La guerra
contra el narcotráfico ha cobrado la vida de mil 400 menores de edad,
dice Juan Martín Pérez García, director de la Red por los Derechos de la
Infancia en México (Redim).
Además
se han generado múltiples trastornos sicológicos a miles de niños que
el Estado ha abandonado y no ha considerado los impactos de la violencia
armada en los menores.
Redim,
que ha contabilizado 345 muertes de menores desde enero de 2010, alerta
que los estados con mayor número de homicidios infantiles son
Chihuahua, Sinaloa, Guerrero, Durango, Tamaulipas y Nuevo León.
Pérez
García retoma los datos sobre la situación en la que se encuentran los
menores en México: el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de
Desarrollo Social (Coneval) indica que un total de 37 millones de niños
viven en México, casi 37% de la población; de ellos, 20 millones padecen
situación de pobreza y, de acuerdo con el Consejo Nacional de
Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), 83% tiene
algún tipo de carencia.
El
activista considera que “en esta lógica se puede ver lo poco que hace el
Estado mexicano con la infancia. Sólo destina menos de uno por ciento
del PIB para proteger a los menores y permitir que cambie su situación.
El Estado no ha sido capaz de garantizar el derecho de los niños a la
vida”.
Son
muchas las historias del llamado “daño colateral” que ha dejado la lucha
contra el narcotráfico, instrumentada por Felipe Calderón.
El diario La Jornada da cuenta de un conmovedor relato: “No me dieron, dijo Wendy (17) a su primo que conducía el coche rafagueado con cuernos de chivo por
un comando que salió de una vereda en la carretera a Cerralvo, rumbo a
Doctor González, Nuevo León.
Wendy viajaba también con una amiga, pero a
los pocos minutos del ataque, notó una mancha de sangre que se extendía
en su blusa: las balas le perforaron el estómago. Alcanzó a llegar a su
casa, su madre la llevó al hospital más cercano en Monterrey, a 80
kilómetros, donde fue atendida, pero murió”.
El
diario señala que Unicef no reconoce que México viva en una guerra, por
lo cual no hay organismos institucionales interesados en aplicar
protocolos de atención.
El
sociólogo Rodolfo Salazar Gil, quien ha creado un programa de atención a
menores víctimas de la violencia, en Ciudadanos en Apoyo a los Derechos
Humanos, organización civil que también ofrece ayuda a las víctimas más
pequeñas de la guerra contra el narco, advierte que los niños y niñas de México les están quitando la infancia y los espacios para jugar.
Esta
guerra mete en su imaginario la violencia, el odio, la venganza, el
rencor; y les desplaza la belleza y el disfrute de la vida, la
solidaridad.
Es el mundo al que han entrado a vivir, lamentablemente,
considera.
En el norte del país los homicidios de menores han aumentado vertiginosamente.
Y es
que si antes el rango donde se registraban más homicidios era de 15 a 17
años, ahora el incremento se registra también en asesinatos de niños de
cero a cuatro años.
El aumento de los homicidios y ataques a menores ha dejado graves consecuencias en la población infantil.
En
Monterrey fueron asesinados seis menores de edad en distintos ataques en
las últimas semanas. La Facultad de Sicología de la Universidad
Autónoma de Nuevo León tiene un programa especial de
respuesta de urgenciaen la clínica de atención sicológica donde están atendiendo a adultos y niños.
Guillermo
Rocha, encargado del programa, señala que lLa guerra está provocando
mucha desconfianza entre los niños, que están muy asustados y sienten
que deben esconderse.
Además,
el crimen organizado ha encontrado en lo menores una forma cruel de
enviar mensajes a los rivales, asesinando, mutilando o secuestrando
niñas y niños en diferentes estados de la República.
“La
estigmatización de los menores es una de las constantes en esta guerra.
Se etiqueta a los heridos a quienes se les relaciona con el crimen
organizado.
Y la etiqueta de narcohuérfano se ha extendido mucho y se ha convertido en un estigma.
Los fondos para niños en orfandad por el narco no
tienen éxito porque se convierten en un blanco.
El crimen organizado ha
comenzado a ver en los niños un vehículo para mandar mensajes a grupos
contrarios”, señala Juan Martín Pérez García, director de Redim.
Indica
que la desatención y desprotección del Estado es tanta, que los niños
sobrevivientes de ataques que quedan huérfanos y son entregados a
instituciones gubernamentales no están seguros.
Redim
exige al Estado que genere un sistema de información que permita
conocer el impacto real que está teniendo la guerra en los niños, en el
contexto de que en Méxicola atención a la infancia padece un rezago de
50 años y con la violencia la poca institucionalidad que existe en ese
campo se ha colapsado.
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