El siguiente texto apareció el día de hoy en inserción en un diario de circulación nacional.
En
México, la obligación constitucional capital de todas las autoridades
es la promoción, respeto, protección y garantía de los derechos humanos
(artículo 1° constitucional).
Por este motivo, queremos expresar nuestra preocupación por la declaración del presidente Felipe Calderón en el acto inaugural de la Plaza Mariana, el pasado 12 de octubre, en donde señaló que los mexicanos “somos guadalupanos, independientemente […] de las creencias o no creencias…”, y que “la Basílica de Guadalupe es un factor de integración social, de afianzamiento de la identidad nacional y de la unidad…” (Sitio Oficial de la Presidencia de la República).
Por este motivo, queremos expresar nuestra preocupación por la declaración del presidente Felipe Calderón en el acto inaugural de la Plaza Mariana, el pasado 12 de octubre, en donde señaló que los mexicanos “somos guadalupanos, independientemente […] de las creencias o no creencias…”, y que “la Basílica de Guadalupe es un factor de integración social, de afianzamiento de la identidad nacional y de la unidad…” (Sitio Oficial de la Presidencia de la República).
1.- Rechazamos categóricamente la declaración presidencial porque atenta
contra las libertades fundamentales (entre ellas la libertad
religiosa y de conciencia) y el Estado laico, dentro del cual no cabe
“establecer ningún tipo de preferencia o privilegio en favor de religión
alguna”, según lo dispone la Ley de Asociaciones Religiosas y Culto
Público, en su artículo 3°.
Establecer prejuiciosamente una creencia religiosa para todos los mexicanos, y proclamar que dicho credo es el representativo de nuestra nación, resulta anticonstitucional y violatorio de nuestros derechos, toda vez que, por mandato de nuestra Carta Magna, no puede establecerse ni prohibirse religión alguna (artículo 24 constitucional).
Establecer prejuiciosamente una creencia religiosa para todos los mexicanos, y proclamar que dicho credo es el representativo de nuestra nación, resulta anticonstitucional y violatorio de nuestros derechos, toda vez que, por mandato de nuestra Carta Magna, no puede establecerse ni prohibirse religión alguna (artículo 24 constitucional).
2.- Consideramos impropio que el presidente Calderón cifre la
identidad nacional de los mexicanos en un recinto religioso, en este
caso la Basílica de Guadalupe.
Por el contrario, creemos que el componente esencial de la identidad mexicana en un Estado de Derecho es el respeto irrestricto a las libertades fundamentales, a la dignidad de las personas y a la capacidad que tienen éstas para escoger libremente sus creencias.
Por el contrario, creemos que el componente esencial de la identidad mexicana en un Estado de Derecho es el respeto irrestricto a las libertades fundamentales, a la dignidad de las personas y a la capacidad que tienen éstas para escoger libremente sus creencias.
¿Acaso para el primer mandatario los no guadalupanos no somos mexicanos?
3.- Lamentamos la contradicción en que incurre el presidente, quien
sostiene, primero, que los mexicanos somos guadalupanos y, segundo, que
“todos los mexicanos tenemos el derecho de profesar o no en conciencia
la religión que más satisfaga o que más sea propia de
las convicciones de cada persona, sin más límite que el respeto a la
ley” (ídem).
Su declaración inicial refleja una concepción errática y reduccionista de la realidad nacional: de acuerdo al Censo de Población y Vivienda 2010, actualmente más de 18 millones de mexicanos no son católicos.
Por otro lado, las 7,616 asociaciones religiosas registradas ante la Secretaría de Gobernación constatan la pluralidad religiosa existente en nuestro país (Cfr. Quinto Informe de Labores de la Segob, p. 154).
Su declaración inicial refleja una concepción errática y reduccionista de la realidad nacional: de acuerdo al Censo de Población y Vivienda 2010, actualmente más de 18 millones de mexicanos no son católicos.
Por otro lado, las 7,616 asociaciones religiosas registradas ante la Secretaría de Gobernación constatan la pluralidad religiosa existente en nuestro país (Cfr. Quinto Informe de Labores de la Segob, p. 154).
4.- Manifestamos nuestro respeto al derecho que tiene el presidente
Calderón, así como todas las personas, de profesar la confesión
religiosa de su preferencia, pero de ninguna manera aceptamos que sea él, ni nadie más, quien establezca las creencias religiosas de los mexicanos;
su función no es esta última, sino la de respetar los derechos y
garantías plasmados en la Constitución y en las leyes que de ella
emanan, mismas que protestó cumplir y hacer cumplir al asumir la
titularidad del Poder Ejecutivo.
5.- Expresamos
nuestra preocupación de que el presidente resucite una percepción
clerical intolerante, que creíamos ya superada, misma que vinculaba la
mexicanidad con una determinada creencia religiosa, y que
establecía al guadalupanismo como una condición sine qua non de nuestra
nacionalidad; tal visión es retrógrada y evidentemente opuesta a
nuestras libertades, y a lo largo de nuestra historia ha sido causa delamentables actos de intransigencia.
La identificación entre mexicanidad y guadalupanismo que hace el
presidente Felipe Calderón, desconoce nuestra específica y particular
identidad religiosa, así como la identidad propia de cada una de las
miles de asociaciones religiosas no católicas.
No aceptamos que autoridad gubernamental alguna anule nuestra propia identidad, ni que nos asimile en una distinta a la nuestra.
No aceptamos que autoridad gubernamental alguna anule nuestra propia identidad, ni que nos asimile en una distinta a la nuestra.
En suma, ni todos los mexicanos somos guadalupanos, ni debe cifrarse la identidad nacional en el guadalupanismo,
ni la Basílica de Guadalupe es el elemento de integración social que se
pretende, ya que en México las creencias religiosas no determinan la
nacionalidad: el artículo 30 constitucional no establece el
guadalupanismo como requisito para ser mexicano; tampoco el artículo 31
constitucional menciona entre las obligaciones de los mexicanos profesar
la fe guadalupana.
La confesionalidad del Estado, así sea ésta una confesionalidad guadalupana, es violatoria de nuestra Constitución.
La confesionalidad del Estado, así sea ésta una confesionalidad guadalupana, es violatoria de nuestra Constitución.
Por ello, las Asociaciones Religiosas que conformamos el Foro Intereclesiástico Mexicano, manifestamos:
¡Mexicanos, sí! ¡Guadalupanos, no!
México, D. F., a 18 de octubre de 2011
Atentamente
FORO INTERECLESIÁSTICO MEXICANO, A. C.
Gracias a Sandra por su colaboración
FUENTE: