Hay personas que piensan que Petro encarna un proyecto de izquierda (...) oportunismo (...) el establecimiento asimiló a Petro: no es de izquierda pero es funcional a los intereses del establecimiento.
Carlos Gaviria: «El debilitamiento
del Polo es un golpe duro para una colectividad que estaba tratando de
contribuir a la construcción de la democracia colombiana»
El
ex candidato presidencial por el Polo Democrático Alternativo Carlos
Gaviria se ha convertido en la conciencia ética de una buena parte de
las expresiones de izquierda y democráticas del país.
Legitimado por su
ejercicio intelectual y jurídico como magistrado de la Corte
Constitucional, pero a la vez señalado por sus posturas radicalmente
liberales, es una voz necesaria al momento de analizar la coyuntura
nacional.
Indagamos sobre su balance de las recientes elecciones locales
y sobre el futuro del Polo, en el entendido que a través de sus
palabras habla esa izquierda que hoy asoma con incertidumbre a un
escenario controlado por el bloque cada vez más sólido de la llamada
“Unidad Nacional”.
¿Cuál es el balance general que hace usted de las recientes elecciones de autoridades locales?
Carlos Gaviria:
En realidad no creo que cambie mucho el panorama. Hay dos hechos
importantes: uno, la disminución evidente del apoyo al proyecto
uribista, pero además esperada porque era un proyecto muy vinculado a la
persona que lo estuvo materializando y cuando Uribe se aleja del poder
el respaldo empieza a menguarse casi automáticamente. Esa
invulnerabilidad que Uribe exhibía cuando era presidente se ha ido
difuminando.
En segundo lugar, el debilitamiento significativo del
Polo, lo que es un golpe duro para una colectividad que estaba tratando
de contribuir a la construcción de la democracia colombiana.
Porque
me parece que sólo el Polo tenía una actitud de oposición y un proyecto
distinto al de los demás partidos y grupos políticos que se diferencian
apenas en matices. Concurrieron dos factores en la Alcaldía de Bogotá:
la corrupción y la ineptitud del alcalde [Samuel Moreno] que nunca
gobernó ni con el Polo ni con un proyecto de izquierda, que jugaron para
castigar a la izquierda y al Polo.
¿Cómo ve la reconfiguración de fuerzas en el país?
CG:
Es lo que no veo, no hay gran reconfiguración de fuerzas. Que hayan
ganado más alcaldías o gobernaciones los liberales en desmero del
Partido de la U o de Cambio Radical me parece poco significativo porque
no he encontrado grandes diferencias entre esos tres sectores políticos;
lo mismo con los conservadores.
A mí me parece que en Colombia desde
hace mucho tiempo hay un proyecto oficial con diferencia de matices que
es sustentado simultáneamente por liberales, conservadores y vertientes
que se han desprendido de esos partidos. Por eso me parece digno de
lamentar que el Polo, que era la única fuerza de oposición, se haya
debilitado.
¿Cuál es el papel del Polo a partir de ahora?
CG:
Es de una gran responsabilidad. En este momento cuando todo el mundo
lo da por muerto tiene que demostrar que está vivo y tiene que
reconstituirse; pienso que tiene que sacar fuerzas de donde no las haya
para empezar la reconstrucción del partido. Creo que no hay alternativa.
Esto puede desestimular a mucha gente y sembrar desaliento en muchos
sectores.
Al Polo le está pasando algo como el castigo de Sísifo: cuando
llega a la cima, a la que llegamos o al menos estuvimos muy próximos en
las elecciones de 2006, le obligan a tirar la piedra hasta el pie de la
montaña y vuelva con ella hasta arriba. No hay mucha gente dispuesta a
hacer eso, pero creo que es necesario.
En la reconfiguración del Polo, ¿hacia dónde va a tender? ¿hacia una izquierda real?
CG:
Yo no lo sé porque en este momento no tengo ninguna responsabilidad
directiva en el Polo, pero si me pregunta qué debería hacer, pienso que
debería continuar con su proyecto de izquierda independientemente de que
los resultados electorales lo favorezcan. Yo creo que un proyecto de
estos no está llamado a triunfar en un término muy breve, pero no hay
que desmayar por el hecho de que el triunfo o el éxito esté lejano en el
tiempo.
Creo que hay que tener una gran paciencia y no se puede
desmayar; en eso Uribe nos ha dado un gran ejemplo. Cuando me
preguntaban qué admiraba de Uribe, decía la constancia y la paciencia
con que ha trabajado su proyecto. La izquierda debe imitarlo en eso, el
triunfo no se consigue de un día para otro, pero ante la primera derrota
no se puede claudicar.
¿Qué piensa sobre la propuesta del
representante por el Polo Iván Cepeda de pedir la renuncia del
presidente del partido Jaime Dussán?
CG:
No únicamente tratándose de la solicitud de Iván Cepeda, sino que
todos los partidos que tuvieron un resultado negativo deberían renovar
sus directivas porque el fracaso ordinariamente se le atribuye a las
directivas. Eso es lo que se llama responsabilidad política.
Si yo soy
miembro del Comité Ejecutivo de un partido y el partido fracasa,
independientemente de que yo me haya esforzado mucho porque el fracaso
no sea: no obtuve el resultado que he debido obtener como dirigente, por
tanto debía haber una renovación en las directivas de los partidos.
¿Eso
aplica también para el candidato del Polo en el sentido de que ha
fracasado y ya no debería presentarse a futuras elecciones?
CG:
La candidatura de Aurelio terminó el día de las elecciones. Al
contrario, Aurelio con el tesón con que se desempeñó, con la dignidad
con la que llevó adelante su proyecto en las circunstancias más
adversas, mostró una capacidad grande de liderazgo y dentro del partido
debería tener una posición importante. El partido no lo supo acompañar.
En
Bogotá votaron por Aurelio 32.00 personas, ¿cómo se explica si el techo
del Polo era de más de 200.000 votos? ¿Afectó el llamado “voto útil”?
Es
evidente que la mayoría del Polo, diría que en un 90%, optó por la
candidatura de Petro. Hay dos fenómenos. Uno, falta de claridad
política. Hay personas que de buena fe piensan que Petro encarna un
proyecto de izquierda y por eso lo siguen y es absolutamente
comprensible, por esa circunstancia no hay que anatematizarlas. Y otro,
por oportunismo; cuando se ve que hay alguien está próximo al poder
muchas personas quieren estar cerca.
Y a eso contribuyó sobremanera el
establecimiento asimilando a Gustavo Petro, que sabe que no es un
político de izquierda pero es funcional a los intereses del
establecimiento. Porque así se puede presentar la democracia y la
sociedad colombianas tan abiertas que hasta una persona de izquierda y
que incluso viene de la guerrilla como Gustavo Petro puede ganar unas
elecciones. Pienso que cuando las gana es porque ha hecho demasiadas
concesiones a la política tradicional.
¿Cuáles son esas concesiones que dice que hizo Petro a la política tradicional?
Por
ejemplo, nunca dijo nada en la campaña acerca del TLC, guardó silencio
dando a entender más bien que era partidario. Por otra parte, un
acercamiento hacia el presidente Santos, cuando él tiene una política
que ha definido como idéntica a la de Uribe pero con un estilo distinto.
Seguramente por estrategia quiso aparecer no como un político con
posiciones radicales sino flexible, capaz de aproximarse a la propuesta
oficial y capaz de gobernar con Santos, lo que en Gustavo no es nuevo.
Cuando yo era presidente del Polo y nos negamos a participar en la
marcha del 4 de febrero de 2009, él propuso literalmente en el Comité
Ejecutivo que yo saliera de la mano de Uribe mostrando a todas las
personas que esa era la vía para lograr la paz.
Cuando
usted dice que hay dos bloques en el que uno es el Polo y el resto son
los diferentes partidos con matices, ¿cuál sería el matiz de
Progresistas?
Creo que conserva algunos propósitos de los
gobiernos de izquierda al hablar de que hay que reducir la pobreza y
profundizar los proyectos que sobre educación y salud se estaban
consolidando desde los gobiernos actuales. Hay algunos propósitos que
uno podría considerar de izquierda pero hábilmente combinados con
factores, propuestas y metas que han sido tradicionalmente del
establecimiento.
¿Cuál sería el resultado de esa contradicción?
Yo
no me atrevo a predecirlo porque le reconozco a Petro una gran
inteligencia. Es un hombre muy hábil, como estratega político es
excelente. No sé si en el gobierno esas operaciones que sirven para
llegar al poder, sirven también para gobernar.
¿Petro va a garantizar que los logros del Polo en materia de política social se sigan manteniendo?
Por
lo que le escuché muy posiblemente algo como el programa de los
comedores va a continuarse. Pero yo creo que en ese tipo de proyectos
hay mucho ingrediente de beneficiencia y subsidios y poco de reformas
estructurales.
Una política de subsidios puede justificarse
transitoriamente, pero un verdadero proyecto de reforma social tiene que
encaminarse a remover factores que han creado distribución inequitativa
de la riqueza, miseria y pobreza.
¿El Polo incidió en esa estructura en sus ocho años de gobierno?
Muy
levemente porque mi opinión es que los dos gobiernos anteriores del
Polo no los podemos caracterizar como de izquierda. Y hoy veo con
sorpresa que en eso coincide Petro en unas declaraciones que dice que en
Bogotá no ha habido propiamente gobierno de izquierda. Recuerdo que [el
ex presidente] Alfonso López Michelsen me dijo alguna vez refiriéndose
al gobierno de Lucho Garzón: «Lástima que yo me voy a morir sin saber
cómo gobierna la izquierda». Se refería a que el gobierno de Lucho era
muy parecido a los anteriores, tal vez con un mayor énfasis en lo que
llaman lo social, pero bastante parecido.
Y creo que esas grandes
similitudes son estratégicas para que no haya temor en los sectores
oficiales de que se está llevando a cabo una reforma muy honda en el
país.
¿Y Aurelio Suárez era garantía de un gobierno de izquierda?
A
mí no me cabe duda. La lucha de Aurelio ha estado encaminada a eso y
por otra parte es una persona de una gran lealtad con el partido. Él
había vertido en su proyecto político para Bogotá el ideario del partido
y lo había concretado y materializado proyectándolo sobre una realidad
micro. Yo pienso no únicamente como amigo y persona que conoce a Aurelio
de cerca y lo estima; yo he dicho que si fuera un ciudadano no
comprometido con ninguno de los candidatos y hubiera leído los programas
o hubiera oído los debates hubiera votado por Aurelio porque me parecía
el mejor candidato.
Esa es la conclusión a la que se ha
llegado en múltiples espacios: «Aurelio es el mejor candidato pero no le
vamos a votar», ¿cómo queda el sistema representativo en todo esto?
En
eso inciden demasiado los encuestadores. Las encuestas ya no se hacen
con el objeto de medir la intención de voto, sino de generar intención
de voto en favor de un determinado candidato o proyecto. Entonces
entramos en un círculo vicioso.
Aurelio era una persona poco conocida y
la consideración de los medios era: «Lo damos a conocer si tiene
intención de voto», pero se esmeraban tanto por que no tuviera intención
de voto, incluso ocultándolo, que se produce el efecto que ellos
querían. Para la mayor parte de la gente Aurelio no pudo revelarse y no
lo pudieron conocer quedando en el anonimato.
¿Cómo sigue
la democracia en Colombia cuando ha habido disturbios en bastantes
municipios por cuestiones electorales y centenares de irregularidades?
Esa
pregunta se la respondo con mucha facilidad porque lo que vengo
sosteniendo desde hace mucho tiempo es que la democracia colombiana está
por construirse y justamente cito esos ejemplos. Uribe afirmaba que
Colombia no era una democracia cualquiera sino una democracia
profundizada cuando simultáneamente se reconoce que se compran y se
venden votos, cuando se reconoce que hay regiones y lugares donde no se
puede votar sino por determinados candidatos.
Cuando no hay condiciones
para que la gente reflexione y elija libremente, no se puede hablar de
democracia.
Pienso que en Colombia el sujeto de la democracia que es el
pueblo, está por construir.
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