de los dramáticos testimonios de la guerra que hemos escuchados, ¿cree que para las comunidades de Tolima va a cambiar la vida con la muerte de Cano?

-Sí, en lo inmediato; ahora estarán totalmente bajo el control de los paramilitares y del Ejército que abusan de ellos. Ahora sí que se los va a comer el putas[9] como dicen ellos mismos. Ellos, los campesinos, decían que el día en que acaben con la guerrilla la cosa sí que se iba a poner muy malita. La guerrilla funciona como un contrapeso porque los latifundistas, que utilizan paramilitares para quitar la tierra a los campesinos, no tenían las manos libres, pero ahora sí las van a tener. Ojalá me equivoque.

Pero también es cierto que la guerrilla está acostumbrada a hacer cambios de mandos, y que hay condiciones objetivas que no han cambiado y que antes bien se han agravado.

Lo que puede ocurrir es que la guerrilla se vaya de ahí por un tiempo, con miras a volver. 

Por cuanto tiempo, no sé, porque ellos no tienen sede, van de un lado a otro. 

En las zonas donde se retiran y el Estado impone sus planes de consolidación, ahí los campesinos han perdido la tierra y han sido convertidos en indigentes o en peones del latifundismo. 

Pierden la tierra, el control político queda en manos de la mafia, que son nuevos terratenientes con ejércitos propios, y de los corruptos… entonces es un escenario preocupante que alimenta el conflicto.

La guerrilla no lleva alimentos a la gente, no resuelve esa clase de problemas, no son hermanitas de la caridad, no son el Estado, pero me decían algunos campesinos que su presencia no les deja las manos libres a quienes practican el despojo violento.

Por José Antonio Gutiérrez D.

18 de noviembre, 2011

NOTAS 

[2] Ver las siguientes declaraciones que dan testimonio de lo que se vivió en momentos inmediatamente posteriores a la visita de la Comisión, desde el punto de vista de las comunidades y sus procesos organizativos.
[3] Federación Nacional Sindical Unitaria Agropecuaria, es una asociación campesina nacional colombiana, fundada en 1976. Es una de las organizaciones populares más golpeadas en las últimas décadas, principalmente por el paramilitarismo y el Ejército. Tienen, además, varios dirigentes y asociados en la cárcel.
[4] Guerrillero de las Farc-EP.
[5] Esta acción, según la descripción, habría sido realizada por las fuerzas élite de las Farc-EP, los llamados “pisa suaves”. El último informe de la Corporación Nuevo Arco Iris las describe de la siguiente manera: “Estas compañías se componen de entre 25 y 35 personas, operan en grupos de no más de cinco personas. 

Actualmente, la mayoría de sus acciones se caracterizan por penetrar las líneas de guardia de diferentes estructuras militares y operan embardunados de aceite quemado, caminan descalzos y se les llama ‘pisa suaves’ porque no se sienten sus pasos”. 

El Comandante Edgar Cely las describe así “(…) la guerra de guerrillas vuelve a jugar otra vez con dos o tres grupos que se mueven, buscan la manera de golpear y ya. Cuando están uniformados lo hacen con unos grupos que los llaman los ‘pisa suaves’. 

Van descalzos y llevan solamente las granadas con que van a golpear.” Ambas citas se encuentran en este documento. Se puede encontrar en Youtube algunos videos sobre los pisa suaves: PISA SUAVES.avi y Fuerzas Especiales de las Farc.

[6] Alguien originario de la costa Caribe de Colombia.
[7] “tumbar Monte”, expresión que quiere decir irse a colonizar una zona virgen.
[8] Referencia a la zona de despeje en San Vicente del Caguán durante el fallido proceso de paz de las Farc-EP con el gobierno de Andrés Pastrana (1998-2002).
[9] Estar en graves dificultades.

Fuente: http://www.elciudadano.cl/2011/11/20/44274/el-impacto-del-cerco-militar-a-alfonso-cano-sobre-las-comunidades-campesinas-en-el-sur-del-tolima/

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