(Un artículo de Alan Woods).- La captura y asesinato del coronel Gadafi ha sido descrita profusamente por los medios de comunicación en todos sus detalles sangrientos.
Con la
muerte de Gadafi y la toma de Sirte, el Consejo Nacional de Transición
está hablando de la formación de un gobierno de transición. El CNT es
reconocido por las potencias imperialistas cuyos intereses representa.
Sin embargo, muchos libios de a pie miran con desconfianza justificada
al CNT y a sus amos imperialistas.
A
pesar de que Gadafi fue capturado vivo, fue inmediatamente fusilado.
Pero no es difícil ver por qué no fue arrestado y llevado a juicio. Si
hubiera enfrentado un juicio hubiera puesto de manifiesto todas sus
relaciones pasadas con gente como Blair, Sarkozy y Berlusconi.
Eso
explica por qué se han deleitado tanto con su muerte. Su hipocresía
apesta, más aún cuando todos ellos habían hecho muchos acuerdos
lucrativos con Gadafi en el pasado, incluso la entrega de opositores
libios a su régimen que fueron torturados posteriormente.
La
muerte de Gadafi y el colapso final de su régimen cierra un capítulo.
Sin embargo, esto sólo marca un punto de inflexión en la situación.
Ahora que el viejo régimen finalmente se ha ido, se abre una lucha sobre
el futuro de Libia. En esta lucha, vamos a ver a las fuerzas de la
revolución y la contrarrevolución tratando de conseguir la ventaja. Aquí
publicamos un análisis de Alan Woods sobre la situación.
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La confusión de la izquierda
La
izquierda ha mostrado una enorme confusión sobre los acontecimientos de
Libia. Por un lado, algunas personas han capitulado ante el
imperialismo en la medida que apoyaron la intervención militar de la
OTAN. Esto fue a la vez ingenuo y reaccionario.
Dejarse nublar el juicio
por el coro hipócrita de los medios de comunicación prostituidos y
tragarse las mentiras sobre la llamada intervención "humanitaria" para
"proteger a los civiles" fue una estupidez extrema.
La
intervención de la OTAN no estaba en absoluto destinada a fines
humanitarios ni a proteger a los civiles. Fue dictada por cálculos fríos
y cínicos. La misma gente que había establecido una estrecha relación
con Gadafi, que le suministró armas y le enviaba presos políticos a
Libia para ser torturados por su policía secreta, no puede presumir de
principios "humanitarios". Esta gente no ha mostrado la misma
preocupación enternecedora por el sufrimiento del pueblo de Bahréin.
La
emancipación del pueblo libio es competencia exclusiva del pueblo
libio. Es una tarea que no se puede confiar a los imperialistas, que han
apoyado todos los regímenes dictatoriales sangrientos del norte de
África y del Medio Oriente durante décadas. Nuestra primera exigencia es
que se ponga fin a toda injerencia extranjera en Libia. ¡Que el pueblo
libio resuelva sus propios problemas a su manera!
Sin embargo, la
tendencia de otros sectores de la izquierda no fue mejor. Se fueron al
otro extremo y apoyaron a Gadafi, a quien pintaban de color de rosa y lo
definían como "progresista", "anti-imperialista" y hasta "socialista".
Nada de esto era así. Es cierto que el régimen libio (y también el
régimen sirio) tenía un carácter diferente a los regímenes de Túnez y
Egipto. Pero eso no cambia fundamentalmente su carácter opresivo, ni lo
autoriza a calificarlo como verdaderamente anti-imperialista.
Con
el fin de arrojar luz sobre los procesos reales que operan en la
situación no es suficiente colocar un signo más o menos en contra de
estas dos posiciones igualmente incorrectas. Tenemos que ver el cuadro
completo y no sólo presentar un punto de vista unilateral.
No
debemos pintar la situación de color de rosa. Pero, con mucho, el error
más grave desde un punto de vista marxista es negar o minimizar los
elementos revolucionarios o potencialmente revolucionarios en la
ecuación.
Lo que se necesita es un enfoque multilateral y equilibrado
que contemple todos los elementos a considerar, y muestre cómo pueden
resolverse las contradicciones.
El principal problema -como en Egipto-
es la falta de una dirección revolucionaria.
La historia está
llena de ejemplos de revoluciones que fueron derrotadas, abortadas o
secuestradas por las fuerzas de clases ajenas. Libia no es una excepción
a esta regla.
El hecho de que una revolución popular tenga lugar de
ninguna manera significa que su éxito esté garantizado. Sin embargo,
esta observación general es tan cierta para Túnez y Egipto, como lo es
para Libia.
Por ejemplo, aunque las condiciones son muy
diferentes, en el sentido de que en la España de la década de 1930 había
organizaciones obreras poderosas, las condiciones objetivas para el
triunfo de la revolución socialista estaban allí presentes en 1931-37.
Trotsky explicó que la clase obrera española fue capaz de hacer no una,
sino diez revoluciones.
Sin embargo, la revolución española fue,
primero, usurpada por elementos burgueses y a continuación fue
derrotada, y el pueblo español (como resultado) tuvo que sufrir cuatro
décadas de fascismo. Recordemos que sin la presencia de Lenin y Trotsky,
y del Partido Bolchevique, la Revolución Rusa también habría terminado
en derrota.
Peculiaridades del régimen de Gadafi
El
régimen de Gadafi tenía un carácter muy peculiar. Inicialmente, Gadafi
tuvo una base de masas como resultado de su retórica anti-imperialista.
El régimen, que se hizo pasar por "socialista", nacionalizó la mayor
parte de la economía, y con vastas reservas de petróleo y una población
pequeña, fue capaz de proporcionar unas condiciones de vida
relativamente altas, de salud y educación para la mayoría de la gente.
Esto le dio a su régimen una estabilidad considerable durante mucho
tiempo.
También explica por qué, tras la revolución inicial en su
contra, Gadafi, a pesar de todo, todavía fue capaz de reunir el apoyo
suficiente para resistir durante varios meses y no fue derrocado de
inmediato.
Sin embargo, fue un sistema que concentró todo el poder
en manos de un individuo, lo que impidió el desarrollo de cualquier
tipo de instituciones políticas, ni de nada parecido.
No hubo partido en
el poder (los partidos políticos estaban prohibidos), pero sí una
burocracia muy pequeña, y un ejército débil, dividido.
Gadafi se mantuvo
en el poder a través de un complicado sistema de patronazgos, alianzas
con líderes tribales, y una red de contactos informales.
Durante
los últimos 20 años -y en particular en la última década- el régimen de
Gadafi había comenzado a aflojar el control del Estado sobre la economía
y estaba tratando de llegar a un acuerdo con el imperialismo, mediante
la apertura de sus mercados y la adopción de la economía de "libre
mercado" y políticas neo-liberales. Se introdujeron algunas reformas
orientadas al mercado, incluida la petición de adhesión a la
Organización Mundial del Comercio, la reducción de los subsidios y el
anuncio de planes privatizadores. Desde el 2003, más de 100 empresas de
propiedad estatal han sido privatizadas en industrias como refinerías de
petróleo, turismo y bienes raíces, de los cuales 29 son 100% propiedad
extranjera.
Esta orientación hacia la economía de mercado condujo a
una caída en el nivel de vida de muchos libios y al enriquecimiento de
una minoría, principalmente de la familia Gadafi. Esta fue una de las
principales razones del descontento popular que llevó a la sublevación.
En el último período del gobierno de Gadafi la vida de la gente común
estaba cada vez más difícil.
Los niveles de pobreza fueron creciendo
como resultado de la adopción de políticas neoliberales. Después de 1999
giró bruscamente hacia la economía de mercado y las políticas
neoliberales. Pero esto sólo beneficiaba a una pequeña élite compuesta
principalmente de la familia Gadafi, ciertas tribus y los miembros del
aparato de seguridad.
Esto explica en parte las divisiones en el
estrato dominante, con toda una serie de ex generales, ministros y
prominentes hombres de negocios volviéndose en contra del Hermano
Dirigente y que saltaron del barco que se hundía, buscando al mismo
tiempo secuestrar el auténtico movimiento revolucionario que había
entrado en erupción desde abajo .
¿Hubo una revolución en Libia?
El
movimiento en Libia era parte de la efervescencia general
revolucionaria que se extendió por el mundo árabe después de los
levantamientos de Túnez y Egipto. Se inició con un levantamiento popular
en Bengasi. Este fue un levantamiento espontáneo, sin dirección y sin
objetivos claramente definidos que no fueran el derrocamiento del odiado
régimen. Este movimiento tuvo un innegable carácter progresivo y
potencialmente revolucionario.
La fuerza motriz principal de la
revuelta fue el pueblo revolucionario: la masa de pobres urbanos, los
trabajadores y las filas inferiores de la pequeña burguesía. Un gran
número de personas de clase media (médicos, abogados, etc) también se
levantaron contra Gadafi. La principal debilidad es que la clase obrera
no está organizada -mucho menos que en Egipto y Túnez.
Se concentra en
el sector petrolero, y a su vez depende en gran medida de mano de obra
extranjera. El proletariado, por lo tanto, no pudo poner su sello en el
movimiento.
Como en el caso de Túnez y de Egipto, el movimiento
revolucionario de las masas no tenía una dirección coherente. Además, la
situación en Libia se vio complicada por todo tipo de elementos
nacionales, regionales y tribales, y debido al papel menor jugado por la
clase obrera, aquéllos saltaron más a la palestra.
Históricamente
la zona de Libia se compone de tres provincias (o estados),
Tripolitania, en el noroeste, Barka (o Cirenaica) en el este, y Fezzan
en el suroeste.
Estos territorios estaban unidos bajo la bota del
imperialismo italiano, que en 1934 dividió Libia en cuatro provincias y
un territorio: Trípoli, Misrata, Bengasi, Bayda y el Sahara libio. Con
el fin de consolidar su gobierno, Gadafi intentó enfrentar a los árabes
contra bereberes, el Este contra el Oeste, y tribu contra tribu. Las
rivalidades locales y las alianzas tribales han hecho la situación más
complicada y han contribuido a la rápida entrada en la guerra civil.
La
naturaleza aborrece el vacío. En ausencia de dirección, los elementos
burgueses pasaron al frente. Fueron ellos quienes organizaron el llamado
Consejo Nacional de Transición (CNT). Estos elementos se
autoproclamaron, no fueron elegidos ni son responsables ante nadie. Se
abrieron paso a un primer plano, desplazando a un lado a las masas
revolucionarias, sobre todo a los jóvenes, que organizaron toda la
lucha.
El levantamiento de Bengasi
Como
en Egipto, las primeras protestas en Bengasi se organizaron a través de
Facebook. El 17 de febrero se fijó como fecha de inicio de las
manifestaciones. En un intento por evitar las protestas de ese día, el
régimen de Gadafi detuvo al abogado disidente Fathi Terbil el 15 de
febrero.
Terbil fue el coordinador de las familias de las víctimas de la
prisión de Abu Salim donde 1.200 prisioneros inocentes fueron
masacrados en 1996 por orden de Gadafi.
La detención de Terbil
tuvo el efecto contrario, ya que las familias de los asesinados en la
cárcel salieron a las calles para protestar contra su detención el 15 de
febrero, al grito de "¡Despierta Bengasi, el día que has estado
esperando ha llegado!" La gente salió a las calles a protestar. Una gran
parte del este de Libia se unió a las protestas, Al-Marj, Al-Bayda,
Derna, Shahat, Tobruk, así como Ajdabiya.
Gadafi respondió
enviando tropas contra el pueblo, incluido mercenarios, así como las
milicias al mando de sus hijos. Fueron utilizadas armas pesadas contra
personas desarmadas. Muchos fueron asesinados y esto continuó hasta que
las masas tomaron el cuartel militar de Bengasi. Esto empujó de
inmediato la situación en dirección a una guerra civil.
El
levantamiento heroico de las masas de Bengasi se puede comparar con el
levantamiento de 1936 de los trabajadores de Barcelona que atacaron a
los militares fascistas casi con sus propias manos. Los manifestantes
desarmados fueron obligados a defenderse con palos, piedras y botellas
llenas de gasolina que arrojaron a los cuarteles militares. Uno de los
manifestantes cargó su coche con cilindros de gas de cocina y lo condujo
al cuartel, destruyendo dos muros.
A los insurgentes es llevó
días tomar el cuartel de Bengasi. Bajo la presión del pueblo
revolucionario, el ejército comenzó a resquebrajarse. El batallón de
Bengasi, bajo el general Abdul Fatah Younis, se unió a la sublevación,
lo que condujo a la caída de los cuarteles.
Cuando el pueblo de Bengasi
entró en el edificio, se encontraron los cuerpos de muchos soldados que
habían sido fusilados por negarse a seguir las órdenes de disparar
contra su propio pueblo.
Con el tiempo, lo que comenzó como una
revolución exclusivamente oriental se extendió a las ciudades
occidentales. Las manifestaciones estallaron en Al-Zawia, Misrata, así
como en algunas zonas de la capital. La reacción de Gadafi fue inmediata
y brutal en extremo.
Usó mercenarios para aplastar cualquier movimiento
y envió aviones de combate y acorazados para atacar el Este. Varios
pilotos desertaron y pidieron asilo político en Malta y Egipto.
Una
fuerte represión fue utilizada para sofocar un movimiento en Trípoli,
donde las protestas se produjeron en el inicio del levantamiento. Muchas
personas fueron asesinadas, secuestradas y torturadas.
Cualquier
concentración de personas estaba prohibida y las calles de la capital
fueron patrulladas por los mercenarios. Las llamadas telefónicas fueron
monitoreadas.
El régimen opresivo logró silenciar el movimiento en
Trípoli por un tiempo, hasta que estalló de nuevo en agosto.
El
régimen estaba preparando una contraofensiva para aplastar toda
resistencia en el Este. Un río de sangre separó al régimen del pueblo.
Gadafi señaló que no se detendría ante nada para aplastar la revolución y
ahogar en sangre a Bengasi. La amargura generada por la conducta del
régimen transformó rápidamente un levantamiento popular en una
sangrienta guerra civil.
El papel de la OTAN
El
CNT en Bengasi reclamó la intervención de la OTAN. A lo largo de todos
los movimientos revolucionarios en el Medio Oriente y África del Norte
los imperialistas no pudieron intervenir. Pero ahora comprendían que
había una oportunidad para jugar un papel importante en la situación.
Los estadounidenses, franceses y británicos entraron en contacto con el
CNT, que es una alianza de elementos burgueses y algunos ex ministros
del régimen de Gadafi. Esta acción demuestra el carácter totalmente
reaccionario de este órgano.
Pero sería incorrecto exagerar el
papel del CNT, o creer que tenía el pleno control de la situación. Por
el contrario, el CNT no tenía un asidero firme sobre los insurgentes,
que lo miraban con recelo y hostilidad. Esto fue demostrado por el
incidente de marzo cuando fuerzas británicas fueron capturadas por
tropas rebeldes al intentar entrar en secreto en contacto con los
líderes del CNT en Bengasi. Esto fue muy embarazoso para el gobierno de
Londres, que fue incapaz de explicar la presencia de estas fuerzas
dentro de Libia.
Lo que cambió la actitud de los rebeldes fue la
inminente amenaza de una ofensiva de Gadafi sobre Bengasi. Saif al-Islam
Gadafi dijo en el inicio del conflicto: "Libia no es Túnez, no es
Egipto... Habrá una guerra civil, habrá derramamiento de sangre en las
calles". Gadafi mismo amenazó con aplastar a los rebeldes como ratas:
"casa por casa, callejón por callejón".
El temor a una masacre,
alimentado por los discursos de Gadafi, creó un clima en el que las
demandas del CNT para una intervención armada extranjera pudo encontrar
un eco incluso entre las masas y entre quienes originalmente se oponían a
ella en primer lugar. El coro ruidoso a favor de una "ayuda
humanitaria" presentó a los imperialistas una buena excusa para la
intervención.
Los políticos de París y Londres estaban particularmente
ansiosos para intervenir. Esto fue determinado en parte por
consideraciones a corto plazo: la caída de la popularidad de ambos, de
Sarkozy en Francia y de la Coalición Liberal-Conservadora en Gran
Bretaña.
Una vez más, las llamadas Naciones Unidas se han revelado
como una fachada para los imperialistas, dando un respaldo cínico para
una supuesta intervención "humanitaria". Sin embargo, las principales
razones fueron de carácter económico y estratégico. Ni que decir tiene
que el deseo de salvar la vida de los libios no jugó ningún papel en
absoluto.
Francia en particular tiene su propia agenda e
intereses. Sarkozy tuvo especial cuidado para reestablecer sus
credenciales en el mundo árabe, después de haber apoyado al caído
dictador Ben Alí en Túnez, ya que siempre ha considerado África (sobre
todo el norte de África) y el Medio Oriente como parte de su esfera de
influencia. No es una casualidad que las tropas francesas estuvieron
detrás del golpe de Estado en Costa de Marfil (Cote d'Ivoire) que
reemplazó a Gbagbo por el títere occidental (francés), Ouattara.
Anteriormente,
Tony Blair, había establecido una estrecha relación con Gadafi. Ahora,
Cameron ordenó a la RAF (la fuerza aérea británica) que lo bombardeara.
Sin embargo, no hubo ningún cambio real en la política del imperialismo
británico. Los británicos a lo largo de todo el tiempo han tenido sus
ojos puestos en la riqueza petrolera de Libia, con o sin Gadafi. La
guerra, como Clausewitz explicó, sólo es la continuación de la política
por otros medios.
La OTAN y la guerra civil
Los
estadounidenses, a diferencia de los franceses y británicos, se
mostraron cautelosos. Después de haberse quemado los dedos en Irak y
Afganistán, no tenían prisa para involucrarse en una guerra aérea en
Libia, que fácilmente podría terminar en otra guerra terrestre.
Sólo
aceptaron participar bajo la presión de Londres y París, y con la
condición de que la misión estuviera encabezada por la OTAN, no por
Estados Unidos.
Una serie de generales estadounidenses expresaron
serias dudas acerca de esta misión. Sabían que era imposible ganar una
guerra con el poder aéreo exclusivamente. En Afganistán se basaron en
las fuerzas de la Alianza del Norte y en Kosovo en el ELK, que hicieron
la guerra terrestre.
En Libia, aunque los ataques aéreos de la OTAN
jugaron claramente un papel en la destrucción de la capacidad militar de
Gadafi, la guerra tuvo que ser peleada y ganada sobre el terreno. Esto
resultó no ser tan fácil para los imperialistas como se supone.
En
una guerra civil, la política juega un papel aún más decisivo que en
una guerra normal. La falta de una política auténticamente
revolucionaria hacía difícil ganarse a la gente del bando contrario.
Otro factor fue la división entre los líderes rebeldes, y el papel de
algunos ex-agentes de Gadafi de quienes se sospechaba (probablemente con
razón) que querían hacer un trato con el Hermano Dirigente.
Si la
guerra se libraba en líneas militares "normales", las fuerzas de Gadafi
tenían la ventaja de un ejército profesional con armamento superior y
soldados entrenados.
Por todas estas razones, la guerra civil
asumió un carácter prolongado y sangriento. Las fuerzas rebeldes no
estaban entrenadas y los civiles estaban mal armados.
Los generales de
la OTAN expresaron su abierto desprecio por el ejército rebelde. The
Economist citó a uno de ellos diciendo: "No están realmente en pie de
guerra y no parece que quieran luchar realmente. Es sólo una pose".
Aunque
el poder aéreo puede desempeñar un papel clave en la destrucción de
armas en el suelo, es un axioma militar bien conocido que las guerras no
se ganan por el poder aéreo. La experiencia reciente de Libia, una vez
más lo demuestra.
Los bombardeos de la OTAN se utilizaron para detener
el avance de Gadafi sobre Bengasi, lo que permitió a los rebeldes
iniciar una contraofensiva. Pero en sí mismos no son suficientes para
garantizar una victoria militar decisiva.
De hecho, después de meses de
intenso bombardeo aéreo la guerra parecía estar llegando a un punto
muerto.
En Londres y París se levantaban voces apuradas que
expresaban la preocupación de que el conflicto en Libia podría durar no
meses sino años.
La campaña de Libia estaba costando mucho dinero: a
principios de octubre el gobierno británico había gastado al menos 1.750
millones de libras, mientras que los EE.UU. habían gastado al menos
1.100 millones de dólares.
Esto era difícil de justificar en un momento
de déficit y de austeridad presupuestaria, y de caída de los niveles de
vida.
El ministro de Asuntos Exteriores británico, William Hague, hizo
declaraciones pesimistas para preparar a la opinión pública para un
tiempo prolongado de guerra en Libia.
Los franceses estaban aún
más preocupados. Los aviones de combate franceses fueron responsables de
aproximadamente un tercio de todos los ataques aéreos de la OTAN. Le
Monde se quejó en un titular de primera página: "Francia ya no tiene los
medios militares para que coincidan con sus ambiciones políticas.
" El
11 de mayo el Jefe de Defensa francés, el almirante Edouard Guillard
hizo una admisión sorprendente: "Las fuerzas armadas [francesas] hoy en
día son frágiles y están debilitadas. No hay que negar o disfrazar esto.
Estamos en una situación difícil".
Turquía, miembro de la OTAN,
también fue puesto en una posición muy difícil. Después de haber
desarrollado estrechos vínculos con el régimen de Gadafi y de haber
conseguido contratos lucrativos para las empresas turcas, Turquía
intentó resistir el afán de Gran Bretaña y Francia para intervenir. Una
vez que se dio cuenta de que la marea se volvía en contra de Gadafi, el
Primer Ministro Erdogan también se apresuró a cambiar su posición
intentando acomodar el papel de Turquía en Libia después de la caída
inevitable del régimen.
Sin embargo, incluso la campaña de
bombardeos limitados pronto reveló graves tensiones en la capacidad
militar de la OTAN. Las divisiones se abrían en sus filas. Los alemanes
no querían tener nada que ver con el asunto de Libia, mientras que
otros, como Italia, hicieron una contribución significativa en los
combates. Los británicos y los franceses se quejaban amargamente de que
la OTAN, sus "aliados", no estaban haciendo lo suficiente, apuntando un
dedo acusador a Alemania e Italia, por ejemplo.
La caída de Trípoli
Finalmente,
el asunto fue resuelto por la caída de Trípoli, en el mes de agosto.
¿Se consiguió la caída de Trípoli por los bombardeos de la OTAN? El
hecho de que la caída de Trípoli tomara completamente por sorpresa a la
OTAN es una indicación del hecho de que no fue este el caso.
Hasta ese
momento los dirigentes se esforzaban por preparar a la opinión pública
para una campaña militar prolongada. Se hablaba de estancamiento. Cuando
finalmente cayó Trípoli causó sorpresa general. Los imperialistas y el
CNT no estaban en absoluto preparados para este hecho. Incluso los
comandantes rebeldes fueron sorprendidos, como informa Patrick Cockburn,
en Counterpunch:
"Los comandantes locales de la milicia también
se sorprendieron por este hecho. Incluso en un área como la de Abu
Salim, que tendría que estar llena de partidarios de Gadafi, hubo pocos
enfrentamientos. Khalid, un contable en un banco local que llevaba un
rifle de asalto, dijo: "Pensamos que eran fuertes, pero la lucha sólo
duró un par de horas. Mucha gente se cambió de bando en el último
momento. "(Counterpunch, 05 de septiembre 2011)
El mismo informe
continúa: "Casi todo el mundo en Trípoli ahora afirma haber estado
trabajando abiertamente o en secreto en el bando rebelde. Tales
afirmaciones improbables han sido hechas probablemente en todas las
ciudades capturadas durante siglos.
Pero toda la evidencia es que en el
momento en que los rebeldes rompieron el frente en Zawiyah en agosto,
para su sorpresa, encontraron el camino a la capital abierto y sin
defensa, la moral de las fuerzas pro-Gadafi se había derrumbado.
"Un
ex soldado describió cómo había abandonado su tanque en Zawiyah cuando
ordenó la retirada frente a un asalto rebelde desde las montañas de
Nafusa, un levantamiento en Zawiyah mismo, y los aviones de la OTAN
destrozaban sin cesar las posiciones defensivas pro-Gadafi.
Él
simplemente decidió que el juego había terminado y que no tenía sentido
esperar a ser incinerado dentro de su tanque. Se quitó el uniforme y
salió corriendo.
"Dentro de Trípoli, de manera similar,
partidarios del régimen concluyeron que no había ninguna razón para
morir por una causa perdida. Issam, un islamista propietario de un
camión de carga en un distrito de Souq al-Jumaa, dijo que sus hombres
tenían pocas armas al principio, pero las consiguieron "yendo casa por
casa, pidiendo a la gente pro-Gadafi que entregaran sus armas y se
quedaran en su casa.
" Nadie se negó. Khalid Abu Salim, dijo que pensaba
que el punto de inflexión en la guerra había llegado cuando Gadafi no
pudo capturar Misrata a principios del verano y la OTAN intensificó los
bombardeos. ¨Después de eso, los hombres de Gadafi se encontraban en
retirada y fue fácil elegir el ganador final."
Al final, el
régimen cayó como un castillo de naipes. La defensa de Trípoli se
derrumbó porque los soldados de Gadafi no veían ninguna razón para
luchar y morir por una causa perdida.
¿Qué fuerzas han participado?
El
levantamiento armado en Trípoli jugó un papel fundamental en el colapso
de la resistencia de las fuerzas pro-Gadafi en la ciudad. Esto está
confirmado por varias fuentes, incluyendo un artículo de Nicholas Pelham
titulado: Libia: ¿Cómo lo hicieron?
En él tenemos una descripción interesante de la situación en Trípoli después de la entrada de los rebeldes:
"Sólo
cuando llegué a Suq al-Juma, extenso suburbio del este de Trípoli de
400.000 habitantes, tres días después de que los rebeldes entraran en la
ciudad el 21 de agosto, me sentí que estaba en alguna parte libre del
yugo de Muammar Gadafi.
En contraste con las calles desiertas y cerradas
del resto del capital, los callejones detrás de sus barricadas
vigiladas eran un hervidero de actividad.
Los niños jugaban en la calle
hasta después de la medianoche. Las mujeres conducían coches. Las
mezquitas difundían takbir, los cantos de celebración reservada para
Eid, el final del Ramadán, que Dios es Grande, mayor incluso que el
coronel. (...)
"Suq al-Juma fue el primer barrio de Trípoli, que
se sumó a la revolución de Gadafi en 1969, y el primero en volverse
contra ella hace treinta y nueve años. (...)
"Varios suburbios
respondieron a la alarma que sonó en las mezquitas cuando los fieles
rompieron el ayuno después de la puesta de sol del 20 de agosto, pero la
organización y la escala del levantamiento de Suq al-Juma fue
inigualable.
En cuestión de minutos, en todo el barrio se habían
improvisado barricadas con neveras viejas, coches quemados, y otros
deshechos de la guerra, y hombres armados se apostaron en las puertas.
Camiones recorrían las calles distribuyendo cócteles molotov y granadas
caseras llamadas gelatina, que las armas que habían comprado en los
últimos seis meses, a 3.000 dinares cada una.
Con base en una lista
negra precompilada, vigilantes irrumpieron en las casas de miles de
partidarios del régimen, o farment, término vernáculo bastardizado de
Trípoli para la palabra 'informante', los desarmaron y se los llevaron."
El mismo informe dice:
"Ungido
con la legitimidad del extranjero, el Consejo Nacional de Transición
(CNT) parecía en sus primeros días tener muchas dificultades para
imponerse en su proclamada capital. Sin embargo, en contraste con el
cambio de régimen forzado de Irak, Libia tiene mucho a su favor. Los
nuevos gobernantes son libios, no extranjeros, y aunque la OTAN apoyó a
los rebeldes desde los cielos, fue en los combates terrestres donde se
liberaron."
El 20 de septiembre de 2011, el Socialist Worker, de
EE.UU, publicó una interesante carta que describe la caída de Trípoli y
las diferentes fuerzas que participaban en el campo rebelde. El título
de la carta era significativo: una revolución popular profunda.
Esta
carta, escrita por alguien situado sobre el terreno en Trípoli, fue una
respuesta a un editorial de la versión web del periódico:
SocialistWorker.org ("¿Quién ganó realmente en Libia?"), que sugería que
fue la OTAN quien hizo la revolución en Libia, no el pueblo libio. El
autor responde de la siguiente manera:
"Desde aquí, en Trípoli,
parece que ese juicio es apresurado. Hay una serie de puntos que deben
ser entendidos partiendo de la situación sobre el terreno:
"1.
Esta ha sido una profunda revolución popular. Trípoli no fue liberada
por los rebeldes de fuera. Por el contrario, hubo un levantamiento
popular iniciado desde dentro, el 20 de agosto, en una serie de barrios
de la ciudad. Al mediodía del día 21, el aparato de seguridad del Estado
había sido derrotado por completo en una serie de barrios, y se estaba
desmoronando en los demás.
En la noche del día 21, las primeras brigadas
de los rebeldes llegaron a la ciudad, y lucharon en los bastiones
restantes.
"La fuerza motriz de la revolución en cada momento
crucial ha sido la participación masiva, ya sea en los levantamientos
iniciales en Bengasi y la ciudad occidental de Zintan, o en los
alrededores de Trípoli.
"Hoy en día, las calles de Trípoli se
rigen por la gente común. Cada barrio cuenta con un comité popular,
compuesto por lugareños armados. Ellos controlan la entrada y salida de
su barrio, controlan los vehículos y, en ausencia de las fuerzas
policiales (que apenas han comenzado a regresar) actuan como autoridad
de facto a nivel de la calle.
"Como un amigo libio me dijo: 'Todo
está al revés ahora". Los residentes locales han puesto al descubierto
la mayor parte de los antiguos centros de poder de la clase gobernante,
desde las oficinas de la seguridad a los palacios de Gadafi. Usted puede
pasar la tarde paseando por las villas de Gadafi y examinar a fondo los
documentos en la sede de la inteligencia. Los residentes locales se han
apoderado de algunas de las casas de Gadafi y de las prisiones, y los
convirtieron en museos de todo tipo.
La piscina enorme en la casa de
Aisha Gadafi, construida con el dinero que por derecho le pertenece a
los libios de a pie, se ha convertido en una piscina pública. En algunos
barrios, los residentes se han apoderado de los hoteles y restaurantes,
expulsaron a los propietarios gadafistas y los dirigen ellos mismos.
"El mismo sentido de empoderamiento, de imaginar lo imposible, que invadió a Egipto después de la revolución, existe aquí".
Esta
descripción, escrita por un testigo en Trípoli, es interesante. Se hace
hincapié en un elemento de la ecuación: el hecho de que la fuerza
motriz principal de la revuelta contra Gadafi fue el movimiento de las
masas. Desde el punto de vista marxista se trata de una consideración
importantísima.
Pero, por supuesto, de ninguna manera agota la cuestión
de la naturaleza de clase precisa de la insurrección, o la forma en que
se desarrollarán los acontecimientos a partir de ahora.
El autor enumera los elementos entre los insurgentes en Trípoli de la siguiente manera:
"1)
Dirigentes revolucionarios de Trípoli que han estado dirigiendo el
movimiento desde el primer día, en febrero, a menudo con poco contacto
directo con la OTAN,
2) Revolucionarios de Trípoli, que se han basado en
el exterior, en Bengasi, Túnez o en otros lugares del extranjero, y que
están regresando,
y 3) corrientes islamistas, dirigidas por clérigos
prominentes,
4) El Consejo Nacional de Transición (CNT) de Bengasi
basado en, y respaldado, por Estados Unidos, y en particular el gabinete
-como el Comité Ejecutivo;
5) Las fuerzas militares de Trípoli, se
dividieron en dos facciones, una bajo el mando del ex-islamista Belhaj
Abdel Hakim y la otra bajo el control de figuras ex-gadafistas. Belhaj,
que fue encarcelado y torturado con la participación de los EE.UU. y de
Gadafi, tiene apoyo popular en el este de Libia, y se cree que está
respaldado por Qatar
6) Alrededor del 40 kataibas rebeldes, o brigadas,
de todo el país. "
A partir de este informe bastante detallado,
podemos ver la enorme complejidad de la situación, que contiene muchos
elementos contradictorios. Está muy claro (también por otros informes)
que el CNT no controla la situación. Hay muchos comités locales y
milicias que están armadas y que controlan la situación sobre el
terreno.
Los buitres están dando vueltas
Mientras
escribo estas líneas, los últimos bastiones del régimen de Gadafi se
han desmoronado. El propio coronel Gadafi ha sido capturado y asesinado.
Las amenazas de Gadafi alertando de "una larga guerra" eran vacías,
aunque algunos de sus partidarios podrían recurrir a las tácticas de
guerrilla y al terrorismo con el fin de desestabilizar al nuevo régimen.
Incluso
antes de su muerte, los imperialistas estaban moviéndose dentro de
Libia. Los Estados Unidos formalmente reabrieron su embajada en Libia
recientemente, y el embajador a su vuelta ya está tratando de ayudar a
las empresas estadounidenses a que aprovechen las oportunidades
comerciales en el país. Clinton ya ha visitado el país, sin duda en
busca de contratos lucrativos para empresas de EE.UU.
Los nuevos
gobernantes de Libia tienen aún más ganas de lanzarse en los brazos de
los imperialistas. En una conferencia de prensa la semana pasada,
Mustafa Abdel-Jalil, presidente del Consejo Transitorio Nacional de
Libia –la dirección civil autoproclamada de los antiguos rebeldes- dijo
incluso que el nuevo gobierno daría a sus aliados occidentales algunas
"prioridades" en el acceso a los negocios de Libia.
No ha habido
promesas a sus partidarios occidentales, dijo, "Pero como musulmanes
fieles sabemos apreciar estos esfuerzos y tendrán prioridad dentro de un
marco de transparencia".
Mientras que el gobierno provisional
había respetado "todos los contratos legítimos" de la época de Gadafi,
estaba llevando a cabo una revisión sistemática, para corregir cualquier
corrupción financiera que pudiera haberlos contaminado."
"El
hedor de la corrupción afecta todo lo que el régimen de Gadafi hizo con
respecto a las entidades comerciales", dijo. "La burocracia nadaba en
ella porque era la forma en que funcionaba, y la familia estaba en lo
más alto. Cada operación implicaba un pago a la familia de Gadafi o a un
compinche. "
Al decir todo esto, convenientemente pasa por alto
el hecho de que muchos de los líderes del CNT provienen del régimen de
Gadafi y han participado en todo esto ellos mismos. Jalil era en
realidad un miembro del Comité Popular General de Libia, pero no tardó
en ver en qué dirección soplaba el viento y abandonó el barco a
principios de la revolución, colocándose así como uno de sus "líderes"
emergentes.
Continuó más allá en su declaración, afirmando que los
nuevos dirigentes de Libia parecían "dispuestos a adherirse a los
estándares internacionales de transparencia y de rendición de cuentas, y
creo que es una buena cosa."
Sarkozy, quien tenía una relación
muy amistosa con Gadafi, habló recientemente en un mitin de masas en
Bengasi, para expresar la solidaridad de Francia hacia el nuevo régimen
libio. A su lado estaba el primer ministro conservador británico, David
Cameron, quien dijo el mismo tipo de cosas.
"La ayuda de Gran
Bretaña en el derrocamiento de Muammar Gadafi nunca será olvidada y las
empresas británicas pueden esperar jugar un papel fundamental en la
reconstrucción de Libia", dijo un diplomático de alto rango a los
ejecutivos británicos el martes.
"Les puedo asegurar que las empresas
británicas tienen un papel que jugar y espero que trabajen con nosotros
para construir el futuro de Libia", dijo Nacua, encargado de negocios de
la embajada del país, en una reunión en Londres a la que asistieron
unos 100 ejecutivos. La reunión de desarroló con puertas cerradas a
todos los medios, a excepción de la agencia Reuters. Naturalmente, estos
señores no quieren que el mundo vea cómo el comercio sigue a la bandera
"democrática".
Los dirigentes occidentales han expresado su
preocupación por la posibilidad de que militantes islámicos, o al menos
anti-occidentales, tomen el control. Pero los islamistas están
desviviéndose para enfatizar "la moderación, la democracia y el
pluralismo".
Todos ellos están dispuestos a vender a Libia al mejor
postor. El embajador Gene A. Cretz participó en una conferencia
convocada por el Departamento de Estado de EEUU con cerca de 150
compañías estadounidenses con la esperanza de hacer negocios con Libia:
"Sabemos
que el petróleo es la joya de la corona de los recursos naturales de
Libia, pero incluso en el tiempo de Gadafi comenzaron desde la A a la Z
en cuanto a la construcción de infraestructura y de otras cosas" después
de que el país había comenzado a abrirse a Occidente hace seis años,
dijo.
"Si podemos conseguir que las empresas estadounidenses se instalen
aquí en una escala bastante favorable, trataremos de hacer todo lo
posible para lograrlo, entonces esto va a redundar en mejorar la
situación en los Estados Unidos con respecto a nuestros propios puestos
de trabajo."
El sr. Cretz insistió en que el petróleo no fue la
"razón fundamental" para la intervención de Estados Unidos. Sin embargo,
sus comentarios revelaron la ansiedad estadounidense por un recorte de
las ganancias potenciales. Sus declaraciones son una admisión
sorprendente de los intereses económicos de los Estados Unidos y de
otros países occidentales en Libia.
Están interesados no sólo en los
recursos petroleros de Libia, sino también en los bienes y servicios que
esos recursos les permitirían adquirir. En medio de una crisis y de
escasez de mercados, es una oportunidad demasiado buena para perdérsela.
La
interferencia de los imperialistas provocará nuevas contradicciones.
Los líderes rebeldes han estado luchando como gatos dentro de un saco.
Abdel Fattah Younis, el ex jefe militar de Gadafi que se unió a los
rebeldes, fue asesinado en circunstancias sospechosas en julio pasado.
Muchos señalaron con el dedo a los islamistas, pero el asunto nunca ha
sido aclarado.
Después de la caída de la fortaleza de Gadafi de Baba az'
Azia a finales de agosto, el islamista Abdul Hakim Belhaj (también
conocido por su nombre de guerra, Abu Abdullah Assadaq) intentó dar un
golpe de Estado, asumiendo el control como comandante militar de
Trípoli.
Esto provocó un enfrentamiento con varios comandantes
rivales como Abdullah Naker, quien dijo a la CNN: "¿Quién es Abdulhakim
Belhaj y quién lo nombró? No lo sabemos. Nosotros somos los líderes,
somos los revolucionarios, lo sabemos todo." ¨Quién nombró a Belhaj¨ es
una muy buena pregunta. Pero la misma pregunta se podría plantear sobre
Abdullah Naker o todo el CNT.
El presidente del Consejo Nacional de
Transición (CNT), Abdul Jalil, trató de conciliar las crecientes
diferencias. Después de una reunión beligerante con todos los
comandantes, la atmósfera se calentó tanto que se vio obligado a
reunirse al día siguiente con las facciones por separado.
Belhaj
ha sido acusado de ser un títere de los qataríes que le han enviado
dinero para comprar armas. Qatar ha estado interviniendo en Libia como
parte de la alianza de la OTAN, y como los británicos, americanos
franceses e italianos, está trabajando activamente para sus propios
intereses con la ayuda de sus agentes y marionetas locales. Esta
injerencia extranjera, agravará las divisiones en el campo de la
guerrilla, e incluso podría poner en peligro la unidad de Libia.
Pero
a pesar de las manifestaciones de "amistad" en Bengasi, la masa de los
libios odia y desconfía de los imperialistas. Ellos saben que la
revolución libia consiguió el apoyo de Occidente porque su tierra es
rica en petróleo, y que los británicos, franceses y norteamericanos sólo
quieren saquear los recursos naturales del país. La situación es muy
similar a la que prevaleció en Bagdad en 2003, pero con una diferencia
muy importante: en Libia no hay tropas de EE.UU. sobre el terreno.
Los
libios saben que desde hace décadas los caballeros de Londres y París
tenían una estrecha relación con Gadafi. Ellos saben que Nicolas Sarkozy
abrazó a Gadafi en 2007 y lo bombardearon menos de cuatro años después,
sin pestañear. Ellos saben que Tony Blair fue a Trípoli para postrarse
ante Gadafi para obtener lucrativos contratos de petróleo.
También
saben que los lamados demócratas enviaron presos políticos libios a
Trípoli para ser interrogados en las cámaras de tortura de la policía
secreta. Los habitantes de Trípoli pronto tendrán en sus manos los
archivos de los ministerios del petróleo y de relaciones exteriores de
Gadafi y descubrirán los secretos de los negocios de Blair, Sarkozy y
Berlusconi con Gadafi -a menos que la inteligencia británica y francesa
ponga en ellos sus manos primero.
¿Quién ganará?
En
el análisis de cualquier fenómeno debemos distinguir cuidadosamente
entre las diferentes tendencias, separando lo que es progresivo de lo
que es reaccionario. En el caso de Libia, esto no siempre es fácil. El
movimiento de Libia claramente contiene muchos elementos diferentes, a
la vez reaccionarios y potencialmente revolucionarios.
Hay una serie de
fuerzas que compiten por la dirección de la revolución. Esta lucha no se
ha decidido y puede ir en muchas direcciones diferentes, como lo señalé
en mi artículo de agosto.
Es una situación confusa y
contradictoria, cuyo resultado aún no está claro. Por un lado, el
movimiento de masas, incluyendo la clase obrera, está presionando por
sus propias demandas. Por otro lado, los elementos burgueses están
maniobrando con los imperialistas para tomar el control de la situación.
La fuerza motriz principal de la Revolución son los combatientes
rebeldes jóvenes que son honestos y valientes, pero también confusos y
desorientados, y que pueden ser manipulados por los fundamentalistas y
otros demagogos.
Por último, la clase obrera está comenzando a moverse y
expresar sus reivindicaciones de clase independientes, pero es
numéricamente débil y carece de uns dirección adecuada.
Aún no
está claro cuál de estas fuerzas vencerá. El CNT, respaldado por Estados
Unidos, es muy débil y tiene un apoyo popular limitado. Ya estallaron
manifestaciones en contra del mismo en varias ciudades, incluida
Bengasi. A mediados de septiembre, el CNT estaba compitiendo con una
amplia gama de grupos rebeldes y facciones políticas por el control del
país.
No hay garantía de que el CNT pueda establecer un régimen viable.
La debilidad del CNT se demuestra por el hecho de que incluso después de
la caída de Trípoli, permaneció en Bengasi, obviamente por miedo a
entrar en la capital que fue tomada por las milicias armadas.
Nicolas
Pelham, escribe en The New York Review of Books: "Se hizo todo para dar
una muestra de unidad cuando el primer representante de alto nivel del
CNT, el ministro de Finanzas Ali Tarhouni, llegó a Trípoli desde la base
de los rebeldes en Bengasi. Pero tan pronto se subió al escenario de
una conferencia de prensa surgieron las fracturas frescas.
Por debajo de
los candelabros del salón de un hotel, Tarhouni se olvidó de incluir a
los tripolitanos en su larga lista de gratitud hacia aquéllos que en
casa y en el extranjero habían perseguido a Gadafi en la ciudad.
"Él no
apreció el papel desempeñado por la Intifada", dijo un miembro airado
del nuevo Consejo de Trípoli, que se retiró a la parte de atrás del
salón de baile donde Tarhouni estaba hablando.
"Tras dar rienda
suelta a las sospechas de que el este de Libia, sin embargo, podría
tratar de eclipsar el oeste, el miembro del consejo agregó:"Si él cree
que puede decirle a la gente que liberó a su ciudad que depongan las
armas, será enviado empaquetado de vuelta a Bengasi".
Patrick
Cockburn escribe: "Los miembros del Consejo Nacional de Transición han
tardado en llegar a Trípoli y han sido más lentos aún en hacerse cargo
de las cosas cuando llegaron. Abdel-Rahman el-Keib, un miembro del CNT,
me dijo que pensaba que los políticos rebeldes, pese a toda su confianza
vocal previa en la victoria, están "desorganizados porque no pensaban
que el colapso de Gadafi sería tan rápido.
Sus fuerzas no eran tan
fuertes como pensamos."
Han surgido divisiones sobre quién tendrá
el control de los fondos de miles de millones de dólares descongelados
por las autoridades internacionales del Estado libio. Han aparecido
Padrinos locales. El problema es que muchos libios son leales a su
familia, tribu, pueblo y ciudad antes que a la nación.
Patrick
Cockburn continúa: "Políticamente, el CNT parece frágil, desunido y sin
preparación para asumir el control del gobierno. Por el contrario, los
comités locales que aseguran las calles de Trípoli parecen muy capaces.
Aunque hay escasez de agua, alimentos, combustible y casi todo lo demás
en las tiendas, los comités dicen que se han acumulado suficientes
reservas en los últimos seis meses para defenderse de una crisis
humanitaria.
Sin embargo, la dirección política se ve débil, y es poco
probable que las milicias se disuelvan mansamente. El nuevo Estado libio
podría no ser capaz de soportar una gran presión, pero, por otro lado, a
diferencia de Irak y Afganistán, es posible que no tenga que hacerlo."
En
ausencia de una dirección revolucionaria real, es posible que tengan
éxito. Sin embargo, los burgueses se enfrentan a serios problemas. En
primer lugar, se enfrentan a un pueblo levantado con las armas en la
mano. La primera tarea será, pues, desarmar a la gente. Pero esto es más
fácil decirlo que hacerlo. El embajador de EE.UU. Cretz citó varios
factores de preocupación, incluido el desarme de la población recién
armada y muchas milicias autónomas.
Ismail Sallabi, jefe del
consejo militar de Bengasi, pidió al CNT que renunciara, castigando a
sus miembros como "vestigios de la época Gadafi" y "como un grupo de
liberales que no tiene seguidores en la sociedad libia".
Muchos
combatientes, como Sallabi, insisten en que ellos desempearon un papel
clave en el derrocamiento de Gadafi. Algunos van más allá, diciendo que
la captura rápida de Trípoli había tomado al CNT por sorpresa y que
habían derrotado lo que dicen que era el verdadero plan de la OTAN para
el país: su partición entre el Este y el Oeste. La estrategia de la
OTAN, sostienen, era congelar el conflicto en el oeste, convirtiendo
Brega en la línea divisoria entre el Este liberado y el Oeste de Gadafi.
Soumaya
Ghannoushi ha escrito algunos comentarios interesantes sobre esto,
aunque tenemos que tener en cuenta el hecho de que ella es la hija de
Gannoushi, el dirigente de los islamistas en Najda, Túnez. Lo que
escribe es muy interesante porque pone de manifiesto las divisiones
entre las filas de los rebeldes y el CNT:
"Este conflicto se
desarrolla de diversas maneras a lo largo de la región.
En cada caso, la
dinámica interna de las diferentes revoluciones se ve amenazada por la
lógica de las potencias extranjeras de “contención y control”. Lo que
está en juego es si la Primavera árabe lleva a un cambio calculado y
limitado, y controlado, donde los nuevos jugadores sustituyen a los
antiguos, mientras que las reglas del juego permanecen intactas, y donde
las guerras por el poder quedan circunscritas a las élites locales
aliadas con el fin de reciclar el antiguo régimen en el nuevo orden.
Esto es lo que a varias potencias extranjeras les gustaría ver.
"Gadafi
se ha ido, pero Libia está dispuesto a ser un escenario de múltiples
batallas: no solamente en los conflictos entre los hombres de la OTAN y
los combatientes sobre el terreno, sino también entre las fuerzas
extranjeras que han invertido en la guerra -los franceses, que tienen la
determinación de sacar una ventaja política y económica; los italianos,
que se refieren a Libia como su patio trasero, los británicos, que
quieren proteger sus contratos, los turcos, que están dispuestos a
revivir su influencia en el viejo continente otomano, y por supuesto la
aparición de nuevos jugadores en el nuevo orden, los chinos y los
rusos."
El papel de la clase obrera
La
revolución libia es un drama inconcluso en el que la caída de Gadafi
fue sólo el primer acto. El futuro será determinado por la lucha de
fuerzas vivas y el resultado final no está decidido todavía. Varios
resultados son posibles -a la vez revolucionarios y
contrarrevolucionarios.
La evolución futura estará determinada por los
acontecimientos tanto en el interior de Libia como en el ámbito
internacional. Es necesario plantear la pregunta concreta: ¿Fue el
derrocamiento de Gadafi una victoria para la revolución o para la
contrarrevolución?
Al eliminar un obstáculo colosal en el camino
de la clase obrera, la Revolución presenta nuevas posibilidades. También
plantea nuevos peligros. La falta de una clase obrera fuerte fue lo que
determinó existencia de una sangrienta guerra civil. La juventud
rebelde se unió a los grupos revolucionarios. Estos se basan a menudo en
lealtades tribales o locales. Estaban armados y financiados por los
empresarios que proporcionan armas y vehículos.
Y debido al hecho de que
la organización independiente de los trabajadores no existe, y mucho
menos la de un partido marxista verdaderamente revolucionario, las
perspectivas políticas de los rebeldes se limitan a buscar una
alternativa dentro de los límites del capitalismo, es decir, dentro de
los límites de algún tipo de democracia burguesa. Todos estos factores
ponen un gran signo de interrogación sobre la evolución futura del
movimiento.
¿Conseguirán los imperialistas imponer su dominio y la
subordinación de la revolución libia a sus intereses? Esta pregunta no
puede ser decidida con absoluta certeza de antemano. Hay fuerzas
poderosas tirando en esa dirección. Pero cada acción tiene una reacción
igual y opuesta. El hecho de que algunas personas estén agitando
banderas francesas y británicas (y las de Egipto, Argelia y Qatar) no
significa necesariamente que la gente de Libia esté dispuesta a ver a su
país y su riqueza petrolera vendidos al mejor postor.
Una cosa es
expresar gratitud a estos países por lanzar bombas sobre los tanques de
Gadafi. Otra cosa es aceptar el retorno de la dominación colonial en
Libia. Es significativo que, a pesar de su actitud servil hacia el
oeste, la dirección del CNT recientemente fue obligada a salir en contra
de una fuerza de seguridad de la ONU sobre el terreno, lo que refleja
las presiones populares que existen. Esto indica que las masas
revolucionarias sospechan del CNT y se oponen a la instalación de las
fuerzas imperialistas en Libia.
El testigo de Trípoli que hemos
citado antes, escribe: "Los EE.UU. y sus aliados siguen tratando de
subordinar la revolución a sus intereses. Ellos han apoyado a una parte
de los rebeldes, ya que parecen carecer de una base nacional, en un
esfuerzo por controlar el curso de las revoluciones árabes. No están
interesados en una verdadera democracia, sino en una democracia
limitada, administrada al servicio de sus necesidades".
Y
concluye: "A pesar del carácter popular de la revolución, la debilidad
de las estructuras políticas en Libia significa que la perspectiva de
que emerja una izquierda de ella es muy débil. Sin embargo, ella era aún
más débil bajo Gadafi, y la revolución de la sociedad libia da el
espacio para esas cosas puedan desarrollarse. No vendrá pronto –ya que
requeriría una reestructuración de la economía, un crecimiento de la
clase trabajadora y así sucesivamente- pero por primera vez en su
historia, Libia tiene una oportunidad. Por esa sola razón, la revolución
debe ser apoyada. Por otra parte, la victoria ha insuflado nueva vida a
los levantamientos en todo el mundo árabe, especialmente en Siria y
Yemen.
"Es demasiado pronto para decir quién será el ganador final
de la revolución de Libia, pero sí sabemos quién intentará determinar
el resultado."
Esta es una conclusión bastante equilibrada. Es
cierto que la clase obrera de Libia es mucho más débil que, por ejemplo,
el proletariado egipcio. Hasta ahora ha sido incapaz de poner su sello
en la revolución. La izquierda es muy débil en general, y la presión de
los elementos de la burguesía y del imperialismo pueden empujar a Libia
en una dirección diferente. A pesar de ello, el derrocamiento de Gadafi
crea condiciones más favorables para el desarrollo de la lucha de clases
dentro de Libia.
La experiencia de cómo la revolución libia se ha
desarrollado, con una dirección burguesa que secuestró el movimiento,
con dirigentes que formaban parte del antiguo régimen hasta vestirse
como demócratas, es también una valiosa lección para los movimientos en
curso en Siria y Yemen.
Esa lección es la siguiente. Si un régimen es
derrocado con la ayuda de las potencias imperialistas, a continuación
las masas tendrán que pagar el precio. En lugar de un cambio genuino
terminará con la mayor parte del antiguo régimen reciclado dentro del
nuevo, y ninguno de los verdaderos problemas sociales ardientes se
abordarán.
Así, las masas tendrán que prepararse para una segunda y más
profunda revolución, para completar las tareas que tenían originalmente
planteadas.
Las condiciones materiales en Libia son decisivas a
largo plazo. Las condiciones de las masas son desesperantes. Los
suministros de electricidad y agua han sido interrumpidos. También hay
grave escasez de gasolina. Los trabajadores no pueden vivir para siempre
con una dieta de discursos y de "democracia" retórica.
Tienen
necesidades inmediatas que deben ser atendidas. Ahora que Gadafi ha
muerto, el final de los combates llevarán a una polarización en el campo
de la guerrilla en líneas de clase.
Los trabajadores ya son
críticos con el CNT y protestan contra la permanencia de los viejos
gerentes en la industria del petróleo. Más de un centenar de empleados
de la Compañía Nacional de Petróleo de Libia (NOC) protestaron el martes
27 de septiembre fuera de sus oficinas en Trípoli contra la negativa de
los gerentes en hacer una clara ruptura con el pasado:
"Esta es
una nueva era, una nueva revolución. Pagamos un montón de sangre.
Estamos buscando un cambio enorme ", dijo Mohammed Haifa, quien dijo que
trabajaba en el departamento de desarrollo sostenible de la empresa.
"Esperábamos que este cambio ocurriera. Pero lo que estamos viendo es
que esa gente todavía está ahí, la gente mala, los gerentes ".
Este
no es un caso aislado. The Economist informó el 9 de abril de una
protesta de los trabajadores petroleros en Bengasi frente a las oficinas
de la Arabian Gulf Oil Corporation (AGOCO) la mayor compañía de
petróleo de Libia para exigir cambios en la gestión.
La compañía se vio
obligada a mantener al jefe del comité que había sido elegido por los
trabajadores.
Los trabajadores lograron la victoria frente a la
oposición del CNT. El informe citó las palabras de un sindicalista:
"Padrinos locales están tratando de repartirse el país tan rápido como
los jugadores extranjeros."
Aquí tenemos la verdadera voz de la
revolución libia: la voz de la clase obrera que se ha recuperado de una
dictadura y no quiere que sea reemplazada por un nuevo tipo de
dictadura: la dictadura del capital y la dominación imperialista. Esto
indica que la clase obrera está comenzando a moverse. Debemos hacer todo
lo posible para apoyar y alentar cada paso en la dirección de un
movimiento independiente de la clase obrera en Libia.
La situación
es muy complicada y hay tendencias tirando en direcciones diferentes.
No hace falta decir que los marxistas siempre deben basarse en la clase
obrera y los elementos más revolucionarios de la juventud, incluso
cuando se trata de una pequeña minoría. Nos basamos en lo que es
progresista y en la lucha contra lo que es reaccionario.
Por
encima de todo, la caída de Gadafi es un eslabón más en una reacción en
cadena que se propaga por el mundo árabe. Ben Alí y Mubarak se han ido, y
Saleh [en Yemen] está pendiendo de un hilo. Ahora Gadafi ha sido
derrocado.
Esto pone a El Assad en Siria en mayor peligro. Abdullah de
Jordania se enfrenta todavía a la oposición. El pueblo de Bahrein
languidece resentido bajo el yugo de la monarquía minoritaria suní,
apoyada por las bayonetas de Arabia Saudita. Pero ¿cuánto tiempo pueden
durar estos regímenes?
Las masas de Arabia, sentadas encima de tanta
riqueza, no van a tolerar para siempre el imperio de una monarquía
corrupta, decadente y estéril. Los acontecimientos de Libia son parte de
una gran revolución árabe que está lejos de terminar.