RAUL GOMEZ / REBELION – Todo se había previsto con gran pompa
y con un colosal derroche del dinero del contribuyente estadounidense.
La Sección de intereses de los Estados Unidos en La Habana, los
congresistas cubanoestadounidenses de la Florida y todo el resto de la
fauna anticubana -en la cual se incluían dos anticastristas radicados en
Cuba que habían sido nominados para el premio Nobel de la paz 2011-
quedaron, sin embargo, vestidos para la fiesta cuando el pasado viernes
el comité noruego emitió su veredicto (1).
En efecto, confiado en que los dos anticastristas obtendrían el
galardón de este año, el gobierno de Estados Unidos, a través de la
USAID (2), destinó la suma de 250.000 dólares para financiar desde los
gastos de una gran recepción que tendría lugar en la residencia del jefe
de la SINA (3) en La Habana; el pago de la propaganda inicial dirigida a
dar visibilidad a los premiados, incluyendo a los llamados periodistas
independientes que participarían en esta “cobertura noticiosa especial”;
la confección de 100.000 camisetas con el rostro de “los premiados”
sobre un fondo con las banderas de EE.UU. y Cuba y debajo la frase “Para
Cuba llegó la hora”, y una variada bisutería de globos, banderitas,
relojes, llaveros, pulsos y cuanto se les pueda ocurrir; hasta el pago
de los trajes que lucirían en la ceremonia los supuestos galardonados y
sus familiares.
No hay dudas de que a los funcionarios estadounidenses y a sus asalariados no les faltan imaginación, dinero, ni fantasía.
Sin embargo, como les ha pasado a los gobernantes nestadounidenses a lo largo de la historia cada vez que han subestimado la inteligencia del pueblo cubano y sus dirigentes, llegó el otro Comandante y mandó a parar.
En efecto, el presidente Raúl Castro (4), quien posiblemente
desconociera que él mismo figuraba también en la lista de los 241
candidatos al Premio Nobel de la Paz 2011, virtualmente cerró el paso a
los dos anticastristas nominados para ese galardón cuando una vez
elegido como presidente decidió emprender un inédito proceso de cambios
en Cuba -dirigido a actualizar el modelo económico y social de la Isla-,
que apunta a mayores oportunidades, libertad y democracia para su
pueblo e incluyó un diálogo franco con la iglesia católica y la
liberación de los llamados presos de conciencia.
Algunos observadores de la situación cubana, con quienes intercambié
mensajes electrónicos con posterioridad al veredicto de este premio,
coinciden en señalar que un eventual premio a cualquier anticastrista en
el actual escenario cubano habría sido contraproducente y un colosal
error de cálculo.
Apuntan que el premio al disidente chino Liu Xiaobo
(5) en 2010 ha traído en el corto plazo más influencias negativas que
positivas y ha provocado “un fortalecimiento de las fuerzas más
conservadoras y ortodoxas dentro de China”.
No son pocos los que plantean que el Comité noruego del Nobel de la
Paz -cuya imparcialidad y verdadera independencia han sido altamente
cuestionadas desde que en el 2009 ocupara su presidencia el ex primer
ministro noruego y actual presidente del Consejo de Europa, Thorbjorn
Jagland- no podía darse el lujo de tropezar tres veces con la misma
piedra, luego de haberle regalado el Nobel al presidente Obama en 2009 y
haber provocado el escándalo y una silla vacía con el otorgamiento al
activista chino en 2010.
En cualquier caso, caben ahora las preguntas: ¿Quiénes fueron los dos
anticastristas nominados y de quiénes se trata? Sus nombres son Oswaldo
José Payá Sardiñas y Oscar Elías Biscet González.
En el caso de Oswaldo Payá Sardiñas, si nos atenemos a lo que plantea
una síntesis biográfica “no autorizada” que me hicieron llegar desde
Cuba y a las opiniones que a lo largo de los años he podido obtener de
otros disidentes u opositores dentro y fuera de Cuba, su perfil estaría
más cercano al de un disidente que al de un opositor.
Sin dudas, Payá
clasificaría mejor para un premio Guinness “al mayor número de firmas
recogidas” que para un premio Nobel de la Paz; pues está adecuadamente
documentado que ha dedicado más de las tres cuartas partes de su vida
adulta a coleccionar firmas (una adicción que parece haber adquirido
durante la niñez, cuando se dedicaba a pedir la firma a todos los
clientes que acudían a un pequeño negocio que tenía su padre en la
Calzada del Cerro en La Habana).
Quizás esto pueda explicar, al menos en
parte, el porqué de su comportamiento obsesivo que lo lleva a
desenterrar cada cierto tiempo un viejo y agotado proyecto anticastrista
del siglo pasado, a cambiarle la fecha, el nombre y el orden de los
párrafos, y lanzarse de manera compulsiva a coleccionar nuevas firmas.
La versión cuadragésimo primera del mencionado documento sus detractores
la han bautizado como “El trillo del pueblo”.
Oswaldo Payá es un hombre aparentemente pacífico, aunque colérico;
voluntarioso, persistente y un egocéntrico de libro de texto,
característica esta última que siempre lo ha inhabilitado para formar
consensos y alianzas efectivas o duraderas con otros anticastristas,
como sucedió con el proyecto “Todos unidos” y otros proyectos unitarios a
los que ha dado la espalda cuando ha tenido que compartir el
protagonismo.
Es el clásico “Yoíto”, capaz de utilizar a otros para el
trabajo duro y capitalizar para sí los reconocimientos y los aplausos.
Arropándolo en torno “Al trillo…” aparecen algunos camajanes históricos
de la disidencia anticastrista, como Elizardo Sánchez Santa
Cruz-Pacheco, que sólo estarían a su lado por el dinero de Estados
Unidos o por indicaciones de la Seguridad del Estado cubano.
A pesar de su dilatada trayectoria anticastrista nunca ha sido
encarcelado; esto es algo que despierta suspicacias entre propios y
extraños y representa una carencia significativa en el imaginario
machista de la disidencia cubana dentro y fuera de la Isla, donde ocupan
un lugar preponderante los ex presos.
Sus críticos más acérrimos, como
la destacada opositora Martha Beatriz Roque y un ex oficial de la
contrainteligencia cubana que una vez tuve la oportunidad de
entrevistar, dicen que esto se debe a que “Payá no se atreve a cruzar la
raya, porque le teme a la cárcel como el diablo a la cruz”.
Cuentan, no me crean, que su hermano Carlos Payá, residente en
Madrid, está muy preocupado; pues Oswaldo, quien parece haber tomado
prestada una de las citas más surrealistas del cómico estadounidense
Steven Wright (6), le dijo por teléfono, totalmente descontrolado y
entre sollozos, apenas un minuto después de que se dieran a conocer a
las galardonadas con el Premio Nobel del 2011:
“Tú sabes muy bien que yo
no puedo ni torcerle el pescuezo a un pollo; pero siento que está
pasando mi cuarto de hora y te juro que “mataría por conseguir el Premio
Nobel de la Paz”.
El otro nominado, Óscar Elías Biscet González, parece estar en las
antípodas. Es el clásico provocador; alguien que ha recibido
financiamiento de la Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA) (7) para
apoyar sus acciones provocadoras y de quien puede esperarse cualquier
comportamiento violento o confrontación en el futuro, pues vive
convencido de que “su premio Nobel de la Paz” sólo podrá obtenerlo si al
momento del veredicto se encuentra en prisión; algo que esta vez le
había frustrado el presidente cubano Raúl Castro.
Desde noviembre de 1999 Biscet es conocido en algunos círculos de la
oposición anticastrista y del pueblo cubano como “el Nutricionista”.
Resulta que unos meses antes de que tuviera lugar en La Habana la IX
Cumbre de Jefes de Estado de Iberoamérica -en coordinación con los
congresistas cubanoestadounidenses de la Florida, Ileana Ros-Lehtinen y
Lincoln Díaz-Balart, y la Sección de intereses de los Estados Unidos en
Cuba- Biscet se inventó un supuesto “ayuno” en el que los “ayunantes”,
en vez de tomar solamente agua, consumían diariamente más de 4.000
kilocalorías (8).
Migdalia Rosado, la dueña de la casa donde tuvo lugar el famoso
“ayuno” de Tamarindo 34, a quien entrevisté en La Habana unos meses
después, me aseguró que “aquello fue una farsa a la que ella se prestó
porque Victor Vockerodt (9) pagaba muy bien por cada día de
arrendamiento de su casa”; pero que fue una experiencia que “le permitió
conocer en carne propia la naturaleza violenta y el egocentrismo de
Elías Biscet, de quien no quiso saber nunca más”.
Biscet parece haber interiorizado muy bien los aspectos principales
del guión cinematográfico que recientemente confeccionaron para él en
Miami los hermanos Diaz-Balart e Ileana Ros-Lehtinen, el cual contempla:
“en todo momento debes vestir de traje y corbata y hablar un inglés
fluído” (…) y la otra perla: “debes estar preso en las mazmorras de la
dictadura castrista en el momento en que llegue la libertad y la
democracia a Cuba, de donde serás sacado en hombros por nuestros
seguidores, para que ocupes la vicepresidencia de la República junto a
Lincoln Díaz-Balart”. No puedo soportar la tentación de recordarle a los
lectores ese refrán español que dice: “dime con quién andas y te diré
quién eres”.
Con este pedigrí, no es para nada casual que el pasado 4 de octubre, a
72 horas de que se decidieran los galardonados con el premio Nobel de
la Paz de 2011, Óscar Elías Biscet, alentado por sus patrocinadores,
decidiera meterse en la piel de su personaje y diera a conocer un
documento que tituló “la declaración del Roble” -que su adversario
Oswaldo Payá bautizó como “la declaración del marabú”- en el que retoma
los pronunciamientos abiertamente provocativos y desafiantes de una
conferencia de prensa que, por orientación de la SINA, dio el 14 de
junio de 1999 como parte de los planes para obstaculizar y deslucir la
IX Cumbre Iberoamericana que tendría lugar meses después en La Habana.
Esta vez encaminada a provocar que lo vuelvan a arrestar.
Hay un refrán español que reza que “Perro no come perro” y que
refleja fehacientemente como son las relaciones entre estos dos ilustres
nominados, quienes entre las pocas cosas que tienen en común, está el
que ambos reciben cuantiosas sumas de dinero del gobierno de Estados
Unidos -canalizadas a través de la National Endowment for Democracy
(NED), la USAID y otras instituciones- para la subversión en Cuba.
No es
casual que Biscet diga que el proyecto “El trillo del pueblo” de Payá
es “socialista y colaboracionista con la dictadura”; y este último diga
que Biscet “teme al pueblo de Cuba”.
Nada, que si la CIA no tuviera esa vocación de fracaso que suele
acompañar su accionar subversivo contra Cuba, bien podría haber ahorrado
a los contribuyentes estadounidenses los 250.000 dólares y a sus
asalariados el bochorno de quedarse vestidos para la fiesta.
Referencias:
(1) Las galardonadas con el Premio Nobel de la Paz 2011 son Ellen
Johnson-Sirleaf, presidenta de Liberia; Leywah Gbowee, liberiana,
responsable de la ONG Women Peace and Security Network Africa y la
activista yemenita Tawakkel Karmen.
(2) USAID es la agencia del gobierno de los Estados Unidos para la
ayuda internacional. En estos momentos es una agencia dependiente del
Departamento de Estado y se utiliza ampliamente para canalizar
financiamiento hacia organizaciones, instituciones y personas dedicadas a
subvertir otros gobiernos, como es el caso de Cuba.
(3) SINA: sigla utilizada por los cubanos para nombrar a la Sección de Intereses de Cuba en La Habana.
(4) Raúl Castro es el actual presidente de los Consejos de Estado y
de Ministros de Cuba; sucedió provisionalmente a su hermano Fidel en
2006 y fue elegido a sus actuales cargos el 24de febrero de 2008.
(5) Liu XiaoBo es un opositor al gobierno chino al que le concedieron
el Premio Nobel de la Paz en 2010. Su premio fue muy controvertido y
varios países decidieron no asistir a la ceremonia.
(6) Steven Wright es uno de los cómicos estadounidenses más
surrealistas y brillantes de los últimos tiempos, a quien pertenecen
citas como “pide dinero prestado a gente pesimista, porque no esperan
que se lo devuelvas”.
(7)La FNCA es una organización terrorista que tiene su sede principal
en Miami, Florida. Entre otras acciones contra Cuba financió la
colocación de bombas en hoteles de La Habana y Varadero en 1997 en las
que resultó muerto el turista italiano Fabio Dicelmo.
(8) Puede ver una detallada información de lo que consumían diariamente los famosos “ayunantes” en la dirección http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/1999/esp/f011199e.html
(9) Victor Vockerodt, ocupaba el cargo de segundo secretario en la
oficina de asuntos políticos y económicos de la SINA en 1999. Fue
denunciado posteriormente como oficial de la CIA.